No
podemos conseguir gran cosa solos, necesitamos de la relación con los demás
apoyada en la mutua confianza. Esa confianza la desarrollamos cuando nos
conocemos, nos comprendemos, nos entendemos.
Un
gran avance para la especie humana es el don de la palabra, que facilita
nuestra comunicación, la capacidad de hablar. Pero esa capacidad estaría
incompleta sin la capacidad de escuchar, que la complementa y nos puede llevar
a entendernos.
No
siempre que alguien habla nos lleva a mayores niveles de comprensión mutua, en
gran medida va a depender de los distintos niveles de escucha:
- Oír: sólo doy la impresión de escuchar
- Atender para responder: estoy esperando a que el otro acabe de hablar para hablar yo, sin hacer la intención de escuchar. Centrado en mi propio punto de vista. Espero tu turno para hablar.
- Escucha activa: Estoy atento a lo que dice, a sus palabras.
- Escucha empática: Escucha completa, pendiente de lo que dice, cómo lo dice, su lenguaje no verbal. Escucho para entender su punto de vista, lo que quiere decir.
Comprender,
entender, ser capaz de ver y percibir el punto de vista del otro no quiere
decir compartirlo. Pueden seguir existiendo diferencias de opinión, que tratadas
de forma respetuosa, nos pueden llevar a encontrar nuevas e inesperadas
soluciones o formas de entendernos.
La
escucha relacionada con el presente, el aquí y ahora. ¿Cómo te sientes cuando
estás hablando con alguien y empieza a consultar el móvil? ¿Si empieza a mirar
a otro lado? Sientes que el otro no está ahí. La capacidad de estar presente
con el otro, de no irnos a otro sitio, cada vez es más difícil, cada vez
estamos rodeados de más estímulos. Por eso también cada vez se valora más, hay
necesidad de sentirse escuchados.
La
actitud de no escucha se contagia, si tú no escuchas el otro tiende a no
escucharte a ti. También se contagia la
actitud de escucha, si el otro se siente escuchado estará más dispuesto a
escucharte, con lo que la comunicación será más sencilla.
En las
discusiones es habitual mientras el otro habla estar pensando.- “Cuando se
calle le voy a decir…” con lo que el otro reacciona de la misma manera pensando
que te va a decir en lugar de escuchar, de intentar entender tu punto de vista.
El entendimiento va a ser difícil, por no decir imposible.
Tendemos
a pensar que si el otro cambia, da el primer paso, me escucha, llegará a
entender lo que le digo, saldrá de su error, su obcecación… Sin pensar que él
también piensa lo mismo. Porque no dar el primer paso y escuchar para entender, no para responder, normalmente cada parte
tiene algo de razón.
Stephen
Covey cuando habla de su quinto hábito “Buscar primero entender y después ser
entendido” cuenta la historia del palo indio, empleado por los nativos de
Norteamérica en sus encuentros. Quién tiene el palo tiene la palabra y los
otros sólo pueden intervenir para hacer preguntas, para entender el punto de
vista del que tiene el palo. El que tiene la palabra sólo pasará el palo cuando
se sienta entendido, lo que garantiza la escucha.
Como
yo en casa no tengo el palo indio alguna vez he empleado con mis hijas el reloj
de la palabra, que hace las funciones de palo, lo que hace que se escuchen. Es increíble
como grandes discusiones se diluyen con la aplicación de esta metáfora.
Hay
momentos claves para escuchar empáticamente, cuando las emociones están
desatadas, con falta de comprensión, cuando la confianza se está diluyendo.
Incluso hay momentos para no decir nada, para dejar paso al silencio.
Especialmente los hombres tenemos la costumbre de buscar soluciones cuando nos
platean un problema, igual el otro no quiere que le ayudemos con la solución,
solo busca que se le escuche, lo que le ayuda a encontrar la solución solo.
Se
atribuye a Epicteto la frase.- “tenemos dos orejas y una boca para escuchar el
doble de lo que hablamos” que podemos complementar con “tenemos dos orejas, dos
ojos y una boca para ver y escuchar el doble de lo que hablamos”
Una
vez logramos entender a la otra persona y le demostramos que entendemos su punto
de vista es posible que el otro esté más abierto a nuestra forma de ver las
cosas. La expresión de nuestro punto de vista debe de ser también empática,
tratando de expresar nuestra perspectiva para los ojos de la otra persona,
desde su punto de vista, centrándonos en lo que le puede interesar, en lo que
nos une.
¿Qué
tipo de escucha practicas habitualmente? ¿Cuál de las distintas formas de
escucha te lleva a mejores resultados? Todo hábito se adquiere con la práctica
y si quieres adquirir el de la escucha, el de buscar comprender antes de ser
comprendido, hoy es buen momento para empezar.
Ir más
lentos nos puede ayudar a escuchar, dejar unos segundos antes de hablar cuando
el otro ha acabado. El ritmo importa, prueba a bajar el ritmo. Y cuando
participes, enfoca lo que dices desde la perspectiva de tu interlocutor.
UwU
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