domingo, 23 de enero de 2022

El precio de la pereza. Cosas con inflación de esfuerzo

Hay cosas que siempre nos dan pereza, aunque las hagamos todos los días, siempre nos cuestan. Encontramos una barrera invisible que nos impide ponernos, lo vamos posponiendo, procrastinando, dejando para más tarde. Será que nos imaginamos que la tarea desaparecerá por arte de magia.

Algunas de esas cosas cuestan más cuando las hemos dejado para más adelante. Pensando en esto, recuerdo cómo lo aprendí, en un piso de estudiante, cuando al acabar de cenar daba una pereza increíble ponerte a fregar, la charla y el sofá te llamaban con fuerza.

En el mejor de los casos, los cacharros se quedaban acumulados en el fregadero, si es que no se quedaban esparcidos por la mesa. Parece que cuando eres joven eres más tolerante al desorden, solo hay que ver algunas habitaciones.

Los cacharros, que costaba fregar por la noche, seguían ahí por la mañana. Es curioso, la magia no funcionaba, no aparecían fregados y ordenados.

Además, para mi desgracia, costaba más despegar la suciedad. Extraños procesos hacen que la suciedad esté más pegada con el tiempo. No teníamos ni la prudencia de dejar los cacharros a remojo (otra cosa que se aprende con la experiencia).

Cuando no friegas por la noche, lo que te encuentras por la mañana
Ayer mi hija se decidió por la pastelería. Como los genes se heredan la cocina quedo poco ordenada y sin fregar. La foto es de esta mañana, que al menos me ha inspirado para escribir. Me he visto tentado a recoger, pero eso sería privarla de aprendizaje:

“Hay algunas tareas que es mejor abordar pronto”

Hay tareas que, si no se abordan, se atascan, se amontonan y crecen. Hay labores que sufren de inflación, como los precios: si no las abordas pronto, con el tiempo, van costando más.

Mi hija tiene otra opinión. Ha fregado mientras yo escribía, afirma que la cuesta menos por la mañana. Al envejecer nos cambia la visión ¿Será la experiencia?

También, con el tiempo, el hábito de posponer, puede tener efectos más perjudiciales, ser caldo de cultivo para los gérmenes (en el caso del fregoteo) y dificultar otras tareas. Es más difícil organizar la compra en una cocina sucia, o preparar el desayuno.

Las tareas pendientes, que nos da pereza abordar, se acumulan, ocupan espacio en nuestra cabeza, además de espacio físico. Lo pospuesto se dificulta con el tiempo y además dificulta otras cosas que queramos hacer.

Si como a mí, te costaba fregar, este es un buen recordatorio para abordar pronto las tareas, si es que no puedes evitar hacerlas. Normalmente no desaparecen por arte de magia. También puedes decidir no hacerlas y aceptar sus consecuencias.

Ante estas tareas que nos dan pereza, dos ideas:

  • Son más fáciles si las abordas cuando tocan, superando la barrera de la pereza.
  • Si no eres capaz, al menos, póntelo fácil para cuando las empieces o las retomes (como poner en remojo los cacharros).

Ánimo para vencer la barrera de la pereza, lo más difícil es empezar, dar el primer paso y coger el estropajo (o lo que sea necesario).

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