lunes, 4 de diciembre de 2023

Vivimos una pandemia de “ocupaditis” – todo el día ocupados

Todo el día haciendo, sin parar, y al final del día no he conseguido terminar nada ¿Has tenido esa sensación? Corriendo, saltando de una tarea a otra, sin finalizar nada.

Vivimos ocupados, quizá demasiado ocupados para darnos cuenta de en qué nos ocupamos. Una pandemia de “ocupaditis”, llenamos nuestro tiempo de actividad, tratando de hacerlo todo.

Presionados por exprimir y aprovechar todos los momentos de la vida. Parece que, si no has hecho “todo” lo que se puede hacer, entonces no lo has hecho bien. Así que es imposible hacerlo bien, porque es imposible hacerlo todo.

Las opciones han crecido, podemos hacer muchísimas cosas y por mucho que corramos, no podemos hacerlo todo. Obsesionados con llegar a lo siguiente nos perdemos lo que estamos haciendo ahora.

Se ha perdido el hacer con pausa, más despacio. Cargo de conciencia si no estamos ocupados, si no estamos haciendo. A mi me ha pasado, tan obsesionado por hacer que se me olvida disfrutar de lo sencillo, del día a día.

Hacer menos para terminar más, hacer más despacio para hacer mejor. En lugar de 100 chapuzas una cosa bien hecha. Bueno, quizá esto es otro extremo ¿Cómo encuentras tu equilibrio? ¿Qué te siente bien y dónde eres efectivo?

Es diferente estar ocupado y ser efectivo. Ser efectivo es conseguir los resultados que quieres conseguir, ahora y también de manera sostenida en el tiempo. Para eso tienes que saber lo que quieres.

Si no sabes lo que quieres cualquier actividad te vale, con cualquier cosa te puedes entretener, tenemos miles de opciones. También en nuestro trabajo, queremos parecer ocupados, porque de lo contrario somos prescindibles ¿Qué puedo hacer que aporte? ¿Lo que estoy haciendo aporta? ¿A quién le aporta?

Podemos estar perdidos en actividades que, en lugar de sumar, restan. Hay veces que es mejor no hacer. Para darnos cuenta tenemos que recuperar la pausa, la posibilidad de parar y pensar. Soy profesor en la Universidad y un día encontré a un compañero en su despacho, con las piernas encima de la mesa y echado hacia atrás. Ante mi cara de sorpresa el me dijo, revindico el derecho del profesor universitario a pensar.

Sin pensar andamos como pollo sin cabeza, perdidos en la actividad, corriendo sin ir a ningún sitio.

Para ser efectivos necesitamos decidir que hacer. Para poder hacer eso también necesitamos decidir que NO HACER. Es difícil renunciar a mostrarnos ocupados, es difícil dejar de hacer determinadas cosas que ya no nos sirven, porque tenemos el hábito de hacerlas. Para dejar espacio a lo nuevo hay que podar lo que no sirve.

En una planificación flexible debe haber tiempo para imprevistos, para cosas necesarias que surjan y para cosas interesantes, oportunidades, que se presenten. Con la agenda demasiado llena no puedes ni siquiera soñar con esas posibilidades.

Busca tu tiempo de pausa, de pensar y sentir, con tiempo. Tiempo también para conectar con los de tu alrededor y con la naturaleza, con lo que te rodea. Demasiado ocupado te pierdes demasiadas cosas, por ir tan rápido.

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