Todo
el día haciendo, sin parar, y al final del día no he conseguido terminar nada ¿Has
tenido esa sensación? Corriendo, saltando de una tarea a otra, sin finalizar
nada.
Vivimos
ocupados, quizá demasiado ocupados para darnos cuenta de en qué nos ocupamos.
Una pandemia de “ocupaditis”, llenamos nuestro tiempo de actividad, tratando de
hacerlo todo.
Presionados
por exprimir y aprovechar todos los momentos de la vida. Parece que, si no has
hecho “todo” lo que se puede hacer, entonces no lo has hecho bien. Así que es
imposible hacerlo bien, porque es imposible hacerlo todo.
Las
opciones han crecido, podemos hacer muchísimas cosas y por mucho que corramos,
no podemos hacerlo todo. Obsesionados
con llegar a lo siguiente nos perdemos lo que estamos haciendo ahora.
Se ha
perdido el hacer con pausa, más despacio. Cargo de conciencia si no estamos
ocupados, si no estamos haciendo. A mi me ha pasado, tan obsesionado por hacer
que se me olvida disfrutar de lo sencillo, del día a día.
Hacer
menos para terminar más, hacer más
despacio para hacer mejor. En lugar de 100 chapuzas una cosa bien hecha.
Bueno, quizá esto es otro extremo ¿Cómo encuentras tu equilibrio? ¿Qué te
siente bien y dónde eres efectivo?
Es
diferente estar ocupado y ser efectivo. Ser efectivo es conseguir los resultados
que quieres conseguir, ahora y también de manera sostenida en el tiempo. Para
eso tienes que saber lo que quieres.
Podemos
estar perdidos en actividades que, en lugar de sumar, restan. Hay veces que es
mejor no hacer. Para darnos cuenta tenemos que recuperar la pausa, la
posibilidad de parar y pensar. Soy profesor en la Universidad y un día encontré
a un compañero en su despacho, con las piernas encima de la mesa y echado hacia
atrás. Ante mi cara de sorpresa el me dijo, revindico el derecho del profesor
universitario a pensar.
Sin
pensar andamos como pollo sin cabeza, perdidos en la actividad, corriendo sin
ir a ningún sitio.
Para
ser efectivos necesitamos decidir que hacer. Para poder hacer eso también
necesitamos decidir que NO HACER. Es
difícil renunciar a mostrarnos ocupados, es difícil dejar de hacer determinadas
cosas que ya no nos sirven, porque tenemos el hábito de hacerlas. Para dejar espacio
a lo nuevo hay que podar lo que no sirve.
En una
planificación flexible debe haber tiempo para imprevistos, para cosas
necesarias que surjan y para cosas interesantes, oportunidades, que se presenten.
Con la agenda demasiado llena no puedes ni siquiera soñar con esas
posibilidades.
Busca tu tiempo de pausa, de pensar y sentir, con tiempo. Tiempo también para conectar con los de tu alrededor y con la naturaleza, con lo que te rodea. Demasiado ocupado te pierdes demasiadas cosas, por ir tan rápido.
Me ha encantado, Nacho!
ResponderEliminar