Esta
semana ha estado mi hija Leyre en casa. Está estudiando en Madrid y como el
martes estaba mal se vino con la familia. No hay nada como el calor de hogar
para sentirse mejor y recuperarse.
El lunes
ya no acabo las clases, con lo que se ha perdido cuatro días y medio de clase, junto
con un examen. La semana pasada no pudo avanzar, harto ha tenido con lidiar con
el malestar.
Ayer
estaba agobiada, estresada. Su comentario es que ya iba justa y con estos días
perdidos, pues ya me contarás. La espera otro examen esta semana y no ha podido
estudiar. Además, están pendientes entregas de trabajos que tiene que ir haciendo.
La
entiendo, hay veces que te gustaría haber hecho más, haber podido más. Pero lo
pasado, pasado está. Hay veces que no se puede, incluso no se debe.
La
decía, no te preocupes, vete haciendo, es una carrera de fondo. Tu haz lo que
puedas y ya está. Ella me contestaba que siempre se puede hacer más, que qué es
eso de haz solo lo que puedas.
Me
dejo pensando, reflexionando. Es algo que yo también he hecho. Ir más lejos,
seguir esforzándome, darlo todo ¿A qué precio? Hay veces que no me daba cuenta
ni de que tenía fiebre, no entraba en mi vocabulario rendirme.
Es
cierto que eso me ha llevado a obtener resultados. Son resultados como las
victorias pírricas, donde los costes no compensan el resultado. Se cuenta que
Pirros, rey de una región de la antigua Grecia, sufrió grandes daños en dos
victorias que consiguió. Hay batallas que es mejor no luchar.
Podía
haber ido, seguro que algo había hecho, pero a qué precio. Qué mensaje envío si
no cuido de mi salud, a los demás y a mí mismo.
Aprender
a escuchar tu cuerpo, aprender a ver tus necesidades, aprender a ver cuando
suficiente es suficiente. Yo sigo aprendiendo, espero que mi hija sea más hábil
y sepa poner los límites que la convienen, aprenda a descansar cuando debe y
aprenda a decir esto es todo lo que puedo. Cuanto antes nos quitemos la capa de
Superman o Superwoman, mejor.
El viernes
escuchaba a Pau Domenech hablar de Nadal, como jugaba punto a punto, como el Cholo,
partido a partido. Jugar el punto que toca ahora, el anterior ya ha pasado, pierdes
foco pensando en él; el próximo ya vendrá.
Poner
atención en lo que haces ahora, no en lo que te perdiste la semana pasada
porque estabas enferma. Hay veces que se quedan cosas importantes sin hacer, ya
no merece la pena lamentarse.
Encontrar
el equilibrio entre esfuerzo y descanso. Ser sostenible supone que los
esfuerzos de hoy no condicionen nuestras fuerzas para el futuro, que nos ayuden
a crecer sin autoexplotarnos. Vivimos en una sociedad exigente, medir la
exigencia que estás dispuesta a autoimponerte.
No hace falta hacerlo todo hoy, todo ahora, tenemos toda una vida por delante. Los que están empezando a trabajar ahora tienen 50 años de trabajo por delante para poder seguir haciendo cosas; 50 años dan para mucho.
Que acertadas estas palabras que acabo de leer!!!!! que sabia Leyre en decir basta por ahora, en poder hacer pausas, modificando su presente y haciéndolo mas llevadero!!!! Creo que las nuevas generaciones lo tienen mas claro en esto que sus padres! Nosotros fuimos creados por generaciones que nos fomentaban a seguir adelante y a ponernos esa Capa que decis de superhéroe. El otro día escuchaba una frase que me dejó pensando mucho.... "NO PUEDO CAMBIAR EL AMBIENTE... PERO SI PUEDO VERLO DE OTRA MANERA!".
ResponderEliminarSiempre un placer leerte... me remonta a las largas caminatas años atras por las calles de Argentina... ojala se repitan!
¡Qué buenos recuerdos los de Argentina! Cada uno vamos haciendo lo que podemos con lo que aprendimos
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