domingo, 4 de febrero de 2024

La trampa de la inversión hecha, del esfuerzo hecho

Soy muy cabezota, cuando se me mete algo en la cabeza no hay quien me lo saque. Otra forma de decirlo es que soy constante, que cuando me empeño en algo, lo saco adelante (esta es mucho más amable con mi autoestima). Me cuesta cerrar algo, que he empezado, si no siento que lo he acabado.

Puede que haya empezado algo, ponga mucho esfuerzo, para acabar sintiendo que no es el momento. Normalmente lo dejo en espera, a medias. Tomar la decisión consciente de cerrar algo en lo que he puesto esfuerzo, tiempo, ilusión y quizá dinero, me resulta difícil.

En psicología se habla de la trampa de la inversión hecha, del esfuerzo comprometido. Si empiezas algo que te supone esfuerzo, dinero u otros recursos, cuanta más inversión hayas hecho, más costará abandonar, más costará ver la parte que no funciona de ese proyecto.

Tan contento comiendo queso, a pesar de estar en una trampa
Dejarlo es aceptar una pérdida, aceptar que te equivocaste, aceptar que la expectativa que tenías no se cumple. También puedes reconocer el aprendizaje del camino, las lecciones que te llevas a pesar de que las cosas no hayan salido como querías.

Si soy capaz de soltar todo lo invertido, cerrar de verdad, me quedo más tranquilo. También libero energía, libero expectativas que tenía puestas y que ahora dejo ir. Libero tiempo, que ahora puedo dedicar a otras cosas, y tacho de la agenda algo que drenaba mi energía. Al ser capaz de cerrar, recupero energía para otras cosas.

Quizá te encuentres en algún impasse, no sabes si continuar con un proyecto o una actividad. Te invito a parar y observar ¿Qué tal te sienta? ¿Realmente sigue siendo importante? ¿Qué podrías hacer en su lugar? Si te olvidases de todo el esfuerzo hecho, si eso no contase, merecería la pena meterte en este tema de nuevo.

La gran pregunta ¿Cambio o sigo como hasta ahora? La inercia nos invita a seguir, a continuar con lo conocido, lo que dicen que es la zona de confort. Eso es suficiente, si es suficiente para ti.

Aunque la tan llamada zona de confort, Puede que no sea realmente esa zona confortable. Puede que solo sea la zona conocida, que nos hayamos acostumbrado, como te acostumbras a un dolor crónico, que ya no sientes tanto, o al ruido de la carretera, si vives al lado, del que dejas de ser consciente.

Incluso dándote cuenta de que ya no estás a gusto, cuesta cambiar. Te invito a recordar qué es lo que disfrutabas, donde sentías que aportabas y te aportaba ¿Qué tal si te animas a empezar algo que disfrutes y aporte? Para eso hay que soltar algo, no podemos con todo, el día tiene 24 horas. Escoger lo que sí quieres para cada día, para cada una de esas 24 horas.

Los seres humanos tenemos aversión a las pérdidas. Nos cuesta reconocer cuando no merece la pena seguir, cuando es mejor dar por perdido lo invertido. Sucede si comenzamos un negocio, un trabajo, un proyecto, dejarlo supone reconocer la perdida de lo invertido.

Si hemos empezado a estudiar una carrera, llevamos un año, y sentimos que no es lo nuestro, costará cambiar de estudios, especialmente si nos ha ido bien con las notas. Atrapados por el éxito y por la inversión hecha.

Si nos va claramente mal, es más fácil cambiar. Recuerdo cuando alguien me dijo que no hay trampa mejor que se te de bien algo que está bien pagado y para lo que estás contratado, pero que no te gusta, que no disfrutas. Por eso es una trampa de oro, atrapado por los resultados.

Cuando empezamos a estudiar, un año nos parece una eternidad, una gran pérdida que nos hace seguir en lo mismo, sin pasión, durante muchos años, quizá toda la vida. Aunque no me gusta, como ya he empezado, he invertido mucho, le voy a dedicar toda la vida.

Hoy es el primer día del resto de tu vida. Así que, tengas la edad que tengas ¿A qué quieres dedicar el resto de tu vida? Cuidado no estés atrapado en una trampa que ni siquiera ves. 

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