Soy
muy cabezota, cuando se me mete algo en la cabeza no hay quien me lo saque.
Otra forma de decirlo es que soy constante, que cuando me empeño en algo, lo
saco adelante (esta es mucho más amable con mi autoestima). Me cuesta cerrar
algo, que he empezado, si no siento que lo he acabado.
Puede
que haya empezado algo, ponga mucho esfuerzo, para acabar sintiendo que no es
el momento. Normalmente lo dejo en espera, a medias. Tomar la decisión
consciente de cerrar algo en lo que he puesto esfuerzo, tiempo, ilusión y quizá
dinero, me resulta difícil.
En
psicología se habla de la trampa de la inversión hecha, del esfuerzo
comprometido. Si empiezas algo que te supone esfuerzo, dinero u otros recursos,
cuanta más inversión hayas hecho, más costará abandonar, más costará ver la
parte que no funciona de ese proyecto.
Tan contento comiendo queso, a pesar de estar en una trampa |
Si soy
capaz de soltar todo lo invertido, cerrar de verdad, me quedo más tranquilo.
También libero energía, libero expectativas que tenía puestas y que ahora dejo
ir. Libero tiempo, que ahora puedo dedicar a otras cosas, y tacho de la agenda
algo que drenaba mi energía. Al ser capaz de cerrar, recupero energía para
otras cosas.
Quizá
te encuentres en algún impasse, no sabes si continuar con un proyecto o una
actividad. Te invito a parar y observar ¿Qué tal te sienta? ¿Realmente sigue
siendo importante? ¿Qué podrías hacer en su lugar? Si te olvidases de todo el
esfuerzo hecho, si eso no contase, merecería la pena meterte en este tema de
nuevo.
La
gran pregunta ¿Cambio o sigo como hasta ahora? La inercia nos invita a seguir,
a continuar con lo conocido, lo que dicen que es la zona de confort. Eso es
suficiente, si es suficiente para ti.
Aunque
la tan llamada zona de confort, Puede que no sea realmente esa zona
confortable. Puede que solo sea la zona conocida, que nos hayamos acostumbrado,
como te acostumbras a un dolor crónico, que ya no sientes tanto, o al ruido de
la carretera, si vives al lado, del que dejas de ser consciente.
Incluso
dándote cuenta de que ya no estás a gusto, cuesta cambiar. Te invito a recordar
qué es lo que disfrutabas, donde sentías que aportabas y te aportaba ¿Qué tal
si te animas a empezar algo que disfrutes y aporte? Para eso hay que soltar
algo, no podemos con todo, el día tiene 24 horas. Escoger lo que sí quieres
para cada día, para cada una de esas 24 horas.
Los
seres humanos tenemos aversión a las pérdidas. Nos cuesta reconocer cuando no
merece la pena seguir, cuando es mejor dar por perdido lo invertido. Sucede si
comenzamos un negocio, un trabajo, un proyecto, dejarlo supone reconocer la
perdida de lo invertido.
Si
hemos empezado a estudiar una carrera, llevamos un año, y sentimos que no es lo
nuestro, costará cambiar de estudios, especialmente si nos ha ido bien con las
notas. Atrapados por el éxito y por la inversión hecha.
Si nos
va claramente mal, es más fácil cambiar. Recuerdo cuando alguien me dijo que no
hay trampa mejor que se te de bien algo que está bien pagado y para lo que
estás contratado, pero que no te gusta, que no disfrutas. Por eso es una trampa
de oro, atrapado por los resultados.
Cuando empezamos a estudiar, un año nos parece una eternidad, una gran pérdida que nos hace seguir en lo mismo, sin pasión, durante muchos años, quizá toda la vida. Aunque no me gusta, como ya he empezado, he invertido mucho, le voy a dedicar toda la vida.
Hoy es el primer día del resto de tu vida. Así que, tengas la edad que tengas ¿A qué quieres dedicar el resto de tu vida? Cuidado no estés atrapado en una trampa que ni siquiera ves.
Muy bueno, Nacho.
ResponderEliminarGracias Antonio
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