El mayor ladrón de tiempo es no tener claro lo que quieres, no tener claro el objetivo. Si no sabes para que quieres emplear el día, cualquier cosa te despista, cualquier cosa te entretiene. Si no tienes claro que quieres hacer, cualquiera te hace una petición y dispone de tu tiempo (cualquiera roba tu tiempo).
Si
mañana tienes examen y tienes claro el objetivo de esta tarde, estudiar,
dedicar unas horas a ese examen, ya tienes la mitad del camino recorrido, ya
tienes claro el objetivo. Con el objetivo en mente, con claridad mental, es más
fácil andar el resto del camino, llegar allí. Si no tienes claro el objetivo,
cualquier cosa está bien.
Así
que si tienes claro donde quieres llegar, ahora toca ir andando, no despistarse
por el camino. Parece fácil, es simple, hacer lo que ya has imaginado.
Simple
y fácil no es lo mismo, menos aún en esta época donde las posibilidades abundan,
no dejan de crecer. Así lo fácil es despistarse. Aún sabiendo a lo que quieres
dedicar la tarde, es fácil que te despistes, que pierdas el rumbo. Mantener la
atención en el propósito, ir dando pasos, no es fácil.
Podemos
programar momentos a lo largo del día, o a lo largo de la tarde, para darnos
cuenta de que es lo que estamos haciendo en ese preciso instante, ver si
realmente estamos haciendo lo que nos gustaría/deberíamos estar haciendo.
Te
propongo un ejercicio sencillo, puedes programar que el móvil suene cada 30
minutos, o cada hora. Es sencillo, en reloj del móvil seguro que tienes la
opción de cuenta atrás, sino hay un montón de aplicaciones, también puedes usar
el ordenador.
¿Qué tal me ha ido en los últimos 30 minutos? Imagen de Myriams-Fotos en Pixabay |
Si te
has despistado no hace falta que te castigues, es normal. Santa Teresa hablaba de
la loca de la casa, de la imaginación, la mente que divaga o se entretiene con
cualquier tema. Nos lleva a hacer lo que no teníamos previsto, aún sin la intervención
de un tercero, nos despistamos solos. Robamos nuestro propio tiempo.
Aprovecha
esa toma de conciencia, este darte cuenta, para plantearte que quieres
conseguir en el próximo momento, los próximos 30 minutos. Si lo tienes claro,
podrás reflexionar dentro de 30 minutos que tal ha ido.
Cada
momento es una nueva oportunidad de vivir tal y como tu quieres. Los 30 minutos
empiezan de nuevo, no te quedes enganchado en los 30 minutos anteriores.
Me he
quedado con los 30 minutos por lo que se aproximan al Pomodoro, una gran técnica
para ser conscientes de en que se nos pasa la vida.
Te
deseo grandes momentos. Quizá los mejores los constituyen las cosas sencillas.
Dedicar un momento (o varios) a una conversación estando presente o a ver una película
sin estar a la vez con el móvil o a observar las nubes en el cielo. Tu escoges el
objetivo, el destino, la actividad.
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