sábado, 6 de enero de 2024

La enfermedad de la prisa, de lo corto, de lo rápido

En las noticias, decían que las canciones eran cada vez más cortas. Si no enganchan desde el principio, se abandonan, no se espera si se inician con un instrumental largo y el estribillo debe estar al principio.

Esto también pasa con los textos, si no enganchan desde el principio, se abandonan, los abandonamos. Algunos, antes de leer esta entrada del blog, habréis mirado el tiempo que se tarda en leer, si es demasiado larga, muchos la desechan (algunas redes sociales estiman el tiempo de lectura).

Hasta los vídeos que son de más de un minuto parecen demasiado largos. Han triunfado plataformas con contenidos cortos, donde se limitaba la duración de los vídeos, como TikTok. Aunque después se ha ampliado la duración permitida, siguen arrasando los vídeos cortos, que generan una gran adicción.

Twitter limitaba inicialmente las entradas a 140 caracteres, aunque después lo ha ido ampliando (Los usuarios de pago pueden escribir muchos más). Lo cierto es que demasiado texto espanta lectores.

Lo corto, lo rápido, es el nuevo mantra. Consumimos contenido sin integrarlo. Entra por un oído y sale por el otro, no queda nada. Simplemente nos distraemos, nos entretenemos y acabamos cansados de tanto estímulo. La lectura apresurada se convierte en superficial.

También triunfa la comida rápida, el aprenda un idioma en 7 días, baje peso rápidamente… ¿Te conviene ir tan rápido? ¿Te sienta bien? ¿Hay otra manera de vivir?

Invadidos por la prisa. Corriendo sin saber a donde vamos.
No puedo menos que recordar a Carl Honoré y su libro de “Elogio a la lentitud”. Honoré impulsa el movimiento “Slow”, que consistente en hacer las cosas a la velocidad justa, adecuada para cada momento (Kairos, el tiempo adecuado para cada cosa, frente a Cronos, el tiempo de reloj). Rápido si es necesario y lento cuando conviene.

Dar el tiempo adecuado a las conversaciones, a desarrollar una relación, a las comidas. Disfrutar de un buen libro, aunque tenga más de 140 caracteres. Dar el tiempo a que la historia se desarrolle en una película de hace 30, 40 o más años (ahora nos parecen lentas).

En un tiempo de cambio como el de ahora, parece que hay que ir deprisa. Sin embargo, a través de la lentitud, entendemos el cambio, el entorno, la novedad, integramos lo nuevo, evolucionamos y nos adaptamos mejor.

Puedes escuchar a Carl Honore en la entrevista de BBVA Aprendemos juntos pulsando aquí (1 hora y 10 minutos). Si no tienes tiempo, si tienes prisa, puedes escuchar el tráiler en este otro enlace (4 minutos y 26 segundos).

Las grandes damnificadas de la prisa son las relaciones, especialmente con los de cerca. La comunicación se hace superficial, nos perdemos la conexión profunda.

No me alargo, quiero que llegues al final y te tomes el tiempo para integrar lo leído, hacerlo tuyo ¿Cómo quieres vivir? A veces vamos tan rápido que nos perdemos la vida.

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