martes, 13 de febrero de 2024

La magia de la (auto)disciplina

La disciplina tiene algo de mala prensa, suena a sacrificio, a obligarte, a perder libertad, a coartar la espontaneidad, lo que surge. Los grandes objetivos son difícilmente alcanzables sin disciplina.

La disciplina nos ayuda a hacer lo que nos conviene: comer sano, ejercicio… Puede suponer hacer un esfuerzo ahora, en el corto plazo, que mantenido en el tiempo, nos lleva a un buen sitio.

Hablando de disciplina, el mago More dice que, si no eres capaz de comprometerte y dar 10.000 pasos al día, difícilmente serás capaz de otros retos.

¿Eres capaz de comprometerte contigo mismo? Darte cuenta de lo que te conviene, empezar y continuar. El comienzo puede ser difícil, si generas el hábito se irá haciendo más fácil. Aún así encontrarás días en los que se pone cuesta arriba, momentos en los que necesitarás esfuerzo consciente. Si no superas estos obstáculos, destrozas el hábito. Con el hábito perdido vuelve a costar empezar, algunas veces más, porque no confías en conseguirlo.

La disciplina se trabaja, se entrena. Confiamos en alguien cuando cumple con lo que dice. Confiamos en nosotros cuando cumplimos lo que nos decimos. Estableciendo pequeñas disciplinas podemos ir asumiendo retos más grandes. Hay que ser capaz de correr primero un kilómetro si quieres llegar a correr una maratón.

La disciplina te lleva donde quieres estar en el futuro, en el largo plazo. Puede que sacrifiques algo en el corto plazo por un bien mayor en el largo plazo.

  • Tiene que ver con el control de impulsos (darte cuenta del impulso que te lleva a hacer otra cosa, que te conviene menos ¿Pregúntate si te conviene más?). Antes de ceder al impulso haz una pausa, un minuto es suficiente, en la mayoría de los casos el impulso se desvanece.
  • Practica el control de la atención. Darte cuenta de cómo te despistas, donde se va tu mente y tu imaginación, que te aleja de lo que quieres/necesitas/te conviene hacer. La meditación puede ayudarte en este darte cuenta.
  • Si aparece la pereza, encontrar la energía que te permita superar la barrera de la pereza (transformar la pereza en acción).

Cuando cumples con lo que te propones, muestras disciplina. La disciplina te lleva a una mayor sensación de autocontrol. La sensación de autocontrol lleva a la autoconfianza. Confías en otro cuando cumple lo que te dice, confiarás más en ti cuando cumples lo que te propones.

La disciplina genera coherencia conmigo mismo, entre lo que quiero hacer y lo que hago. Hacer lo que te conviene, incluso cuando no te apetece.

Empieza con un primer reto: levantarte con el primer sonido del despertador, leer 30 minutos todos los días, planificar el día la noche anterior.

Ponlo fácil (entorno). Más fácil irte a correr según te levantas si has dejado la ropa preparada el día anterior. Poner más a mano la comida que te conviene comer y poner más difícil la que no te conviene o directamente no comprarla. Reduce opciones, elimina las que no te convienen, eso lo hace más fácil.

La disciplina no es un castigo, es algo que tú decides para llevar una vida que deseas (desde tu punto de vista).

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