domingo, 6 de marzo de 2022

¿Qué tal andas?

¿Qué tal andas? Muchas veces lo empleamos como sinónimo de ¿Qué tal estás? ¿Cómo te sientes? Grandes preguntas, no siempre fáciles de contestar, porque a veces no nos miramos mucho.

En este caso la pregunta la formulo en sentido literal ¿Qué tal andas? ¿Has aprendido a andar? ¿Sabes andar marcha atrás? Parece fácil, salvo que sufras alguna lesión.

Si estás leyendo, ya sabes leer, así que probablemente también andar. Quizá ya ni recordamos lo que nos costó. Dicen que un niño se cae 4.000 veces antes de aprender a andar. Cuando da sus primeros pasos, desde un mueble a otro, tambaleándose, ya es un gran logro. Es todavía pronto para que aprenda a andar marcha atrás.

Con el tiempo va mejorando, a base de practicar, de intentarlo, de caerse y levantarse, hasta que el proceso se vuelve automático. Hasta hemos olvidado como aprendimos. Sale solo, no vamos pensando como equilibrar el peso sobre una u otra pierna. Ahora nos parece fácil, lo damos por obvio, por natural, olvidando lo que costó.

Cómo a andar, hemos aprendido otras muchas cosas: a entender y hablar un idioma (el nuestro), que nos sirve para comunicarnos; a leer, lo que seguramente nos costó largas horas de práctica y un largo etcétera.

Si se te ha olvidado lo que cuesta aprender algo que nos parece obvio, como puede ser escribir, te propongo que pares la lectura y pruebes:

  1. Escribe tu nombre y apellidos, con un bolígrafo o lapicero.
  2. Cambia de mano el bolígrafo o lapicero.
  3. Ahora escribe tu nombre y apellidos de nuevo, con la mano no dominante (con la que no sueles escribir).

¿Qué tal ha ido? ¿Has escrito con mejor letra? ¿Has escrito más rápido? ¿Cómo sería tener que aprender con esa otra mano? Llevaría una buena dosis de fuerza de voluntad, de ganas o necesidad.

La lista de cosas que hemos aprendido y que ahora nos parecen naturales es enorme: comer con cuchillo y tenedor; sumar y restar; encender la luz; atarnos los cordones de los zapatos; cocinar y otras muchas que dependen de nuestro entorno, nuestra necesidad, nuestra profesión.

Para aprender cosas nuevas podemos fijarnos en cómo aprendimos a andar:

  1. Tener un propósito claro o una necesidad clara: Seguro que sentíamos como importante aprender a andar, poder desplazarnos, llegar a sitios distintos.
  2. Un método, muchas veces de prueba y error: seguro que nos caímos más de una vez antes de andar.
  3. Constancia para seguir: Después de cada caída nos levantamos o nos ayudaron a levantarnos para volver a intentarlo, seguir aprendiendo, mejorando.

Con un propósito claro es más fácil encontrar la constancia, la fuerza de voluntad. No hay misterios para aprender inglés, es practicar todos los días. No hay misterios para estar en forma, hacer ejercicio de forma regular.

Una vez que tengas el propósito, lo que más cuesta es el primer paso, después es solo seguir dando más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario