Acaba
de venir mi padre por casa con ganas de charlar, como buen jubilado. Por mi
parte quería escribir la entrada de esta semana, que ya la llevo retrasada. Me
gusta charlar con mi padre y si me entretengo en ello no escribiré la entrada,
así que se lo he dicho y aquí estoy puesto a ello.
Quizá él
se vaya con la sensación de que siempre estoy ocupado, siempre tengo algo que
hacer y no encuentra el momento para charlar. Espero que no sea así si después
encontramos otros ratos, mañana pasaremos unas horas juntos.
A veces
es difícil equilibrar nuestro tiempo con el de los demás, nuestras actividades
con las de los demás. Podemos compartir espacio y no hallar el momento para
encontrarnos. No solo están solos los que no tienen nadie alrededor, se puede estar
muy solos estando acompañados, con gente cerca físicamente, pero a miles de
kilómetros emocionalmente.
Puedes
vivir en la misma casa que tus padres, que tus hijos y no encontrar un tiempo
compartido. Cada uno a lo suyo, más ahora que cada uno se puede meter en su
móvil.
Lo mismo
pasa en la vida en pareja, con tanto que hacer olvidamos a quien tenemos al
lado, nos convertimos en compañeros de piso o compañeros de pensión, donde dormimos
y comemos.
Con la
llegada de los hijos la pareja puede pasar a un segundo o tercer plano, se
puede olvidar buscar momentos de pareja, esos ratos que antes no había ni que
buscar porque aparecían solos. A veces, lo que no se riega se marchita porque
no llueve. Tan ocupados con el trabajo, los hijos, las actividades, que se nos
olvidan cosas importantes.
Llega
una edad donde puede que sea difícil encontrar tiempo para los amigos. Menos mal
que nos seguimos apreciando, aunque no nos veamos. Sin contacto nos convertimos
en desconocidos. Todo, a veces, sin darnos cuenta.
Podemos
vivir rodeados de gente y a la vez estar solos. Más frecuente en las ciudades
donde muchas veces no conocemos ni al vecino de la puerta de al lado, no
sabemos ni su nombre.
Tan
ocupados que no tenemos tiempo ni de contestar al teléfono. Lo mismo le pasa al
otro. Nos vamos dejando mensajes sin poder coincidir.
Dicen que
los móviles acercan a los de lejos y alejan a los de cerca. En contacto con
miles de amigos en la distancia y sin contacto con el que tenemos al lado.
Para
encontrarnos hay que reservar tiempo, o dejar de correr y permitir el encuentro,
priorizar al que está al lado en lugar del teléfono. Con tanta gente alrededor
¿cómo se puede estar tan solo?
Si hay
alguien que aprecias, con el que tienes ganas de coincidir, puedes buscar el
momento, si no lo encuentras, quizá estás demasiado ocupado o esa relación no
es tan importante.
Cada uno decide a qué y a quién dedica su tiempo, tú decides a qué dedicas tu tiempo. El tiempo es un regalo, para mi el mejor regalo, porque es vida ¿A quién quieres regalarle tu tiempo? ¿Con quién quieres compartirlo?
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