domingo, 17 de marzo de 2024

Saber lo que quieres y cómo lograrlo

Muchas veces podemos escuchar la frase “¡No sé lo que quiero!”, incluso puede que la hayamos dicho. Yo tuve un momento en el que pensaba así, que no sabía lo que quería. Alguien me hizo ver que sí lo sabía, pero que puede dar miedo saber lo que quieres, porque eso te responsabiliza a ir a por ello. Si no lo consigues ya no es que no sabes lo que quieres, es que no has sido capaz.

Descubriendo y apuntando al objetivo

Por eso muchas personas se resisten a ponerse objetivos, a definir lo que quieren. Otras, los ponen de manera poco concreta, de forma que se pueden implicar menos.

Uno de mis objetivos para este año es escribir una entrada en el blog semanal. Para concretarla me he comprometido conmigo mismo a escribir cada domingo. Y si no soy capaz, si surge cualquier otra prioridad, recuperar el lunes, o al menos durante la semana.

Imagina tu objetivo con todo detalle: ¿Qué es lo que realmente quieres alcanzar? ¿Cómo se verá y se sentirá cuando lo logres? Tener esta claridad te ayudará a mantenerte enfocado y motivado durante todo el proceso.

Un objetivo claro me motiva, me da un motivo para ponerme en marcha. Me ayuda a que durante la semana apunte alguna idea sobre la que escribir el domingo.

Con el objetivo claro te van surgiendo ideas que te pueden llevar a él. Sabiendo donde quieres ir es más fácil encontrar caminos para llegar a destino. También puedes ver lo que han hecho otros que ya han llegado.

Sabiendo el objetivo el siguiente paso es definir el camino. Puedes parar a ver posibilidades, buscar ideas, definir el trayecto y los primeros pasos, para empezar a caminar.

Si tienes claro el objetivo, comenzarás a ver oportunidades en cada paso que des hacia él. Las oportunidades no te pasarán desapercibidas, te saltarán a la vista. Igual que cuando te escayolan, parece que han escayolado a mucha gente, o que cuando te embarazas, parece que va a aumentar la natalidad.

El objetivo no es nada sin acción. Una vez que hayas definido como ir avanzando, es hora de poner manos a la obra. Toma acciones concretas que te acerquen a tu objetivo.

En resumen, tener claro el objetivo, definir cómo llegar a él y andar el camino. Si te resistes a ponerte objetivos, te estás resistiendo a vivir como quieres vivir.

domingo, 10 de marzo de 2024

Mirar a lo lejos, no solo el siguiente paso

Podemos estar tan abrumados por el día a día que no levantamos la vista de lo que tenemos entre manos, no paramos de hacer, pensando que, con trabajo duro, con dedicación, todo irá bien.

Todo el día haciendo es ir como pollo sin cabeza, sin saber si lo que hacemos es lo que nos conviene hacer, si es lo mejor que podemos hacer. Hay esfuerzos que no suponen ningún provecho, ni para mi ni para los demás. Nuestras fuerzas son limitadas, no podemos hacerlo todo, así que es mejor decidir a qué nos conviene dedicarnos.

Creo en la cultura del trabajo, del esfuerzo. Creo que los frutos vienen después de una acción coherente. Puede que alguna vez tengamos “suerte” por casualidad. La “suerte” recurrente se crea por la acción adecuada.

Puede que la línea recta sea la distancia más corta, pero no siempre es la más rápida. En la línea recta podemos encontrar un barranco que no podemos cruzar, lo que nos hace dar una gran vuelta. La línea recta nos puede hacer subir una cumbre que hubiese sido mejor rodear.

Mirar a lo lejos, hasta el objetivo, describiendo el camino y sus obstáculos, nos ayuda a planificar mejor la ruta. Podemos definir cuales serán las etapas, medir los esfuerzos, establecer los descansos.

Equilibrar planificación y la acción. El que hace sin planificar, es un pollo sin cabeza. El que se pasa el día planificando sin hacer es un soñador, solo sueña con lo posible, sin hacer nada para que lo posible se convierta en realidad.

Usar los prismáticos para mirar. Sin mirar no es posible ver

¿Dónde quieres estar dentro de cinco años? ¿Qué es lo que tendrías que hacer/lograr este año? Establece las etapas ¿Qué toca este mes? Definir lo que voy a hacer esta semana y ver si va a ser demasiado dura.

Si voy a tener una época con demasiados retos, planificar un descanso, una recuperación, como hacen los deportistas a lo largo de la temporada. Viendo la semana que voy a tener por delante me puedo plantear como me preparo durante el fin de semana.

Los prismáticos son una herramienta valiosa para mirar a lo lejos, ver lo que nos viene, poder prever y planificar. Pero si no miras al futuro no serás capaz de ver.

Es difícil prever el futuro, por no decir que imposible. Los planes no serán perfectos, la visión será inexacta, pero sin mirar no podrás ver.

Te propongo un ejercicio, dedica un rato a mirar, a pintar o coger fotos de como te gustaría estar dentro de cinco años. Juega a definir los caminos para llegar allí.

lunes, 4 de marzo de 2024

Posponer tiene sus ventajas y grandes inconvenientes

Este fin de semana he estado en un taller donde el tiempo pasaba sin darte cuenta. Sin reloj en la muñeca, el tiempo se desliza mientras estás absorto en lo que te interesa. Tiempo vivido y aprovechado en lo importante. Lo que Csíkszentmihályi define como tiempo de flujo (Flow), donde estás sin esfuerzo y los frutos son abundantes.

Hay otro tiempo, que también pasa rápido, no tan aprovechado, donde nos despistamos con cualquier cosa. Cuando tenemos pendiente un proyecto que no nos apetece, tendemos a ocuparnos con cualquier otra cosa, despistando la atención de lo que nos “convendría” hacer.

Ayer hablaba de esto con una compañera del taller, que se proponía, creo que no por primera vez, hacer con más tiempo, ponerse antes, con los proyectos e informes que tiene que entregar (como cuando decides que para el próximo examen te pones con más tiempo).

Yo me incluyo, con tantas personas en humanidad compartida, entre los que vamos dejando para después. Muchas veces no nos ponemos hasta que la amenaza de no hacerlo supera la fuerza de la pereza. Cuando estamos con el agua al cuello reaccionamos, seguimos nadando esforzadamente, hasta llegar a la orilla, cumpliendo con el plazo a duras penas. En parte satisfechos porque lo hemos conseguido y en parte decepcionados porque podríamos haberlo hecho mejor, además de estar agotados.

Se me ocurren, al menos, dos motivos para seguir procrastinando, para seguir posponiendo hasta el último momento:

  • La premura hace que te centres en lo importante: este es el famoso “trabajo mejor bajo presión”. Que es más una justificación que una realidad. Con tiempo el trabajo se hace mejor, con prisa es fácil que te dejes cosas importantes. Si lo que te pasa es que te despistas con una mosca, mejor atacar el problema, aprender a dirigir la atención, sin necesidad de una presión extra. Tu cuerpo te agradecerá una menor presión, sin estrés sufre menos.
  • Salva tu prestigio: ante el miedo de no ser capaz, de no ser suficiente, de no saber o la posibilidad de hacer un mal trabajo, el posponer te da la justificación perfecta “No es que no sepa, es que no he tenido tiempo”. No soy torpe, simplemente me despisto. Quizá sea mejor salvar tu prestigio porque te pones a tiempo y con tiempo, lo que casi seguro resultará en un mejor trabajo (y repito, con menos estrés).

Imagen de la TED Talk de Tim Urban "Inside the mind of a master procrastinator" (merece la pena verla; ¿Cómo controlar al mono de la gratificación instantanea?)
Como soy un procrastinador profesional, he pospuesto muchas veces y de vez en cuando lo sigo haciendo, me planteo y os planteo algunas nuevas aproximaciones:

  • Lo primero es ver si lo que estoy posponiendo es realmente importante. A veces pospongo porque lo tendría que hacer otro o porque no es importante. Si es el caso, solucionado, lo tacho directamente de la lista. Pero si es importante, decido hacerlo.
  • Si decido hacerlo, ya no es algo que se me impone desde fuera, es algo que yo decido. Así que toca reservar un hueco para ello como si ese hueco fuese sagrado, solo temas graves me sacarán de ahí.
  • Cuando llega el momento, cuesta ponerse, es difícil empezar, hay que superar la barrera de la pereza. Por fortuna, en muchas ocasiones, la pereza se esfuma a los cinco minutos. Así que, el mejor consejo, empieza y vamos viendo.
  • La atención se dispersa, es fácil irse detrás de cualquier mosca. La técnica Pomodoro puede ayudarte a perseverar y mantener la atención.
  • Finalmente celebrar el llegar a la meta, celebrar que lo he conseguido con tiempo.

Empezar con tiempo ayuda a gestionar los imprevistos que pueden surgir, disminuye el riesgo de hacerlo de manera insuficiente, aunque incrementa el riesgo de que te despistes con cualquier cosa. Ataca el problema de raíz, cuida tu atención y ella te cuidará a ti.

Posdata: El perfeccionismo nos lleva a procrastinar por miedo a no hacerlo perfecto.

Posdata 2: Una autoexigencia desmesurada puede hacernos pensar que procrastinamos cuando lo que necesitamos es descansar. No es posible hacerlo todo y no es fácil darte cuenta de cuando haces suficiente.