martes, 30 de enero de 2024

Momento a momento, no te despistes

El mayor ladrón de tiempo es no tener claro lo que quieres, no tener claro el objetivo. Si no sabes para que quieres emplear el día, cualquier cosa te despista, cualquier cosa te entretiene. Si no tienes claro que quieres hacer, cualquiera te hace una petición y dispone de tu tiempo (cualquiera roba tu tiempo).

Si mañana tienes examen y tienes claro el objetivo de esta tarde, estudiar, dedicar unas horas a ese examen, ya tienes la mitad del camino recorrido, ya tienes claro el objetivo. Con el objetivo en mente, con claridad mental, es más fácil andar el resto del camino, llegar allí. Si no tienes claro el objetivo, cualquier cosa está bien.

Así que si tienes claro donde quieres llegar, ahora toca ir andando, no despistarse por el camino. Parece fácil, es simple, hacer lo que ya has imaginado.

Simple y fácil no es lo mismo, menos aún en esta época donde las posibilidades abundan, no dejan de crecer. Así lo fácil es despistarse. Aún sabiendo a lo que quieres dedicar la tarde, es fácil que te despistes, que pierdas el rumbo. Mantener la atención en el propósito, ir dando pasos, no es fácil.

Podemos programar momentos a lo largo del día, o a lo largo de la tarde, para darnos cuenta de que es lo que estamos haciendo en ese preciso instante, ver si realmente estamos haciendo lo que nos gustaría/deberíamos estar haciendo.

Te propongo un ejercicio sencillo, puedes programar que el móvil suene cada 30 minutos, o cada hora. Es sencillo, en reloj del móvil seguro que tienes la opción de cuenta atrás, sino hay un montón de aplicaciones, también puedes usar el ordenador.

¿Qué tal me ha ido en los últimos 30 minutos? Imagen de Myriams-Fotos en Pixabay
Cuando suene te puedes permitir un instante a darte cuenta de si has empleado ese momento como tenías en mente. Tu escoges de cuanto es el momento, 15 minutos, 30 minutos, 1 hora.

Si te has despistado no hace falta que te castigues, es normal. Santa Teresa hablaba de la loca de la casa, de la imaginación, la mente que divaga o se entretiene con cualquier tema. Nos lleva a hacer lo que no teníamos previsto, aún sin la intervención de un tercero, nos despistamos solos. Robamos nuestro propio tiempo.

Aprovecha esa toma de conciencia, este darte cuenta, para plantearte que quieres conseguir en el próximo momento, los próximos 30 minutos. Si lo tienes claro, podrás reflexionar dentro de 30 minutos que tal ha ido.

Cada momento es una nueva oportunidad de vivir tal y como tu quieres. Los 30 minutos empiezan de nuevo, no te quedes enganchado en los 30 minutos anteriores.

Me he quedado con los 30 minutos por lo que se aproximan al Pomodoro, una gran técnica para ser conscientes de en que se nos pasa la vida.

Te deseo grandes momentos. Quizá los mejores los constituyen las cosas sencillas. Dedicar un momento (o varios) a una conversación estando presente o a ver una película sin estar a la vez con el móvil o a observar las nubes en el cielo. Tu escoges el objetivo, el destino, la actividad.

martes, 23 de enero de 2024

Demasiadas cosas pendientes: despistarte, entretenerte sobreplanificando, hacer

No sé si te pasa, pero a veces, cuando tienes demasiadas cosas que hacer no sabes por dónde empezar. Quieres hacerlo todo y no sabes cómo organizarlo ¡Menudo agobio!

Ante el agobio, para salir de la ansiedad, puede que busques vías de escape. Puede que te dé por navegar por internet, consultar las redes sociales, ponerte con los videojuegos o ver un capítulo de una serie. En cualquiera de estas actividades te puedes enganchar, lo que era un capítulo se convierte en tres y para cuando te das cuenta han pasado tres horas. A pesar de todo lo que tienes/quieres hacer, te has perdido en lo que no tienes ni querías hacer, te has anestesiado con cualquier cosa.

Lo pendiente te sigue esperando, lo que tienes/quieres hacer no ha desaparecido. De hecho, no suele desaparecer. El nivel de agobio crece y a veces te empuja a la acción, una acción heroica si todavía da tiempo o si no estás demasiado cansado para ponerte. Además, menudo cargo de conciencia.

Otra forma de entretenerte puede ser sobreplanificar. Pongo el prefijo sobre para dejar claro que es planificar demasiado. Planificar es una buena herramienta, si no nos entretenemos demasiado con ella. A veces el orden no es tan importante, lo que cuenta es ir haciendo.

Demasiadas cosas pendientes ¿Con qué te entretienes?

Puede, que a pesar del agobio, sí tengamos el tiempo necesario para hacer lo pendiente. Pues, si tenemos tiempo para hacerlo todo, lo mejor que podemos hacer, con una breve planificación, es ponernos e ir sacando cosas adelante. Ir acabando cosas, cuando lo que me agobia son todos los pendientes, es lo que a mí me deja tranquilo.

Empezar por el principio y seguir avanzando, no perdernos demasiado en fijar el orden de prioridad, no siempre es tan importante, lo que cuenta es ir haciendo para terminar lo que tenemos previsto.

Si lo que tienes/quieres hacer es demasiado para el tiempo del que dispones… ¡Tachán! La clave es la palabra demasiado. Si son demasiadas cosas que hacer, es porque no dispones del recurso tiempo suficiente para hacerlas todas. Debes dejar algunas sin hacer, mejor que escojas tú que vas a dejar sin hacer a que se quede lo realmente importante sin hacer.

Así que para salir del atolladero te aconsejaría, de forma rápida, sin engancharte en la planificación, decidir que es lo que no merece la pena hacer para olvidarlo directamente (la forma más rápido de tachar tareas). Como segundo paso, ver quien te puede echar una mano, delegar aquellas cosas que puedes encargar a otra persona, incluso pagando por ello (a veces pagar es lo más barato). Finalmente decidir el orden del resto y empezar a caminar, empezar a hacer.

La planificación no tiene porque llevar más de 15 minutos para aportarte mayor claridad. Demasiadas cosas que hacer nos atascan, con tanto entre manos no sabes por donde empezar y puede que te pares.

Si estás con demasiadas cosas encima, ahora toca salir del atasco (corto plazo). Si te pasa con frecuencia, mira a ver de donde te llega tanta actividad, tanto compromiso. El sobrecompromiso lleva al agobio. Poner las medidas para que no lleguen a ser demasiadas cosas te dejará avanzar con mayor tranquilidad (Nadie ha dicho que esto sea fácil; decir no a los demás y a uno mismo no siempre es fácil).

domingo, 14 de enero de 2024

¿Cuál es tu ritmo? El que te sienta bien

¿Has tenido la sensación de ir demasiado rápido en el coche? Puede que el coche vibre, que parezca que un golpe de viento te puede mover… Si tienes la sensación de ir demasiado rápido es posible que sea así, que vayas demasiado rápido y la probabilidad de accidente sea más alta.

Esa velocidad no es la misma para todos, ni para cada uno en distintos momentos. Depende de muchos factores:

  • El entorno: condiciones del tráfico, de la carretera, climatología, visibilidad, etc.
  • Del vehículo: no es lo mismo un coche que otro, su estado de conservación, etc.
  • Del conductor: con más o menos experiencia, cansancio, nivel de atención, etc.

La velocidad, el ritmo adecuado será distinto en cada situación, para cada uno, en cada momento.

Pasa lo mismo con la vida, si tienes la sensación de que vas demasiado rápido, es posible que así sea. Demasiado rápido no te da tiempo a ver por donde vas, te pierdes la vida, no te da tiempo a saborearla. Es como comer a toda velocidad, no das tiempo a saborear lo que comes.

No se puede hacer crecer más rápido una planta tirando de ella
Si vas demasiado rápido es momento de reducir la velocidad ¿A dónde vas tan deprisa? Perdido en el hacer, hacer, hacer, puedes haber perdido la perspectiva, hacer por inercia sin saber dónde vas. No solo no sabes dónde te encaminas, el para qué de tanto hacer, sino que te pierdes el camino, el disfrutar de cada actividad.

Demasiado rápido dejas de disfrutar de actividades, haceres, que antes disfrutabas y ahora haces por inercia (te sientes obligado por la costumbre, sin saber por qué). No te pierdas el disfrutar del camino.

Respetar los ritmos, respetar tus ritmos, la velocidad que te conviene. Todo en la naturaleza tiene ritmos. En invierno la naturaleza para, las hojas se caen, todo descansa, para brotar con fuerza en primavera. El día y la noche marcan otros ritmos, nosotros regulados por los ritmos circadianos (cerca de un día), dormimos por la noche (si podemos) para tener energía al día siguiente. Equilibrio entre el descanso y la acción. Si estás todo el día sin parar tienes un problema, si no tienes estaciones de descanso tienes un problema y las consecuencias te vendrán, cuando menos conviene.

No puedes hacer crecer una planta más rápido tirando de ella, la acabas arrancando. Tienes que respetar su ritmo de crecimiento. Lo único que puedes hacer es preparar la tierra, regar cuando conviene, estar atento a facilitar su crecimiento y tener paciencia, su desarrollo llegará, cuando toca.

Así tenemos también que respetar nuestro ritmo, no tirar demasiado de nosotros mismos, o acabaremos como juguetes rotos. Si no sabes frenar a tiempo tendrás que sufrir las consecuencias.

Si vamos con otros, respetar sus ritmos. Cada uno tiene el suyo, acompañados nos solemos adaptar a un caminar más rápido o más lento. El grupo nos ayuda a encontrar un buen ritmo si sabemos escuchar. Si el ritmo de ese grupo no es el tuyo, quizá toca cambiar de grupo.

Escuchar los ritmos, sentir los ritmos, el tuyo y el de los que te acompañan. Encontrar el ritmo adecuado, la velocidad adecuada, para cada entorno y para cada uno ¿Cuál es tu ritmo? ¿Estás yendo demasiado rápido?

Si llevas demasiado tiempo, yendo demasiado rápido, es tiempo de parar.

sábado, 6 de enero de 2024

La enfermedad de la prisa, de lo corto, de lo rápido

En las noticias, decían que las canciones eran cada vez más cortas. Si no enganchan desde el principio, se abandonan, no se espera si se inician con un instrumental largo y el estribillo debe estar al principio.

Esto también pasa con los textos, si no enganchan desde el principio, se abandonan, los abandonamos. Algunos, antes de leer esta entrada del blog, habréis mirado el tiempo que se tarda en leer, si es demasiado larga, muchos la desechan (algunas redes sociales estiman el tiempo de lectura).

Hasta los vídeos que son de más de un minuto parecen demasiado largos. Han triunfado plataformas con contenidos cortos, donde se limitaba la duración de los vídeos, como TikTok. Aunque después se ha ampliado la duración permitida, siguen arrasando los vídeos cortos, que generan una gran adicción.

Twitter limitaba inicialmente las entradas a 140 caracteres, aunque después lo ha ido ampliando (Los usuarios de pago pueden escribir muchos más). Lo cierto es que demasiado texto espanta lectores.

Lo corto, lo rápido, es el nuevo mantra. Consumimos contenido sin integrarlo. Entra por un oído y sale por el otro, no queda nada. Simplemente nos distraemos, nos entretenemos y acabamos cansados de tanto estímulo. La lectura apresurada se convierte en superficial.

También triunfa la comida rápida, el aprenda un idioma en 7 días, baje peso rápidamente… ¿Te conviene ir tan rápido? ¿Te sienta bien? ¿Hay otra manera de vivir?

Invadidos por la prisa. Corriendo sin saber a donde vamos.
No puedo menos que recordar a Carl Honoré y su libro de “Elogio a la lentitud”. Honoré impulsa el movimiento “Slow”, que consistente en hacer las cosas a la velocidad justa, adecuada para cada momento (Kairos, el tiempo adecuado para cada cosa, frente a Cronos, el tiempo de reloj). Rápido si es necesario y lento cuando conviene.

Dar el tiempo adecuado a las conversaciones, a desarrollar una relación, a las comidas. Disfrutar de un buen libro, aunque tenga más de 140 caracteres. Dar el tiempo a que la historia se desarrolle en una película de hace 30, 40 o más años (ahora nos parecen lentas).

En un tiempo de cambio como el de ahora, parece que hay que ir deprisa. Sin embargo, a través de la lentitud, entendemos el cambio, el entorno, la novedad, integramos lo nuevo, evolucionamos y nos adaptamos mejor.

Puedes escuchar a Carl Honore en la entrevista de BBVA Aprendemos juntos pulsando aquí (1 hora y 10 minutos). Si no tienes tiempo, si tienes prisa, puedes escuchar el tráiler en este otro enlace (4 minutos y 26 segundos).

Las grandes damnificadas de la prisa son las relaciones, especialmente con los de cerca. La comunicación se hace superficial, nos perdemos la conexión profunda.

No me alargo, quiero que llegues al final y te tomes el tiempo para integrar lo leído, hacerlo tuyo ¿Cómo quieres vivir? A veces vamos tan rápido que nos perdemos la vida.