martes, 20 de diciembre de 2016

¿Mucha tarea o poca concentración?

Cuánta tarea tienen los niños es tema de debate en nuestros días, con tantas actividades y tanta tarea no tienen tiempo para jugar es un argumento que todos habremos oído.

Estoy de acuerdo, es fundamental que tengan tiempo para jugar, para aburrirse e incluso para ver la tele. No pueden pasarse toda la tarde haciendo tarea después de que han salido del colegio. Todo según el viejo proverbio griego del oráculo de Delfos “Nada en demasía”, que vale para la tarea y para la tele o el ordenador.
También vale para los padres y las madres, tampoco es razonable que se pasen todo el tiempo haciendo tareas después de salir de trabajar. Y además suman la obligación de hacer la tarea con los hijos.

También es cierto que los hábitos que generen en la infancia los tendrán para toda la vida y la tarea puede ayudar a que generen algunos hábitos positivos que ahora detallaré.

Esta entrada está inspirada por mi hija Sofía, en tercero de primaria. Este domingo a las 20 horas se acordó de que tenía que hacer tarea y estuvo hasta las 23 para hacer la tarea. Podríamos pensar que tenía un exceso de tarea, tenía que hacer un mapa mental, desde mi punto de vista concentrada lo podía haber hecho en 20 minutos. Mi conclusión, no era exceso de tarea, era defecto de atención o de concentración.

Esa es la historia de este domingo resumida, sin entrar en los lloros, nervios y protestas porque no la daba tiempo. Supongo que esperaba que la ayudase, cosa que no consiguió. Ella tiene su tarea y yo tengo la mía.

Esto lleva a que ya se acostase tarde y el lunes se levantase cansada. Empezamos mal la semana.

De esta experiencia se pueden sacar varias lecciones, que sirven a niños y a adultos, con algunos hábitos a aprender, cuanto antes mejor:
  1. Lo primero es ser consciente de lo que quieres/tienes que hacer. En este caso la tarea.
  2. Programarse, planificar cuándo se va a hacer, que no sea en el último momento, como a última hora del domingo. Con estrés cometemos más errores y lo que queremos hacer sale peor.
  3. Ponerse a hacer. Normalmente cuesta más pensar en lo que tenemos que hacer que hacerlo. Vencer la barrera de la pereza y empezar, una vez vencida la inercia todo es más fácil.
  4. Mantener la atención, el foco, la concentración. No interrumpirnos a nosotros mismos y evitar otras interrupciones. Cualquier tarea lleva más tiempo si la interrumpimos.

Son hábitos que los niños pueden ir creando con la tarea, si en primer lugar les hacemos responsables de saber qué es lo que tienen que hacer para el día siguiente. Si siempre les decimos lo que tienen que hacer ya no se van a preocupar de recordarlo y responsabilizarse. En lugar de mirar qué tarea tienen que hacer preguntar si tienen tarea.

Después tienen que aprender a decidir cuándo hacer la tarea. Es distinto decir ponte a hacer la tarea que preguntar cuándo la vas a hacer.

Que decidan y después cumplan, recordarles que se han comprometido a hacerla a las 18. Ayudarles a que se pongan a hacer y ser ejemplo, leyendo a su lado. Tratar de que sean lo más independientes posible haciendo la tarea, tienen que aprender a hacer.

Ayudarles a concentrarse, que es cómo ir a correr, primero mantener 5 minutos de atención, después podrán mantener 10 minutos y poco a poco serán capaces de tener a raya a las distracciones. Podéis consultar la técnica Pomodoro que a mí me funciono con mi hija más mayor. Para mantener la atención también son buenos los descansos.

Sé que no es fácil, especialmente si no van bien en el cole. Creo que nuestra labor es darles alas, hacerlos independientes, también para estudiar.

Lo mismo sirve para nosotros:
  1. Tener claro lo que queremos conseguir tener hecho.
  2. Planificar cuando hacerlo.
  3. Ponernos con ello en el momento adecuado.
  4. Hacerlo con atención, sin perder el foco.

Suerte y que puedas hacer muchas de las cosas que quieres hacer. La persona más importante para que eso suceda eres tú.


Si tienes claro el camino se avanza más rápido.

lunes, 12 de diciembre de 2016

¿Cuál es un horario racional?

Hoy está en todos los noticieros en España que el gobierno impulsará que el horario de trabajo en España acabe cómo máximo a las 18 horas, para facilitar la conciliación de la vida personal, familiar y laboral.

También se está barajando cambiar de hora y adoptar la hora que ya tienen Portugal o Inglaterra y abandonar el huso horario que emplea Francia, Italia o Alemania (más al este que España). De esta manera anochecería una hora antes y amanecería una hora antes.

Antes la hora la marcaba el sol, mi abuelo almorzaba cuando la sombra llegaba a la Peña del Mediodía y merendaba cuando la sombra de la Peña del Cuerno llegaba al camino. No tenía problemas de conciliación, vida personal, familiar y laboral estaban unidas, tierra y ganado marcaban el ritmo y se buscaba el tiempo adecuado para cada cosa sin mirar demasiado el reloj.

Inventamos el reloj y todos llevamos uno o varios, pensábamos gobernar nuestro tiempo y quizá es el reloj el que nos gobierna a nosotros, siempre corriendo para llegar a tiempo a ninguna parte. Conflicto constante entre tantas ocupaciones en el mundo de la prisa.

La diferencia entre las palabras griegas Kairos, el tiempo adecuado u oportuno para cada cosa, en el que algo importante sucede  (cualitativo, calidad de tiempo) y Cronos el tiempo cronológico (de naturaleza cuantitativa, cuánto tiempo).

El nuevo horario viene impulsado desde 2003 por la Comisiónpara la Racionalización de Horarios en España, su máximo impulsor, Ignacio Buqueras y Bach, escribió el libro “Tiempo al tiempo” en 2006 en el que habla de la historia de España y el tiempo, cuenta cómo Primo de Rivera intentó regular las comidas y poner una sola comida formal entre 17:30 y 19 o cómo Franco, en 1942, cambio la hora española para igualarla con Alemania en lugar de mantenerla con Inglaterra y Portugal.

Así que no es la primera vez que se habla de racionalizar horarios y ¿Cuál es el horario racional? ¿Qué horario nos permitiría una mayor calidad de vida?

Somos de los Europeos que más horas echamos en el trabajo y de los que menos resultados conseguimos por hora de trabajo, que podemos medir por euros por hora de trabajo. Alargamos las horas de trabajo enfermos de “presentismo”, estar presente aunque no tengamos nada que hacer, simulando estar muy ocupados para darnos importancia. Que es estar presentes de cuerpo físico aunque quizá estemos ausentes de mente y emoción.

He oído decir a madres, que se quieren ir pronto a casa, que sus compañeros hombres toman demasiados cafés para poner reuniones a las 17, cuando deberían estar saliendo para casa. Como vamos a trabajar 12 horas no hay prisa para hacer las cosas, nos podemos relajar y dedicar 12 horas a lo que podríamos hacer en 8.
Foto tomada de papa ¿Cuánto ganas?
Está muy bien que el gobierno se quiera preocupar de nuestros horarios y haría bien en seguir regulando los horarios de televisión, donde afortunadamente los programas de la televisión pública intentan acabar antes de las 24 (quizá las 23 estaría mejor). Afortunadamente los partidos de fútbol europeo acaban a las 22.30 (¡¡Qué pena que después muchos queden enganchados en una película!!). Te acuestas tarde y si madrugas ¿te levantarás descansado?

La verdad es que no hay trucos, tú eres el responsable de tu horario y de ir cambiando la cultura de tu entorno laboral, si es que no te gusta. No esperes que el gobierno o la empresa te solucionen el problema, si es que lo tienes o quizá tienes que cambiar de empresa.

En cuanto  a las empresas que quieren captar talento se han dado cuenta de que los más jóvenes vienen demandando un horario flexible, algunos se tienen que quedar con lo que les ofrecen y cómo siempre, otros pueden escoger, especialmente los buenos, los que más valor aportan y solucionan más problemas, que no sólo dan valor al dinero y valoran especialmente su tiempo.

Te invito a que esta semana pienses cuál es tu horario ideal, coge una hoja en blanco y diséñalo. Después puedes hacerte la pregunta de ¿Qué es lo que te impide tener ese horario?

Cuando he pedido hacer este ejercicio en mis cursos la mayoría empieza por establecer su horario de trabajo (lo que tienen que hacer) y muchos después se atascan porque no saben lo que quieren hacer el resto del tiempo. Empieza por saber qué es lo que “SI” quieres hacer y reserva tiempo para lo importante.

Te dejo con un programa sueco parodiando la forma de trabajar de los españoles

lunes, 5 de diciembre de 2016

Orden + contraorden = desorden

Cuándo no se tiene clara la dirección, cualquier dirección es buena y corremos el riesgo de cambiar de dirección demasiado a menudo y acabar dando vueltas en círculo, moviéndonos muy rápido para no ir a ninguna parte, haciendo mucho para no hacer nada.

La falta de claridad en los objetivos en una organización lleva a que el jefe de una orden para que pasado un rato de la orden contraria, con lo que finalmente la organización no sabe a qué atenerse y qué debe hacer. Una orden seguida de una contraorden provoca desorden y ningún avance.
Cuándo es uno mismo el que no tiene claros los objetivos va dando tumbos, a veces va muy rápido a ninguna parte y acaba muy cansado. Lo ilustra claramente una historia que encontré en Internet, de autor desconocido, sobre el síndrome D.A.D.E. (Deficit de Atención Debido a la Edad):

Decido lavar mi coche, cuando voy hacia el garaje, veo que hay correo en la mesa de entrada, decido revisarlo antes de lavar el coche. Dejo las llaves del coche sobre la mesa, echo a la papelera, todo el correo publicitario y veo que la papelera está llena. Decido entonces dejar las facturas sobre la mesa y vaciar primero la papelera. Pero, entonces pienso que como voy a pasar junto al buzón de correos, cuando saque a la basura la papelera, puedo primero preparar el pago de las facturas. Preparo mi talonario sobre la mesa, pero veo que no me queda más que un cheque. Mi otro talonario está en mi despacho. Voy allí y encuentro sobre la mesa la lata de Coca que había empezado a beber. Voy a buscar mi talonario, pero, antes de nada, es necesario que quite de ahí esta Coca, antes de que se caiga accidentalmente. Veo que está templada, por lo que decido meterla en el frigorífico para enfriarla. Me dirijo a la cocina con la Coca. El florero sobre la encimera me llama la atención: ¡Las flores necesitan agua! Dejo la Coca en la encimera y encuentro mis gafas para leer (que buscaba desde esta mañana). Pienso que es mejor llevarlas a mi despacho, pero antes voy a poner agua a las flores. Dejo las gafas en la encimera, lleno una jarra con agua y, de repente, veo el mando a distancia de la TV. Alguien lo ha dejado en la cocina. Pienso que, esta noche, para ver la tele, lo voy a buscar por todos los sitios y no me acordaré que está en la cocina. Decido entonces llevarlo al salón, que es su sitio, pero antes voy a añadir agua al florero. Echo agua al florero pero vierto la mayor parte al suelo. Entonces, pongo el mando en la mesa y voy a buscar un trapo para limpiar el estropicio. A continuación vuelvo a la puerta, tratando de acordarme de qué quería hacer.

Al final del día: el coche no está lavado, las facturas no están pagadas, hay una coca-cola templada en la encimera de la cocina, las flores no tienen agua suficiente, no tengo mi nuevo talonario, no encuentro el mando a distancia de la tele, no sé dónde están mis gafas y no consigo acordarme de qué he hecho con las llaves del coche. No comprendo nada, pues no he parado en todo el día y estoy completamente reventado.

Historia que de una manera u otra nos puede resultar familiar algunos días poco productivos, en casa o en el trabajo, donde al final de la jornada no recordamos que es lo que hemos hecho.

Creo que no es un problema de memoria, es un problema de atención a lo que hacemos, que se solucionaría teniendo claro que queremos hacer  y poniendo el foco en ello, sin dejarnos llevar por la multitarea o el cambio de actividad sin rumbo.

Por eso te aconsejo que elijas que hacer y te centres en ello, si es que quieres acabarlo, resistiendo a los numerosos estímulos que se nos presentan por el camino para pasar a otra actividad. Sin interrupciones acabarás antes.

Te dejo este enlace a un artículo dónde en 2010 ya hablábamos del DADE y otros aspectos de la gestión del tiempo: “El tiempo, un recurso escaso

domingo, 27 de noviembre de 2016

La cultura de la organización

Esta semana me he encontrado de bruces con la cultura de la organización en la que trabajo, la Universidad, donde alguien me ha dicho que esto era la primera vez que le pasaba después de 43 años trabajando, con la de cambios que se han producido en los últimos 43 años.

La Universidad es una organización con historia, con solera, cuyas bases se establecen en la edad media, desde dónde llega parte de su cultura, con sus ventajas e inconvenientes.

En una ocasión para experimentar cómo se establece y consolida la cultura metieron 5 monos en una jaula con unos plátanos en lo alto a los que se podía trepar por una escalera. En cuanto un mono intentaba subir por la escalera se duchaba a todos con agua fría. Los monos aprendieron la relación y pronto sujetaban y pegaban al que intentaba trepar.

Después eliminaron la ducha fría, esa consecuencia ya no existía al trepar por la escalera, a pesar de ello ninguno lo intentaba.

Sustituyeron uno de los monos de la jaula por otro que en cuanto entró intentó trepar a por los plátanos. Los demás lo sujetaron y le pegaron para que no subiera. Sustituyeron otro más y otra vez sucedió lo mismo, además el que más fuerte pegaba era el que no había sufrido la ducha fría.

Con el tiempo habían sustituido a los cinco monos iniciales y los cinco que ahora estaban en la jaula, que no habían sufrido nunca las duchas, sin saber porque pegaban a cada uno que entraba nuevo e intentaba coger los plátanos. La cultura estaba consolidada.

No sé si la historia de los monos es cierta, aunque la he escuchado ya multitud de veces y la podemos encontrar hasta en este video de Youtube. Lo que sí que es cierto es que de vez en cuando debemos revisar la cultura de nuestra organización, sus creencias (también es aplicable a nuestra propia cultura y creencias individuales).


La Universidad se va adaptando, la educación también, aunque no sé si al ritmo de los cambios que se producen, me temo que no. Los universitarios actuales ya no recuerdan lo que era vivir sin móvil y su forma de vivir, relacionarse y aprender ha cambiado y cambiará todavía más. La educación y sus organizaciones tiene que cambiar.

Tendemos a repetir lo que funcionó en el pasado como si el presente no hubiese cambiado y así el éxito pasado, que engorda el ego de quien lo tuvo, puede estar engordando también la posibilidad del fracaso futuro.
Es hora de revisar viejos paradigmas que funcionaron y ya no funcionan. Según la teoría de la evolución de Darwin no sobrevive el más fuerte sino el que mejor se adapta a la realidad, el éxito de nuestra especie viene de nuestra capacidad de adaptación a nuevos entornos, desde el ecuador a las zonas polares.

La adaptación puede venir de dentro de la organización, de nuestra propia reflexión o de incorporar talento joven, con nuevas ideas. Aprovechar la visión limpia del nuevo, todavía no cegado por la vieja cultura, para abrir nuevas posibilidades y quizá comer los plátanos.

La organización tendrá éxito si sabemos establecer un equilibrio entre lo viejo y lo nuevo, entre los experimentados y la ilusión de los nuevos, estableciendo un diálogo fructífero que lleve a la adaptación.

Y en el plano individual la adaptación deberá pasar por estar atento al entorno, a los cambios. Puedo pensar en mi bisabuelo, que cruzó montañas para poder ver una cosechadora o en los cambios que vivieron mis abuelos.

Se atribuye a Leonardo da Vinci la frase “No estamos en una época de cambios sino en un cambio de época” lo qué es más cierto ahora que en sus tiempos.


Aunque lo fundamental permanece cuáles serán los cambios que viviremos, solo el tiempo lo dirá, nos toca vivir la aventura de la adaptación si queremos disfrutar de los frutos (de los plátanos).

domingo, 20 de noviembre de 2016

Los jóvenes de hoy en día sueñan y hacen

“Los jóvenes de hoy en día adoran las cosas lujosas; tienen malos modales y desprecian la autoridad; muestran una falta de respeto hacia los mayores y les encanta platicar en donde estén. Los jóvenes son hoy en día unos tiranos y no son serviciales en sus casas. Nunca se levantan cuando los mayores entran en la casa. Les llevan la contraria a sus padres, hablan delante de la gente, comen golosinas en la mesa, cruzan sus piernas y les faltan al respeto a sus maestros”.

Podríamos oír esta frase a mucha gente ahora, aunque realmente la frase está atribuida a Aristóteles, en el siglo IV antes de Cristo. Así que siempre se ha hablado mal de los jóvenes.

La juventud es una época de descubrimientos, de probar, dónde normalmente nos atrevemos más y tenemos menos ataduras, la juventud es la esperanza del futuro. Seguramente Aristóteles tenía un mal día y había olvidado cómo era de joven.

Este viernes estuve hablando con María, una alumna que hace unos dos años se fue a hacer su trabajo fin de grado, antiguo proyecto fin de carrera, a Méjico. Después de acabar estuvo unos meses viviendo en Las Vegas (Estados Unidos) para aprender inglés. Volvió por España y se marchó a Australia a continuar con el inglés donde estuvo cinco meses para irse de viaje por el sudeste asiático durante cuatro meses y medio. Todo esto con poco dinero y muchas ganas.

Aprendí mucho en la conversación, sobre todo un nuevo mundo de intercambio de servicios que se mueve en internet, sobre el atreverse a hacer cosas, hacer que las cosas les sucedan, sin esperar que sucedan por arte de magia.

Ella ha aprendido de las experiencias, de vivir con gente de distintas culturas, de ver nuevas formas de vivir y todo por salir de la zona de confort, esa zona donde estamos cómodos y aprendemos poco. Para aprender nos tenemos que retar y a veces sentir incomodidad.

El aprendizaje, la experiencia, lo que sabemos, nos da posibilidades, nos abre puertas, además de abrirnos la cabeza. Y las experiencias que tengas dependen de lo que decidas hacer, quedarte en casa delante de la tele con el mando a distancia o hacer cosas.

El momento perfecto nunca llega. Hoy en un foro de emprendimiento que si tienes hijos pequeños igual no es el mejor momento para emprender e iniciar una empresa. Aunque si la juventud ya se pasó y tienes un sueño ¿a qué vas a esperar?
En Nueva Orleans, en 2011, Candy Chang pintó una pared de pizarra y dio espacio y permiso para que la gente soñase, escribió “before I die I want…” (“antes de morir quiero…”) y dejo tizas para que cada uno añadiese lo que quisiese y todos nos pudiésemos sentir acompañados en nuestros sueños. Las cosas más valiosas que tenemos son el tiempo y las relaciones con otras personas, como Candy nos dice en el video más abajo.

No somos eternos, nunca vas a ser más joven que ahora, aunque tengas 60 años. No esperes más para perseguir tu sueño y hacer lo que quieres hacer antes de morir.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Tanto pensar en hacer se pasa la oportunidad

Llevo toda la semana pensando en escribir esta entrada sin hacerlo, no he encontrado el momento. Podría decir que no he tenido tiempo, estaría mintiendo, todos los días tengo y he tenido 24 horas, aunque las he dedicado a otra cosa.

Y es que por mucho que pensemos en hacer algo ese algo no se suele hacer solo, sobre todo si está esperando a que lo hagamos nosotros. Podemos estar pensando en estudiar todo el día sin hacerlo y al final del día no habremos avanzado y además nos sentiremos culpables de no haber hecho. Curioso, estaríamos mejor si ni siquiera hubiésemos pensado en lo que nos conviene.

Y es que darse cuenta de lo que es importante para nosotros en cada momento supone una responsabilidad, por eso muchos prefieren no mirar, no darse cuenta y así no se tienen que hacer responsables. Responsabilidad es habilidad para responder y la respuesta se ve en las acciones.

Así puedo pensar en recoger la mesa y no hacerlo, pensar todos los días en que tenía que hacer ejercicio y no moverme del sofá o pensar en decir algo a esa chica sin acercarme siquiera.

Nos excusamos diciendo que hay que pensarlo bien y no atascamos en la parálisis por el análisis, tanto pensar no hacemos.
Foto tomada del blog mundodeisabel
Además cuanta energía gastamos pensando en hacer algo sin hacerlo, para después fustigarnos por no haber hecho. Darte cuenta de lo que estás “NO HACIENDO” te lleva a la insatisfacción y de ahí puedes sacar la energía para empezar a hacer. Podemos aprovechar esa energía para ponernos en movimiento en lugar de para culpabilizarnos.

Pensar en hacer sin hacer nos lleva a la insatisfacción, esa insatisfacción nos puede impulsar a avanzar si no lo hemos hecho antes

Otras veces no empezamos esperando el plan perfecto o el momento perfecto hasta que perdemos la oportunidad ¿Cuándo es el momento perfecto para tener un hijo? Hay que tener la pareja perfecta, una casa, trabajo indefinido… Y claro cumplimos los 40 esperando y después quizá sea demasiado tarde.

No pienses demasiado no sea que se pase la oportunidad sin ni siquiera haberlo intentado.

La única forma de avanzar es ponerte con ello. Y podemos transformar la insatisfacción en satisfacción del resultado conseguido. Además de disfrutar del camino, sabiendo y sintiendo que estamos haciendo lo que queremos hacer porque es importante para nosotros. Como escribir este texto.

Mira a ver qué es lo que estás pensando en hacer desde hace tiempo, eso que te ocupa la mente y decide cuándo vas a empezar y lo bien que te vas a encontrar cuando lo tengas hecho.

En mi caso, algo que vengo pensando desde hace tiempo es escribir un artículo científico, empiezo mañana, hoy ya he escrito esta entrada.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Cuando las cosas no salen cómo esperas

El pasado fin de semana, puente de Todos los Santos, aprovechamos para hacer turismo, como mucha otra gente. Los restaurantes y hoteles estaban a tope, igual que cuando vas en el metro a hora punta, es el precio que hay que pagar por ir todos al mismo tiempo a los mismos sitios.

Cinco niños y cuatro adultos en la aventura de disfrutar un fin de semana. El sábado teníamos concertada visita a una mina a las 16.30, entramos a comer a un restaurante en el que teníamos reserva a las 14.30 y allí estaba nuestra mesa, con tiempo de sobra para salir a las 16.15 hacia la mina.
Foto de la mina Esperanza en Olmos de Atapuerca (Burgos)
Enseguida habíamos conseguido pedir un primero y un segundo del menú del día, nada complicado. Una hora más tarde todavía no habían traído ningún plato. Después de insistir, a las 15.35 sirvieron cinco primeros, dos de los primeros para los adultos y otros tres primeros que no habíamos pedido, no estaban en el menú, poco apropiados para los peques.

Las cosas no estaban saliendo como estaba previsto. Si no sale según lo previsto es hora de revisar opciones:
  1. Podemos volver a insistir en lo que habíamos pedido.
  2. Podemos cabrearnos y entrar en una discusión que no lleva a nada.
  3. O podemos orientarnos a las soluciones, aunque no sean las óptimas.

Las dos primeras nos llevan a resultados que no queremos.
  1. Insistir cuando tenemos un camarero desbordado que no da más de sí (o un compañero de trabajo, de vida o un hijo) no lleva a la solución, lleva a que se desborde más y piense menos.
  2. Cabrearse tampoco lleva a soluciones. Según Dale Carnegie “Nadie puede ganar en una discusión”. Una discusión es una conversación donde nadie escucha a nadie, solo se piensa en contestar. Si te enfadas pierdes la orientación a la solución y te esfuerzas por tener razón aunque no se solucione nada.

Como está claro que la mejor opción es la tercera, veamos cómo orientarnos a la solución:
  1. Decidir qué es lo importante: en nuestro caso que los niños coman algo, son la prioridad y los que más sufren si no comen. Los adultos podemos aguantar un poco más.
  2. Ver y hablar sobre qué es lo que se puede hacer. No presionar más y mucho mejor si se quita presión. Carmen tomó la iniciativa, fue hacia la cocina y pregunto qué es lo que se podía servir ya, olvidándonos del menú.
  3. Pedir dando opciones es distinto de protestar por lo que no ha funcionado (buscar soluciones y no culpables). Vista la opción de comer un filete a la plancha plantearla cómo solución.
  4. Permitir que la otra parte salve su prestigio. Finalizamos la estancia en el restaurante planteando que nos cobrase un precio acorde a la situación sufrida, entendiendo que estaban desbordados y que el servicio había sido malo (basado en la evidencia).
  5. La relación se puede salvar, el precio fue adecuado, medio comimos y pagamos media comida y puedo decir que es posible que vuelva a probar a ir otro día con menos gente (el restaurante nos lo habían recomendado, lo que no siempre garantiza plena satisfacción). 

Finalmente pudimos disfrutar del día… Realmente elegimos disfrutar y lo pasamos bien en la mina y con el helado que compramos para compensar la escasa comida.


Cuando las cosas no salen cómo esperas te puedes centrar en lo que va mal o te puedes centrar en lo que todavía puede ir bien. Ver el vaso medio lleno o medio vacío, tú decides buscar culpables o soluciones.

jueves, 27 de octubre de 2016

Las gafas del desperdicio

Esta tarde he disfrutado de un encuentro con la Comunidad Lean Burgos, un grupo para compartir experiencias desde los valores de transparencia, altruismo, cooperación, generosidad y diversión.

El lean consiste en eliminar el desperdicio, lo que no aporta valor, lo que no sirve para nada. Hacer las cosas de la manera más sencilla posible, con el menor esfuerzo y coste.

Para eliminar el desperdicio (muda) lo primero es descubrirlo, ponerse las gafas de ver lo que no aporta. Relacionado con el muda está el muri, el sobreesfuerzo, que produce cansancio, deterioro y que aumenta los defectos.

Peter Drucker decía “No hay nada tan inútil como hacer con gran eficiencia algo que no debería haberse hecho en absoluto”

La clave es encontrar que no aporta valor a nadie, que no es necesario hacer y dejar de hacerlo. La clave para ser más productivo es dejar de hacer lo que no te produce ningún resultado.

Me encanta el título del libro de Pascal Dennis “Getting the Right Things Done”, lo que viene a decir conseguir que se hagan las cosas correctas. Hacer lo correcto, no hacer las cosas correctamente.

Si lo que estás haciendo no te aporta y no aporta a nadie puedes dejar de hacerlo para dejar espacio a cosas nuevas.

Dice un proverbio chino que si quieres té caliente en tu taza primero debes vaciarla de té frío. Debes dejar de hacer cosas para poder hacer cosas nuevas, abandonar viejos hábitos para dejar crecer los nuevos. Para ello debes descubrir que dejar, ser consciente de lo que no te conviene y de lo que te conviene.

También puedes dejar las cosas en las que crees que estás haciendo un favor a alguien y quizá te estés perjudicando y lo estés perjudicando.

Como ejemplo de cosas que puedes dejar de hacer suelo poner la de vestir a tus hijos cuando son ya capaces. Recoger la habitación por ellos suele ser más rápido en el corto plazo que enseñarles a recoger, aunque en el largo plazo les lleva a ser más desordenados y a ti a recoger constantemente.

Otro tema con los hijos, que suele ser polémico, son las tareas. A veces parece que las tenemos los padres aunque son suyas. Es más difícil enseñarles a hacerlo solos que estar todos los días encima, además nos puede dar miedo que resultados van a obtener.

Si no los dejamos volar, si no los enseñamos a aprender de forma autónoma, que va a pasar cuando no estemos ¿Dónde les lleva el ayudarlos de forma continua?

Tampoco hay que ser extremista y no ayudarlos nunca, dependerá de sus dificultades. Aunque creo que mejor objetivo es que aprenda a aprender frente a que lleve la tarea perfecta.

Quizá pienses que lo estás ayudando estando encima todo el día, te suponga un gran esfuerzo y en el largo plazo sea algo que no aporta valor, un desperdicio.


Antes de empezar a hacer cualquier cosa pregúntate si merece la pena, si aporta valor a alguien, a ti o a los demás. Seguro que con las respuestas encuentras ese tiempo que crees que te falta.

jueves, 20 de octubre de 2016

Tiempo con los demás

Dice un proverbio indio “Si quieres ir rápido vete sólo, si quieres ir lejos vete acompañado”. Los demás son imprescindibles, sobre todo si queremos llegar lejos. Cualquiera que haya conseguido grandes logros se ha apoyado en personas.

Construir una red de contactos suena artificial, interesado e incluso egoísta. Sin embargo nacemos en la red familiar con sus amigos y conocidos y desde la infancia vamos creando una red de amigos, una red que nos protege, ayuda y nos da seguridad como la red de seguridad  que protege y da seguridad a los trapecistas.

Algunas ideas para cuidar y hacer crecer tu red de amigos, de gente de confianza:
  • Ayuda desinteresadamente, no lleves la cuenta. Ante todo generosidad.
  • Las buenas relaciones se basan en la confianza y en el respeto.
  • Pide ayuda si la necesitas. Igual que estás encantado de poder ayudar a tus amigos, o a quien te lo pide, da la oportunidad a otros de que te ayuden (a veces pedir ayuda no resulta fácil).
  • Cuida a tus amigos, esos que te han acompañado gran parte del camino.
  • Encuentra la audacia para hablar a desconocidos, conocer gente. Si tú no te acercas igual ellos no se acercan y no sabéis lo que os perdéis. Puedes ir a una fiesta a conocer gente y volver sin conocer a nadie si no encuentras la valentía.
  • Descubre los intereses de los demás, habla de esos temas, puedes aprender mucho. A todos les interesa su salud y a los padres/madres sus hijos.
  • Busca solución a sus problemas.
  • Busca mentores, gente de la que aprender, quienes hayan recorrido el camino antes que tú.
  • Disfruta de las relaciones, la emoción se transmite.

Para Jim Rohn, citado por Francisco Alcaide, somos una media de las 5 personas con las que más nos relacionamos. Como relata Paco el alimento de la mente es tu entorno, cuida y escoge tu entorno.


Un libro de referencia para aprender  a gestionar las relaciones y cuidar nuestra red de amigos: “Nunca comas sólo” de Keith Ferrazzi.

domingo, 16 de octubre de 2016

La vendimia

Ayer fue día de vendimia, de recoger frutos, en compañía. La ribera del Duero es tierra de vino y en esta época se llena de gente recogiendo el fruto de la vid.

Ahora se vende la experiencia de pasar un día vendimiando y hay quién paga por vivirla, como decía el amigo al que fuimos a ayudar, para nosotros la experiencia fue gratis.

Una experiencia de conexión:
  • Con la naturaleza, al aire libre, con los frutos que vienen del trabajo, del cuidado de las cepas y de la tierra que nos provee.
  • Con nuestro pasado que nos une a nuestros ancestros agricultores que nos legaron el buen vino. Como otras muchas cosas.
  • Con los amigos con los que compartimos el trabajo.

Disfrutamos enormemente del día a pesar del trabajo, del esfuerzo y del resentimiento de la espalda. Un día equilibrado porque era un esfuerzo que podíamos asumir y tuvimos ratos de descanso y diversión, de reír y compartir anécdotas. Si hubiésemos trabajado mucho más de lo que estábamos acostumbrados hoy tendríamos dolores por todo el cuerpo. Hay que saber respetar las dosis, incluso de trabajo.

Si quieres llegar lejos vete acompañado, que además es mucho más divertido. Ese mismo trabajo, hecho sólo, hubiese sido mucho más duro, además más largo.

Para recibir ayuda tienes que pedir ayuda y hacer fácil que te ayuden. Javi y familia, los dueños de las cepas, supieron pedir ayuda y hacer fácil que el resto pudiésemos ir, facilitar desde los guantes a las tijeras y hacer el día agradable. Supieron acoger a todos los que fuimos, algo que siempre han hecho bien.
Javi con el tractor
Una experiencia vivida con los niños, que les permite ver y sentir de manera distinta. Puede parecer que un niño iba a hacer poco trabajo y ayer demostraron, desde la diversión, que podían coger muchas uvas. Todos reclamaron sus guantes, sus tijeras o garillos y aportaron. Cualquier ayuda es buena y no se debe despreciar.

Nos enseñan cada día cómo el trabajo puede ser divertido y cómo se hace mejor desde la voluntad que desde la obligación. Seguro que es mejor y más productivo si eliges trabajar que si te ves obligado a trabajar.


Y no hay que olvidar la celebración por el trabajo hecho, la satisfacción cada vez que se acaba una hilera o se llena un cesto y el disfrutar del resultado, las uvas o el buen vino. Al año que viene repetimos.

martes, 11 de octubre de 2016

Objetivos equilibrados para una vida equilibrada

Los objetivos marcan la dirección hacia dónde queremos caminar en nuestra vida, las metas a alcanzar, la visión que tenemos para nosotros dentro de un tiempo, cómo nos vemos o nos soñamos en unos días, meses o años.

Si nuestro objetivo es ganar mucho dinero puede que estemos luchando en nuestro propio negocio o, si nos daba miedo montar un negocio, puede que estemos trabajando con todas nuestras fuerzas en busca del mejor salario posible.

La sociedad actual presiona para valorar a la persona por lo que tiene y ha olvidado valorar a las personas por lo que son. Como dice Covey, en busca de ese reconocimiento social trepamos por la escalera del éxito sin darnos cuenta de si la hemos apoyado en la pared equivocada, si es allí dónde queremos subir.
No siempre somos conscientes de nuestros objetivos, al igual que una corriente de agua suave, que nos arrastra sin darnos cuenta lejos del sitio dónde estábamos, hay objetivos que nos van arrastrando y en unos años nos damos cuenta que no tenemos la vida que queríamos tener.

Si no vamos en la dirección que queremos es que no perseguimos los objetivos adecuados, probablemente perseguimos otros inconscientemente, sin darnos cuenta

Una pregunta difícil es ¿qué es lo que quiero? Y acompañada de la pregunta ¿Qué estoy haciendo? nos permite saber si realmente estoy caminando hacia el sitio dónde quiero ir.

Hace unos cuantos años trabajaba de consultor, muchas horas a la semana y coincidí comiendo con el jefe a nivel europeo, un modelo para todos los que allí trabajábamos. Un modelo que nos invitaba a trabajar duro si no lo mirábamos bien.

Charlando comentó que lo que más disfrutaba era estar en verano, sentado en un banco, en un pueblo pequeño de montaña, casi una aldea, al que iba de vacaciones, charlando con los vecinos de la aldea.

Para estar sentado en un banco cómo ese sólo hace falta querer e ir. Aunque si estás demasiado entretenido trabajando para poder comprar muchas cosas, hacer muchos viajes y dar a tus hijos todos los caprichos (el éxito social), te va a quedar poco espacio para sentarte tranquilo y pasar tiempo con los que quieres.

Si te despistas persiguiendo el éxito social te pierdes el éxito personal.

Por eso para tener una vida equilibrada tienes que tener unos objetivos equilibrados. Hay que trabajar para vivir, si estás viviendo para trabajar mira a ver si eso es lo que quieres.

Unos objetivos equilibrados que te permitan cuidarte a ti, estar con los cercanos, la familia y los amigos y también trabajar y disfrutar con el trabajo, aportando a los que te rodean.

Una reflexión parecida a mí comida con el jefe la podemos encontrar en la historia del inversor y el pescador que he visto ya en varios sitios:

Un experto en inversiones, estaba en el muelle de un pequeño pueblo, cuando llegó un pescador en su bote. Dentro del bote había varios atunes amarillos bastante grandes y el banquero elogió al pescador por la calidad del pescado y preguntó:
-¿Cuánto tiempo le tomo pescarlos?
-Muy poco tiempo, respondió el pescador.
-¿Por qué no se quedó más tiempo pescando, podría haber traído más peces? Preguntó el banquero.
-Sí, seguramente, pero esto es suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de mi familia, dijo el pescador
-Permíteme que te pregunte, dijo el banquero ¿qué haces con el resto de tu tiempo?,
-Después de pescar, descanso un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta, luego acompaño a mi esposa hacer las compras y por las noches me reúno con los amigos para pasar un buen rato conversando. Llevo una vida tranquila y despreocupada, dijo el pescador.
-Mira, yo soy un especialista en marketing y asesor de grandes empresas y podría ayudarte a desarrollar un negocio. Lo que tendrías que hacer, es dedicar más tiempo a la pesca y con los ingresos podrías comprar un bote más grande. Al tener un bote más grande puedes pescar mucho más que ahora, de manera que duplicarías las ganancias. Con el tiempo podrías comprar varios botes y tener empleados que pesquen para ti.
El siguiente paso es que en lugar de vender el pescado a un intermediario, lo podrías vender directamente a la empresa que distribuye el pescado una vez envasado y empaquetado y con el tiempo podrías tener la distribución para la provincia o el país entero.
Claro cuando eso ocurra, tendrías que dejar este pequeño pueblo para instalarte en la gran ciudad, desde donde manejarías tu empresa, sin tener que salir a pescar.
-¿Pero, cuánto tiempo hace falta para que ocurra todo eso? Preguntó el pescador.
-Entre diez y quince años, dijo el banquero.
-¿Y luego qué? Dijo el pescador.
-Después se puedes vender las acciones de tu empresa al público. Te harás millonario.
-¿Y luego qué? Le preguntó sonriendo al banquero.
-Luego te puedes retirar. Te compras una casita en un pueblecito de la costa, donde puedes descansar, dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, ir con tu esposa de compras y  reunirte con tus amigos y familiares para pasarlo bien. Dijo el banquero.

-¿Acaso no es eso lo que ya tengo?

jueves, 6 de octubre de 2016

El piloto automático

Cuántas veces vamos a toda prisa a ningún sitio. Tan deprisa vamos que no nos damos cuenta de por dónde pasamos. Cuántas veces actuamos sin darnos cuenta y si nos preguntan a qué hemos dedicado el día ni nos acordamos.

Como los aviones tenemos piloto automático y lo activamos, dejamos que gobierne nuestra vida, nuestro tiempo, especialmente cuando estamos cansados o cuando no queremos darnos cuenta, no queremos decidir nuestro rumbo.

Llegamos a casa tan cansados por la noche que después de cenar cualquier cosa solo tenemos fuerzas para pulsar el mando a distancia y ver lo que nos echen, sin pararnos a pensar que podía ser mejor ir a la cama y descansar.

También el piloto automático nos permite hacer sin detenernos a pensar para qué hacemos, evitando que nos demos cuenta del absurdo de tanto hacer, de tanto correr, para no llegar a ninguna parte ¿Nos sentimos importantes por lo ocupados que estamos? ¿Es un lujo dejarse un espacio para pensar? ¿No podemos permitirnos parar a sentir?

Lo peor del piloto automático no es que nos lleva a cualquier parte, sin pensar a dónde queremos ir, mucho peor es que no nos deja disfrutar del camino, darnos cuenta de lo que vamos viviendo.

El piloto automático es sobrevivir sin vivir, como los zombis vivientes, muertos a los 30 y enterrados a los 85. Recuperemos el saber vivir, el saber disfrutar con lo sencillo, el ir despacio, el disfrutar de las buenas conversaciones y de la puesta de sol, de los cercanos y lo cercano. Vivir cada día, sus 24 horas, sus 1.440 minutos. Como hacen los niños y cómo todos sabíamos hacer cuando éramos niños
La sabiduría de Mafalda y de todos los niños

Para vencer el automático:
  1. Darnos cuenta: ser conscientes de lo que hacemos y nos pasa. Para eso hay que parar y observar.
  2. Decidir si el piloto automático nos conviene: es legítimo elegir.
  3. Cambiar y vivir si decido que no me conviene.

Te invito esta semana a explorar tus automatismos, por mi parte me meto tanto en el hacer distintas cosas que me disperso y acabo abrumado, lo que no me conviene. Receta: parar y pensar antes de hacer.

lunes, 26 de septiembre de 2016

“Aprendiendo de los mejores” con Francisco Alcaide

El jueves pasado, 22 de septiembre, tuve ocasión de acompañar a Francisco Alcaide en la presentación de la décima edición de su libro “Aprendiendo de los mejores”. Un libro que lees no hace daño solo te puede llevar a seguir avanzando y mucho mejor si es cómo este.

He aprendido de uno de los buenos, de Francisco, de Paco, unas cuantas cosas, tanto en sus libros, en sus post y mucho más en las pocas conversaciones que hemos podido compartir. Así que te animo a acercarte a sus reflexiones.


De momento quiero compartir algunas ideas que se respiran al acercarte a Paco:
  • La idea que más se repitió es la generosidad, estar dispuesto a ayudar y a dar, de entrada, sin esperar recompensa. Aportar valor a aquellos a los que te acercas. Paco enseña esa generosidad con el ejemplo.
  • La importancia de las personas, un refrán indio dice “si quieres ir rápido vete sólo, si quieres ir lejos vete acompañado”. Además seguro que ir acompañado es más divertido. Desde la generosidad inicial es mucho más fácil pedir ayuda y que te ayuden cuando lo necesitas. Las muchas personas que acompañaban a Paco el jueves demuestran lo bien que sabe establecer y mantener relaciones.
  • Somos una media de las 5 personas conlas que más nos relacionamos. Mira a ver con quien te relaciones y cómo quieres ser, de quién quieres aprende y mucho mejor si te rodeas de los mejores. Solo tú puedes decir quiénes son los mejores para ti.
  • Paco es una persona que inspira y anima a hacer, empuja para que avances. Cuenta lo que haces y es lo que te lleva a obtener resultados. Y si estás paralizado por lo que van a decir, por las críticas, al final no haces nada, no consigues nada o te quedas muy lejos de lo que podrías llegar a hacer.
  • Y finalmente foco, estar enfocado, en caso contrario te dispersas y te pierdes, dejas de seguir el camino que tenías previsto. Como dijo Laura Chica, foco-Paco es un ejemplo de mantener la perseverancia en las metas, ser constante, en la persecución de tus sueños. Como pudimos ver con cada uno de los invitados a la mesa redonda de la presentación.

Son muchas más las ideas que podría destacar y me quedo con estas cinco: generosidad, personas, relaciones, actuar y foco. Todo para no dispersar ideas.

Paco, gracias porque eres uno de los máximos responsables de que escriba semana a semana este blog, igual que has animado a muchos a escribir ese libro pendiente o iniciar ese negocio que les alegraba el corazón. Gracias por ser inspiración para actuar.