jueves, 26 de febrero de 2015

Sinergia y diversidad

¿Pueden 1+1 ser 3? ¿Podemos obtener juntos más de lo que obtendríamos sumando lo que conseguiríamos por separado? Eso es la sinergia, cuando sumando esfuerzos conseguimos más para poder repartir. Eso ya lo sabían nuestros antepasados cuando se juntaban a cazar un mamut. Si nos dejamos arrastrar por el egoísmo, que lleva al individualismo, se nos olvida.

El sexto hábito para Stephen Covey es el de la sinergia, el todo es más que la suma de sus partes, y a ello ha dedicado todo un libro “La tercera alternativa”. Ante una divergencia de opiniones o de alternativas podemos dedicar nuestros esfuerzos a atacar la alternativa contraria y a ensalzar la nuestra o podemos dedicarlos a encontrar una alternativa mejor.
Foto de Sinergia Team and Training
Las mentes a la defensiva son poco creativas o colaboradoras. Si estamos en medio de una discusión es buen momento para dejar de discutir y empezar a escuchar. Rara vez tenemos toda la razón y mediante la escucha (quinto hábito) podemos encontrar aspectos valiosos en la otra opinión que nos pueden llevar por caminos no explorados.

Decía Sigmund Freud “Si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos”. Aun así nos gusta rodearnos de los que se parecen a nosotros, nos dan la razón, opinan igual. Nos gusta leer lo que refuerza nuestro punto de vista e ignorar lo que lo contraviene. Esa es la receta para el inmovilismo.

Podemos crecer, encontrar nuevos caminos, si nos abrimos a explorar otras rutas. Si siempre seguimos los mismos pasos es difícil encontrar nuevas soluciones. En lugar de juntarnos con los que se parecen a nosotros busquemos la diversidad, lo que nos puede enriquecer de los demás. En el núcleo de la sinergia está el valorar las diferencias, tanto mentales como emocionales.

Cada uno llevamos nuestro mapa a cuestas y no vemos el mundo como es sino como somos ¿Qué será primero “creo porque veo” o “veo porque creo”? Lo que creemos nos lleva a ver las cosas de distinta forma, sí creo que Paco es un vago y me lo encuentro echando un sueñecito pienso “¡no pega ni sello!” y si creo que es un tío trabajador pienso “¡está reventado de tanto trabajar!”. En ambos casos refuerzo lo que creía inicialmente.

Sabiendo que cada uno lleva su mapa, su representación de la REALIDAD, sabremos respetar el mapa del otro y poder entre los dos construir un tercer mapa más parecido a esa realidad. Las diferencias nos permiten complementar mejor los mapas. Por eso cada día se valora más trabajar en un entorno multicultural.

El origen del conflicto no suele ser “la cuestión” sobre la que se discute, hay raíces más profundas. Lo más difícil de superar suele ser el orgullo disfrazado de coherencia, cuanto más defendamos una posición más nos anclamos en ella ¿Has seguido alguna vez defendiendo una posición que ya sabías equivocada por coherencia? Seguro que a otros si les ha pasado.

Cada uno tenemos unas fortalezas y tenemos que buscar quien las complemente. La fábula de los animales en la escuela de R.H. Reeves nos explica esto en una escuela particular ¿Por qué centrarnos en las debilidades? Apoyados en la filosofía ganar-ganar del cuarto hábito de Covey podemos encontrar soluciones superadoras. 
La próxima vez que formemos parte de una discusión, antes de vernos secuestrados por la amígdala, probemos a decir “¡Bien! Usted lo ve de otro modo”, nos dará el tiempo suficiente para pensar que ese otro modo puede tener aspectos enriquecedores y que juntos podemos buscar mejores soluciones.

domingo, 22 de febrero de 2015

Si no tienes tiempo para la salud deberás tenerlo para la enfermedad

Hoy será un post corto, no tengo fuerzas para mucho más. La gripe ha venido a visitarme, espero que su visita dure solo los tres días que prometen.

La visita de la gripe suele coincidir en mi caso con el final de periodos de trabajo intenso. ¡Vaya suerte! Me deja terminar lo que tenía que hacer y cuando voy a poder descansar llega de visita. Será que antes no se lo he permitido, las defensas han funcionado mejor o será que ahora permito esta visita para obligarme a descansar.
Está claro que no lo hago de forma consciente y en mi caso funciona así, después de periodos de sobretrabajo, en los que he podido estar más nervioso de lo normal, viene la enfermedad y entonces hay que parar.

El jueves hablaba con unos compañeros sobre el mantenimiento de las máquinas, o del coche que quizá todo el mundo conozca. Si no tienes tiempo para hacer el mantenimiento preventivo, ir a las revisiones, o escuchar cuando empieza a sonar mal, el coche se averiará cuando menos te lo esperes y te verás obligado a parar.

El cuerpo funciona igual, si no lo cuidas (descansas lo suficiente, comes lo adecuado, haces ejercicio …) te obliga a parar cuando no lo esperas. Y hoy hablo desde la experiencia de estar descansando por obligación.

A pesar de estar sin fuerzas, ¿Por qué escribo? Me he comprometido conmigo mismo y con los posibles lectores a escribir un post a la semana. Es importante cumplir con los compromisos, son la base de la confianza, y los compromisos con uno mismo la base de la autoconfianza.

El mejor ejercicio, cuidarse, “Mens sano in corpore sano” ¿Qué vas a hacer para cuidarte esta semana? Si no tienes tiempo para la salud (cuidarte) tendrás que tenerlo para la enfermedad.

lunes, 16 de febrero de 2015

Buscar primero entender y después ser comprendido

No podemos conseguir gran cosa solos, necesitamos de la relación con los demás apoyada en la mutua confianza. Esa confianza la desarrollamos cuando nos conocemos, nos comprendemos, nos entendemos.

Un gran avance para la especie humana es el don de la palabra, que facilita nuestra comunicación, la capacidad de hablar. Pero esa capacidad estaría incompleta sin la capacidad de escuchar, que la complementa y nos puede llevar a entendernos.

No siempre que alguien habla nos lleva a mayores niveles de comprensión mutua, en gran medida va a depender de los distintos niveles de escucha:
  1. Oír: sólo doy la impresión de escuchar
  2. Atender para responder: estoy esperando a que el otro acabe de hablar para hablar yo, sin hacer la intención de escuchar. Centrado en mi propio punto de vista. Espero tu turno para hablar.
  3. Escucha activa: Estoy atento a lo que dice, a sus palabras.
  4. Escucha empática: Escucha completa, pendiente de lo que dice, cómo lo dice, su lenguaje no verbal. Escucho para entender su punto de vista, lo que quiere decir.


Comprender, entender, ser capaz de ver y percibir el punto de vista del otro no quiere decir compartirlo. Pueden seguir existiendo diferencias de opinión, que tratadas de forma respetuosa, nos pueden llevar a encontrar nuevas e inesperadas soluciones o formas de entendernos.
La escucha relacionada con el presente, el aquí y ahora. ¿Cómo te sientes cuando estás hablando con alguien y empieza a consultar el móvil? ¿Si empieza a mirar a otro lado? Sientes que el otro no está ahí. La capacidad de estar presente con el otro, de no irnos a otro sitio, cada vez es más difícil, cada vez estamos rodeados de más estímulos. Por eso también cada vez se valora más, hay necesidad de sentirse escuchados.

La actitud de no escucha se contagia, si tú no escuchas el otro tiende a no escucharte a ti. También se contagia la actitud de escucha, si el otro se siente escuchado estará más dispuesto a escucharte, con lo que la comunicación será más sencilla.

En las discusiones es habitual mientras el otro habla estar pensando.- “Cuando se calle le voy a decir…” con lo que el otro reacciona de la misma manera pensando que te va a decir en lugar de escuchar, de intentar entender tu punto de vista. El entendimiento va a ser difícil, por no decir imposible.

Tendemos a pensar que si el otro cambia, da el primer paso, me escucha, llegará a entender lo que le digo, saldrá de su error, su obcecación… Sin pensar que él también piensa lo mismo. Porque no dar el primer paso y escuchar para entender, no para responder, normalmente cada parte tiene algo de razón.

Stephen Covey cuando habla de su quinto hábito “Buscar primero entender y después ser entendido” cuenta la historia del palo indio, empleado por los nativos de Norteamérica en sus encuentros. Quién tiene el palo tiene la palabra y los otros sólo pueden intervenir para hacer preguntas, para entender el punto de vista del que tiene el palo. El que tiene la palabra sólo pasará el palo cuando se sienta entendido, lo que garantiza la escucha.

Como yo en casa no tengo el palo indio alguna vez he empleado con mis hijas el reloj de la palabra, que hace las funciones de palo, lo que hace que se escuchen. Es increíble como grandes discusiones se diluyen con la aplicación de esta metáfora.

Hay momentos claves para escuchar empáticamente, cuando las emociones están desatadas, con falta de comprensión, cuando la confianza se está diluyendo. Incluso hay momentos para no decir nada, para dejar paso al silencio. Especialmente los hombres tenemos la costumbre de buscar soluciones cuando nos platean un problema, igual el otro no quiere que le ayudemos con la solución, solo busca que se le escuche, lo que le ayuda a encontrar la solución solo.

Se atribuye a Epicteto la frase.- “tenemos dos orejas y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos” que podemos complementar con “tenemos dos orejas, dos ojos y una boca para ver y escuchar el doble de lo que hablamos”

Una vez logramos entender a la otra persona y le demostramos que entendemos su punto de vista es posible que el otro esté más abierto a nuestra forma de ver las cosas. La expresión de nuestro punto de vista debe de ser también empática, tratando de expresar nuestra perspectiva para los ojos de la otra persona, desde su punto de vista, centrándonos en lo que le puede interesar, en lo que nos une.

¿Qué tipo de escucha practicas habitualmente? ¿Cuál de las distintas formas de escucha te lleva a mejores resultados? Todo hábito se adquiere con la práctica y si quieres adquirir el de la escucha, el de buscar comprender antes de ser comprendido, hoy es buen momento para empezar.


Ir más lentos nos puede ayudar a escuchar, dejar unos segundos antes de hablar cuando el otro ha acabado. El ritmo importa, prueba a bajar el ritmo. Y cuando participes, enfoca lo que dices desde la perspectiva de tu interlocutor.

domingo, 8 de febrero de 2015

Pensar en ganar - ganar

Nuestros pensamientos nos llevan a sentir de una determinada manera y a actuar en consecuencia. Nuestras acciones a su vez nos llevan a tener unos resultados, tanto en el corto como en el largo plazo.

Podemos tener mentalidad de escasez o de abundancia. Escasez, si tú recibes más yo recibiré menos, si tu ganas yo pierdo o abundancia, hay suficiente para todos y aún sobra, podemos ganar los dos.

Para Stephen Covey existen seis formas de pensamiento en las relaciones:
  • Ganar-ganar: soluciones satisfactorias para ambos.
  • Ganar-perder: competimos por un bien escaso (mentalidad de escasez).
  • Perder-ganar: me sacrifico para que tú estés satisfecho (el mártir).
  • Perder-perder: si yo no gano tu tampoco.
  • Ganar: si yo gano me da lo mismo lo que suceda con el resto.
  • Ganar-ganar o no hay trato: si los dos no quedamos satisfechos no hay acuerdo.

Si siempre gana el otro y yo pierdo probablemente me cansaré de jugar a ese juego, no querré hacer más tratos. Si siempre gano yo y el otro pierde, será él quien no quiera juntarse conmigo. Mucho menos sostenible es estar siempre luchando para perder, es poco productivo darse cabezazos contra un muro a ver quién tiene la cabeza más dura. Tampoco nos gusta ir con el que sólo se preocupa de sí mismo, sin pensar nunca en el de al lado.

Tener la intención de que ganemos los dos nos lleva a relaciones de largo plazo, a relaciones de confianza, donde todo es más fácil. Poder confiar nos ahorra muchos esfuerzos. La confianza y la comunicación son el aceite que engrasa el trabajo en equipo y los resultados del equipo.

Si jugando al fútbol, o trabajando, no me fío del compañero que está a mi lado, tiendo a ir a cubrir ese espacio, supervisar, vigilar sus posibles errores, descuidando posiblemente mis propias responsabilidades, los que entran por mi zona del campo.

El tipo de pensamiento con el que me aproximo a las relaciones tiene mucho que ver con mi consideración por mí mismo y la consideración que tengo por los demás, con el respeto por mí mismo y por los demás. Como vemos en el gráfico, el respeto mutuo lleva a relaciones ganar-ganar.

Y en ocasiones hay que saber decir “NO” si no somos capaces de encontrar un acuerdo satisfactorio para ambas partes, de forma que preservemos la relación. Los acuerdos en los que alguien pierde dañan las relaciones.