miércoles, 24 de diciembre de 2014

Tiempo de Navidad

Navidad en el altiplano de Bolivia con Diego Pla (foto de Diego)
¡Feliz Navidad! ¡Feliz año 2015! ¡Cuántas veces oímos estas expresiones estos días! La Navidad es el tiempo en el que la luz vence a la oscuridad, al menos en el hemisferio norte los días empiezan a ser más largos unos días antes de la Navidad. Todos tenemos nuestras luces y sombras, este puede ser un buen momento para que nuestras luces venzan a nuestras sombras. ¿Cuáles son tus luces y tus sombras?

Soy profe y durante muchos años he preguntado a los alumnos si les gusta la Navidad, me sorprenden las respuestas y cada vez hay más alumnos a los que la Navidad no les entusiasma demasiado. A ti ¿Te gusta la Navidad? Depende de lo que signifique para cada uno, de cómo elijamos vivir la Navidad.

Puede ser una época de compromisos, tanto con conocidos, pseudoamigos y familia. Tenemos la obligación de disfrutar de las fiestas, ir a cenas y comidas varias, felicitar a todo el mundo y estar contentos aunque no apetezca. Si lo vivimos como una obligación es difícil disfrutar de ello, podemos escoger estar, tomárnoslo con más calma, establecer límites cuando no nos apetece estar o cuando nos apetece irnos y aprender a decir “NO” a lo que no queremos.

Es una época de consumo desmedido, desmedido con los regalos para mayores y pequeños, desmedidas las comidas, excesivas en muchos casos (¿cuántos kilos tienes previsto ganar estas Navidades?), desmedidos con el Whatsapp (¿Cuántos mensajes recibimos y enviamos?).

Vamos tan acelerados de fiesta en fiesta, de felicitación en felicitación que no nos da tiempo de conectar con la gente. Podemos escoger ir más despacio para ir más deprisa, acabo de aprender que con las personas despacio es deprisa y deprisa es despacio. No podemos vivir las relaciones con el reloj vigilando la velocidad.

Podemos escoger cómo vivir la Navidad, puede ser la fiesta del reencuentro con los seres queridos, el reencuentro con la familia, con los amigos; el momento ideal para llamar a los que echamos de menos. La fiesta para celebrar a las personas con las que compartimos el camino.

Seguro que alguna vez habéis pensado en comer unos huevos fritos con patatas en Noche Buena (Navidad, Noche Vieja o Año Nuevo; tanto da) ¿Por qué no probar a hacerlo? Los huevos deben de estar baratos en Navidad. Podemos elegir comer lo que queramos.

Podemos elegir vivir unas fiestas relajadas, tranquilas, sin prisas. Podemos descansar, hacer lo que no hacemos habitualmente. Podemos disfrutar, el disfrute es contagioso y ayudará a que disfruten los de alrededor. Podemos dejar los regalos para después si es que queremos regalar, encontraremos menos gente en las tiendas, iremos en rebajas  y nuestros amigos se encontraran con un regalo inesperado.

Si quieres vivir una Navidad diferente te animo a reflexionar, a elegir cómo quieres vivirla. Puedes encontrar algunas recomendaciones en el blog de Julia: Creatividad, consciencia, autenticidad y valentía, ilusión y emociones, presencia.


¿Qué significa la Navidad para ti? ¿Cómo quieres vivirla? No escogemos todo lo que nos pasa, elegimos como vivir lo que nos pasa.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Volver a nacer, vivir cada día

Ayer fue un gran día, tres amigas volvieron a nacer, venían de Madrid a Burgos y se cruzaron cuatro jabalíes por la autovía, no lograron esquivar a todos y os podéis imaginar el resultado. Afortunadamente parece que las tres están bien, para mí eso es volver a nacer. Me alegro de que sigan estando ahí, espero que por muchos años y que yo pueda verlo.

Yo volví a nacer el 14 de marzo de 2007, me salí de la autovía camino de Valladolid a Burgos, del coche me sacaron los bomberos (menudo trabajo el suyo, digno de reconocimiento) y supongo que me salve porque, como digo a mis hijas, tengo la cabeza dura.

Así quedo el coche el 14 de marzo de 2007

Es increíble la cantidad de cosas que se te pasan por la cabeza en poco tiempo, de lo que has vivido y de lo que crees que te queda por vivir. Los momentos son intensos y quedan grabados para siempre. Sientes qué es lo importante, lo vives. Por eso renaces renovado, aunque esa renovación se te olvida, vuelves a vivir en automático, si no te paras a pensar de vez en cuando.

Vivimos como si fuésemos inmortales, como si nos quedase muchísimo tiempo, muchos años. Vamos dejando cosas para el futuro, en el futuro ilusorio siempre vamos a tener más tiempo, podremos hacer lo que no podemos ahora ¿Tienes conversaciones importantes pendientes? ¿Qué es importante y dejas para más adelante?

¿Qué quieres hacer antes de morir? La artista Candy Chang inició un movimiento en Nueva Orleans: “Antes de morir quiero…” que ella misma explica en una TED Talk. Es importante el tiempo y son importantes las personas, cómo nos relacionamos con ellas. A veces la muerte nos pilla por sorpresa.

Todos nos sentimos jóvenes, incluso los ya jubilados. Oí a mi abuelo decir, “se ha muerto un chico del pueblo de al lado” y al preguntarle cuantos años tenía el chico dijo que 87, ¡¡un chaval!! Claro, mi abuelo ya era más mayor. Otra gran frase suya: “No quiero irme de aquí sin saber en que para todo esto”. Era un cachondo, en la lápida quería que pusiésemos “perdone que no me levante”

Hoy ha sido un buen día para ver la entrevista de Risto Mejide a María Belón, superviviente del tsunami de 2004. Una de estas tres afortunadas amigas me la envió por correo hace unos días y la tenía pendiente para más adelante. Hoy la he disfrutado.


¿Por qué nos preocupamos? ¿Qué es lo importante? ¿Cómo quieres vivir? No hay que tener una experiencia intensa para renacer, transformarse, cambiar si es que queremos cambiar. Vivamos hoy, vivamos cada día, porque no sabemos cuánto tiempo tenemos.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Momento de hacer

Tenemos dos modos, el visionario y el operario, el visionario nos dice hacia dónde y por dónde ir, el operario nos pone en marcha, nos hace avanzar en la dirección señalada.

El tiempo de parada, reflexión, pensar, viene bien al visionario, para determinar el objetivo y el camino. Séneca afirmaba “Ningún viento será bueno para quien no sabe a qué puerto se encamina”.

El operario sin el visionario, sin una ruta, hace como pollo sin cabeza, haciendo sin parar, sin avanzar. ¡Cuántos trabajan duro sin ir a ninguna parte! ¿Cuántas veces nos ha pasado a nosotros? Nos ponemos a hacer algo sin saber muy bien para qué.

Ahora bien, el visionario sin el operario es un soñador, alguien que construye castillos en su mente y nunca pone la primera piedra. Cuando trabajamos en equipo uno puede ser el visionario siempre y cuando otros hagan, cuando estamos con nosotros mismos tenemos las dos funciones, marcarnos el camino y andar ese camino.

Sin embargo demasiado tiempo como visionario nos atrapa, intentando vislumbrar un sendero que seguir, miramos y miramos sin conseguir ver, llegamos a la parálisis por el análisis. Hasta podemos llegar a justificar nuestro estancamiento porque no sabemos decidir hacia dónde ir.

Es como si perdidos en la montaña, desde donde estamos intentamos ver un camino y no lo conseguimos, seguimos mirando y a pesar de nuestra insistencia no encontramos respuesta. ¿Tendremos que cambiar nuestro punto de vista? Quizá debemos ponernos en marcha, subir a un alto y ver si desde allí vemos un camino (de entre los muchos que podemos tomar). 
Foto de David Rodríguez Martín - Peregrinos camino de Santiago
¿Llevas tiempo parado? ¿Llevas tiempo pensando que tienes que cambiar? ¿Qué tienes que hacer algo? Sigues parado porque aunque sabes que tienes que moverte no sabes hacia dónde ir. Ponte en marcha e irás haciendo camino y desde nuevos altos podrás ir decidiendo según avanzas. Decía Antonio Machado “caminante no hay camino, se hace camino al andar”

Hay que levantar la barrera de la pereza, que no nos deja ponernos en marcha; vencer la primera ley de la inercia, que dice que cuando un cuerpo está en reposo sigue en reposo si no se ejerce ninguna fuerza sobre él. Una vez en marcha aprovechar esa misma ley de la inercia para mantenernos en movimiento.


Si llevas mucho tiempo parado o parada, sabiendo que tienes que ponerte en marcha, levántate y anda, sal de tu tierra, de tu zona de confort, de tu entorno cómodo y seguro y comienza la aventura. Y si tienes claro tu objetivo, persevera para conseguirlo, no desfallezcas en los momentos malos, es una carrera de fondo, de resistencia, en la que los momentos duros se pueden también disfrutar.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Tiempo para parar

¿Sabes parar? ¿Cuándo sabes parar? ¿Se te olvida a veces parar? ¿Cuándo vas a parar? Vivimos en un mundo en prisa, mayor prisa cuanto mayor es la ciudad o el pueblo en el que vivimos. Pensamos que llegamos tarde y vamos corriendo, muchas veces a ningún sitio. Si nos preguntan a dónde vamos, paramos a pensarlo un instante y sin darnos tiempo a escuchar la respuesta, salimos corriendo  “¡qué hacemos parados!”

Estamos abrumados por tantas cosas que hacer y se nos olvida para qué las hacemos, por el camino perdemos el sentido y con el tiempo hacemos en automático, sin pararnos de vez en cuando a plantearnos qué estamos haciendo y qué vamos a hacer.


Hay veces que sabemos que tenemos que parar, cuando se está acabando el depósito de gasolina del coche paramos a echar combustible, no esperamos a que se acabe del todo, porque si se acaba del todo la solución es más difícil, vamos a tener que parar más tiempo (¡con la prisa que llevamos!).

Foto de Ville Mlettlnen
¿Sabes parar cuando el depósito se está acabando o no te das cuenta de que se te acaba la energía? Mi abuelo tenía un coche en el que no funcionaba la aguja que marcaba el combustible que quedaba, en alguna ocasión tuvo que dejar el coche en la cuneta e ir andando, todos preocupados porque no llegaba ¡cómo iba a llegar sin combustible!

Hay veces que se nos acaba la gasolina y no nos damos cuenta, pretendemos que el coche (el cuerpo, la mente, el humor…) siga andando, no nos permitimos repostar (dormir, sentarnos, desconectar, jugar…) y el coche deja de andar y nos obliga a pararnos. El cuerpo nos puede mandar una enfermedad para que paremos, espero que sepamos ver el indicador de combustible, sepamos sentir si estamos con el depósito en mínimos y aprendamos a parar.

Cuando empieza un curso, una clase, nos interesa saber cuándo van a ser los descansos. Si te vas un día a andar por la montaña llevas el almuerzo, parar con el bocadillo es uno de los mejores momentos del día.

En grandes comidas, como en Navidad, si no sabes parar de comer acabas con el estómago pesado, si no es con una indigestión. Paremos antes de llegar a la indigestión mental, de tanto contenido; a la indigestión de experiencias; a la indigestión de emociones… En la ciudad de Delfos, además del “conócete a ti mismo” a la entrada del templo de Apolo, encontramos otra gran enseñanza “nada en demasía” o “nada en exceso”. Un poco de vino es bueno, pero demasiado… Hacer deporte es bueno, pero en exceso…

Cuando estamos con algo importante y que requiere tiempo, algo que nos ocupa, vamos posponiendo todo, hasta posponemos el descanso, el pensar, para cuando lo acabemos. Si el tema es de tres semanas, todo lo dejamos para dentro de tres semanas: quedar con ese amigo o compañero de trabajo, arreglar el armario, ir al médico, pagar el recibo… Y cuando pasan las tres semanas y estamos soñando con descansar, nos encontramos con todo lo que hemos dejado para dentro de tres semanas, seguimos estando hasta arriba de cosas. Tenemos que planificar la parada, el descanso, reservar un hueco para ello, sino nunca lo encontraremos.

Hay que parar para recuperar la energía, todas las clases de energía: La energía espiritual si se nos ha extraviado el propósito, si queremos recuperar nuestro para qué, necesitas tiempo para poder escucharte; La energía física, si te sientes cansado, has dormido poco, has andado demasiado; La energía mental del pensar demasiado, dar demasiadas vueltas a la cabeza, quizá si paras después pensarás mejor; La energía emocional, la emoción que nos pone en movimiento.

Te puedes permitir parar, date permiso. ¿Cuándo vas a parar? ¿Cuál va a ser tu próximo descanso? Si estás abrumado programa uno, en el día, en unas semanas, dentro de tres meses… Cuanto más esperes para el descanso más tendrás que descansar. Encuentra lo que te recarga de energía.

sábado, 22 de noviembre de 2014

No hace falta inventar la rueda


No nos hace falta inventar la rueda. De forma natural nos apoyamos en lo que otros han hecho, han conseguido, antes que nosotros. No tenemos que inventar el fuego para poder cocinar, damos la luz pulsando un interruptor sin preguntarnos cómo funciona.

Los americanos lo llaman benchmarking, qué básicamente consiste en aprender de los demás, ver lo que funciona y aplicarlo.  Hasta cierto punto copiar, y si vas a copiar, lo suyo es copiar del que sabe, del que lo hace bien.

Recuerdo hace años, en mis primeras clases de inglés en el cole, cuando teníamos que aprender mucho vocabulario que el profesor preguntaba. Los que sabían: Alfonso, Diego… estaban rodeados de cuatro o cinco que aprovechaban ese conocimiento. Si copias a los que no saben los resultados van a ser peores, los que querían copiar se acercaban a los mejores, a los que sabían.

Tienes que copiar lo que te merece la pena. Los que copiaban el vocabulario en el examen conseguían un resultado en el corto plazo, que es aprobar el examen, pero quizá no conseguían un resultado de largo plazo que era aprender inglés ¿Qué quieres conseguir?

También podían haber preguntado a los que ya sabían cómo lo habían aprendido y adaptarlo a su realidad. No vale simplemente con copiar, igual lo que a otros les funciona a ti no te funciona, tienes distintas cualidades, distintos valores, distintas formas de hacer las cosas, tienes que adaptar eso que has aprendido a tu realidad. La pregunta es ¿Cómo puedo aplicar a mi realidad lo que hacen otros?

Lo primero es saber dónde quieres ir. Esther San Miguel (diez veces campeona de España de Judo, dos veces campeona de Europa, tercera del mundo y presente en las olimpiadas de Sídney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008) descubrió que es lo que quería viendo en la TV los juegos olímpicos de Barcelona 92, pensó que ella quería estar ahí, en unos juegos olímpicos. Tenía un sueño, un objetivo ¿Cuál es tu sueño?

Después ¿De quién aprender? ¿Quién ha inventado ya la rueda? Los que han llegado a donde tú quieres llegar, los que han vivido lo que tú quieres vivir. Esta semana he tenido el inmenso placer de escuchar y compartir conversación con Francisco Alcaide, autor del libro “aprendiendo de los mejores”, inspiración de este post, alguien que ya ha hecho cosas que yo quiero hacer y de quien he aprendido mucho y del que a buen seguro seguiré aprendiendo. Ahora toca adaptar lo que aprendido.

Tenemos una gran herramienta, la pregunta, podemos preguntar a los que ya han llegado, a los que tienen más experiencia. En esta era superconectada puedes probar a escribir, a llamar, a esa persona que admiras, contarle cuanto le admiras y pedir consejo, seguro que obtienes resultados, aunque no te conteste (casi seguro te contestará).

Una vez que tengas claro que es lo que hay que hacer toca hacerlo, aplicar la disciplina suficiente para hacerlo aunque no apetezca, encontrarás la energía si lo que quieres conseguir es suficientemente inspirador.

Esta es una labor de al menos tres pasos: saber qué es lo que quieres, ver quién ya está ahí y aprender de él o ella, para finalmente aplicar lo aprendido a tu realidad. ¿Quiénes son los mejores para ti? ¿Qué puedes aprender? ¿Cómo lo vas a aplicar?

viernes, 14 de noviembre de 2014

¿Controlas tu tiempo? ¿Controlas tu vida?

Foto de Infocux technologies
¿Cuántas veces te sorprendes diciendo “no tengo tiempo”? El tiempo es vida, prueba a cambiar la frase “¡no tengo tiempo!” por “¡no tengo vida!” Cambia la forma de verlo.

Esta semana me he encontrado más de una persona que comenta que no ha tenido tiempo para comer, que ha decidido no parar de trabajar. Más de uno con viajes urgentes, que se adelantan y se prolongan, cambiando su vida por esos viajes.

El problema no es no poder comer algún día (qué en el fondo puedes, después vas a rendir más), que tengas viajes imprevistos, que en ocasiones va en el sueldo. El problema es cómo eso te afecta y afecta a los que más te importan y si eso es crónico, se alarga en el tiempo.

Cuando sobre-trabajes una temporada, es bueno programar un descanso, un tiempo donde te vas a recuperar. Lo que suele pasar en realidad es que si estamos muy ocupados todo el mes de noviembre, tenemos un proyecto importante que vence el día 30 de noviembre, lo vamos posponiendo todo para el 1 de diciembre. Cuando llega el 1 de diciembre, que pensamos que vamos a estar más liberados, estamos sepultados en cosas pendientes que hemos dejado para ese día, a todos les decíamos hablamos el 1 de diciembre. La carrera sigue.

Es más inteligente y productivo reservar unos días más tranquilos del 1 al 10 de diciembre (el proyecto que acaba el 30 de noviembre podría haber acabado el 10 de diciembre), dedicar el día 1 a programar todo lo que hemos dejado pendiente e ir haciendo sin estar abrumados hasta el día 10 donde parte de lo pospuesto ya estará hecho e iremos cogiendo otra vez ritmo, poco a poco; Hay que recuperar las fuerzas bien empleadas el mes de noviembre.

Es muy importante tener esa fecha de llegada, esa fecha donde las cosas van a cambiar, ese momento de fin. Tener el momento de fin nos permite estar más enfocados. En toda marcha de muchas horas también se programan descansos, antes de agotar al cuerpo y que te de una pájara, como las de ciclismo.

Como ejemplo me encantan las madres trabajadoras, que cuidan y protegen su hora de salida para llegar a casa. Durante la jornada seguramente toman menos cafés, tienen menos charlas triviales, son más productivas y lógicamente se enfadan cuando se pone una reunión más tarde de la hora normal de salida. La cultura de la empresa puede ser otra, puede que la hora de salida sean las 18 y lo normal sea salir a las 20. Si vas a salir a las 20 programas tu trabajo para salir a esa hora, si quieres salir a las 18 te organizas para salir a esa hora y normalmente haces el mismo trabajo. Las fechas, las horas límites hacen maravillas.

Stephen Covey habla de la escalera del éxito, los esfuerzos que hacemos para subir por ella, muchos días, meses y años de esfuerzo. Cuando algunos llegan arriba se dan cuenta de que tienen la escalera apoyada en la pared equivocada ¿Tienes tu escalera apoyada en la pared adecuada? ¿Tienes claro dónde quieres llegar? ¿Estás dispuesto a pagar el precio?

Pon fechas límites, horas límites, te ayudarán a trabajar mejor, ser más productivo y hacerlo con más alegría. Ver el final del túnel anima a seguir avanzando.

Planifica una parada, un área de descanso, un tiempo de reflexión, para saber a dónde vas, si haces lo que tienes que hacer. Lo mejor es hacer lo que hay que hacer, no hay nada más absurdo que hacer eficientemente cosas que no hace falta hacer. Parar, pensar, descansar, conectar contigo y con los demás, conectar con la vida. La vida, el tiempo, se vive cada día.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Delegar, confiar, aceptar

La clave para encontrar tiempo para hacer cosas que te apetece hacer y para las que nunca “tienes” tiempo es dejar de hacer cosas. ¿Cómo voy a hacer eso? ¡Hay que hacerlo! Si hay que hacerlo y no quieres hacerlo tú el truco es delegarlo.

Encontramos un montón de excusas para no delegar, detrás de esas excusas pueden encontrarse otros motivos:
  • Creemos que lo hacemos muy bien (inconscientemente) y seguro que lo hacen peor. Somos perfeccionistas, perfectos desde nuestro punto de vista.
  • Tenemos un miedo oculto a que lo puedan hacer mejor que nosotros, lo que puede dañar nuestra autoestima, dependiendo de dónde la tengamos apoyada.
  • Nos cuesta pedir ayuda, incluso cuando hay personas que nos quieren ayudar.
  • Adoptamos el papel de víctimas, comentando lo abrumados que estamos, si nos ayudan ya no nos podemos quejar.


En la delegación debemos encontrar el espíritu de equipo, la colaboración. Estamos en sociedad, vivimos unos con otros y nos ayudamos. Hoy delego y tú me ayudas, quizá en algo que se te da mejor y mañana, tú delegas en mí, aceptemos el Quid pro Quo.



Además cuando ayudo me siento bien, permitamos a los demás que se sientan bien cuando nos ayudan o nos quieren ayudar y les dejamos. Dar oportunidades para que nos ayuden y tener la humildad suficiente para aceptar ayuda. No somos ni superhombres ni supermujeres.

Además delegar permite crecer al otro, si vas delegando progresivamente en él cosas de mayor responsabilidad, lo que se conoce por “Empowerment”. En muchos casos el que finalmente hace encuentra plena satisfacción en hacer. Estoy pensando en mi hija, que desde que ha aprendido a hacer las tortillas, que por cierto las hace de maravilla, una vez a la semana se encarga ella de la cena, con lo que además cena estupendamente, llena de orgullo… ¡Menudo descanso para su padre! ¡Hoy cenamos tortilla!

La delegación tiene la componente de enseñar, de comunicar bien lo que quieres y de ayudar en las primeras ocasiones. Delegar supone un trabajo inicial. Incluso podemos estar haciendo cosas que le corresponden a otro y en la delegación lo que hacemos es devolver las cosas a su lógica. Como ejemplo el recoger el cuarto de juegos de los niños por la noche. Hoy puede ser mucho más rápido, menos cansado y más eficaz recogerlo nosotros; pero si eso le repetimos todos los días, siempre recogemos nosotros (tenemos un alto coste en el largo plazo). Hoy es más difícil delegar en los niños, enseñarles a que recojan, clarificar cual es el resultado esperado; Si decidimos hacer el esfuerzo y delegar los resultados se verán en el largo plazo, cuando ellos recojan sin nosotros. Ocurre lo mismo en el trabajo y en los demás entornos.

Delegar tiene que ver con confiar en el otro, confiar en que es capaz, que puede, que aprende, que crece y que incluso lo puede hacer mejor que nosotros. Además si queremos delegar eficazmente debemos aceptar el resultado o ayudar en la mejora o el cambio, no desde la crítica sino desde la comunicación asertiva.

Me estoy acordando de esas madres-mujeres, como la madre de mis hijos, que delegan por la mañana que vistas a los niños para ir al cole, con plena confianza de que van a ir vestidos adecuadamente y aceptan cuando ven a los peques la ropa que llevan puesta. Si no eres capaz de delegar, confiar y aceptar, acabarás haciendo tú las cosas (o al menos preparando la ropa por la mañana).


¿Quieres tener tiempo para hacer cosas para las que ahora no dejas tiempo? ¿Qué vas a dejar de hacer? ¿Qué vas a delegar? ¿En quién confías? ¿Quién va a estar encantado y le va a servir asumir nuevas responsabilidades? Escoge tres cosas a delegar y las personas en las que vas a delegar, después ponlo en práctica.

miércoles, 22 de octubre de 2014

¿Sabes decir "NO"? ¿Te respetas?

Desde pequeñitos nos enseñan a decir “SI” incluso cuando no nos apetece. ¡Anda cariño dale un beso a esa señora! Y el niño da ese beso que no le apetece. Aprendemos a ceder.

Cuando crecemos y nos preguntan ¿tienes un minuto? ¡Cómo vamos a decir que no! Tenemos un montón, y ese minuto se convierte en media hora. Decir que “NO” nos parece una falta de respeto por los demás, es no tenerles en consideración.

Muchos, hablando de saber decir que “no” me han dicho ¡a que a ti no te gusta que te digan que no! Estoy de acuerdo, no me gusta, pero lo respeto y lo acepto. Respetar y considerar a los demás incluye aceptar las negativas.

¿Qué sucede cuando SIEMPRE decimos que “SI”? Si nos sobra mucho tiempo no pasa nada, tenemos abundancia para hacerlo todo, lo que no suele ser el caso. Nos buscarán en futuras ocasiones, siempre decimos SI.

Cuando decimos “SI” a una petición-propuesta estamos diciendo “NO” a otras cosas, es el coste de oportunidad, lo que no hacemos por hacer algo. Podemos estar dejando de hacer cosas que son importantes para nosotros. Cuando no decimos “no” a lo urgente se lo podemos estar diciendo a lo importante

La mejor forma de encontrar fuerza para decir “NO” es conocer que es lo importante, a qué estamos diciendo “NO” cuando decimos “SI”: A estar con nuestros hijos, a ver esa puesta de sol que para otro no es importante y para nosotros sí, a visitar al abuelo, a dormir lo suficiente, a hacer ejercicio regularmente… Cada uno decimos “NO” a diferentes cosas cuando decimos “SI” ¿Cuáles son las tuyas?

Puedes decir “NO” y seguir respetando al otro; trabajando la asertividad, diciendo lo que piensas, lo que sientes, lo que necesitas, sin ser agresivo, sin ser ofensivo, con cariño. De esta forma respetas al otro y te respetas a ti mismo. Si sabemos qué es lo importante sabremos decir no a muchas distracciones sin perder la sonrisa.

Algunas razones para decir “NO”:
  • No cuenta lo que empiezas, cuenta lo que acabas.
  • Haz menos cosas al año de modo que las acabes.
  • Decir “No” ahora permite decir “Si” después a otras cosas. Te deja tiempo para ser flexible.
  • Decir “No” pronto hace todo más fácil que si lo dices después. Cuando te has comprometido a algo cómo te vas a echar atrás



Tampoco la cuestión está en decir “NO” siempre, vivimos en sociedad, nos ayudamos, nos aportamos mutuamente y disfrutamos de la interacción, nos gusta apoyar al otro. Cada uno debe encontrar su equilibrio entre la consideración a los demás (decir SI) y el respeto por nosotros mismos, teniendo el coraje de decir NO. Las relaciones en las que ganamos todos se construyen desde este doble respeto.



Es un ejercicio de consciencia saber cuándo decir “SI” y cuándo decir “NO”. Si te cuesta decir no practica, prueba a decir no una vez al día a algo a lo que sueles decir si de forma automática y comprueba que pasa. Igual no es para tanto.



Aunque tengamos mucho trabajo no tiene porqué ser malo decir “SI” a un café y a una buena conversación, en el equilibrio está la virtud. Que el tiempo te permita disfrutar de tus sís y tus nos.

domingo, 5 de octubre de 2014

Los tres grandes: dormir, comer y hacer ejercicio

Este es un post de domingo ¿Cómo estás de energía? ¿Has cargado las pilas durante el fin de semana? ¿Has descansado o te has cansado?  Dicen que al crear el mundo Dios descanso al séptimo día.

Estamos en el mundo de la prisa y cómo tenemos tanta prisa no paramos ni el domingo, pero ¿Sabemos a dónde vamos? ¿Sabes a dónde vas? Hacemos nada a toda velocidad ¿Cuántos días te ha pasado que al ir a la cama estás agotado y no sabes qué has hecho? Nada a toda prisa.

Puede que sea momento de frenar, de observar, de reflexionar. Quizá sea momento de vivir más despacio y disfrutar más de las cosas. Puede que vayamos más despacio y hagamos más, ya lo dice el dicho “Vísteme despacio que tengo prisa”

Volvamos a la pregunta inicial ¿Cómo estás de energía? Y podemos distinguir ¿Cómo estás de energía física? ¿De energía emocional? ¿De energía mental? ¿De energía espiritual?

Como queremos aprovechar el tiempo, vivir la vida, si no tenemos energía ¿De dónde viene la energía? Empecemos por la base, la energía física ¿Qué hace que nos sintamos bien físicamente? Y aquí encontramos los tres grandes: Dormir, comer y hacer ejercicio.

Emko Bos (Licensed under creative commons)

Primer grande: DORMIR. El día que no dormimos lo suficiente y mucho peor si habitualmente no dormimos lo suficiente, nos cuesta más hacer todo, no nos centramos, cometemos más errores. En ocasiones, para ganar tiempo, se nos recomienda levantarnos media hora antes, para ir media hora por delante. Y qué rápido se pierde esa media hora si el descanso es insuficiente. “A quien madruga Dios lo ayuda” y “No por mucho madrugar amanece más temprano” ¿Con cuál te quedas?

¿Cuánto tienes que dormir? Pues depende de cada uno. Tienes que empezar a escucharte y ver cuantas horas necesitas, a qué horas descansas más y si depende de lo que hagas durante el día. Las horas de sueño también tienen su componente de hábito y si estás acostumbrado a dormir mucho tu cuerpo se resiente si disminuyes el número de horas de sueño. Tendrás que darte tiempo si quieres cambiar de hábito.

Segundo grande: COMER ¿Qué tal comes? Al acabar de comer estás demasiado lleno. Dicen que nos tenemos que quedar con un poco de hambre. El cuerpo tarda en mandarnos la señal de que no necesita más y si mientras llega la señal seguimos comiendo, el resultado es que hemos comido demasiado, estamos llenos, nos entra sueño. Primer consejo: comer despacio; nos llenaremos menos mientras llega la señal. Segundo consejo: hacer cinco o seis comidas al día poco copiosas, así el cuerpo se repone a la vez que va gastando y tercer consejo: comer lo adecuado (de esto no vamos a escribir aquí porque hay biblias al respecto y seguro que sabes lo que te conviene – en otro post contaremos cómo conseguir la fuerza de voluntad).

Tercer grande: HACER EJERCICIO. Seguro que no hay que defenderlo mucho, nos gusta encontrarnos en forma. Si te cuesta hacer ejercicio es que quizá no has encontrado el que te gusta, te empeñas en correr y no te gusta o en nadar y te aburres. Busca el ejercicio que te guste: bailar, andar, ir en bici. Además haciendo ejercicio necesitarás dormir menos. Todo está conectado.

Si cuidamos los tres grandes: dormir, comer y hacer ejercicio; ellos nos llevan a encontrarnos mejor, estar de mejor humor y relacionarnos mejor con los demás (energía emocional), poder concentrarnos y pensar (energía mental) y a centrarnos en nuestro propósito (energía espiritual).

Si gestionas bien tu energía física es un buen comienzo, ya seguiremos profundizando en cómo potenciar el resto de energías. Si no lo gestionas bien nos llegará alguna enfermedad, igual no muy grave, como un buen catarro, una gripe… que nos harán parar, comer mejor o incluso hacer ejercicio. Espero que no necesitemos un susto mayor.

Escucha tu cuerpo, no siempre es fácil, él nos dice si ha dormido demasiado o poco, si ha comido demasiado o poco o si necesita algo más de ejercicio o nos estamos pasando.


Tenemos tiempo, no hay prisa, después de las 24 horas de hoy vendrán las de mañana. No vayamos tan rápido que se nos olvide disfrutar del camino.

viernes, 5 de septiembre de 2014

“El hábito no hace al monje” ¿o sí?...

Un hábito es un comportamiento que repetimos regularmente, sin esfuerzo consciente, en muchos casos sin darnos cuenta. Hacemos en modo automático.

Somos criaturas de hábitos, lo que hicimos ayer tendemos a hacerlo hoy. Es el magnetismo del status quo.

¿Conoces cuáles son tus hábitos? ¿Qué haces cuando te levantas? ¿Al llegar al trabajo? ¿Antes de acostarte? ¿Qué actividades repites todos los días, o algún día de la semana concreto?

Si tienes la rutina de ir a correr todos los días, el día que no corres te duelen las piernas, te están empujando a que vayas a correr. Si acostumbras a leer todos los días antes de dormir, si no lees te cuesta dormir.

Al entrar en casa puede ser que automáticamente enciendas la tele o la radio, puedes hasta preguntarte en alguna ocasión si has sido tú el que lo ha hecho.

Los hábitos que tengamos marcarán nuestros resultados, lo que disfrutemos de la vida, el nivel de energía que tengamos. Todo esto casi sin darnos cuenta.

Los hábitos negativos minan y destruyen, los positivos revitalizan.

Te invito a que observes cuáles son tus hábitos, los positivos y los no tan buenos. También reflexiona cuales son los hábitos que te pueden resultar convenientes (ejercicio, comer sano…), que te gustaría adquirir y mantener.


La valoración de los hábitos que nos convienen es responsabilidad de cada uno. Leer la prensa puede ser una obligación, un disfrute o manera de desconectar o un ladrón de tiempo, sobre todo si se hace en exceso.

Seguro que llegas a algunas conclusiones. ¿Quieres obtener resultados diferentes? Entonces tendrás que hacer cosas diferentes.

En el momento del cambio nos encontramos con la Ley de la Inercia: las cosas tienden a seguir igual. Desde el punto de vista de la física, en movimiento si estaban en movimiento o quietas si estaban quietas, siempre y cuando no apliquemos una fuerza.

Para adquirir un nuevo hábito debemos vencer la inercia de no hacer. La regla del 21: “al repetir, con voluntad de asumir, 21 veces algo, lo convertimos en un hábito”

Los hábitos se adquieren por repetición cuando se tiene la voluntad de adquirirlos ¿Tienes 21 días por delante? Cada día irá costando menos hasta que salga de forma automática.

El truco para empezar “sólo cinco minutos”. Seguro que puedes leer cinco minutos, o estudiar inglés sólo cinco minutos. Una vez que te hayas puesto ya es sólo cuestión de continuar. Después de 21 días será más fácil.

La inercia también nos pone dificultades para abandonar un hábito que ya tenemos arraigado y no nos gusta. Quizá nos falta fuerza de voluntad para dejarlo, como el dejar de fumar.

Normalmente hay desencadenantes que nos llevan al hábito, rutinas adquiridas, por ejemplo el cigarro al levantarte. La propuesta es sustituir unos hábitos por otros, cuando te apetezca fumar ese cigarro decide que vas a hacer otra cosa.

“Siembras un pensamiento, cosechas una acción; siembras una acción, cosechas un hábito; siembras un hábito, cosechas un carácter; siembras un carácter y cosechas un destino”. Atribuida al Yogui Raman.

Los hábitos nos pueden ayudar a obtener mejores resultados con menos esfuerzo. Tienes la responsabilidad de tus hábitos, decide cuáles quieres tener.


Te propongo que empieces por adquirir uno en los próximos 21 días. Si ahora no ¿para cuándo? Si tú no te responsabilizas de ello ¿quién lo hará?

jueves, 28 de agosto de 2014

Vuelta de vacaciones - ¿Qué resultados quieres?


El mes de agosto se acaba, el mes de vacaciones por excelencia, aunque algunos no habrán podido disfrutar de un placentero descanso. Cada uno tenemos nuestros ritmos, nuestros tiempos.

Enseguida nos empezarán a hablar en las noticias del síndrome (estrés, depresión) postvacacional. Se suelen esperar con expectación las vacaciones y cuándo estas se acaban vuelve el trabajo-estudio ¿Es duro y malo el retorno al trabajo? ¿Supone el retorno a la rutina? ¿Te gusta la rutina? Suele depender del punto de vista, para unos es un calvario, para otros es una liberación ¿Puedes escoger tu punto de vista?

Te propongo disfrutar de la vuelta al trabajo, ver las cosas positivas, como el reencuentro con los amigos al volver al cole. Aprovechar el momento para la observación-reflexión, vislumbrar el camino y estudiar el mapa para llegar al objetivo.

Es un momento especial, es un momento para los buenos propósitos. En el año tenemos dos momentos así, que solemos reservar para mirar al futuro valorando el pasado: el final de las vacaciones (comienzo del año laboral-académico) y el comienzo del año (Enero). En estas fechas se llenan los gimnasios porque nos vamos a poner en forma.

Reserva un rato, te voy a recomendar un libro, un libro que habla de tu futuro, dónde puedes encontrar cómo va a ser tu vida, cómo la vas a vivir ¿Te interesa leerlo? ¿Tienes curiosidad? ¿Quieres saber dónde se puede conseguir? Lo puedes conseguir en cualquier papelería, un libro en blanco, un cuaderno, dónde tú podrás escribir tu vida, podrás escoger que haces con lo que te pasa y cómo quieres vivir.

Empieza por escribir dónde quieres llegar, cuál es la meta. Mucho mejor si lo escribes porque lo que escribes se suele cumplir, especialmente si crees en ello “Creer es crear”. ¿Tienes claro que resultados quieres conseguir? Me gusta más hablar de resultados que de objetivos, se ve más claro.

Es importante hacer la reflexión, si no sabes dónde quieres ir ¿Cómo vas a llegar? ¿Cómo encontrar el camino? Séneca lo decía de otra forma “Ningún viento es favorable para el marino que no sabe a dónde ir”.

El siguiente paso es definir la ruta, cómo llegar a esos resultados, mucho mejor sin esfuerzo, a través de hábitos, que ejecutamos de forma semi-automática una vez adquiridos, aunque al principio nos costase. La vuelta al trabajo es buen momento para el cambio, la transformación, para abandonar los hábitos que no nos gustan-convienen por otros que nos vengan mejor.

El camino se anda paso a paso, lo importante es empezar y después va siendo más fácil continuar y ver el camino, explorar nuevas rutas. Así que toca dar el primer paso, define qué resultados quieres lograr, mejor por escrito, en una cuartilla es suficiente (yo voy a hacer lo mismo ahora que vuelvo de vacaciones).


La semana que viene prometo un post que hable de los hábitos, que nos van a ayudar a conseguir los resultados.

viernes, 25 de julio de 2014

Las vacaciones - el Yin y el Yang

El Yin y el Yang representan la dualidad, de lo opuesto y lo complementario, el bien y el mal, lo grande y lo pequeño, donde no existe lo uno sin lo otro. El estrés y el relax. En las vacaciones encontramos esa dualidad.

Nos han hablado mucho del estrés post-vacacional, cuando volvemos al trabajo o a la rutina habitual. ¿Cuántas veces sientes el estrés pre-vacacional?, del que no nos han hablado, dejar todo cerrado y ordenado en el trabajo o en casa, preparar unas vacaciones que tenemos la “obligación” de disfrutar, cuantas discusiones y gritos hay por preparar la salida, por decidir si playa o montaña. Y el estrés vacacional, por hacer muchas cosas, porque hay que aprovechar, porque cambian las relaciones con los de cerca, familia o amigos, porque tenemos la obligación de disfrutar y nos hemos fijado unas expectativas, nos ponemos el listón alto. Llegan las vacaciones y en ocasiones, al perder la tensión, nos sentimos cansados, apáticos, desganados.

La semana antes de irnos de las vacaciones suele ser un momento muy productivo, donde hacemos orden, cerramos muchas cosas pendientes (sobre todo las importantes, o así debería ser), delegamos otras, decidimos que ya no merece la pena hacer algunas (que nos estaban ocupando espacio en la cabeza) y dejamos para más adelante lo no prioritario.

Durante las vacaciones nos podemos relajar, disfrutar de los regalos de cada día, simplemente estar. Una oportunidad para desconectar de la rutina, del trabajo, de las obligaciones, de algunos problemas y conectarnos con nosotros y con los que queremos. También podemos decidir qué hacer y decidirlo con los demás, si son vacaciones compartidas. Plantearnos hacer algo cada día, que nos guste, creando el propósito. Son un regalo para tener nuevas experiencias, entrar en un ritmo nuevo.

Tiempo de descanso, para parar, observar y observarte. Un buen momento para la charla tranquila con los demás o con uno mismo, para recuperar la capacidad de hablar de nada, del tiempo, donde la conversación tiene su fin en sí misma. Fluir, dejarse llevar, disfrutar del tiempo tranquilo.

La vuelta de vacaciones es momento para fijar nuevos objetivos, abandonar hábitos laborales-rutinarios negativos, menos fuertes al haberse dejado durante las vacaciones y adquirir hábitos nuevos que nos puedan llevar a nuevas satisfacciones. Cambiar nosotros para que los resultados cambien. Empezar de nuevo, renovados.


Espero que en tus vacaciones encuentres y disfrutes la parte buena de la dualidad, te sirvan para recargar baterías y entrar en el día a día con energía renovada. Sepas superar el estrés y disfrutes de ellas. Este es un buen día para empezar.

viernes, 4 de julio de 2014

Empezar - ¿Para qué?

Empezar a hacer algo muchas veces cuesta, aunque apetezca, sepas que conviene, estés convencido de que es lo que quieres-tienes que hacer. Eso me pasa con este blog, llevo sintiendo ganas de empezar desde hace más de un año, dos o tres.

Primer truco para hacer las cosas, empezar, vencer la barrera de la pereza (concepto prestado de Sandra, una compañera de curso). Para ir a correr lo que más cuesta es ponerse las zapatillas y salir a la calle; una vez en la calle, esa inercia que hacía que no saliésemos es la que nos impulsa a seguir, “ya que he salido pues corro”. Ahora me aplico esa medicina y empiezo a escribir. ¿Dónde quieres aplicar esta medicina? ¿Qué quieres empezar y no empiezas?

El tema de la “gestión del tiempo” de la “gestión de la vida” es un tema que me apasiona, me late, que todos vivimos en nuestro día a día, de forma consciente o inconsciente y que nos permite-facilita hacer, lograr, disfrutar, sentirnos satisfechos o insatisfechos.

Alguna vez has dicho “¡no tengo tiempo!”. ¿Estás de acuerdo en que el tiempo es vida? Prueba a cambiar “¡No tengo tiempo!” por “¡No tengo vida!”. Cambia tu consciencia sobre la situación. En lugar de decir a un amigo “No tengo tiempo para tomar un café contigo hoy” prueba “No es una de mis prioridades tomar café contigo hoy”. Suena de otro modo, no se lo digas, igual se enfada. Verlo así ayuda a ser conscientes de nuestras prioridades.

El tiempo no se vive sólo, vivimos con los demás, en casa, en el trabajo, con los amigos… Qué decidimos hacer tiene su impacto, sus consecuencias, en nosotros y en otros. Equilibrar lo que quiero con lo que quieren, lo que necesito con lo que necesitan, ahí tienes el reto.

Como es un tema que me apasiona, leo, veo, escucho y comparto con muchos amigos-conocidos experiencias de vida, técnicas, trucos, anécdotas que quiero compartir. Una AMIGA me recuerda a menudo la importancia de preguntarse ¿Para qué? ¿Dónde me/nos lleva esto?

¿Para qué este blog? Para compartir la inquietud por el tiempo, por la vida, por la buena vida (que para cada uno será distinta). Ser más conscientes del tiempo, cómo lo vivimos, aprender a decidir y hacer. Creo que nos puede ayudar a ser más felices, disfrutar más nosotros y los de alrededor, recorriendo caminos y viviendo experiencias que queremos recorrer y vivir. E incluso lo que piensa todo el mundo, nos puede ayudar a hacer más cosas. Igual la respuesta no está en ¿Cómo hacemos más cosas? sino en ¿Qué cosas dejamos de hacer qué nos permitirán hacer otras?

Espero que si decides acompañarme en el camino algunas de las cosas que aparezcan en el blog te sirvan, es un buffet, sírvete a tu gusto, prueba que te funciona, afortunadamente cada uno somos distinto y no hay una respuesta única. Elige tu camino, elige qué quieres hacer, pensar, sentir, vivir.