jueves, 28 de julio de 2016

Sin carga se avanza más rápido

El trastero tiende a estar lleno de trastos, los armarios llenos de ropa, mucha de la cual nunca usamos, los cajones también llenos y los archivos repletos de papeles que hace años que no usamos.

Lo mismo puede pasar con nuestra lista de pendientes, cosas que están ahí desde hace tiempo y que probablemente nunca hagamos. La agenda se va llenando, el tiempo disponible se llena.

La ley de Parkinson aplicada a los almacenes nos dice que se van acumulando cosas hasta llenar el espacio disponible, a más espacio más cosas y probablemente más difícil será encontrar algo que nos sea útil.

Lo mismo pasa con el tiempo, las cosas que hacer crecen hasta llenar el tiempo disponible, de modo que sin darnos cuenta no nos queda un solo minuto libre.

Esto combinado con la segunda ley de la termodinámica que nos advierte de que la entropía tiende a crecer, siendo la entropía el grado de desorden. De esta forma el grado de desorden tiende a crecer a no ser que hagamos un esfuerzo consciente por ordenar de vez en cuando.

Lo vemos fácilmente en nuestra habitación, dónde si no ordenamos periódicamente el grado de desorden crece y en poco tiempo no somos capaces de encontrar nada en poco tiempo.

Lo que nos vienen a decir la ley de Parkinson y la segunda ley de la termodinámica es que hay que hacer limpieza y ordenar si no queremos sumirnos en el caos.

Esto aplicado a las cosas que tenemos en nuestra lista de pendientes puede darnos la claridad que nos ayuda a ser más productivos. Estos pasos te pueden ayudar en el camino:
  1. Tener claro lo que tienes pendiente: igual que sacas las cosas del cajón para poner orden saca los pendientes de la cabeza y escríbelos en un papel. Te ayudará a poder ver, a ser consciente.
  2. Limpia, elimina: elimina todos los pendientes que ya no te sirvan, lo que ya no te aporte, lo que no tengas pensado hacer, lo que le toque a otro o lo que lleve demasiado tiempo.
  3. Ordena: Pon un sitio para cada asunto que queda, un plazo y una prioridad. Si se ha quedado en la lista de pendientes es que consideras que es bueno que lo hagas, pon una fecha para iniciar la primera acción que te lleve a avanzar.

Si después de esto la lista de pendientes es todavía demasiado larga tendrás que volver a repetir el punto dos y seguir decidiendo que no hacer. Si no da tiempo a todo, si no cabe todo, por mucho que lo tengas en la lista no se va a poder hacer y lo único que va a generar es ruido.

Como recomienda el método GTD, si hay algo que te parece de mucho valor, que quieres hacer y ahora no puedes, pásalo a una lista de tal vez algún día, sabiendo que no lo vas a hacer en el corto plazo. Revisa esa lista una vez al mes y durante el día a día quítatelo de la cabeza.
Cargas demasiado pesadas para llevarlas
Los montañeros lo saben bien, en la mochila solo debes llevar lo imprescindible, el secador seguramente es mejor dejarlo en casa. La mochila la vas a tener que llevar todo el camino, así que es bueno que pienses bien que llevar.

También los globos para subir sueltan lastre, lo mismo puedes hacer tú este mes de agosto, soltar lastre, quitarte carga que no te toca, no te aporta y solo te frena.

Por mi parte este mes de agosto me libero del compromiso de escribir todas las semanas en el blog, los objetivos deben ser flexibles y en este caso también conviene descansar. Os deseo un estupendo mes de agosto.

viernes, 22 de julio de 2016

La trampa del perfeccionismo

Un niño se cae de media 4.000 veces antes de aprender a andar, cuando empieza no lo hace perfecto, persevera y finalmente consigue andar. Todos nacemos con esa capacidad de perseverar para aprender, de aceptar el error, de caernos y levantarnos.

Cuando crecemos aprendemos a tener miedo al error, a la equivocación, a no ser perfectos. Aunque la cabeza nos dice que todo el mundo puede equivocarse no queremos permitirnos esas equivocaciones. Creo que por eso los niños aprenden más rápido, van probando, caerse es un paso más antes de conseguir andar.

También para aprender a andar en bicicleta, nos tenemos que arriesgar a caer, sin riesgo el aprendizaje es más difícil. Si la primera vez que nos caemos dejamos de intentarlo nunca aprenderemos.     

Cuando alguien con más años intenta aprender a patinar, a esquiar, además de aprender la habilidad tiene que ser capaz de vencer el miedo a caerse. Con los años una caída duele más, no solo porque el cuerpo se resiente más, también hemos aprendido a aceptar menos nuestros errores.

“Cuando vamos a por algo corremos el riesgo de no conseguirlo, si no vamos tenemos la seguridad de que no lo conseguiremos”

Si queremos volver a avanzar cómo cuando éramos niños tenemos que des-aprender a ser tan exigentes con nosotros mismos, tenemos que dejarnos probar y aceptar nuestras equivocaciones.

La auto-exigencia, el perfeccionismo, nos paraliza y por eso no cantamos como hace un niño, por vergüenza al qué dirán, por miedo al ridículo.

No solo dejamos de cantar, también nos ponemos excusas para empezar nuevos proyectos o montar nuevos negocios, por si acaso no funcionan, para ahorrarnos la posibilidad de que fracasen con lo que también nos ahorramos la posibilidad de que triunfen.

Entre la chapuza y lo perfecto existe un gran espacio, para avanzar tienes que darte permiso a hacer en ese espacio.
Suficientemente bueno en lugar de perfecto (así ya vale)
El perfeccionismo paraliza, nunca va a estar suficientemente bien y nos lleva a posponer proyectos y hasta decisiones, hasta que tengamos toda la información que nunca tenemos.

Hace unos días podía leer en la camiseta de una amiga “If you never try you’ll never know” (Si no lo intentas nunca lo sabrás) ¿Te vas a quedar sin saberlo?

Cuando haces puedes equivocarte, si no haces te quedas sin avanzar seguro ¿Quieres asumir el riesgo y poder conseguir algo o prefieres quedarte en el sofá pensando lo que podría haber sido?

Párate y observa que estás posponiendo porque crees que no tienes la suficiente información, porque piensas que no sabes lo suficiente, porque puede fallar. Si empiezas a dar pasos el camino se irá aclarando, quizá solo es miedo a que no salga bien. Ponte en lo peor ¿realmente es tan malo?

Si estás dudando ponte en marcha, con perseverancia podemos conseguir más cosas de las que creemos.

Y si lo que estás pensando es que dirán los demás, siempre encontrarás quién te critique y quién te apoye, creo que es mejor quedarte con los que te apoyan.

“Conformarse” con o aceptar lo suficientemente bueno ahorra el tiempo y el esfuerzo de la perfección. Dilema entre una solución satisfactoria que te ha llevado poco tiempo o la mejor opción que está aún por descubrir.

miércoles, 13 de julio de 2016

Trabajar en casa, el fin de semana o en vacaciones

En un momento en el que el teletrabajo puede facilitar muchas cosas también trabajar en casa puede ser complicado o podemos complicarnos al trabajar en casa. En casa podemos tener muchas más distracciones.

Es habitual encontrar personas que pasean los papeles y el ordenador del trabajo a casa, con la intención de acabar algo esta noche y al día siguiente vuelven con los papeles sin tocar y el ordenador sin encender. A mí me ha pasado alguna vez.

Si es el fin de semana, además, tienes en la cabeza en todo momento ese trabajo pendiente sin hacer que no te permite disfrutar, como cuando de estudiante tenías examen al día siguiente y te ponías a ver una película.
Teletrabajo de página de empresariados.com
Existen tres pasos claves que harán que puedas avanzar en lo que te hayas propuesto (estudiar, hacer ese informe o escribir este post) y que puedas disfrutar de tu tiempo en casa  y con los de casa.

1.    Planifica. Establece límites de tiempo y espacio antes de llevarte los papeles, define cuándo y dónde vas a trabajar. Si llevas los papeles para trabajar esta noche puedes establecer que vas a dedicar una hora después de cenar y no más.

En el trabajo los límites están normalmente más claros, hay un tiempo y un espacio, en casa tú eres el responsable de fijar ese límite.

2.    Tiempo predecible en el que estarás disponible. El límite, el tiempo en el que no estás disponible, tiene que venir acompañado de otros momentos en los que sí lo estarás. Momentos no dedicados a trabajar, dedicados a tus temas personales y familiares.

Especialmente si tienes pareja o hijos, podrán respetar mucho mejor los límites que has puesto en el apartado anterior si saben en qué momentos podrán contar contigo. Si te pasas tu tiempo en casa trabajando te vas a perder la vida en familia. La cosa se complica cuando tienes hijos y también se vuelve mucho más divertida.

3.    Comparte y acuerda  estos tiempos y espacios con aquellos con los que convives. Pueden ser compañeros de piso, tu pareja, hijos o tus padres.

Si compartes cariño, espacio, inquietudes también querrás compartir tiempo y si cada uno se organiza por su cuenta es posible que paséis por el mismo espacio sin coincidir. Los planes conjuntos suelen funcionar mejor y si has hecho planes por tu cuenta, por lo menos comunícalo.

Peor que saber que no puedes contar con quien te acompaña es no saber siquiera si está o no está, dudar de si está disponible. Puede que esté de cuerpo presente y de pensamiento ausente, con lo cual quizá estaría mejor trabajando. Si estás en casa estate.

Lo mismo sirve para trabajar en vacaciones o para tu ocio personal en los fines de semana. Por mi parte acostumbraba a ir a jugar al pádel con los amigos de 9 a 11 de la mañana los domingos para poder estar en casa cuando todos se empezaban a mover.

También es una buena opción, quizá mejor, la de no trabajar en vacaciones, ni por las noches, ni los fines de semana, puede que te ayude a aprovechar mejor el tiempo de trabajo en otros momentos.

Hay tiempo para hacer muchas cosas, quizá no para todo, fija tus prioridades y decide si realmente quieres hacer eso.

viernes, 8 de julio de 2016

Puedes escoger lo que haces y cómo sentirte

La semana pasada fui a Vitoria a un tratamiento médico, unos 120 kilómetros (pago de gasolina y autopista) más el tiempo invertido. Al llegar resultó que me habían cambiado la cita para esta semana y el viaje había sido para nada. Además había ido en ayunas y tenía bastante hambre.

Con toda amabilidad me comentaron que me habían dejado un mensaje de voz, que yo no había escuchado, avisando del cambio. Ante esta situación ¿Qué hubieses hecho?

Podía escoger enfadarme, montar un pollo a la persona que me estaba atendiendo y mostrarme muy indignado. Creo que sólo hubiese conseguido irme cabreado, con mal cuerpo y que la mala sensación me durase hasta la semana siguiente para volver a ir cabreado.

Podía escoger empeñarme en que me hiciesen el tratamiento, consiguiendo en el mejor de los casos que varios profesionales dejasen lo que estaban haciendo e improvisasen una solución, con lo cual igual el tratamiento no era óptimo.

En su lugar escogí ver cómo yo había contribuido y desde ahí aprender, escuchando los mensajes todos los días (así no me hubiese pasado) o quitar el buzón de voz.

Por otra parte decidí hacer lo que mejores resultados podía dar para todos, para la persona que me atendía, para mi mujer que me acompañaba y para mí mismo: Disfrutar de un estupendo pincho de tortilla y un café con leche en buena compañía, disfrutar de la conversación en el camino de vuelta. Aunque ir a Vitoria a comer un pincho de tortilla saliese un poco caro, no estuvo mal.

Además esta semana he podido ir con más ganas, mejor carácter y mejor dispuesto otra vez a Vitoria. El que primero hubiese sufrido el cabreo hubiese sido yo y después los más cercanos.

Hay veces que las cosas no salen cómo queremos, estamos en un aeropuerto y se retrasa el avión (algo habitual), podemos cabrearnos o aprovechar para hacer muchas de las cosas que se pueden hacer en un aeropuerto. En una ocasión que viajaba con un compañero se nos retrasó el vuelo cuatro horas y el aprovecho para hacer deporte y darse una ducha. Hasta ese momento no se me hubiese pasado por la cabeza algo así.

Si te encuentras en un atasco del que no puedes salir, el cabreo sólo te va a hacer daño a ti mismo y a los que te acompañen. Puedes escoger cómo encararlo, como te vas a sentir y quizá hasta aprovechar para relajarte o escuchar música.
Un libro que no te puedes perder
Víctor Frankl en su libro “El hombre el búsqueda de sentido” afirma que siempre podemos escoger cómo sentirnos ante las situaciones y hacía esta afirmación desde un campo de concentración en la segunda guerra mundial. Si no has leído el libro te lo recomiendo para este verano ;-).