miércoles, 29 de abril de 2015

La escalera del éxito

Stephen Covey cuenta como mucha gente se pasa toda la vida escalando por la escalera del éxito para llegar arriba y darse cuenta de que está apoyada en la pared equivocada.

¿Qué es el éxito? Cada uno podemos tener nuestra propia definición, aunque a falta de ella nos conformamos con buscar el éxito social, tener un puesto reconocido por los demás, un buen sueldo, poder, etc.

Si te paras a pensar qué éxito persigues, igual te das cuenta de que tu objetivo es la felicidad, de que ese es el éxito. Esa felicidad se encuentra en las pequeñas cosas, en lo sencillo, en contar con buenos amigos, agradables conversaciones, estar cerca de los seres queridos, hacer ejercicio, vivir en contacto con la naturaleza.

Muchas veces sacrificamos lo que más queremos en la búsqueda del éxito social, en subir por una escalera de éxito apoyada en la pared equivocada, olvidando que la vida está más en el camino que en el objetivo.

Para tener claro tu definición de éxito te invito a que escribas la respuesta a una pregunta ¿Cómo quieres vivir? La respuesta no tiene que ser muy extensa, 10 líneas son más que suficientes, cuanto más corta más claro lo tendrás. La respuesta te puede ahorrar mucho tiempo y esfuerzos.

Esta semana encontré una publicación que te puede dar pistas para encontrar tu respuesta: 7 claves que te ayudarán todos los días a ser feliz

Parece una pregunta fácil, a mí escribir una respuesta me ha llevado 6 meses y todavía no lo tengo claro. Por eso insisto tanto en preguntar ¿qué es lo que quieres? A ver si encuentro ideas.

Te dejo con la fábula del banquero y el pescador:

sábado, 25 de abril de 2015

Concentración - Pomodoro

Una de las características de esta época es la falta de concentración, la ausencia del presente, del aquí y ahora. Hay quien tiende más al pasado, a un pasado que recuerda como mejor o a un pasado que recuerda negativamente y que siente le condiciona el presente. Otros tienden más al futuro, a ensoñar, a planificar, a esperar que algo cambie sin hacer nada. Algunos optan por estar en el presente.

Lo único que vivimos es el momento presente y desde este presente construimos nuestro futuro, que depende de nosotros en gran medida, aunque las circunstancias influyen, lo determinante es que hacemos con nuestras circunstancias.

A esta falta de presencia, de concentración, podemos añadir la falta de constancia, el ir cambiando rápidamente de una cosa a otra, la multitarea, saltando de un lugar a otro sin acabar nada.

Recibimos multitud de estímulos que tratan de captar nuestra atención, tenemos múltiples opciones disponibles, para trabajar o para entretenernos. Tenemos tanto que podemos-queremos hacer que en ocasiones nos perdemos por el camino de un sitio a otro sin acabar nada.

Tengo costumbre de ir a las bibliotecas y observar, ver cada cuanto tiempo los que están por ahí se desconcentran, miran el móvil, salen a dar una vuelta, charlan con el de al lado, se entretienen de distintas maneras. Esto pasa entre los jóvenes y no tan jóvenes.

También podemos parar en cualquier cafetería y observar en las conversaciones quién está allí y cuánto tiempo está ahí. Cada cuánto miran al móvil, se les ve perdidos en sus pensamientos. Tan poco habitual es estar con alguien que escuche empáticamente, que se le perciba contigo, que hasta llama la atención.

Y el estar presente es un hábito, y cómo todo hábito se puede entrenar, igual que podemos llevar muchos años entrenando el hábito de no estar presentes, tomando la costumbre de ir a otro lado porque enseguida nos aburrimos, probemos a establecer el hábito de estar presentes. La técnica pomodoro nos puede ayudar.

Francesco Cirillo observo la falta de concentración cuando era estudiatne en las bibliotecas y en sí mismo y se preguntó durante cuánto tiempo podía estar concentrado en algo ¿Cuánto tiempo podría estudiar seguido sin descentrarse?
Pomodoro Technique - foto de Jussi Linkola
Francesco estimo que 25 minutos estarían bien y esto es lo que viene a llamarse “pomodoro”, que es tomate en italiano, recordando los relojes de cocina que nos avisan de cuando el tiempo de cocción ha transcurrido. En este caso debes poner un reloj de cuenta atrás al empezar con la actividad y en cualquier momento te estará indicando cuanto te queda para completar los 25 minutos.

La idea es mantener la concentración en lo que estás haciendo durante esos 25 minutos evitando las interrupciones, tanto externas como internas. Interrupciones externas pueden ser llamadas al móvil, mensajes entrantes, visitas en el despacho y otras tantas. Las internas pueden ser llamadas que hacemos, se nos ocurre algo y vamos a hacerlo, escribimos un correo, nos levantamos (si observamos, las internas suelen ser más habituales que las externas).

El objetivo es hacer cuantos más bloques de 25 minutos mejor. Para que el pomodoro cuente debes conseguir estar los 25 minutos dedicado a la tarea evitando las interrupciones.

Por ejemplo, si aparece alguien por la puerta que quiere hablar contigo y en ese momento te pones a la conversación habrás interrumpido el pomodoro y no contará. En cambio sí te quedan 13 minutos de pomodoro y le dices, te importa que vaya a verte en 13 minutos, casi seguro que puede esperar y tú podrás acabar tu pomodoro. Después aprovechas el descanso tras los 25 minutos y vas a atender a ese compañero, que quizá ya tenga su problema solucionado.

Lo mismo aplica para las interrupciones internas, cuando te acuerdas de que tienes qué buscar algo en internet o mirar que tiempo va a hacer el fin de semana. Lo apuntas en una hoja y sigues con lo que estabas haciendo, cuando acabes el pomodoro puedes decidir dedicarte a ello.

Una vez que acabes los 25 minutos toca descansar, 2 o 3 minutos entre pomodoro y pomodoro (estirarte, respirar…) para volver a la concentración y unos 15-20 minutos cuando hayas acumulado 4 pomodoros. Es importante hacer los descansos, te permitirán estar concentrado esos 25 minutos.

Esta es la técnica resumida según lo explica Francesco Cirillo en su libro “the pomodoro technique” de la que podéis encontrar más detalles en su página web pomodorotechnique. Hay hasta aplicaciones para móvil que permiten planificarse en base a pomodoros.

En cualquier caso la podéis adaptar para vosotros o para los más jóvenes. Con mis hijas hago pomodoros de 15 minutos cuando tienen que hacer tarea y después pueden disfrutar de otros 15 minutos con el ordenador, un trato justo. No ven la tarea como algo interminable, sino que sólo hay que estar 15 minutos, se acabe o no se acabe, después 15 minutos con algo entretenido y otros 15 con tarea, así hasta acabar, lo importante es ir dando pasos.

Con vosotros mismos podéis variar también el tiempo, aumentarlo o reducirlo, si vas avanzando con tiempo siempre llegas.

Si eres bombero igual no te aplica la técnica pomodoro, tu trabajo es atender emergencias. O si tu trabajo es atender al público cuando venga alguien quizá no sea adecuado que le digas si puede esperar 12 minutos. En cualquier caso es muy probable que tengas que hacer algún trabajo para el que necesites concentración y en esos casos esta técnica te puede resultar adecuada.

Me dedico entre otras cosas a formar en gestión del tiempo y la experiencia con la gente que acude a los cursos es que la técnica pomodoro y sus adaptaciones ayudan a acabar cosas que antes no avanzaban.

Te invito esta semana a probar con la técnica “Pomodoro” y a que veas cuántos pomodoros eres capaz de hacer en un día. Puedes empezar con alguna actividad que quizá te cueste como puede ser el inglés o hacer deporte. ¿25 minutos son demasiados? Empieza con menos.

lunes, 20 de abril de 2015

Conversaciones significativas

Somos en nuestra relación con los demás, sociales por naturaleza y las conversaciones desarrollan nuestras relaciones. Las conversaciones que mantenemos ponen de manifiesto nuestra forma de ser y estar con el otro. Pueden ser superficiales o profundas, serias o divertidas, aburridas o amenas, mostrar cabreo, resentimiento, cercanía y tantas otras cosas.

He tenido la suerte de compartir conversaciones significativas en el último mes, compartiendo el camino de la vida, la búsqueda de sentido y el encuentro con uno mismo y con los demás. Hay conversaciones que pueden cambiar la existencia, el modo de vivir, en las que nos implicamos y nos expresamos desde nuestro ser, en la búsqueda del encuentro.

A veces tenemos conversaciones pendientes, que sabemos son importantes y quizá por eso nos asustan y posponemos. Normalmente esas conversaciones son importantes porque la persona con la que tendrían lugar es importante para nosotros, la podemos sentir cerca aunque esté a kilómetros y no la hayamos visto hace años.
Foto de Silvlapef -conversaciones en la ciudadela
Las conversaciones ayudan a mejorar las relaciones y a clarificar expectativas. Esas conversaciones pendientes hacen que hagamos suposiciones, muchas veces erróneas y que equivoquemos lo que esperan de nosotros.

No sólo en las conversaciones pendientes, también se da con gente con la que creemos que lo tenemos claro. Puede ser  que pensemos que nuestros padres quieren que triunfemos y hacemos por cumplir esa expectativa, seguramente lo único que quieren es que seamos felices, seamos como queramos ser.

¿Sabes cuáles son las relaciones importantes en tu vida? Si te paras a pensar igual te das cuenta de que alguien que era importante en tu vida ya no lo es tanto, no es tan importante como pensabas. Y puede que encuentres personas que han empezado a ser importantes.

¿Qué nota pondrías a esas relaciones? ¿Se pueden mejorar? Casi siempre se puede mejorar. Una vez que conozcas cuáles son tus relaciones importantes un gran paso puede ser clarificar expectativas, en ambas direcciones ¿Qué esperan de ti? ¿Qué esperas de ellos?

Puedes empezar tratando de clarificar qué quieren-esperan de ti. El primer paso puede ser pararte a pensar, tratar de adivinar, que quieren de ti. Después ya preguntarás, si decides tener esa conversación. Escribe tus conclusiones en un párrafo o dos.

Sabiendo lo que quieren es más fácil. Teniendo claro que es lo que esperan de nosotros podemos pasar de sentirnos abrumados por lo que creemos que esperan, a queridos y apoyados cuando lo vemos a través de sus ojos. Habitualmente sobrestimamos lo que la gente espera de nosotros.

Después viendo si tienes claro que esperas de esa relación, cuáles son tus expectativas, para clarificarlas primero contigo mismo y después poder compartirlas con esa persona importante.

Puede que pienses que va a ser difícil, igual decides no tener esa conversación, no pasa nada, quizá otras personas te pueden orientar sobre qué puede esperar esa persona importante.

También nos podemos observar ¿Qué reacciones automáticas tenemos con la gente que es importante para nosotros? ¿Cómo afectan estas reacciones a nuestras relaciones?

Para estas conversaciones escoge bien el momento, el lugar, con tiempo suficiente. No hables de lo que no quieres. Cada relación es única y cada persona reaccionará de una manera distinta. El propósito es clarificar las expectativas que tenemos ahora y si tiene sentido cambiarlas. Dejar a los demás sintiendo que los entiendes mejor y que la relación es mejor. Mirar más al futuro que al pasado.

Te invito a mantener conversaciones significativas con aquellos que quieres, aquellos que son importantes para ti. Te propongo que tengas esta semana una conversación significativa con alguien de tu familia, con alguien del trabajo (igual tú jefe), con un buen amigo o un compañero de viaje. Te invito a que clarifiques las expectativas de tus relaciones (no tengas las conversaciones que no quieras tener).


Este post está inspirado en el libro de Stewart D. Friedman “Leading the Life You Want: Skills for Integrating Work and Life” (Harvard Business, 2014)

sábado, 11 de abril de 2015

Volver a nacer

Acaba de pasar la Semana Santa, un tiempo de transformación en la cultura católica, de morir al hombre viejo y nacer al hombre nuevo. De niño escribías en un papel que es lo que querías dejar atrás y lo quemábamos, cómo símbolo de que eso quedaba ahí, para buscar nuevos horizontes.

Siempre tenemos la posibilidad de cambiar, de vivir como queramos vivir, si estamos dispuestos a dar los pasos.

1.- El primer paso es el de la consciencia, ser consciente de lo que me pasa, el “Conócete a ti mismo” del Oráculo de Delfos (gnóthi seautón). Ser capaz de reconocer la situación, saber cómo estas, qué haces, qué sientes, qué piensas.
Oráculo de Delfos
¿Qué tal estás? Respondemos a esa pregunta de manera automática, sin pensar, también podemos hacerlo de forma consciente, parar y dividir la pregunta: Escuchar nuestro cuerpo, hacer un recorrido desde la cabeza a los pies, ¿Cómo estoy físicamente?; Mirar nuestros pensamientos ¿Qué estoy pensando? ¿Qué creo que me sucede?; Nuestras acciones ¿Qué hago? ¿Qué quiero hacer?; Nuestros sentimientos ¿Cómo me siento? ¿Cómo te siento? ¿Qué implica todo esto para los demás? ¿Para los que nos rodean?

No tengas prisa, te puedes tomar tu tiempo, todo gran camino empieza con un primer paso y llegar no depende de ir muy rápido, depende de seguir dando pasos, a tu ritmo. Tenemos el hábito de ir en automático y cambiar supone un esfuerzo.

2.- Puedes pensar que cuando te conoces, eres consciente, lo siguiente es cambiar si es que quieres. Te recomiendo un segundo paso previo, aceptarte, aceptar como eres, lo que piensas, sientes y haces.

Si eres de una determinada manera no empieces por flagelarte, seguro que también tiene su parte positiva, lo haces porque algo consigues a cambio o algo conseguías a cambio. Forma parte del ser consciente que hablaba en el punto anterior.

Observa los pros y los contras, acepta que ese/esa eres tú. Si has sido así durante mucho tiempo puedes permitirte estar ahí un poco más.

3.- El tercer paso es cambiar, si es que quieres cambiar. Siendo consciente, habiendo aceptado la situación, es más fácil saber si quiero cambiar, qué quiero cambiar y decidir el cómo quiero cambiar.

En algún caso tendremos que cambiar nuestros paradigmas, nuestras creencias de base, cómo creemos que funcionan las cosas. Venía a decir Einstein: “si quieres conseguir cosas distintas no sigas haciendo lo mismo”.

Teniendo claro el qué quieres cambiar hay que buscar opciones, los cómos, las posibilidades de renacer de nuevo y ponerse en marcha. Aprendemos desde pequeños por el método de prueba y error, un niño se cae unas 4.000 veces antes de aprender a andar.

Seguro que has sido niño/a y has aprendido a andar, eras constante cuando querías algo e ibas buscando cómo conseguirlo, primero apoyándose en algo y después de forma más independiente. Para cambiar, para aprender, a veces es bueno buscar apoyos antes de poder hacerlo de forma automática.

4.- Consolidar el cambio puede ser lo más costoso. Es como ordenar la habitación, puede que cueste cambiar cómo está, ordenar, y eso es sólo el principio, después hay que mantener el orden.

Cómo se suele decir “la cabra tira al monte” y si no aplicamos la consciencia probablemente nos volvamos a encontrar en la situación inicial. Hagamos cambios conscientes, queridos.

Es el camino del héroe, patrón de las historias populares y leyendas. Al héroe desde dónde está se le presenta un reto o una aventura, al que se resiste, cuando decide asumirlo y ponerse en marcha, encuentra ayuda u orientación, tras pruebas, enemigos y aliados va avanzando hasta la gran prueba, en dónde vence para obtener la gran recompensa y volver triunfante y transformado. Claro ejemplo el de Ulises en la Odisea de Homero, donde tardo 20 años en regresar a Ítaca. Cada uno tenemos nuestro camino del héroe.

Lo que se consigue rápido se suele olvidar rápido, por eso date tiempo para conocerte, aceptarte, decidir qué quieres, cómo quieres cambiar y para consolidar lo que hagas. No hace falta correr, sólo hace falta ir dando pasos.