martes, 20 de diciembre de 2016

¿Mucha tarea o poca concentración?

Cuánta tarea tienen los niños es tema de debate en nuestros días, con tantas actividades y tanta tarea no tienen tiempo para jugar es un argumento que todos habremos oído.

Estoy de acuerdo, es fundamental que tengan tiempo para jugar, para aburrirse e incluso para ver la tele. No pueden pasarse toda la tarde haciendo tarea después de que han salido del colegio. Todo según el viejo proverbio griego del oráculo de Delfos “Nada en demasía”, que vale para la tarea y para la tele o el ordenador.
También vale para los padres y las madres, tampoco es razonable que se pasen todo el tiempo haciendo tareas después de salir de trabajar. Y además suman la obligación de hacer la tarea con los hijos.

También es cierto que los hábitos que generen en la infancia los tendrán para toda la vida y la tarea puede ayudar a que generen algunos hábitos positivos que ahora detallaré.

Esta entrada está inspirada por mi hija Sofía, en tercero de primaria. Este domingo a las 20 horas se acordó de que tenía que hacer tarea y estuvo hasta las 23 para hacer la tarea. Podríamos pensar que tenía un exceso de tarea, tenía que hacer un mapa mental, desde mi punto de vista concentrada lo podía haber hecho en 20 minutos. Mi conclusión, no era exceso de tarea, era defecto de atención o de concentración.

Esa es la historia de este domingo resumida, sin entrar en los lloros, nervios y protestas porque no la daba tiempo. Supongo que esperaba que la ayudase, cosa que no consiguió. Ella tiene su tarea y yo tengo la mía.

Esto lleva a que ya se acostase tarde y el lunes se levantase cansada. Empezamos mal la semana.

De esta experiencia se pueden sacar varias lecciones, que sirven a niños y a adultos, con algunos hábitos a aprender, cuanto antes mejor:
  1. Lo primero es ser consciente de lo que quieres/tienes que hacer. En este caso la tarea.
  2. Programarse, planificar cuándo se va a hacer, que no sea en el último momento, como a última hora del domingo. Con estrés cometemos más errores y lo que queremos hacer sale peor.
  3. Ponerse a hacer. Normalmente cuesta más pensar en lo que tenemos que hacer que hacerlo. Vencer la barrera de la pereza y empezar, una vez vencida la inercia todo es más fácil.
  4. Mantener la atención, el foco, la concentración. No interrumpirnos a nosotros mismos y evitar otras interrupciones. Cualquier tarea lleva más tiempo si la interrumpimos.

Son hábitos que los niños pueden ir creando con la tarea, si en primer lugar les hacemos responsables de saber qué es lo que tienen que hacer para el día siguiente. Si siempre les decimos lo que tienen que hacer ya no se van a preocupar de recordarlo y responsabilizarse. En lugar de mirar qué tarea tienen que hacer preguntar si tienen tarea.

Después tienen que aprender a decidir cuándo hacer la tarea. Es distinto decir ponte a hacer la tarea que preguntar cuándo la vas a hacer.

Que decidan y después cumplan, recordarles que se han comprometido a hacerla a las 18. Ayudarles a que se pongan a hacer y ser ejemplo, leyendo a su lado. Tratar de que sean lo más independientes posible haciendo la tarea, tienen que aprender a hacer.

Ayudarles a concentrarse, que es cómo ir a correr, primero mantener 5 minutos de atención, después podrán mantener 10 minutos y poco a poco serán capaces de tener a raya a las distracciones. Podéis consultar la técnica Pomodoro que a mí me funciono con mi hija más mayor. Para mantener la atención también son buenos los descansos.

Sé que no es fácil, especialmente si no van bien en el cole. Creo que nuestra labor es darles alas, hacerlos independientes, también para estudiar.

Lo mismo sirve para nosotros:
  1. Tener claro lo que queremos conseguir tener hecho.
  2. Planificar cuando hacerlo.
  3. Ponernos con ello en el momento adecuado.
  4. Hacerlo con atención, sin perder el foco.

Suerte y que puedas hacer muchas de las cosas que quieres hacer. La persona más importante para que eso suceda eres tú.


Si tienes claro el camino se avanza más rápido.

lunes, 12 de diciembre de 2016

¿Cuál es un horario racional?

Hoy está en todos los noticieros en España que el gobierno impulsará que el horario de trabajo en España acabe cómo máximo a las 18 horas, para facilitar la conciliación de la vida personal, familiar y laboral.

También se está barajando cambiar de hora y adoptar la hora que ya tienen Portugal o Inglaterra y abandonar el huso horario que emplea Francia, Italia o Alemania (más al este que España). De esta manera anochecería una hora antes y amanecería una hora antes.

Antes la hora la marcaba el sol, mi abuelo almorzaba cuando la sombra llegaba a la Peña del Mediodía y merendaba cuando la sombra de la Peña del Cuerno llegaba al camino. No tenía problemas de conciliación, vida personal, familiar y laboral estaban unidas, tierra y ganado marcaban el ritmo y se buscaba el tiempo adecuado para cada cosa sin mirar demasiado el reloj.

Inventamos el reloj y todos llevamos uno o varios, pensábamos gobernar nuestro tiempo y quizá es el reloj el que nos gobierna a nosotros, siempre corriendo para llegar a tiempo a ninguna parte. Conflicto constante entre tantas ocupaciones en el mundo de la prisa.

La diferencia entre las palabras griegas Kairos, el tiempo adecuado u oportuno para cada cosa, en el que algo importante sucede  (cualitativo, calidad de tiempo) y Cronos el tiempo cronológico (de naturaleza cuantitativa, cuánto tiempo).

El nuevo horario viene impulsado desde 2003 por la Comisiónpara la Racionalización de Horarios en España, su máximo impulsor, Ignacio Buqueras y Bach, escribió el libro “Tiempo al tiempo” en 2006 en el que habla de la historia de España y el tiempo, cuenta cómo Primo de Rivera intentó regular las comidas y poner una sola comida formal entre 17:30 y 19 o cómo Franco, en 1942, cambio la hora española para igualarla con Alemania en lugar de mantenerla con Inglaterra y Portugal.

Así que no es la primera vez que se habla de racionalizar horarios y ¿Cuál es el horario racional? ¿Qué horario nos permitiría una mayor calidad de vida?

Somos de los Europeos que más horas echamos en el trabajo y de los que menos resultados conseguimos por hora de trabajo, que podemos medir por euros por hora de trabajo. Alargamos las horas de trabajo enfermos de “presentismo”, estar presente aunque no tengamos nada que hacer, simulando estar muy ocupados para darnos importancia. Que es estar presentes de cuerpo físico aunque quizá estemos ausentes de mente y emoción.

He oído decir a madres, que se quieren ir pronto a casa, que sus compañeros hombres toman demasiados cafés para poner reuniones a las 17, cuando deberían estar saliendo para casa. Como vamos a trabajar 12 horas no hay prisa para hacer las cosas, nos podemos relajar y dedicar 12 horas a lo que podríamos hacer en 8.
Foto tomada de papa ¿Cuánto ganas?
Está muy bien que el gobierno se quiera preocupar de nuestros horarios y haría bien en seguir regulando los horarios de televisión, donde afortunadamente los programas de la televisión pública intentan acabar antes de las 24 (quizá las 23 estaría mejor). Afortunadamente los partidos de fútbol europeo acaban a las 22.30 (¡¡Qué pena que después muchos queden enganchados en una película!!). Te acuestas tarde y si madrugas ¿te levantarás descansado?

La verdad es que no hay trucos, tú eres el responsable de tu horario y de ir cambiando la cultura de tu entorno laboral, si es que no te gusta. No esperes que el gobierno o la empresa te solucionen el problema, si es que lo tienes o quizá tienes que cambiar de empresa.

En cuanto  a las empresas que quieren captar talento se han dado cuenta de que los más jóvenes vienen demandando un horario flexible, algunos se tienen que quedar con lo que les ofrecen y cómo siempre, otros pueden escoger, especialmente los buenos, los que más valor aportan y solucionan más problemas, que no sólo dan valor al dinero y valoran especialmente su tiempo.

Te invito a que esta semana pienses cuál es tu horario ideal, coge una hoja en blanco y diséñalo. Después puedes hacerte la pregunta de ¿Qué es lo que te impide tener ese horario?

Cuando he pedido hacer este ejercicio en mis cursos la mayoría empieza por establecer su horario de trabajo (lo que tienen que hacer) y muchos después se atascan porque no saben lo que quieren hacer el resto del tiempo. Empieza por saber qué es lo que “SI” quieres hacer y reserva tiempo para lo importante.

Te dejo con un programa sueco parodiando la forma de trabajar de los españoles

lunes, 5 de diciembre de 2016

Orden + contraorden = desorden

Cuándo no se tiene clara la dirección, cualquier dirección es buena y corremos el riesgo de cambiar de dirección demasiado a menudo y acabar dando vueltas en círculo, moviéndonos muy rápido para no ir a ninguna parte, haciendo mucho para no hacer nada.

La falta de claridad en los objetivos en una organización lleva a que el jefe de una orden para que pasado un rato de la orden contraria, con lo que finalmente la organización no sabe a qué atenerse y qué debe hacer. Una orden seguida de una contraorden provoca desorden y ningún avance.
Cuándo es uno mismo el que no tiene claros los objetivos va dando tumbos, a veces va muy rápido a ninguna parte y acaba muy cansado. Lo ilustra claramente una historia que encontré en Internet, de autor desconocido, sobre el síndrome D.A.D.E. (Deficit de Atención Debido a la Edad):

Decido lavar mi coche, cuando voy hacia el garaje, veo que hay correo en la mesa de entrada, decido revisarlo antes de lavar el coche. Dejo las llaves del coche sobre la mesa, echo a la papelera, todo el correo publicitario y veo que la papelera está llena. Decido entonces dejar las facturas sobre la mesa y vaciar primero la papelera. Pero, entonces pienso que como voy a pasar junto al buzón de correos, cuando saque a la basura la papelera, puedo primero preparar el pago de las facturas. Preparo mi talonario sobre la mesa, pero veo que no me queda más que un cheque. Mi otro talonario está en mi despacho. Voy allí y encuentro sobre la mesa la lata de Coca que había empezado a beber. Voy a buscar mi talonario, pero, antes de nada, es necesario que quite de ahí esta Coca, antes de que se caiga accidentalmente. Veo que está templada, por lo que decido meterla en el frigorífico para enfriarla. Me dirijo a la cocina con la Coca. El florero sobre la encimera me llama la atención: ¡Las flores necesitan agua! Dejo la Coca en la encimera y encuentro mis gafas para leer (que buscaba desde esta mañana). Pienso que es mejor llevarlas a mi despacho, pero antes voy a poner agua a las flores. Dejo las gafas en la encimera, lleno una jarra con agua y, de repente, veo el mando a distancia de la TV. Alguien lo ha dejado en la cocina. Pienso que, esta noche, para ver la tele, lo voy a buscar por todos los sitios y no me acordaré que está en la cocina. Decido entonces llevarlo al salón, que es su sitio, pero antes voy a añadir agua al florero. Echo agua al florero pero vierto la mayor parte al suelo. Entonces, pongo el mando en la mesa y voy a buscar un trapo para limpiar el estropicio. A continuación vuelvo a la puerta, tratando de acordarme de qué quería hacer.

Al final del día: el coche no está lavado, las facturas no están pagadas, hay una coca-cola templada en la encimera de la cocina, las flores no tienen agua suficiente, no tengo mi nuevo talonario, no encuentro el mando a distancia de la tele, no sé dónde están mis gafas y no consigo acordarme de qué he hecho con las llaves del coche. No comprendo nada, pues no he parado en todo el día y estoy completamente reventado.

Historia que de una manera u otra nos puede resultar familiar algunos días poco productivos, en casa o en el trabajo, donde al final de la jornada no recordamos que es lo que hemos hecho.

Creo que no es un problema de memoria, es un problema de atención a lo que hacemos, que se solucionaría teniendo claro que queremos hacer  y poniendo el foco en ello, sin dejarnos llevar por la multitarea o el cambio de actividad sin rumbo.

Por eso te aconsejo que elijas que hacer y te centres en ello, si es que quieres acabarlo, resistiendo a los numerosos estímulos que se nos presentan por el camino para pasar a otra actividad. Sin interrupciones acabarás antes.

Te dejo este enlace a un artículo dónde en 2010 ya hablábamos del DADE y otros aspectos de la gestión del tiempo: “El tiempo, un recurso escaso