viernes, 27 de noviembre de 2015

Sonríe, la vida mulitplica tus sonrisas

Hace unos cuantos años disfruté de una beca para trabajar en una oficina de Caja Madrid, después de una semana de formación estaba atendiendo una ventanilla en una oficina muy concurrida, tres personas en caja que no parábamos en toda la mañana.

Paco, uno de mis compañeros, sonreía a cada cliente, lo trataba con una amabilidad más allá de lo común y así todos los días. Me llamó mucho la atención su gran actitud y me agradaba mucho trabajar con él, todo el ambiente mejoraba con su presencia.

Tras dos semanas trabajando juntos no pude resistirme a decirle lo que me admiraba su buen trato a todo el mundo y el me contesto con una gran explicación: “Mira, en cualquier caso estoy aquí de 8 a 15 atendiendo a personas y puedo elegir estar de buen humor, sonreír y dar un poco de alegría a cada uno o estar de mal humor y amargado porque me gustaría estar haciendo otra cosa. Cada día elijo regalar una sonrisa sentida al que pasa por ventanilla y lo mejor de todo es que muchos me devuelven esa sonrisa multiplicada, disfruto la mañana, acabo con más energía, me siento más contento y tengo muchos menos problemas”

¿Cómo crees que sería esa mañana si hubiese optado por estar de mal humor y con el ceño fruncido? Las emociones se contagian y podemos contagiar alegría, enfado, hasta el cansancio y la desgana. La ley de la reciprocidad hace que recibas lo que das, si no recibes lo que quieres mira a ver qué es lo que estás dando.

¿Sonríes porque estás feliz? O ¿Estás feliz porque sonríes? Tendemos a pensar que la sonrisa es expresión de una felicidad, las sentimos casi a la vez. Los psicólogos han demostrado que la emoción puede seguir al gesto, que si sonreímos seremos un poco más felices. La acción, la sonrisa, podemos controlarla, es más escurridiza la felicidad.
Foto de Javier Martínez - La sonrisa del poeta
Para generar cercanía los niños sonríen de manera natural, llevamos la sonrisa en los genes, es clave para que se aproximen a nosotros o para acercarnos a los demás cuando somos bebes o niños. Se nos olvida que también es importante cuando somos adultos. Perdemos esa naturalidad en la sonrisa por falta de práctica, por vergüenza, porque pensamos que es poco profesional o por cualquier otro motivo y al perder la sonrisa nos perdemos muchas cosas más que suceden si sonríes a la vida y a la gente.

Escoge sonreír, elige de qué humor quieres pasar el día y se pondrá en marcha la profecía auto-cumplida: si estás convencido de algo es mucho más probable que suceda.

Si sonríes la vida te devuelve una sonrisa. Dale Carnegie nos recomendaba sonreír en su libro de 1936, un clásico, “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”. Una sonrisa expresa que me gustas, haces que me sienta feliz, me alegro de verte. Te recomiendo leer ese libro, quien vea el título sonreirá y quizá te pregunte, ¿Qué pasa? ¿Es que no tienes amigos? Encontrarás muchas recomendaciones de sentido común como esta de sonreír, aunque quizá no de práctica común.

Esta semana te propongo sonreír más, sonríe a alguien cada hora de manera intencional, seguramente la gente con la que te cruces por la calle pensará que estás un poco loco o loca, igual te encuentras con la locura de ser un poco más feliz. Empieza por sonreírte a ti mismo por la mañana frente al espejo, empieza el día con energía. Por mi parte trataré de aplicarlo.

Puedes enviar este post dando las gracias a quien te haya regalado su sonrisa y te la regale habitualmente. Cuantas más sonrisas regales más sonrisas tendrás.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Infoxicados

Estamos infoxicados, saltamos tan rápido de una página web a otra que no nos damos tiempo para asimilar, en la cultura de la prisa prima la cantidad. Tanto que leer y tanto que leemos y después de tanto esfuerzo y tanto correr no nos quedan ideas claras.

Tenemos un problema de tiempo para tanto que queremos procesar, empezando por el Whatsapp, con todos sus grupos ¿Cuántos se pasan ya más de dos horas diarias con el móvil? ¿Qué valor nos aporta lo que leemos en el Whatsapp? Muchos han decidido salir de la aplicación y abandonarla totalmente, incapaces de poner límites a su conexión infinita.

Una adicción supone como tal que tenga repercusiones negativas en el entorno, en las relaciones. Por poner algún ejemplo: ¡Cuántas parejas se ven influidas negativamente por el uso excesivo de las nuevas tecnologías de la información! Uno quiere hablar y el otro está conectado al móvil o ¡cuántos niños se quedan diciendo algo a sus padres sin ser escuchados! Los padres, a veces, damos mal ejemplo conectados al móvil y desconectados de los niños (después diremos que no escuchan, aprenden por imitación).
Foto tomada de libertad digital: lo que el amor ha unido que no lo separe un móvil
Dicen que estamos en la era de la información, será así si somos capaces de adaptarnos. Algunos están en la era de la información y otros en la era de los datos, muchísimos datos de los que podemos sacar información valiosa o en los que perdernos.

¿Cuál es la diferencia entre datos e información? La información nos sirve para tomar decisiones, nos ayuda a que estas sean acertadas con mayor probabilidad. Los datos solo nos sirven para ocupar espacio en la cabeza.

Nuestra cabeza es como un ordenador, si la llenamos, como cuando llenamos la RAM del ordenador, ira lenta, pensaremos más despacio y cometeremos más errores, como le pasa al ordenador saturado. En un trastero demasiado lleno no encontramos lo que buscamos. Si llenamos demasiado nuestra cabeza la convertimos en un trastero en el que no encontrar nada.

Tampoco nos podemos obsesionar por conseguir toda la información, tenemos que aprender a vivir con cierta incertidumbre, nunca sabremos todo, nunca vamos a estar seguros. Si nos obsesionamos con tener todo controlado entraremos en “parálisis por análisis”, tanto analizar las posibilidades al final no decidimos nada. Saber decidir cuando tengo suficiente información, cuándo así ya vale para tomar una decisión o hacer lo que quiero.

“No se puede saber todo”

En marketing está demostrado que con demasiadas opciones compramos menos, el temor a equivocarnos con tantas posibilidades. Si tenemos que decidir entre 24 mermeladas compraremos menos mermeladas que si tenemos 6 mermeladas para elegir. El 30% de los que paran en la muestra con 6 sabores acaban comprando un tarro, mientras que solo el 3% de la mesa de 24 sabores acaban comprando uno. Te dejo un video de Sheena Iyengar explicando como decidimos con más información o si nos bloqueamos (16 minutos).


Internet está diseñado de una forma atractiva para nuestro cerebro, al que le gusta saltar de un sitio a otro. Podemos pasar dos horas conectados a Internet leyendo y acabar no recordando nada de lo que hemos leído. Como cuando pasamos un par de horas delante de la televisión con el mando a distancia, cambiando de un canal a otro sin ver nada realmente.

Cómo movernos en el mar de datos, en el mar de publicaciones, de cosas interesantes que nos llaman la atención:
  1. Para pensar con más claridad debemos empezar con un objetivo claro en mente, para no perdernos. En lugar de ir saltando de un lugar de la red a otro sin propósito tener claro que información buscamos y cual vamos a leer.
  2. En este caso menos es más (menos información aporta más claridad). Buscar lo relevante, lo que nos aporta valor para las decisiones que vamos a tomar o lo que tenemos que hacer y eliminar el ruido de todos esos datos superfluos.
  3. Recomiendo un par de semana de dieta hipo-informativa, es decir, bajar la cantidad de información que procesamos: menos televisión, menos prensa, menos radio, menos Internet sin propósito, menos correos, menos Whatsapp.
  4. Ser selectivos con lo que leemos, vemos y las charlas a las que acudimos, es el alimento de nuestra mente. Igual que para estar en buena forma física somos selectivos con lo que comemos y no nos excedemos en cantidad para estar en buena forma mental debemos alimentar de forma adecuada a nuestra mente, además de ejercitarla periódicamente.
  5. Buscar momentos para no procesar información, momentos de descanso mental, de descanso, de respiraciones profundas.

Si conoces a alguien que esté infoxicado igual le viene bien leer este post (aunque no sé si llegará hasta el final o si se quedará entre la pila de documentos por leer) o mejor aún, envíaselo a quien te inunda con información, igual así piensa mejor que es lo que merece la pena enviar.

Por cierto, felicidades si has sido capaz de llegar al final del artículo, con tanta prisa tendemos a leer a medias y no acabar, dejar para más tarde, ese momento que nunca llega.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Tanto que hacer nos bloqueamos y no hacemos nada

A veces tenemos tanto que hacer que no sabemos por dónde empezar, nos bloqueamos y no hacemos nada. El estrés se apodera de nosotros y nos paraliza, nos amontonamos y vamos saltando de una actividad a otra sin terminar nada.

Dale Carnegie escribió en 1944 el libro “Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida” y sus consejos son de plena actualidad. En esta ocasión quiero compartir uno de sus principios.

Los trasteros suelen estar llenos, según la ley de Parkinson las cosas que guardar crecen hasta llenar el espacio disponible: en trasteros, en armarios, en cajones. Con tantas cosas después cuesta encontrar lo que necesitamos revuelto entre tantas cosas que ya no usamos, por eso es bueno hacer limpieza entre vez y cuando.

Lo mismo ocurre con las cosas que hacer, según la misma ley de Parkinson, las tareas crecen hasta llenar el tiempo disponible, o en una variante, el tiempo que lleva una tarea crece hasta llenar el tiempo disponible.
Estrés de Gabri Solera
Como los granos en un reloj de arena vamos acumulando proyectos pendientes para hoy, para la semana, para este mes, otras que acabar en el trimestre, algunos de ellos compuestos de múltiples tareas. Y cuando nos encontramos al límite cualquier gota desborda nuestra capacidad y el estrés aparece. En ese momento nos volvemos más huraños, nos enfadamos con facilidad, nuestra eficacia decrece, entre otras cosas. Es hora de poner orden.

Uno de los consejos en este caso es vivir en compartimentos estancos, al día de hoy. Lo del mes que viene tocará al mes que viene, lo del año que viene tampoco toca hoy. Podemos hacer el esfuerzo por un día, dedicarnos a lo que vamos a hacer hoy y dejar de preocuparnos por lo que tocará la semana que viene. No preocuparse por los 10 kilómetros que tenemos por delante, ocuparnos en el siguiente paso.

“La manera de prepararnos para lo que vendrá es hacer lo mejor que podamos lo que toca hoy (lo mejor que podamos y no más)”

Podemos hacer nuestro trabajo, por duro que sea, al menos por un día. Podemos tener paciencia al menos hasta que se ponga el sol.

En ocasiones nos preocuparnos más de lo que nos ocupamos. Nos podemos preocupar del hambre y las guerras en el mundo, perdernos en conversaciones o discusiones, olvidando al que tenemos al lado, ver si tiene hambre o necesita un abrazo en el que nos podemos ocupar.

Os dejo la plegaria de la serenidad atribuida al doctor Reinhold Niebuhr:

“Concédeme, Dios mío, la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar. El valor para cambiar lo que cambiar pueda. Y la sabiduría para discernir la diferencia”

miércoles, 4 de noviembre de 2015

La celebración de un éxito es el combustible para los siguientes.

Son muchos los que viven en la felicidad derivada, esa que tendrán cuando acaben de pagar la casa, cuando se casen, cuando tengan niños o cuando acabe este proyecto, este examen o cuando por fin tenga el título.

Y cuando llegan a esa meta ansiada, se cumple el objetivo, no se paran a saborearlo un momento, enseguida están pensando en lo siguiente. Si han pagado la casa en una casa más grande, se casan y piensan en tener hijos, cuando los tienen en que crezcan y así hasta el infinito, corriendo tras esa felicidad que parece que se escapa. Como el conejo corriendo detrás de la zanahoria que cuando va a llegar le ponen más lejos.

Un compañero contaba como en la empresa tenían costumbre de salir a celebrarlo y cenar con el equipo cada vez que se acababa un proyecto. En una ocasión, con prisa y nuevos proyectos entrando, dejaron de celebrarlo y cómo los hábitos, igual que se adquieren se pierden, dejaron pasar esas ocasiones.

La semana pasada acabaron un proyecto y propuso salir a celebrarlo en equipo. El primer paso para recuperar un buen hábito, empezar. Esa cena supuso un chute de energía para todos, un momento de encuentro, de contar anécdotas, de acercar posturas, de reconocimiento. Celebrar en equipo es el aceite que engrasa el funcionamiento futuro.

Estamos en un mundo hostil al descanso, no nos lo permitimos ni cuando lo necesitamos, vivimos en una aceleración continua. Y en muchas ocasiones, cuando el trabajo ha sido intenso, el reto era ambicioso, nos sentíamos retados y motivados, llegamos cansados, exhaustos, con necesidad de parar. Permitirnos parar y disfrutar del logro nos permite recargar las pilas, recuperar energía y enfrentar los nuevos desafíos con renovadas ganas.

Y el disfrute no sólo está en lograr el objetivo, que en ocasiones no alcanzamos, como los que este año querían alcanzar la cima del Everest y no ha podido ser, tragedias mayores se han impuesto. Tenemos que aprender a disfrutar del camino, la felicidad la llevamos en nosotros, en lo que somos y en cómo vivimos cada instante.
Celebra tus logros y los de los demás
La celebración de cada pequeño éxito, de cada paso, nos lleva a dar el siguiente, nos anima. El ánima que significa en latín el alma, nos infunde espíritu para seguir. Cualquier gran caminata comienza con un primer paso. Cada paso nos acerca más al destino. Grandes celebraciones para los grandes éxitos y pequeñas celebraciones para los más modestos.

Me encantan esos profesores que se fijan en cada pequeño progreso, en cada aspecto positivo, para felicitar, celebrar con los chavales el logro, resaltar lo positivo y animarles a seguir. Lo mismo esos líderes de equipo que celebran cada avance y aprendizaje de alguno de sus miembros.


La celebración de un éxito es el combustible para los siguientes. Incluso la celebración de un fracaso si es que el fracaso mereció la pena (de fracaso en fracaso hasta el éxito final). Celebra tus logros, celebra con el equipo los logros colectivos y celebra los logros de quienes te rodean.