miércoles, 27 de mayo de 2015

Ley de la cosecha

En un par de generaciones hemos perdido gran parte de nuestra conexión con la naturaleza. Mis abuelos eran agricultores, estaban conectados con la tierra y entendían bien las leyes naturales, la vida les iba en ello.

Una de esas leyes universales es la ley de la cosecha, hay que sembrar para poder recoger. Además no es automático, no vale solo con sembrar, existe todo un proceso. Este proceso va en contra de la cultura del pelotazo, hay que dar tiempo para que la semilla crezca y poder recoger los frutos.

Cada fruto tiene su periodo de crecimiento y maduración, una cosa es sembrar trigo y otra distinta es plantar un cerezo. En un caso nos puede permitir recoger en un periodo más corto y en otro en un plazo más largo, también durante más tiempo.
Cosecha de quinoa - foto de Mariano Mantel
Antes de nada hay que preparar la tierra, como hace el caballero con suerte que consigue el trébol de cuatro hojas en el libro “La buena suerte” de Alex Rovira y Fernando Trías de Bes. Buscar la tierra adecuada, prepararla para cuando llegue la semilla.

Una vez preparada la tierra y en el momento adecuado toca sembrar y sembraremos según lo que queramos recoger, si quieres recoger tomates no sembrarás patatas.

Cada semilla, cada planta, necesita sus cuidados, regar lo necesario, quitar las malas hierbas. Según lo que sembremos y lo que queramos recoger habrá momentos en los que tengamos que tener mayor dedicación y emplearnos con disciplina, no vale con regar hoy para todo el mes, hay que ir de forma progresiva.

Y tenemos que estar atentos para recoger en el momento oportuno, cuando la semilla ha madurado. La cosecha también puede suponer dedicación, disciplina y esfuerzo.

Quien convive con agricultores sabe que no siempre que se hace el trabajo se recoge, no siempre que se siembra y se pone empeño la cosecha es buena, dependemos de fenómenos que no controlamos, como que haga calor o frío, de que hiele en el momento menos oportuno.

A pesar de estas componentes menos controlables es casi seguro que si no siembras no recogerás y que sembrando incrementas tus posibilidades de recoger, tanto o más cuanto mejor conozcas el proceso de lo que siembras y cuanta mayor disciplina apliques.

Para conocer cómo sembrar y llegar a una buena cosecha lo mejor es preguntar a los que ya lo han hecho. Vamos pasando nuestros conocimientos de una generación a la siguiente, lo que nos ha permitido ir aprendiendo cada vez más, apoyándonos en los que vinieron antes que nosotros. Aprovecha este conocimiento que ya está ahí.

Somos responsables de lo que recogemos, si no te gusta lo que recoges mira a ver qué es lo que has sembrado (y cómo has cuidado lo que has sembrado). Sirve para resultados académicos, en las relaciones con los demás, en el trabajo que tienes y en todos los aspectos donde busques un resultado. Somos responsables de nuestra vida y dependiendo de lo que siembres hoy recogerás mañana.


¿Qué es lo que estás recogiendo? ¿Qué quieres recoger? ¿Cuál es el proceso? Paciencia, que la semilla crezca lleva tiempo, y disciplina, no todos los días apetecerá ir a cuidar la tierra ¿Qué vas a sembrar y recoger?

El periodo de crecimiento puede ser largo y en algunos casos puede parecer que no está sucediendo nada. La naturaleza tiene sus reglas y son reglas a respetar.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Absentismo emocional

Nos han inculcado la importancia de estar presentes o de hacer acto de presencia. Así si se casa un amigo, es la comunión de un sobrino, se celebra un cumpleaños, nos invitan a una cena… nos sentimos en la obligación de estar, de asistir.

Lo mismo ocurre con el trabajo, heredado de la era industrial, se supone que el que está trabaja y tenemos cultura de presencia: “hay que echar horas”.

En el colegio nos contaban o nos siguen contando las faltas de asistencia a clase y en exámenes los universitarios siguen echando horas en la biblioteca.

Y aunque las horas las podemos contar y realmente podemos ver que la persona está ahí, físicamente presente, somos expertos en estar ausentes en esa presencia, es lo que podemos llamar absentismo emocional.

El absentismo emocional se da cuando estando de cuerpo presente estamos de mente ausente, o de espíritu ausente, estamos navegando o soñando con otros mundos.

Así podemos ver estudiantes en las aulas que aunque pasen cuatro horas sentados en la silla no se han enterado de lo que ha ocurrido en clase, o los que están en la biblioteca dos horas y no han conseguido pasar de página.
Y esto se prolonga en las empresas, donde se echan horas y al final del día no se sabe que se ha hecho. Asistentes a reuniones que parece que no están, ni escuchan ni participan, en algunos casos entretenidos con el ordenador o con el móvil.

Pasa no sólo en lo que vemos como obligaciones, trabajo o estudio, sino también en la relación con nuestra pareja, padres, hijos, amigos. Parece que estamos en casa y estamos emocionalmente ausentes, o en la cafetería con los amigos conectados a Whatsapp sin prestar atención a los que están ahí.

Alguna vez hablando por teléfono habrás notado que no te están escuchando, ¿Cómo te sientes? Quizá también alguna vez has desconectado de lo que te decían. Pues igual que tú notas que el que está al otro lado del teléfono no escucha (no está) los que te hablan notan que tú no escuchas ¿Cómo crees que se sienten? Si no vas a escuchar quizá es mejor explicar que estás ocupado y colgar.

El absentismo emocional puede tener diversas causas, como cansancio, el síndrome de demasiadas cosas pendientes, aburrimiento, falta de motivación.

Normalmente detectamos antes el absentismo emocional en los demás, absentismo difícil de cambiar por nuestra parte, lo que podemos cambiar es a nosotros mismos. Te invito a empezar haciendo un ejercicio de consciencia, de darte cuenta, percibir cuando no estás presente para entonces elegir: decidir estar presente o irte y emplear tu capacidad para decir “NO” si crees que no vas a ser capaz de estar.


Si no vas a estar emocional y espiritualmente presente quizá es mejor que no estés tampoco de cuerpo presente. Las relaciones, los trabajos, el estudio, se enriquece cuando estamos en lo que estamos. A veces cuesta, puedes probar a utilizar el pomodoro como herramienta de trabajo para la concentración.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Molinos de viento – discusiones que es mejor no tener

Don Quijote de la Mancha, en una de sus aventuras o desventuras, vio gigantes donde su buen escudero Sancho sólo veía molinos. Como caballero, defensor de las causas perdidas, arremetió contra los “gigantes” a todo galope, lanza en ristre. Don Quijote acabo rodando maltrecho. Seguro que Sancho podía intuir cómo acababa la historia.

Cervantes nos invita a reflexionar con esta metáfora. Cuantas veces luchamos contra gigantes que sólo están en nuestra imaginación, buscamos y encontramos enemigos dónde no los hay o nos embarcamos en aventuras que sabemos no van a acabar bien.
Don Quijote de la Mancha y sus lecciones
Puede que te guste discutir o que estés cerca de gente polémica y no puedes evitar entrar al trapo ¿Dónde te lleva entrar en las discusiones? Stephen Covey nos explica que no se puede ganar en una discusión, cada uno toma sus posiciones y las defiende, nadie escucha a nadie, por eso desarrollar el hábito de la escucha resulta tan importante.

Las discusiones originan resentimiento, desconfianza, incomunicación. Su influencia negativa es mayor si tienen poco fundamento y nos las tomamos personalmente.

La cizaña casi logra derrotar a los galos irreductibles en las historias de Astérix y Obélix de Goscinny y Uderzo. El cultivador de cizaña utiliza todas sus artimañas para socavar la confianza entre los habitantes del pueblo y esa desunión los hace más débiles.

La falta de confianza entre las personas de una organización la debilita, como debilita la falta de confianza en la familia, en el matrimonio, con los hijos, con los amigos… La cizaña es destructiva y obliga a hacer un sobreesfuerzo de vigilancia, de comprobación.

El resentimiento y la desconfianza nos llevan a la pérdida de tiempo.

¿Cuáles son tus gigantes? ¿En qué batallas es mejor que no luches? Quizá estás en alguna guerra que ni te va ni te viene, luchando batallas que no son tuyas, que se convierten en un gran sumidero de tiempo y de energía. El primer paso es saber qué es lo que quieres para saber si estás en el camino correcto.

miércoles, 6 de mayo de 2015

¡Tráguese ese sapo!

Tienes una tarea tan larga que no sabes por dónde empezar, algo que vas posponiendo una y otra vez porque no encuentras el momento de ponerte y si encuentras un rato es demasiado corto para avanzar lo suficiente.

La famosa procrastinación, hay tareas que vamos posponiendo una y otra vez. Quizá sea una pista de que no lo tenemos que hacer, que no es necesario o que lo debe de hacer otra persona. Si lo has pospuesto demasiado tiempo pregúntate si es necesario, si no lo es ya lo puedes tachar de la lista de pendientes. En el caso de que sea necesario lo mejor es fijar el momento de empezar y no dejarlo más.

Si la labor es demasiado larga es posible que no la hayamos empezado porque no encontramos un hueco lo suficientemente grande. Siempre ha sido más fácil aparcar motos que camiones, necesitan menos huecos, por eso para una tarea corta siempre hay tiempo y para una larga no encontramos el hueco. Priorizamos no por importancia sino por el tiempo que lleva la tarea, haciendo las cortas por lo menos tachamos cosas de la lista.
Camiones atascados - foto de Emilio García
Cuando tenemos más de un camión circulando, más de una tarea larga pendiente, el tráfico se hace más lento, hasta se puede bloquear. Puede suceder que dos o tres tareas largas nos bloqueen haciéndonos sentir abrumados.

¿Cómo te comerías un elefante? La respuesta es bocado a bocado. Si tenemos una tarea demasiado larga para hacerla de una vez tenemos que dividirla en bocados más pequeños ¿Qué es lo primero que puedes hacer para avanzar? Una vez dividida emplear el truco de solo por cinco minutos para empezar, después es más fácil continuar.

Si estás abrumado con demasiadas cosas y no dispones de tiempo para hacerlas todas es mejor que decidas que vas a dejar de hacer antes de que dejes lo que no quieres. Hay pocas cosas importantes que nos llevan a obtener los resultados que buscamos, emplea el tiempo en lo que pueda marcar una diferencia en tu vida.

Hacer las cosas correctas, no sólo correctamente las cosas. Una de los peores usos del tiempo es hacer muy bien algo que no necesita hacerse.

Es un buen hábito empezar cada día con lo más importante que tengas que hacer, cómo nos recuerda Brian Tracy en su libro ¡Tráguese ese sapo! Resistir a la tentación de empezar con lo más fácil. Y lo llama sapo porque en muchas ocasiones no nos apetece enfrentarnos a él y lo vamos dejando ¡Qué bien nos vamos a sentir cuando lo hayamos terminado!

Hacer el trabajo, no solo los planes. Si planificamos y no hacemos lo planificado conseguiremos minar nuestra autoestima, dejaremos de creer en nosotros mismos. El momento de la verdad, el momento de hacer.

“No hay tiempo para hacerlo todo, pero siempre hay tiempo para hacer lo más importante” ¿Qué es lo más importante para ti? Decide y a por ello.