domingo, 30 de noviembre de 2014

Tiempo para parar

¿Sabes parar? ¿Cuándo sabes parar? ¿Se te olvida a veces parar? ¿Cuándo vas a parar? Vivimos en un mundo en prisa, mayor prisa cuanto mayor es la ciudad o el pueblo en el que vivimos. Pensamos que llegamos tarde y vamos corriendo, muchas veces a ningún sitio. Si nos preguntan a dónde vamos, paramos a pensarlo un instante y sin darnos tiempo a escuchar la respuesta, salimos corriendo  “¡qué hacemos parados!”

Estamos abrumados por tantas cosas que hacer y se nos olvida para qué las hacemos, por el camino perdemos el sentido y con el tiempo hacemos en automático, sin pararnos de vez en cuando a plantearnos qué estamos haciendo y qué vamos a hacer.


Hay veces que sabemos que tenemos que parar, cuando se está acabando el depósito de gasolina del coche paramos a echar combustible, no esperamos a que se acabe del todo, porque si se acaba del todo la solución es más difícil, vamos a tener que parar más tiempo (¡con la prisa que llevamos!).

Foto de Ville Mlettlnen
¿Sabes parar cuando el depósito se está acabando o no te das cuenta de que se te acaba la energía? Mi abuelo tenía un coche en el que no funcionaba la aguja que marcaba el combustible que quedaba, en alguna ocasión tuvo que dejar el coche en la cuneta e ir andando, todos preocupados porque no llegaba ¡cómo iba a llegar sin combustible!

Hay veces que se nos acaba la gasolina y no nos damos cuenta, pretendemos que el coche (el cuerpo, la mente, el humor…) siga andando, no nos permitimos repostar (dormir, sentarnos, desconectar, jugar…) y el coche deja de andar y nos obliga a pararnos. El cuerpo nos puede mandar una enfermedad para que paremos, espero que sepamos ver el indicador de combustible, sepamos sentir si estamos con el depósito en mínimos y aprendamos a parar.

Cuando empieza un curso, una clase, nos interesa saber cuándo van a ser los descansos. Si te vas un día a andar por la montaña llevas el almuerzo, parar con el bocadillo es uno de los mejores momentos del día.

En grandes comidas, como en Navidad, si no sabes parar de comer acabas con el estómago pesado, si no es con una indigestión. Paremos antes de llegar a la indigestión mental, de tanto contenido; a la indigestión de experiencias; a la indigestión de emociones… En la ciudad de Delfos, además del “conócete a ti mismo” a la entrada del templo de Apolo, encontramos otra gran enseñanza “nada en demasía” o “nada en exceso”. Un poco de vino es bueno, pero demasiado… Hacer deporte es bueno, pero en exceso…

Cuando estamos con algo importante y que requiere tiempo, algo que nos ocupa, vamos posponiendo todo, hasta posponemos el descanso, el pensar, para cuando lo acabemos. Si el tema es de tres semanas, todo lo dejamos para dentro de tres semanas: quedar con ese amigo o compañero de trabajo, arreglar el armario, ir al médico, pagar el recibo… Y cuando pasan las tres semanas y estamos soñando con descansar, nos encontramos con todo lo que hemos dejado para dentro de tres semanas, seguimos estando hasta arriba de cosas. Tenemos que planificar la parada, el descanso, reservar un hueco para ello, sino nunca lo encontraremos.

Hay que parar para recuperar la energía, todas las clases de energía: La energía espiritual si se nos ha extraviado el propósito, si queremos recuperar nuestro para qué, necesitas tiempo para poder escucharte; La energía física, si te sientes cansado, has dormido poco, has andado demasiado; La energía mental del pensar demasiado, dar demasiadas vueltas a la cabeza, quizá si paras después pensarás mejor; La energía emocional, la emoción que nos pone en movimiento.

Te puedes permitir parar, date permiso. ¿Cuándo vas a parar? ¿Cuál va a ser tu próximo descanso? Si estás abrumado programa uno, en el día, en unas semanas, dentro de tres meses… Cuanto más esperes para el descanso más tendrás que descansar. Encuentra lo que te recarga de energía.

sábado, 22 de noviembre de 2014

No hace falta inventar la rueda


No nos hace falta inventar la rueda. De forma natural nos apoyamos en lo que otros han hecho, han conseguido, antes que nosotros. No tenemos que inventar el fuego para poder cocinar, damos la luz pulsando un interruptor sin preguntarnos cómo funciona.

Los americanos lo llaman benchmarking, qué básicamente consiste en aprender de los demás, ver lo que funciona y aplicarlo.  Hasta cierto punto copiar, y si vas a copiar, lo suyo es copiar del que sabe, del que lo hace bien.

Recuerdo hace años, en mis primeras clases de inglés en el cole, cuando teníamos que aprender mucho vocabulario que el profesor preguntaba. Los que sabían: Alfonso, Diego… estaban rodeados de cuatro o cinco que aprovechaban ese conocimiento. Si copias a los que no saben los resultados van a ser peores, los que querían copiar se acercaban a los mejores, a los que sabían.

Tienes que copiar lo que te merece la pena. Los que copiaban el vocabulario en el examen conseguían un resultado en el corto plazo, que es aprobar el examen, pero quizá no conseguían un resultado de largo plazo que era aprender inglés ¿Qué quieres conseguir?

También podían haber preguntado a los que ya sabían cómo lo habían aprendido y adaptarlo a su realidad. No vale simplemente con copiar, igual lo que a otros les funciona a ti no te funciona, tienes distintas cualidades, distintos valores, distintas formas de hacer las cosas, tienes que adaptar eso que has aprendido a tu realidad. La pregunta es ¿Cómo puedo aplicar a mi realidad lo que hacen otros?

Lo primero es saber dónde quieres ir. Esther San Miguel (diez veces campeona de España de Judo, dos veces campeona de Europa, tercera del mundo y presente en las olimpiadas de Sídney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008) descubrió que es lo que quería viendo en la TV los juegos olímpicos de Barcelona 92, pensó que ella quería estar ahí, en unos juegos olímpicos. Tenía un sueño, un objetivo ¿Cuál es tu sueño?

Después ¿De quién aprender? ¿Quién ha inventado ya la rueda? Los que han llegado a donde tú quieres llegar, los que han vivido lo que tú quieres vivir. Esta semana he tenido el inmenso placer de escuchar y compartir conversación con Francisco Alcaide, autor del libro “aprendiendo de los mejores”, inspiración de este post, alguien que ya ha hecho cosas que yo quiero hacer y de quien he aprendido mucho y del que a buen seguro seguiré aprendiendo. Ahora toca adaptar lo que aprendido.

Tenemos una gran herramienta, la pregunta, podemos preguntar a los que ya han llegado, a los que tienen más experiencia. En esta era superconectada puedes probar a escribir, a llamar, a esa persona que admiras, contarle cuanto le admiras y pedir consejo, seguro que obtienes resultados, aunque no te conteste (casi seguro te contestará).

Una vez que tengas claro que es lo que hay que hacer toca hacerlo, aplicar la disciplina suficiente para hacerlo aunque no apetezca, encontrarás la energía si lo que quieres conseguir es suficientemente inspirador.

Esta es una labor de al menos tres pasos: saber qué es lo que quieres, ver quién ya está ahí y aprender de él o ella, para finalmente aplicar lo aprendido a tu realidad. ¿Quiénes son los mejores para ti? ¿Qué puedes aprender? ¿Cómo lo vas a aplicar?

viernes, 14 de noviembre de 2014

¿Controlas tu tiempo? ¿Controlas tu vida?

Foto de Infocux technologies
¿Cuántas veces te sorprendes diciendo “no tengo tiempo”? El tiempo es vida, prueba a cambiar la frase “¡no tengo tiempo!” por “¡no tengo vida!” Cambia la forma de verlo.

Esta semana me he encontrado más de una persona que comenta que no ha tenido tiempo para comer, que ha decidido no parar de trabajar. Más de uno con viajes urgentes, que se adelantan y se prolongan, cambiando su vida por esos viajes.

El problema no es no poder comer algún día (qué en el fondo puedes, después vas a rendir más), que tengas viajes imprevistos, que en ocasiones va en el sueldo. El problema es cómo eso te afecta y afecta a los que más te importan y si eso es crónico, se alarga en el tiempo.

Cuando sobre-trabajes una temporada, es bueno programar un descanso, un tiempo donde te vas a recuperar. Lo que suele pasar en realidad es que si estamos muy ocupados todo el mes de noviembre, tenemos un proyecto importante que vence el día 30 de noviembre, lo vamos posponiendo todo para el 1 de diciembre. Cuando llega el 1 de diciembre, que pensamos que vamos a estar más liberados, estamos sepultados en cosas pendientes que hemos dejado para ese día, a todos les decíamos hablamos el 1 de diciembre. La carrera sigue.

Es más inteligente y productivo reservar unos días más tranquilos del 1 al 10 de diciembre (el proyecto que acaba el 30 de noviembre podría haber acabado el 10 de diciembre), dedicar el día 1 a programar todo lo que hemos dejado pendiente e ir haciendo sin estar abrumados hasta el día 10 donde parte de lo pospuesto ya estará hecho e iremos cogiendo otra vez ritmo, poco a poco; Hay que recuperar las fuerzas bien empleadas el mes de noviembre.

Es muy importante tener esa fecha de llegada, esa fecha donde las cosas van a cambiar, ese momento de fin. Tener el momento de fin nos permite estar más enfocados. En toda marcha de muchas horas también se programan descansos, antes de agotar al cuerpo y que te de una pájara, como las de ciclismo.

Como ejemplo me encantan las madres trabajadoras, que cuidan y protegen su hora de salida para llegar a casa. Durante la jornada seguramente toman menos cafés, tienen menos charlas triviales, son más productivas y lógicamente se enfadan cuando se pone una reunión más tarde de la hora normal de salida. La cultura de la empresa puede ser otra, puede que la hora de salida sean las 18 y lo normal sea salir a las 20. Si vas a salir a las 20 programas tu trabajo para salir a esa hora, si quieres salir a las 18 te organizas para salir a esa hora y normalmente haces el mismo trabajo. Las fechas, las horas límites hacen maravillas.

Stephen Covey habla de la escalera del éxito, los esfuerzos que hacemos para subir por ella, muchos días, meses y años de esfuerzo. Cuando algunos llegan arriba se dan cuenta de que tienen la escalera apoyada en la pared equivocada ¿Tienes tu escalera apoyada en la pared adecuada? ¿Tienes claro dónde quieres llegar? ¿Estás dispuesto a pagar el precio?

Pon fechas límites, horas límites, te ayudarán a trabajar mejor, ser más productivo y hacerlo con más alegría. Ver el final del túnel anima a seguir avanzando.

Planifica una parada, un área de descanso, un tiempo de reflexión, para saber a dónde vas, si haces lo que tienes que hacer. Lo mejor es hacer lo que hay que hacer, no hay nada más absurdo que hacer eficientemente cosas que no hace falta hacer. Parar, pensar, descansar, conectar contigo y con los demás, conectar con la vida. La vida, el tiempo, se vive cada día.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Delegar, confiar, aceptar

La clave para encontrar tiempo para hacer cosas que te apetece hacer y para las que nunca “tienes” tiempo es dejar de hacer cosas. ¿Cómo voy a hacer eso? ¡Hay que hacerlo! Si hay que hacerlo y no quieres hacerlo tú el truco es delegarlo.

Encontramos un montón de excusas para no delegar, detrás de esas excusas pueden encontrarse otros motivos:
  • Creemos que lo hacemos muy bien (inconscientemente) y seguro que lo hacen peor. Somos perfeccionistas, perfectos desde nuestro punto de vista.
  • Tenemos un miedo oculto a que lo puedan hacer mejor que nosotros, lo que puede dañar nuestra autoestima, dependiendo de dónde la tengamos apoyada.
  • Nos cuesta pedir ayuda, incluso cuando hay personas que nos quieren ayudar.
  • Adoptamos el papel de víctimas, comentando lo abrumados que estamos, si nos ayudan ya no nos podemos quejar.


En la delegación debemos encontrar el espíritu de equipo, la colaboración. Estamos en sociedad, vivimos unos con otros y nos ayudamos. Hoy delego y tú me ayudas, quizá en algo que se te da mejor y mañana, tú delegas en mí, aceptemos el Quid pro Quo.



Además cuando ayudo me siento bien, permitamos a los demás que se sientan bien cuando nos ayudan o nos quieren ayudar y les dejamos. Dar oportunidades para que nos ayuden y tener la humildad suficiente para aceptar ayuda. No somos ni superhombres ni supermujeres.

Además delegar permite crecer al otro, si vas delegando progresivamente en él cosas de mayor responsabilidad, lo que se conoce por “Empowerment”. En muchos casos el que finalmente hace encuentra plena satisfacción en hacer. Estoy pensando en mi hija, que desde que ha aprendido a hacer las tortillas, que por cierto las hace de maravilla, una vez a la semana se encarga ella de la cena, con lo que además cena estupendamente, llena de orgullo… ¡Menudo descanso para su padre! ¡Hoy cenamos tortilla!

La delegación tiene la componente de enseñar, de comunicar bien lo que quieres y de ayudar en las primeras ocasiones. Delegar supone un trabajo inicial. Incluso podemos estar haciendo cosas que le corresponden a otro y en la delegación lo que hacemos es devolver las cosas a su lógica. Como ejemplo el recoger el cuarto de juegos de los niños por la noche. Hoy puede ser mucho más rápido, menos cansado y más eficaz recogerlo nosotros; pero si eso le repetimos todos los días, siempre recogemos nosotros (tenemos un alto coste en el largo plazo). Hoy es más difícil delegar en los niños, enseñarles a que recojan, clarificar cual es el resultado esperado; Si decidimos hacer el esfuerzo y delegar los resultados se verán en el largo plazo, cuando ellos recojan sin nosotros. Ocurre lo mismo en el trabajo y en los demás entornos.

Delegar tiene que ver con confiar en el otro, confiar en que es capaz, que puede, que aprende, que crece y que incluso lo puede hacer mejor que nosotros. Además si queremos delegar eficazmente debemos aceptar el resultado o ayudar en la mejora o el cambio, no desde la crítica sino desde la comunicación asertiva.

Me estoy acordando de esas madres-mujeres, como la madre de mis hijos, que delegan por la mañana que vistas a los niños para ir al cole, con plena confianza de que van a ir vestidos adecuadamente y aceptan cuando ven a los peques la ropa que llevan puesta. Si no eres capaz de delegar, confiar y aceptar, acabarás haciendo tú las cosas (o al menos preparando la ropa por la mañana).


¿Quieres tener tiempo para hacer cosas para las que ahora no dejas tiempo? ¿Qué vas a dejar de hacer? ¿Qué vas a delegar? ¿En quién confías? ¿Quién va a estar encantado y le va a servir asumir nuevas responsabilidades? Escoge tres cosas a delegar y las personas en las que vas a delegar, después ponlo en práctica.