jueves, 27 de octubre de 2016

Las gafas del desperdicio

Esta tarde he disfrutado de un encuentro con la Comunidad Lean Burgos, un grupo para compartir experiencias desde los valores de transparencia, altruismo, cooperación, generosidad y diversión.

El lean consiste en eliminar el desperdicio, lo que no aporta valor, lo que no sirve para nada. Hacer las cosas de la manera más sencilla posible, con el menor esfuerzo y coste.

Para eliminar el desperdicio (muda) lo primero es descubrirlo, ponerse las gafas de ver lo que no aporta. Relacionado con el muda está el muri, el sobreesfuerzo, que produce cansancio, deterioro y que aumenta los defectos.

Peter Drucker decía “No hay nada tan inútil como hacer con gran eficiencia algo que no debería haberse hecho en absoluto”

La clave es encontrar que no aporta valor a nadie, que no es necesario hacer y dejar de hacerlo. La clave para ser más productivo es dejar de hacer lo que no te produce ningún resultado.

Me encanta el título del libro de Pascal Dennis “Getting the Right Things Done”, lo que viene a decir conseguir que se hagan las cosas correctas. Hacer lo correcto, no hacer las cosas correctamente.

Si lo que estás haciendo no te aporta y no aporta a nadie puedes dejar de hacerlo para dejar espacio a cosas nuevas.

Dice un proverbio chino que si quieres té caliente en tu taza primero debes vaciarla de té frío. Debes dejar de hacer cosas para poder hacer cosas nuevas, abandonar viejos hábitos para dejar crecer los nuevos. Para ello debes descubrir que dejar, ser consciente de lo que no te conviene y de lo que te conviene.

También puedes dejar las cosas en las que crees que estás haciendo un favor a alguien y quizá te estés perjudicando y lo estés perjudicando.

Como ejemplo de cosas que puedes dejar de hacer suelo poner la de vestir a tus hijos cuando son ya capaces. Recoger la habitación por ellos suele ser más rápido en el corto plazo que enseñarles a recoger, aunque en el largo plazo les lleva a ser más desordenados y a ti a recoger constantemente.

Otro tema con los hijos, que suele ser polémico, son las tareas. A veces parece que las tenemos los padres aunque son suyas. Es más difícil enseñarles a hacerlo solos que estar todos los días encima, además nos puede dar miedo que resultados van a obtener.

Si no los dejamos volar, si no los enseñamos a aprender de forma autónoma, que va a pasar cuando no estemos ¿Dónde les lleva el ayudarlos de forma continua?

Tampoco hay que ser extremista y no ayudarlos nunca, dependerá de sus dificultades. Aunque creo que mejor objetivo es que aprenda a aprender frente a que lleve la tarea perfecta.

Quizá pienses que lo estás ayudando estando encima todo el día, te suponga un gran esfuerzo y en el largo plazo sea algo que no aporta valor, un desperdicio.


Antes de empezar a hacer cualquier cosa pregúntate si merece la pena, si aporta valor a alguien, a ti o a los demás. Seguro que con las respuestas encuentras ese tiempo que crees que te falta.

jueves, 20 de octubre de 2016

Tiempo con los demás

Dice un proverbio indio “Si quieres ir rápido vete sólo, si quieres ir lejos vete acompañado”. Los demás son imprescindibles, sobre todo si queremos llegar lejos. Cualquiera que haya conseguido grandes logros se ha apoyado en personas.

Construir una red de contactos suena artificial, interesado e incluso egoísta. Sin embargo nacemos en la red familiar con sus amigos y conocidos y desde la infancia vamos creando una red de amigos, una red que nos protege, ayuda y nos da seguridad como la red de seguridad  que protege y da seguridad a los trapecistas.

Algunas ideas para cuidar y hacer crecer tu red de amigos, de gente de confianza:
  • Ayuda desinteresadamente, no lleves la cuenta. Ante todo generosidad.
  • Las buenas relaciones se basan en la confianza y en el respeto.
  • Pide ayuda si la necesitas. Igual que estás encantado de poder ayudar a tus amigos, o a quien te lo pide, da la oportunidad a otros de que te ayuden (a veces pedir ayuda no resulta fácil).
  • Cuida a tus amigos, esos que te han acompañado gran parte del camino.
  • Encuentra la audacia para hablar a desconocidos, conocer gente. Si tú no te acercas igual ellos no se acercan y no sabéis lo que os perdéis. Puedes ir a una fiesta a conocer gente y volver sin conocer a nadie si no encuentras la valentía.
  • Descubre los intereses de los demás, habla de esos temas, puedes aprender mucho. A todos les interesa su salud y a los padres/madres sus hijos.
  • Busca solución a sus problemas.
  • Busca mentores, gente de la que aprender, quienes hayan recorrido el camino antes que tú.
  • Disfruta de las relaciones, la emoción se transmite.

Para Jim Rohn, citado por Francisco Alcaide, somos una media de las 5 personas con las que más nos relacionamos. Como relata Paco el alimento de la mente es tu entorno, cuida y escoge tu entorno.


Un libro de referencia para aprender  a gestionar las relaciones y cuidar nuestra red de amigos: “Nunca comas sólo” de Keith Ferrazzi.

domingo, 16 de octubre de 2016

La vendimia

Ayer fue día de vendimia, de recoger frutos, en compañía. La ribera del Duero es tierra de vino y en esta época se llena de gente recogiendo el fruto de la vid.

Ahora se vende la experiencia de pasar un día vendimiando y hay quién paga por vivirla, como decía el amigo al que fuimos a ayudar, para nosotros la experiencia fue gratis.

Una experiencia de conexión:
  • Con la naturaleza, al aire libre, con los frutos que vienen del trabajo, del cuidado de las cepas y de la tierra que nos provee.
  • Con nuestro pasado que nos une a nuestros ancestros agricultores que nos legaron el buen vino. Como otras muchas cosas.
  • Con los amigos con los que compartimos el trabajo.

Disfrutamos enormemente del día a pesar del trabajo, del esfuerzo y del resentimiento de la espalda. Un día equilibrado porque era un esfuerzo que podíamos asumir y tuvimos ratos de descanso y diversión, de reír y compartir anécdotas. Si hubiésemos trabajado mucho más de lo que estábamos acostumbrados hoy tendríamos dolores por todo el cuerpo. Hay que saber respetar las dosis, incluso de trabajo.

Si quieres llegar lejos vete acompañado, que además es mucho más divertido. Ese mismo trabajo, hecho sólo, hubiese sido mucho más duro, además más largo.

Para recibir ayuda tienes que pedir ayuda y hacer fácil que te ayuden. Javi y familia, los dueños de las cepas, supieron pedir ayuda y hacer fácil que el resto pudiésemos ir, facilitar desde los guantes a las tijeras y hacer el día agradable. Supieron acoger a todos los que fuimos, algo que siempre han hecho bien.
Javi con el tractor
Una experiencia vivida con los niños, que les permite ver y sentir de manera distinta. Puede parecer que un niño iba a hacer poco trabajo y ayer demostraron, desde la diversión, que podían coger muchas uvas. Todos reclamaron sus guantes, sus tijeras o garillos y aportaron. Cualquier ayuda es buena y no se debe despreciar.

Nos enseñan cada día cómo el trabajo puede ser divertido y cómo se hace mejor desde la voluntad que desde la obligación. Seguro que es mejor y más productivo si eliges trabajar que si te ves obligado a trabajar.


Y no hay que olvidar la celebración por el trabajo hecho, la satisfacción cada vez que se acaba una hilera o se llena un cesto y el disfrutar del resultado, las uvas o el buen vino. Al año que viene repetimos.

martes, 11 de octubre de 2016

Objetivos equilibrados para una vida equilibrada

Los objetivos marcan la dirección hacia dónde queremos caminar en nuestra vida, las metas a alcanzar, la visión que tenemos para nosotros dentro de un tiempo, cómo nos vemos o nos soñamos en unos días, meses o años.

Si nuestro objetivo es ganar mucho dinero puede que estemos luchando en nuestro propio negocio o, si nos daba miedo montar un negocio, puede que estemos trabajando con todas nuestras fuerzas en busca del mejor salario posible.

La sociedad actual presiona para valorar a la persona por lo que tiene y ha olvidado valorar a las personas por lo que son. Como dice Covey, en busca de ese reconocimiento social trepamos por la escalera del éxito sin darnos cuenta de si la hemos apoyado en la pared equivocada, si es allí dónde queremos subir.
No siempre somos conscientes de nuestros objetivos, al igual que una corriente de agua suave, que nos arrastra sin darnos cuenta lejos del sitio dónde estábamos, hay objetivos que nos van arrastrando y en unos años nos damos cuenta que no tenemos la vida que queríamos tener.

Si no vamos en la dirección que queremos es que no perseguimos los objetivos adecuados, probablemente perseguimos otros inconscientemente, sin darnos cuenta

Una pregunta difícil es ¿qué es lo que quiero? Y acompañada de la pregunta ¿Qué estoy haciendo? nos permite saber si realmente estoy caminando hacia el sitio dónde quiero ir.

Hace unos cuantos años trabajaba de consultor, muchas horas a la semana y coincidí comiendo con el jefe a nivel europeo, un modelo para todos los que allí trabajábamos. Un modelo que nos invitaba a trabajar duro si no lo mirábamos bien.

Charlando comentó que lo que más disfrutaba era estar en verano, sentado en un banco, en un pueblo pequeño de montaña, casi una aldea, al que iba de vacaciones, charlando con los vecinos de la aldea.

Para estar sentado en un banco cómo ese sólo hace falta querer e ir. Aunque si estás demasiado entretenido trabajando para poder comprar muchas cosas, hacer muchos viajes y dar a tus hijos todos los caprichos (el éxito social), te va a quedar poco espacio para sentarte tranquilo y pasar tiempo con los que quieres.

Si te despistas persiguiendo el éxito social te pierdes el éxito personal.

Por eso para tener una vida equilibrada tienes que tener unos objetivos equilibrados. Hay que trabajar para vivir, si estás viviendo para trabajar mira a ver si eso es lo que quieres.

Unos objetivos equilibrados que te permitan cuidarte a ti, estar con los cercanos, la familia y los amigos y también trabajar y disfrutar con el trabajo, aportando a los que te rodean.

Una reflexión parecida a mí comida con el jefe la podemos encontrar en la historia del inversor y el pescador que he visto ya en varios sitios:

Un experto en inversiones, estaba en el muelle de un pequeño pueblo, cuando llegó un pescador en su bote. Dentro del bote había varios atunes amarillos bastante grandes y el banquero elogió al pescador por la calidad del pescado y preguntó:
-¿Cuánto tiempo le tomo pescarlos?
-Muy poco tiempo, respondió el pescador.
-¿Por qué no se quedó más tiempo pescando, podría haber traído más peces? Preguntó el banquero.
-Sí, seguramente, pero esto es suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de mi familia, dijo el pescador
-Permíteme que te pregunte, dijo el banquero ¿qué haces con el resto de tu tiempo?,
-Después de pescar, descanso un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta, luego acompaño a mi esposa hacer las compras y por las noches me reúno con los amigos para pasar un buen rato conversando. Llevo una vida tranquila y despreocupada, dijo el pescador.
-Mira, yo soy un especialista en marketing y asesor de grandes empresas y podría ayudarte a desarrollar un negocio. Lo que tendrías que hacer, es dedicar más tiempo a la pesca y con los ingresos podrías comprar un bote más grande. Al tener un bote más grande puedes pescar mucho más que ahora, de manera que duplicarías las ganancias. Con el tiempo podrías comprar varios botes y tener empleados que pesquen para ti.
El siguiente paso es que en lugar de vender el pescado a un intermediario, lo podrías vender directamente a la empresa que distribuye el pescado una vez envasado y empaquetado y con el tiempo podrías tener la distribución para la provincia o el país entero.
Claro cuando eso ocurra, tendrías que dejar este pequeño pueblo para instalarte en la gran ciudad, desde donde manejarías tu empresa, sin tener que salir a pescar.
-¿Pero, cuánto tiempo hace falta para que ocurra todo eso? Preguntó el pescador.
-Entre diez y quince años, dijo el banquero.
-¿Y luego qué? Dijo el pescador.
-Después se puedes vender las acciones de tu empresa al público. Te harás millonario.
-¿Y luego qué? Le preguntó sonriendo al banquero.
-Luego te puedes retirar. Te compras una casita en un pueblecito de la costa, donde puedes descansar, dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, ir con tu esposa de compras y  reunirte con tus amigos y familiares para pasarlo bien. Dijo el banquero.

-¿Acaso no es eso lo que ya tengo?

jueves, 6 de octubre de 2016

El piloto automático

Cuántas veces vamos a toda prisa a ningún sitio. Tan deprisa vamos que no nos damos cuenta de por dónde pasamos. Cuántas veces actuamos sin darnos cuenta y si nos preguntan a qué hemos dedicado el día ni nos acordamos.

Como los aviones tenemos piloto automático y lo activamos, dejamos que gobierne nuestra vida, nuestro tiempo, especialmente cuando estamos cansados o cuando no queremos darnos cuenta, no queremos decidir nuestro rumbo.

Llegamos a casa tan cansados por la noche que después de cenar cualquier cosa solo tenemos fuerzas para pulsar el mando a distancia y ver lo que nos echen, sin pararnos a pensar que podía ser mejor ir a la cama y descansar.

También el piloto automático nos permite hacer sin detenernos a pensar para qué hacemos, evitando que nos demos cuenta del absurdo de tanto hacer, de tanto correr, para no llegar a ninguna parte ¿Nos sentimos importantes por lo ocupados que estamos? ¿Es un lujo dejarse un espacio para pensar? ¿No podemos permitirnos parar a sentir?

Lo peor del piloto automático no es que nos lleva a cualquier parte, sin pensar a dónde queremos ir, mucho peor es que no nos deja disfrutar del camino, darnos cuenta de lo que vamos viviendo.

El piloto automático es sobrevivir sin vivir, como los zombis vivientes, muertos a los 30 y enterrados a los 85. Recuperemos el saber vivir, el saber disfrutar con lo sencillo, el ir despacio, el disfrutar de las buenas conversaciones y de la puesta de sol, de los cercanos y lo cercano. Vivir cada día, sus 24 horas, sus 1.440 minutos. Como hacen los niños y cómo todos sabíamos hacer cuando éramos niños
La sabiduría de Mafalda y de todos los niños

Para vencer el automático:
  1. Darnos cuenta: ser conscientes de lo que hacemos y nos pasa. Para eso hay que parar y observar.
  2. Decidir si el piloto automático nos conviene: es legítimo elegir.
  3. Cambiar y vivir si decido que no me conviene.

Te invito esta semana a explorar tus automatismos, por mi parte me meto tanto en el hacer distintas cosas que me disperso y acabo abrumado, lo que no me conviene. Receta: parar y pensar antes de hacer.