miércoles, 23 de octubre de 2019

No cuenta lo que empiezas, cuenta lo que acabas

Te ha pasado alguna vez que te has pasado toda una mañana haciendo sin parar, a toda velocidad, y al acabar te da la sensación de que no has hecho nada, aunque no has parado de hacer, cambiando de una cosa a otra y dejando un montón de cosas a medias.

Cuantas veces no encontramos el tiempo suficiente porque tenemos demasiadas cosas que hacer y al final no acabamos nada, que es lo mismo que decir que no hacemos nada.

Y al ir cambiando de actividad, siempre haciendo, nos agotamos. Es cómo empezar un pozo, para encontrar agua, sabiendo que el agua está a tres metros, y antes de llegar al segundo metro estamos cavando otro, con un propósito parecido y así vamos saltando de un pozo a otro, todo el día cavando, sin encontrar agua, porque no hemos cavado los tres metros en ninguno de los pozos empezados.

Cavando pozos sin parar y sin acabar ninguno - dibujo de Sofía Fontaneda

Tenemos la conciencia tranquila, porque hemos trabajado, hemos estado haciendo, en la cultura del hacer, estamos de acuerdo con lo que se nos demanda, no estar parados. Cuanto mejor si de vez en cuando nos parásemos a pensar: “¿para qué estoy haciendo esto?” o “¿Por qué es importante acabarlo?”

Se habla de la multitarea, de hacer varias cosas a la vez, simultáneamente. Aunque podemos pensar que es más efectivo, en muchos casos disminuyen nuestros resultados o estos desaparecen. Es como estar escuchando a alguien (nuestra pareja, hijos, una compañera de trabajo) y a la vez estar con el móvil. Esta es la multitarea simultánea, aunque realmente es secuencial, porque lo que nuestro cerebro hace es ir cambiando de tarea muy rápidamente.

También está la multitarea secuencial, donde dedicamos tres minutos a algo y pasamos a dedicar otros tres minutos a otra cosa, sin acabar. Empezamos por arreglar un enchufe mientras hacemos las lentejas y dejamos el enchufe a medias porque tenemos que ir a comprar algo, al volver ya nos faltan cosas para continuar.

Esta es una de las enfermedades del mundo moderno, con tantos estímulos que llaman nuestra atención que somos incapaces de mantenernos enfocados en un objetivo. Como puede ser acabar de cavar el pozo y encontrar agua. Seguramente no tenemos la sed suficiente para mantenernos constantes en la tarea.

Además, ser conscientes de que queremos avanzar en algo, que queremos acabarlo y sentir la satisfacción  de su finalización, nos puede ayudar a rechazar interrupciones: tanto las que nos vienen de fuera, como alguien que quiere tomar un café, el correo electrónico que pita o la consola que nos llama para echar una partida solo 15 minutos (que después se convierten en tres horas o las que nos vienen de dentro, cuando sentimos la urgencia de saltar a otra cosa, quizá porque esto nos está costando.

Te preguntaría ¿Cuántos pozos tienes empezados? ¿Cuáles quieres acabar? Pues escoge cuál es el más importante y a por él, hasta encontrar el agua, hasta acabar, porque

No cuenta lo que empiezas, cuenta lo que acabas

Y hoy escribo esto porque me siento con un montón de pozos abiertos, empezados, donde me puedo meter a cavar, y quiero escoger cuál es el pozo que quiero acabar primero. Quiero dejar de sentir ese ¡TODO A MEDIAS! Por lo menos he acabado esta entrada J.

miércoles, 16 de octubre de 2019

La receta para conseguir tus objetivos

La receta para conseguir los objetivos que te propongas es simple, lo que no quiere decir que sea fácil. Los objetivos sobre los que podemos actuar suelen responder a la ley de la cosecha:

“El que siembra recoge”

Obtener resultados, conseguir objetivos, especialmente los importantes, que suelen llevar esfuerzo, suele ser cosa más de agricultores que de cazadores. El agricultor prepara la tierra, siembra, cuida lo sembrado, quita malas hierbas, riega cuando es necesario y pasado el tiempo recoge los frutos del trabajo. El cazador depende más de la suerte, por eso, entre otras cosas, la agricultura nos permitió evolucionar.

Es difícil recoger trigo si no siembras trigo. Y tendré que esperar unos meses para poder recoger los frutos, cultivando la paciencia, además de ocupándome de lo que toque en cada momento. Si quiero recoger manzanas, plantaré un manzano, y me llevará aún más tiempo de cuidados poder recoger las manzanas.

Aunque la ley de la cosecha tiene un corolario, el que siembra recoge, pero no siempre, hay veces que las inclemencias del tiempo estropean el sembrado. Pero en el largo plazo, si mantengo la constancia, acabaré recogiendo frutos. Si hay un golpe de mala suerte toca levantarse y seguir, en agricultura esas cosas pasan.

Dos amigos del colegio se encuentran pasados los años, a uno le fue bien y tiene un negocio de éxito, el otro apenas cuenta con recursos, sigue creyendo que algún día le tocará la lotería o tendrá un golpe de suerte. Le pregunta el “menos afortunado”: “¿Qué has hecho para lograr todo lo que has conseguido?”; a lo que el otro contesta: “Trabajar duro”; a lo que el que piensa en la suerte solo acierta a decir: “Así cualquiera

Causalidad (causa-efecto), no casualidad dibujo de Leyre Fontaneda

Y es que así cualquiera consigue resultados, haciendo lo que tienes que hacer para avanzar en lo que quieres:
  • ¿Qué has hecho para hablar inglés como hablas? – He estado viviendo en Inglaterra tres años;
  • ¿Cómo es que tienes ese cuerpazo? – Voy al gimnasio cinco días por semana.
  • ¿Cómo es que bailas tan bien? – Voy todos los fines de semana a bailar;
  • ¡Qué bien tocas la guitarra! – La toco todas las semanas desde hace 10 años

Qué te toque la lotería algunos lo llaman suerte o también puede llamarse casualidad. Hay otro tipo de suerte que se crea, se busca, se trabaja. Y después, cuando te vaya bien, escucharás, que suerte que… El entorno muchas veces no es capaz de ver el trabajo, de siembra y cuidado de lo sembrado, que has hecho.

Y es que no es casualidad, es causalidad, es encontrar cual es la causa de los resultados. La ley de causa-efecto, los resultados que consigues son fruto de lo que haces. No hay misterios para conseguir la mayoría de las cosas, es encontrar sus causas y ponerse a ello. Por eso decía la comenzar este post que es simple pero no fácil.

Si tienes claro lo que quieres es hora de ir a por ello. Define las acciones, las causas, que te llevarán a conseguirlo y ponte en camino. El mejor momento para empezar es ahora.

miércoles, 9 de octubre de 2019

El club de los vagos ¿te apuntas?


Cuántos han oído en casa de pequeños: hijo, hija, tu ante todo ¡No seas vago! ¡No seas vaga! Y otras frases similares cómo: “El tiempo es oro y el que lo pierde un bobo” “A Dios rogando y con el mazo dando” o “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”.

Cultura del trabajo, del esfuerzo, que algunos llevan en vena y otros tienen totalmente olvidada. La clave es encontrar el equilibrio entre trabajar y el concepto de hacer el vago. Para algunos hacer el vago es dedicarse a cualquier cosa que disfruten, incluso jugar con sus hijos o pasar una tarde con los amigos.

Hay adictos al trabajo que ni son conscientes de su adicción. Una adicción que está bien vista y que normalmente lleva al éxito profesional, sacrificando otras parcelas de la vida. Adicción justificada en creencias bien arraigadas.

¿Hace cuánto que no te permites una tarde de sofá, tele y palomitas? ¡Menudo cargo de conciencia! ¡Con la cantidad de cosas que tengo que hacer! Incluso si solo estás un rato puedes sentirte culpable.

Adicción que puede presentarse antes de empezar a trabajar en el mundo laboral, obsesión por los estudios con olvido de la vida u obsesión por las labores de casa (¡cómo yo no lo va a hacer nadie!).

Puedes estar añorando el poder parar, descansar y disfrutar sin sentirte mal, sin sentirte culpable por no pasarte el día haciendo algo “productivo”. Como si descansar cuando hace falta no fuese productivo.

Muchas veces no tenemos el indicador de cansancio activo, no nos damos cuenta de que estamos agotados y nos llega una enfermedad que nos obliga a parar, como si nos hubiésemos quedado sin gasolina por no sentirnos. Hasta se dice que el cansancio es psicológico, como si no existiese.

La clave está en el equilibrio. Tenemos derecho a sentirnos cansados y a actuar en consecuencia. Puede que estemos sintiendo rozaduras en los pies y no paramos porque se puede andar un poco más… Pues las consecuencias pueden ser las que vemos en la foto, seguro que esas consecuencias no han sucedido de repente, aunque pueden suceder casi sin darlas importancia.


Cuando estás trabajando, trabajar y cuando estás a otra cosa, estar en esa otra cosa sin cargo de conciencia, equilibrando los tiempos. En el largo plazos acabamos recibiendo las consecuencias de trabajar muchas horas, las buenas y las no tan buenas, puede ser agotamiento o estrés u otras peores.

Parar cuando has hecho demasiado y estar atento a las señales de agotamiento. Como reza el cuarto acuerdo del doctor Miguel Ruiz “hacer todo lo que puedas y no más”. Muy importante el corolario de hacer lo que puedas y no más.

Y si ya estás con las ampollas, permítete recuperarte, tomarte el tiempo de descanso necesario, sin agobiarte porque otros en tus circunstancias han ido a trabajar (tampoco conoces sus circunstancias) y “disfrutar” cuidándote cuando es necesario.

Esta mañana me comentaba un compañero antropólogo que el secreto de los maratonianos africanos es el descanso, no tanto las rutinas de entrenamiento. No sé cuánto habrá de verdad en esto, lo que sí es claro es que el descanso es imprescindible para un vida bien vivida y también si queremos productiva.

Quizá a ti como a mí aún nos suene mal “ser un vago”, también es cierto que de vez en cuando es imprescindible hacer el vago, y mucho mejor sin cargo de conciencia.

Bienvenidos y bienvenidas al club de los vagos temporales, aquellos que a temporadas hemos trabajado demasiado. A veces nos podemos permitir ser vagos. No hace falta un club para permitirnos hacer el vago de vez en cuando.

viernes, 4 de octubre de 2019

El tiempo, la vida y las emociones

¿No tienes tiempo? ¿Tienes tantas cosas que hacer que no sabes por dónde empezar? Atender al trabajo, la familia, los amigos, hacer ejercicio, comer sano… Simplemente vivir.

¿Por qué siento que nunca trabajo lo suficiente? ¿Por qué no me da de sí el día? ¿Por qué me preocupa no pasar suficiente tiempo con mis hijos o con mis padres? ¿Por qué no me puedo relajar hasta que no acabo mi lista de pendientes? ¿Por qué nunca se acaba la lista de pendientes? ¿Estoy contento con lo que hago?

Muchas preguntas y a veces no tantas respuestas. Nos las preguntamos un rato y después nos vamos a otra cosa sin llegar a responder, nos ocupamos para no pensar, para no sentir, nos anestesiamos alejándonos de nuestro ser.

Las cosas que hacer, el tiempo y las emociones se mezclan. Las emociones nos dan pistas de cuáles son nuestras creencias, nuestros valores (lo que consideramos importante), de cómo actuamos, por qué y para qué. Son unos grandes indicadores si nos dejamos sentir y vemos de dónde vienen y a dónde nos llevan.

Imagen tomada de https://www.filco.es/emociones-camino-felicidad/
Así, en esta mezcla de tiempo, cosas que hacer y emociones nos podemos sentir de distintas formas:
  • Orgullosos de lo ocupados que estamos, si no estás ocupado parece que no eres importante.
  • Decepcionados porque sentimos que nos hemos pasado el día haciendo y al final del día no sabemos lo que hemos hecho, corriendo para no llegar a ninguna parte.
  • Miedo o hasta pánico por las cosas que tengo que hacer o que no he hecho.
  • Ansiedad pensando que teníamos que estar haciendo otra cosa más importante.
  • Culpables por trabajar demasiadas horas y no pasar más tiempo en casa. O también culpable por tomarte tiempo de ocio o tiempo para ti (¡me siento vago!). Dejar de trabajar puede causar un terrible cargo de conciencia. Programados para trabajar.


Después puedes reflexionar si ese sentir es adecuado, dónde te lleva y dónde quieres ir. Porque el sentir viene de lo que crees y te lleva a actuar de una determinada manera, incluso aunque te anestesies para no percibir la emoción está ahí.

El primer paso para gestionar tu tiempo, tu vida, es poner conciencia, saber cómo estás viviendo y desde ahí decidir cómo quieres y puedes vivir. La definición de locura de Einstein es pensar en obtener resultados diferentes haciendo las mismas cosas.

Así empieza hoy mi ponencia, en el XXV congreso de ESRA, donde me han invitado a compartir. Un placer poder aprender con un colectivo implicado en dar más años a la vida y dar más calidad de vida a los años.