Mostrando entradas con la etiqueta tiempo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta tiempo. Mostrar todas las entradas

viernes, 5 de septiembre de 2025

Con menos tiempo tenemos más foco

Siempre me llama la atención lo productivo que soy justo antes de irme de vacaciones. Esa última semana suelo entrar en un modo de foco absoluto: priorizo lo importante, elimino lo accesorio y avanzo en tareas que quizá llevaba semanas aplazando. ¿Por qué? Porque quiero dejar todo listo, cerrar asuntos pendientes y marcharme tranquilo. De repente, el tiempo limitado, la cuenta atrás hacia el descanso, se convierte en mi mejor aliado para organizarme y rendir al máximo.

Lo curioso es que, a la vuelta de vacaciones, muchas veces perdemos ese impulso. Volvemos con la idea de que “hay tiempo”, que lo que no hagamos hoy podremos hacerlo mañana. Y en ese exceso de confianza en que el tiempo siempre estará disponible, vamos dejando que se diluya el foco que tanto nos ayudó antes de marcharnos.

Ahora que septiembre está aquí y muchos regresamos a la rutina, es buen momento para recordarlo: cuando sentimos que el tiempo es limitado, trabajamos mejor. Nos volvemos más selectivos, más claros y más decididos. Al contrario, cuando creemos que tenemos horas y días de sobra, caemos fácilmente en el autoengaño del “ya lo haré”.

No es casualidad el dicho popular: “Si quieres que algo se haga, encárgaselo a una persona ocupada”. Quien está ocupado no puede permitirse perder tiempo; quien tiene poco espacio en la agenda suele ser quien mejor lo aprovecha. Mientras tanto, quien está demasiado ocioso acaba postergando, atrapado en esa falsa comodidad de que siempre habrá un mañana.

La paradoja es evidente: con menos horas, respetamos más cada hora. Con menos tiempo, le damos más valor al tiempo. Y ese principio no solo aplica al trabajo: también a la vida misma. La consciencia de que el tiempo no es infinito nos ayuda a cuidarlo más, a priorizar lo que de verdad importa y a evitar perderlo en lo irrelevante.

Con menos horas disponibles:

  • Priorizas lo esencial.
  • Dices no a lo accesorio.
  • Tomas decisiones rápidas.
  • Evitas distracciones porque sabes que no puedes permitirte ese lujo.

Quizá la clave para mantener el foco de septiembre sea simple: vivir cada día como si estuviéramos a punto de irnos. Con la claridad de que no podemos abarcarlo todo, pero sí podemos dar lo mejor en lo esencial.

No se trata de vivir con prisa, sino con consciencia. Menos horas, bien enfocadas, producen mejores resultados que muchas horas diluidas. Y menos vida desperdiciada en lo irrelevante deja más espacio para lo que de verdad nos llena.

Porque el tiempo limitado no es una condena, es una brújula. Y nos recuerda lo que realmente merece nuestra atención.

Si quieres seguir leyendo lo que se publica en el blog, formar parte de esta tribu, puedes seguirme en LinkedIn, para no perderte la próxima entrada. Haz clic aquí.

domingo, 27 de octubre de 2024

El día de 25 horas del cambio de hora

Te imaginas los días de 25 horas, una hora más al día para lo que quieras. A veces pregunto ¿Qué harías si tuvieses una hora más al día? Las respuestas más comunes incluyen dormir más, descansar, leer, hacer ejercicio, pasar tiempo con los seres queridos, cocinar con tranquilidad.

Cambio de hora de otoño - creada con ChatGPT

La respuesta revela lo que echamos de menos, lo que sentimos que necesitamos, lo que nos falta.

Pues hoy es el día, estamos en el cambio de hora de otoño. Esta noche cuando daban las tres teníamos que volver los relojes a las dos. Me encantaba cuando era más joven y eso significaba una hora más de fiesta.

Esa hora extra es una oportunidad, tiempo para descansar más, para hacer algo que posponemos o simplemente para disfrutar de una mañana más tranquila. Esta hora disfrutada puede generar emociones positivas, como alivio, relajación e incluso gratitud. Puede generar la sensación de tener un regalo de tiempo, lo cual puede mejorar temporalmente el estado de ánimo.

También pone de manifiesto como la hora de reloj es algo artificial, es una convección social, para llegar todos al cole en un momento determinado o a otras citas. Nuestro cuerpo no sigue inmediatamente ese nuevo horario, necesita unos días para adaptarse.

Quizá esta noche tengamos sueño antes. Si nos íbamos a la cama a las 23, pues a las 22 de reloj el cuerpo estará pidiendo cama, es su costumbre, no le vale que el reloj diga otra cosa. Es un pequeño mini-jetlag de solo una hora. Distinto de cuando cambiamos volando varios husos horarios.

Durante esta transición, algunas personas pueden experimentar irritabilidad, fatiga, o falta de motivación, sintiéndose desorientadas o “fuera de ritmo” en sus actividades diarias. Date tiempo, especialmente si tienes más años, con la edad, la adaptación nos suele costar más.

Con el cambio de horario de otoño, los días se nos hacen más cortos, anochece más temprano, lo cual puede afectar el ánimo. Un recordatorio del invierno que se avecina.

Espero que esta hora extra te haya sentado bien. Yo he dormido un poco más y después, pensando que hoy el día era más largo, he ido más relajado. Al final una hora más no se nota en el día, sigo haciendo más o menos las mismas cosas.

A ver si soy capaz de mantener el horario de verano, irme un poco antes a la cama y seguir levantándome a la misma hora, a leer un rato ¿Cómo piensas tú disfrutar de este cambio de hora?

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

domingo, 20 de octubre de 2024

Corre que vuela

"Distintos tiempos, la misma mirada" - imagen cedida por el autor (Gabriel Briones Mardones)


Un poema, regalo de mi amigo Gabi

Por los viejos tiempos, por los tiempos que corren, por los tiempos venideros


Ser un ladrón de tiempo

al tiempo.

 

Apostar para ganarlo

para exprimirlo,

hasta el final.


No dejar las horas pasar para

sacarlo de donde no hay.


Para no perderlo

llegar siempre en hora.


Si ya ha pasado

no mueve relojes,

aunque si pasa,

todo lo cura.


Evitar momentos muertos,

sin matar el que te queda.


Poder disfrutarlo,

sin horarios.


Disponer de él,

sin que corra.


Impedir que vuele

pues oro es.


Abrazarlo para

que no escape.


Aprovecharlo sin restricciones,

para así poder tenerlo,

para ti,

para mi,

para siempre,

el tiempo.


Se volverá una macabra obsesión,

atenazante presión,

desde cuando un buen día,

algún inesperado suceso,

ponga sobre la mesa,

en plato frío y sin cubiertos,

la certeza de que

cada amanecer será uno menos

y que los días están,

ya todos,

contados.


El poema habla por si solo, así que no añado más. “A buen entendedor pocas palabras bastan”. Espero esa próxima publicación de su libro de poemas y de otros más, en los que espero ver esta poesía con su firma.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Felicidad o/y tranquilidad

Esta semana escribo en miércoles en lugar de en domingo. De viernes a martes he estado completando un proceso de autoconocimiento, que empecé hace casi 10 años. Estos días he estado con el SAT5 del programa SAT (buscadores de la verdad) de Claudio Naranjo.

Más que completar creo que queda mejor expresado diciendo que siento que he dado un paso más en el camino que me ayuda a conocerme y a comprenderme. Un proceso que no acaba, que no se completa, como quitar una capa más a la cebolla.

Es difícil de explicar con palabras. Me ha acercado un poco más a la tranquilidad, que me ayuda a relacionarme de manera más amplia, más espontanea, primero conmigo mismo y después, también, con los demás. Una puerta a un mundo de posibilidades.

Conocernos nos libera. Libera energía creativa que teníamos atascada. Nos permite saber lo que queremos e ir a por ello, disfrutando por el camino, siguiendo la dirección que nos marcamos. También a saber lo que no queremos.

Vivir tu tiempo va de esto, de vivir el tiempo, que es vida, en tus propios términos, soltando los automatismos, las presiones sociales. Dándote cuenta de tus pensamientos, de tus sentimientos y emociones, de tu instinto, para actuar en consecuencia.

Me encantan unas frases que encontré en internet atribuidas a Wüicho Villegas y que te comparto:

“La verdadera felicidad, es la tranquilidad.

Sin angustias en la mente. Sin presiones sociales superficiales. Sin ataduras personales hirientes. La Felicidad, no siempre es estarse riendo, cantando o saltando como demente. Tampoco es estar siempre hiperactivo. Tampoco es estar distorsionado a causa de algún exceso alegre, pues a diferencia de la alegría, la verdadera felicidad no tiene caducidad, sino que es permanente.

Un estado puro de paz, de claridad mental, de completa presencia en el presente y, por ende, de absoluto dominio de todo lo que te sucede.

Presencia en lo que piensas. Presencia en lo que dices. Presencia en lo que haces. Presencia en lo que sientes.

La Felicidad, es la tranquilidad mental que te permite disfrutar cada segundo de Vida tal y como viene.”

Te deseo mucha felicidad y tranquilidad. La aceptación de ciertas cosas ayuda.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

domingo, 1 de septiembre de 2024

¡Vete a cagar!... Sin móvil

En mi casa los tiempos en el baño se han alargado, especialmente entre los adolescentes ¿Por qué será? Seguro que te está viniendo una respuesta a la cabeza. Me da que tiene que ver con que se meten en el baño con el móvil. Hay que reconocer que ahí tienen intimidad y supongo que el tiempo que pasan dentro tiene que ver con eso.

No es solo cuestión de adolescentes. Tengo que reconocer que también es un hábito que practico, incluso cuando trato de evitarlo. Por charlas que he tenido, creo que es un hecho habitual para bastantes y bastantes casas.

El móvil, el tiempo y el baño
Ir al baño sin el móvil se está convirtiendo en extraño. Como salir de casa sin él. Cuantos hemos vuelto a casa el día que se nos ha olvidado a recogerlo, nos sentimos descolocados sin este pequeño aparatito. Por otra parte, que gusto el día que no volvemos a por él y disfrutamos de la desconexión. He tenido problemas con la batería y lo he dejado algún día en casa; la verdad es que ha estado bien, una preocupación menos, podía estar a lo que estaba, con menos interrupciones.

Además de que el baño está más ocupado que nunca hay otros motivos que aconsejan cambiar de costumbre y dejar el móvil fuera:

  • Lo que podrían haber sido dos minutos se convierten fácilmente en 15 entretenido con juegos, redes sociales u otros contenidos.
  • La postura en el inodoro con el móvil te puede generar dolores de espalda, cuello y muñecas.
  • Mucho tiempo allí sentado puede producir hemorroides. De esas que no se sufren en silencio porque se cuentan.
  • No te digo nada de la faena que supone si el móvil se cae en el inodoro.

Como ya he comentado en otras entradas, el móvil es la chupeta de los adultos. Nos la ponemos en cuanto nos aburrimos. El problema es que cuando nos ponemos la chupeta nos quedamos enganchados y los tiempos se nos alargan, además de suponer otras consecuencias.

El tema de esta entrada es un poco escatológica y también muy cierta. No se si es fácil de implementar, es simple y creo que efectiva. Un reto para el comienzo de septiembre, dejar el móvil fuera del baño, hay mucha humedad, que no sienta bien a la electrónica. Tus compañeros de hogar te lo agradecerán. (¡Vete a cagar!... Pero sin el móvil).

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

lunes, 29 de julio de 2024

Perdemos mucho tiempo quejándonos

Hace unos meses estaba quejica, enfocado en lo que me molestaba, en las dificultades, en mis bloqueos. Recordé la campaña “un mundo libre de quejas”, impulsada por Will Boden, con su reto de 21 días sin quejarse. En el reto, cada vez que te quejas, criticas o murmuras, tienes que cambiarte una pulsera de brazo, hasta que consigas encadenar 21 días sin cambiarte la pulsera.

Parece fácil, tendemos a ver más lo que se quejan los demás que nuestras propias quejas. Pensamos que somos positivos. Estar todo un día sin quejarse es complicado, imagina lo que son 21 días, acostumbrarse a no quejarse.

Con el recuerdo en mente de lo que leí y experimente hace unos años con la campaña para liberarnos de la queja propia me propuse experimentarlo de nuevo.

Al quejarnos nuestra mente se enfoca en lo que está mal, nos tensamos y nos estresamos. La queja nos sienta mal, aunque creamos que nos libera. Es mucho más sano y productivo enfocarte en la solución que en la queja.

Un consejo que me dieron cuando aprendí a conducir. Enfócate en el hueco por donde vas a pasar, no en el obstáculo. Si te fijas en el obstáculo, vas hacia él. Enfocarte en lo que quieres conseguir, en el objetivo. Quejarse es enfocarse en lo contrario, en lo que no queremos, en lo que vemos mal.

Cuanto más te quejas más presente se te hace lo que está mal y menos energía tienes para enfocarte en lo que está bien y en el objetivo o la solución.

Si te acostumbras a la queja, te vuelves adicto a ella, tu cerebro va buscando más cosas de las que quejarte, así puedes entrar en las famosas competiciones de a ver quién se queja más, a ver quién está peor, que no sientan bien a ninguno de los participantes.

Puede que tengas relaciones basadas en la queja, gente con la que te juntas para quejarte sin buscar soluciones, quizá hasta sin darte cuenta. Eso te aleja de las soluciones y de lo que quieres.

Los quejicas atraen a los quejicas. Es más fácil no quejarse estando rodeado de ciertas personas. Si te rodeas de quejosos tiendes a quejarte. También si te quejas atraes las quejas de los demás.

Nuestras quejas, sin propuesta de solución, hieren al otro y también a nosotros
Si estás con alguien que se queja, en lugar de buscar algo para alimentar esa queja o sacar tú una nueva, prueba a estar callado, mantener la boca cerrada. Esperar a ver si la conversación puede ir por vías más positivas. Escuchar quejas te tienta para quejarte, no entrar al trapo, no alimentes la espiral de las quejas.

En general, preferimos estar con gente positiva, que no esté todo el día quejándose. Lo mismo les pasa a los demás, normalmente no les gusta nuestra versión quejosa. Es cansado y consume energía escuchar las quejas de otros. La queja nos resta energía a nosotros y a los que nos rodean.

Puedes pensar que quejarte de lo que ha hecho otro es la mejor forma de que cambie su comportamiento. Normalmente tiene el efecto contrario, se enfada, se defiende y persiste en su comportamiento para afirmarse. Cambia con el ejemplo y el aprecio de lo que hace bien, no por la crítica y la queja.

¿Para qué quejarse de lo que no se puede cambiar? Como por ejemplo del tiempo, quizá creemos en la magia de que si nos quejamos hará un tiempo que nos guste más ¿Esta queja lleva a algo positivo?

Cambiar la queja por el enfoque en la solución. Se enfoca en la solución, por ejemplo, decir al camarero “por favor, me puede calentar la sopa, está fría”. Esto es muy distinto de decir a quien te acompaña “menuda mierda de sopa, está fría”. En el segundo caso no sirve para solucionar el problema, simplemente sirve para enfadarnos.

Si hablas de lo que quieres en lugar de quejarte, la gente querrá trabajar y estar contigo. Hablar de cómo solucionar el problema en lugar de quejarte y de cómo será cuando se haya solucionado.

Librarse de la queja nos hace más felices y hace más felices a los que están con nosotros, mejora las relaciones. Sin quejas tendrás un impacto positivo en tu familia y en los que te rodean.

Mis palabras son poderosas y tengo la responsabilidad de escogerlas sabiamente. Conseguir algo positivo con lo que digo.

Pasados unos meses, con menos quejas y más foco en lo que quiero, avanzo más, estoy más contento y satisfecho al final del día, tengo más propósito y mejor visión. También me rodea y me rodeo de gente más positiva, mis relaciones han mejorado. Me ha sentado bien.

Dejar la queja me parece un gran reto con consecuencias muy positivas. Simple, efectivo y no tan fácil como parece ¿Quieres probar? Te reto a dejar de quejarte.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

lunes, 24 de junio de 2024

Vidas pequeñas, grandes sueños

El título de esta entrada es el título de una gran obra de teatro. Premio a la mejor obra del XXVI certamen de teatro UCM. Representada en el teatro de Bellas Artes de Madrid este 17 de junio.

No se si se volverá a representar. Es una obra ligada a su director, Jaime Cano, y al elenco que la representó. En ella se exponen, se comparten, vida, sueños, anhelos, miedos y pasiones. Una obra que hace reflexionar sobre la propia vida y la forma de vivir.

Propone la división de la vida en etapas de siete años. Idea ya propuesta por la antroposofía. En siete años nuestra realidad cambia, el entorno se modifica. Esos cambios hacen que nosotros también cambiemos, evolucionemos.

La vida como un cambio hacia la muerte, que es segura. Gastamos mucho tiempo en elegir nuestro camino, y todos los caminos llevan a la muerte. Sabiendo donde vamos a llegar ¿Para qué tener prisa? Lo último que hace falta es correr.

Foto tomada de instagram (Colegio Mayor Santa María de Europa)
¿Qué dejamos aquí tras la muerte? ¿Qué queda? ¿Por qué estoy aquí? ¿Me gustaría dejar algo? El teatro nos acerca a estas preguntas transcendentes, que nos cuestionan si nos dejamos y que pueden guiar nuestra vida.

¿Cuándo empezamos a preocuparnos por el futuro en lugar de soñar con él? A obsesionarnos con preguntas que repetimos a los que tienen alrededor de 18 años ¿Qué quieres hacer? ¿Dónde vas a vivir? ¿Cómo te vas a ganar la vida? ¿Tendrás hijos algún día? ¿Dónde te ves dentro de 10 años? ¿10 meses? ¿10 días?

Una invitación a recobrar el presente, a aparcar la obsesión. Nos falta tiempo, para pensar, para hacerlo todo (es imposible), para saberlo todo (también imposible), para disfrutar más. Nos falta el tiempo que ya ha pasado.

Recordar lo importante, acercarnos al amor, decir a los de cerca que queremos, eso, “te quiero”. Llegado el momento nos quedamos sin palabras, lo damos por supuesto. Poner las palabras hace que se deslicen lágrimas de emoción.

Con el tiempo, las cosas que nos parecen serias, considerables, muy importantes, serán olvidadas o parecerán fútiles ¿Cómo serán dentro de 200 años?

La obra conmovió mi corazón, escuché simples verdades que me ayudaron a reflexionar, tenían que ver conmigo, con nosotros. Gracias Jaime, a los múltiples Jaimes allí mostrados, que han dado luz a esta tragicomedia. Las ideas de esta entrada son tomadas del guion de la obra vidaspequeñas, grandes sueños. Espero que también os conmuevan.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

sábado, 6 de enero de 2024

La enfermedad de la prisa, de lo corto, de lo rápido

En las noticias, decían que las canciones eran cada vez más cortas. Si no enganchan desde el principio, se abandonan, no se espera si se inician con un instrumental largo y el estribillo debe estar al principio.

Esto también pasa con los textos, si no enganchan desde el principio, se abandonan, los abandonamos. Algunos, antes de leer esta entrada del blog, habréis mirado el tiempo que se tarda en leer, si es demasiado larga, muchos la desechan (algunas redes sociales estiman el tiempo de lectura).

Hasta los vídeos que son de más de un minuto parecen demasiado largos. Han triunfado plataformas con contenidos cortos, donde se limitaba la duración de los vídeos, como TikTok. Aunque después se ha ampliado la duración permitida, siguen arrasando los vídeos cortos, que generan una gran adicción.

Twitter limitaba inicialmente las entradas a 140 caracteres, aunque después lo ha ido ampliando (Los usuarios de pago pueden escribir muchos más). Lo cierto es que demasiado texto espanta lectores.

Lo corto, lo rápido, es el nuevo mantra. Consumimos contenido sin integrarlo. Entra por un oído y sale por el otro, no queda nada. Simplemente nos distraemos, nos entretenemos y acabamos cansados de tanto estímulo. La lectura apresurada se convierte en superficial.

También triunfa la comida rápida, el aprenda un idioma en 7 días, baje peso rápidamente… ¿Te conviene ir tan rápido? ¿Te sienta bien? ¿Hay otra manera de vivir?

Invadidos por la prisa. Corriendo sin saber a donde vamos.
No puedo menos que recordar a Carl Honoré y su libro de “Elogio a la lentitud”. Honoré impulsa el movimiento “Slow”, que consistente en hacer las cosas a la velocidad justa, adecuada para cada momento (Kairos, el tiempo adecuado para cada cosa, frente a Cronos, el tiempo de reloj). Rápido si es necesario y lento cuando conviene.

Dar el tiempo adecuado a las conversaciones, a desarrollar una relación, a las comidas. Disfrutar de un buen libro, aunque tenga más de 140 caracteres. Dar el tiempo a que la historia se desarrolle en una película de hace 30, 40 o más años (ahora nos parecen lentas).

En un tiempo de cambio como el de ahora, parece que hay que ir deprisa. Sin embargo, a través de la lentitud, entendemos el cambio, el entorno, la novedad, integramos lo nuevo, evolucionamos y nos adaptamos mejor.

Puedes escuchar a Carl Honore en la entrevista de BBVA Aprendemos juntos pulsando aquí (1 hora y 10 minutos). Si no tienes tiempo, si tienes prisa, puedes escuchar el tráiler en este otro enlace (4 minutos y 26 segundos).

Las grandes damnificadas de la prisa son las relaciones, especialmente con los de cerca. La comunicación se hace superficial, nos perdemos la conexión profunda.

No me alargo, quiero que llegues al final y te tomes el tiempo para integrar lo leído, hacerlo tuyo ¿Cómo quieres vivir? A veces vamos tan rápido que nos perdemos la vida.

domingo, 10 de diciembre de 2023

Regala y regálate tiempo

Hoy me ha llamado la atención un anuncio en la tienda de la gasolinera a la que voy. Ponía a la venta un reloj con la frase “¡Regálate tiempo!”. Menuda paradoja, parece que podemos sacar tiempo de un reloj que es quien aparentemente nos esclaviza, nos hace correr a todos lados.

Cada minuto cuenta, porque lo contamos con un reloj. El tiempo de reloj, cronos, al contarlo creemos que lo atrapamos y quizá sea el reloj el que nos atrapa a nosotros.

Frente a Cronos está Kairós, el tiempo adecuado para cada cosa ¿Cuánto es lo adecuado? No siempre se puede contar con un reloj. El tiempo oportuno, el momento justo para cada cosa, para cada experiencia.

Aunque tenemos 24 horas todos los días aparentemente nos falta tiempo, incluso para nosotros mismos. Somos ricos en tiempo, esas 24 horas, 1.440 minutos todos los días.

La Navidad está a la vuelta de la esquina, ya se ha desatado la fiebre del consumismo, al menos en este que llamamos primer mundo y queremos regalar cosas de todo tipo ¿Qué tal si este año regalamos tiempo?

Cada vez es más difícil regalar, tenemos de todo, más de lo necesario (al menos estoy hablando de mí). También puede ser que cualquier regalo es bueno, lo que importa es el detalle, el tiempo empleado.

Puede que el mejor regalo sea el tiempo. El tiempo que me puedo regalar a mi mismo o el tiempo que puedo regalar a los cercanos, a los que quiero. Al fin y al cabo, el tiempo es vida, estamos hechos de tiempo y lo que tenemos es el tiempo que compartimos.

En la foto está mi maestro, mi hijo Juan, que me ha dado permiso para colgar la foto. Ahí está, con los pies a remojo, disfrutando su tiempo. Saber apreciar las cosas sencillas.

Quizá no sabes cómo regalarte tiempo. Observa a los niños, ellos si que saben. Todos lo supimos algún día, todos fuimos niños. Podemos recuperar el niño que llevamos dentro y su sabiduría natural.

Estas Navidades puedes regalar tiempo (Cualquier momento es bueno para regalar tiempo). Es un regalo que viene de vuelta, si regalas tiempo a un amigo, es probable que ese tiempo sea compartido, con lo que también es un regalo para ti.

Me voy a hacer un regalo de tiempo, me voy al sofá, que he encendido la chimenea y me apetece leer un rato ¡Qué disfrutes de la semana! (de tu tiempo).

domingo, 26 de noviembre de 2023

Mientras me pongo, se pasa el tiempo y el momento

Del dicho al hecho hay un trecho. No se si os ha pasado eso de “me voy a poner a estudiar” y mientras me pongo se han pasado dos horas. O con la intención de ir al gimnasio, con idea de salir a las 9 hacia allí, me dan las 10, entretenido con cualquier cosa. Una hora más tarde, el día se ha complicado, tengo demasiados planes y lo de ir al gimnasio se queda solo en la intención, un día más.

Desde que tengo intención de ponerme hasta que me pongo, si no presto atención, sin darme cuenta, pasa “demasiado” tiempo. El tiempo, la vida, se nos escapa entre los dedos. Lo de estudiar o ir al gimnasio puede sonar a obligación, a algo que nos cuesta. Lo mismo nos puede pasar a la hora de llamar a un amigo, lo que suena más agradable. Tengo intención de hacerlo y se me pasa el momento. Cuando hablamos, pasados los meses, nos decimos, además con sinceridad, “he pensado un montón de veces en llamarte”.

Qué bien nos sentimos después de haber seguido el plan. Me he encontrado mucha gente que no quiere planificar nada, porque total, nunca sigue el plan. O los que planifican las horas de estudio/trabajo y después solo cumplen los descansos ¿Por qué no he seguido el plan? ¿Me despisto cuando surge cualquier cosa? ¿Me cuesta ponerme? ¿El plan estaba mal hecho? Como todo, es cuestión de práctica, planificar algo que puedas/quieras hacer y te siente bien. Aprender a planificar y a seguir el plan. Si fallas al planificar estás planificando fallar.

Cuando tienes el plan claro, también el para qué de ese plan, la razón de que te convenga, ya tienes la mitad hecha. Ahora solo queda seguir el plan, aunque a veces es la mitad más difícil.

Hay a quién le encanta planificar sin hacer, soñar con lo que puede hacer y después no hace. Se llaman soñadores. Está bien soñar, incluso despierto algunas veces, aunque de vez en cuando nos conviene hacer.

Un plan nos guía a lo largo del día, no hace falta programarlo todo. Si sabemos lo que queremos ya estamos más cerca de conseguirlo. Definir los pasos para llegar, el cómo conseguirlo y después ir andando.

Entrenar la atención para darnos cuenta de cuánto tiempo pasa hasta que nos ponemos. La inercia nos mantiene donde estamos. Si estamos en el sofá, la inercia nos mantiene lejos de salir hacia el gimnasio. A veces cuesta, y qué bien nos sentimos al volver

Hacer lo que quiero a veces supone fuerza de voluntad para ponerme… ¡qué a gusto me quedo cuando lo he hecho! Qué fácil es hacer planes y que difícil es a veces seguirlos. Sobre todo, para algunas cosas. La importancia de no despistarse por el camino.

Mi situación y pensamiento muchos días
Hoy de momento la cosa no va mal. He ido al gimnasio, que me costaba, lo que me deja alegre y satisfecho. También he escrito esta entrada para el blog, me ayuda a reflexionar un poco cada domingo. Esta tarde tengo intención de llamar a un amigo, hace un montón que no hablamos, he pensado un montón de veces en llamar, pero con la diferencia horaria, al final, se me pasa. Excusas, si quiero puedo, si quiero lo haré… me voy a poner la alarma del móvil para hacerlo. Si lees esta entrada y echas de menos que hablemos, llámame.

domingo, 19 de noviembre de 2023

Cultura de la prisa, del no tengo tiempo

Vivimos en la cultura de la prisa, repetimos “NO TENGO TIEMPO”, corriendo de un lado para otro, muchas veces sin saber muy bien a dónde vamos. Con una larga lista de pendientes, que no deja de crecer, a pesar de todos nuestros esfuerzos.

En un mundo con posibilidades infinitas, donde las opciones nunca han sido tan numerosas, nos perdemos entre tanta oportunidad. Nos perdemos al elegir o elegimos a toda prisa. Los quehaceres y los placeres nos van llevando y saltamos de una cosa a otra, muchas veces sin acabar ninguna. El día pasa y no sabemos que hemos hecho con nuestras 24 horas.

La realidad es que tiempo siempre tenemos, todos los días 24 horas, así que la frase “no tengo tiempo” carece de sentido. Todos los días tenemos la capacidad de elegir que hacemos con nuestro tiempo.

¿Cómo eliges? ¿Cómo elegimos? Nuestras elecciones configuran nuestra vida y nuestra dirección. Si sigues por ese camino llegaras da donde te encaminas. En ocasiones sentimos que podemos predecir donde acabará alguien. También podemos apostar por donde acabaremos nosotros, sabiendo a qué dedicamos el tiempo.

El tiempo no se puede gestionar, simplemente va pasando. Lo que podemos gestionar es que hacemos en el tiempo que tenemos. Damos importancia a las cosas por el tiempo que las dedicamos.

Cuando propongo a alguien tomar un café y me suelta el célebre “no tengo tiempo”, a veces contesto “es que no soy suficientemente importante para ti”. Enseguida se disculpan diciendo que realmente no tienen tiempo, que están muy ocupados, lo que no dudo. También es cierto que ponen por delante todas esas ocupaciones a que nos tomemos un café. No pasa nada, cada uno toma sus elecciones, si es que puede. Es cuestión de prioridades.

Podemos no tener tiempo para ir a la montaña en familia, con amigos. Seguro que encontramos cosas que hacer en su lugar, depende de a qué le demos importancia.

Hoy nos hemos regalado tiempo en Santa Cruz del Valle Urbión - preciosa ruta y mejor compañía. Aunque la foto sale un poco borrosa, eso no es lo importante

Quizá sentimos que algo es importante, decimos que es importante. Pero nuestros actos hablan más alto que nuestras palabras, los hechos nos configuran, quizá más que los sentimientos.

Para saber qué es lo importante para ti, déjame ver tu agenda. Si dices que la familia es importante ¿Cuánto tiempo le dedicas? Más allá de lo que trabajas, porque puedes usar la excusa de que trabajas para que tengan todo lo que quieran, o todo lo que necesitan. Quizá lo que quieren y necesitan es pasar tiempo contigo.

El tiempo, el mayor regalo, porque es de lo que está hecha la vida.

¿Qué es lo importante? Si no tenemos tiempo, si no encontramos tiempo para ello, es que eso no es suficientemente importante.

La importancia depende del criterio de cada uno. A veces es difícil alinear la importancia de lo que sentimos, de lo que pensamos y de lo que hacemos. Merece la pena reflexionar a qué dedicamos el tiempo, que sí tenemos.

Gracias por dedicar tu tiempo a leer la entrada de esta semana. Puedes enviársela a quien dice que no tiene tiempo para una charla tranquila contigo, para un paseo o para un café.

domingo, 22 de octubre de 2023

Reencuentro con los compañeros de EGB. Los amigos del cole

Ayer fue un día para recordar, de reencuentro, de compartir. Nos juntamos a comer algunos de los compañeros del cole, fuimos 40, faltaban unos cuantos. Este año, la mayoría hemos cumplido 50 años, otros están cerca de cumplirlos, una cifra redonda y especial. Ya no somos ni tan jóvenes, ni tan viejos, edad de hacer balance, aunque esto se puede decir a cualquier edad.

Nos volvimos a ver en el colegio, donde hemos vivido tantas horas juntos. Cientos de anécdotas compartidas, recuerdos, rememoración de sueños, sentimientos.

Los años pasan, muchas cosas cambian y otras permanecen. Nos hicimos una foto, en las mismas escaleras donde nos hacíamos la foto anual. Los altos seguían siendo altos y se pusieron detrás, los bajos seguían siendo bajos y estuvieron en primera fila (esta vez sin banco). Nos reconocíamos, las caras y los gestos permanecían. Allí estaba la esencia.

La magia de volver a ver a los que ya conocíamos, a volver a reconocernos y ponernos al día. De niño y adolescente conoces a la gente de otra forma, más espontanea, con menos máscaras, más natural, todo fluye ¡Qué grande poder reencontrarnos!

Momento especial cuando aparecieron cuatro profesores de nuestra infancia y adolescencia. De distintas etapas. Instante único, tanto para nosotros como para ellos. Representan nuestra historia, nuestros inicios. Nos acompañan en la foto.

Foto de reencuentro

Don Emilio, que llegó al colegio cuando hacíamos 1º de EGB, acostumbrados al hermano Blas, Emilio era un soplo de aire distinto, más cercano. Nosotros, sus primeros alumnos, casi no se nota en la foto que es algo mayor que nosotros. Ayer cantamos “¡Viva la gente!”, tal como la cantábamos con 5 o 6 años, en 1978/79, al son de esa guitarra especial. Todavía recordamos la letra y el estribillo, que al menos a mi me ha marcado “¡Las cosas son importantes, pero la gente lo es más!” (Pulsa aquí y podrás escuchar la canción en las voces de “Enrique y Ana”), que también estuvieron en nuestra infancia. Emilio se jubiló hace un par de años, después de 42 años en el colegio, su legado permanece en nosotros.

Marco Antonio y las ciencias naturales, en esas clases donde ya teníamos entre 12 y 14 años, revolucionados y revolucionarios, con ganas de explorar. Abriéndonos a la independencia en un mundo lleno de reglas. Casi estuvo en el colegio lo que estuvimos nosotros, después fue a buscar nuevos caminos, con los años hemos ido coincidiendo, los niños nos hacemos mayores.

Don Javier, profesor serio y con buen humor, aunque parezca contradictorio. Lo dice todo que recibió de regalo un jamón y un Oscar cuando se fué. Nos hizo saber que "las normas de convivencia no son un capricho del profesor, sino que van encaminadas a nuestra formacion"; alguno lo copio 200 veces.

La señorita Lourdes, bendita entre tanto hombre, como cuando llego al colegio y nosotros teníamos 15 años ¡Qué mayores nos veíamos y nos creíamos! La Salle era un colegio de chicos, a esa edad éramos todos chicos y nunca habíamos tenido una profesora joven ¡Os podéis imaginar el impacto! Ayer contaba lo difícil que había sido para ella. Lo que ha cambiado el colegio, lo que ha cambiado la educación, lo que hemos evolucionado. A ella se la distingue bien en la foto.

Cómo hemos cambiado y cómo nos mantenemos iguales. El cambio y lo permanente, la esencia de cada uno sigue estando ahí. Todo cambia y todo permanece.

Gracias Miguel Miguel Moreno por impulsar el grupo de Whatsapp, por mantener la unión y la llama encendida. Gracias a los que os movéis por organizar estos reencuentros, gracias GGV (Goyo) por el diseño de las camisetas y por apoyar la iniciativa ¡Cuánto os quiero! ¡Cuánto me alegro de volver a veros! ¡Eché a muchos de menos!

Reconecté con el niño y el adolescente que fui y que llevo dentro ¡Qué bueno poder sentirlos junto con el adulto que ahora soy! ¡Qué bueno poder consultarlos cuando tengo algo que decidir! Toda una mezcla de sentimientos, recuerdos, sueños.

Gracias a todos por estar ahí, tanto a los que vinisteis como a los que no. Somos historia común, no somos los unos sin los otros, la riqueza de conocernos, ¡qué bueno sentirnos conectados! Seguimos caminando juntos, incluso en la distancia.

¡Viva la gente, la hay donde quiera que vas!

¡Viva la gente, es lo que nos gusta más!

Y entonces me di cuenta de una gran realidad,

las cosas son importantes, pero la gente lo es más

domingo, 7 de mayo de 2023

Vivir es una maratón, no una carrera de 100 metros

Vivimos con demasiada prisa, con rapidez. Estamos inmersos en la cultura de la inmediatez, todo tiene que ser para ya, si no es que tenía que haber sido para ayer. Urgencia por acabar lo siguiente, lo que tenemos encima de la mesa.

Inmersos en el corto plazo, en la próxima entrega, en el próximo examen, en el próximo proyecto. Perdemos la visión del largo plazo. Es como si estuviésemos corriendo constantemente carreras de 100 o 200 metros.

La mayoría de lo que importa se construye en el largo plazo. Se parece más a una maratón que a una carrera de 100 metros. Lo importante no es el próximo examen, sino como vamos construyendo nuestro conocimiento para apoyar lo siguiente.

No es la próxima entrega del proyecto, sino como eso forma parte de un proyecto más grande.

Esto no quita importancia a las pequeñas cosas, que construyen las más grandes. Las relaciones de largo plazo se construyen con pequeños detalles. Cada detalle tiene su importancia, pero no podemos poner toda nuestra energía en todo detalle. No podemos correr una maratón como si sumásemos carreras de 100 metros. Después de correr 100 metros a tope necesitas descansar.

Encontrar el ritmo adecuado para las grandes distancias, las de toda una vida, ya sea de aprendizaje, de relaciones, de proyectos y logros profesionales.

La tortuga: ccon constancia, siempre llega (aunque tarde)
Relativizar la importancia del corto plazo, de la perfección de cada cosa, es imprescindible para mantener la energía en el largo plazo, la visión y la realidad de quien somos y quienes queremos ser.

Si estamos demasiado estresados, demasiado ocupados, quizá es momento de parar y mirar ¿Dónde nos lleva esto en el largo plazo? ¿Qué efectos tiene tanto en el largo como en el corto plazo? Para después continuar al ritmo adecuado.

La cultura de la inmediatez lleva al estrés. Creo que la mayoría de las cosas que merecen la pena llevan su tiempo, su constancia, su persistencia. No aprendemos todo lo necesario de una sentada, las relaciones se construyen con presencia, la maestría en una profesión se logra con pequeños pasos (repasar la regla de las 10.000 horas) y una vida se construye en el largo plazo.

Cuando queremos hacer todo para ya nos encontraremos abrumados, desbordados y muchas veces sin dirección.

A mis alumnos, que cursan tercero de una carrera universitaria, les hago una pequeña reflexión. Tienen unos 50 años de carrera profesional por delante (si echamos hasta sus 70 años, aunque cada uno escogerá cuanto durará); no hace falta hacerlo todo el primer año, ni en los primeros cinco años, hay mucho tiempo por delante. Esa es la buena y la mala noticia.

Incluso en mi caso, que me acerco a los 50, espero que quede mucho tiempo por delante (aunque mucho y poco es relativo). Quiero hacer muchas cosas, de momento voy a hacer las que tocan esta semana para acercarme a eso en lo que quiero convertirme, mientras disfruto del camino.

Hoy me quiero acordar de ese amigo, el sabrá a quien me dirijo. Hace unas tres semanas ha tenido un susto, lo que parece un accidente cardiovascular, puede ser por ir demasiado rápido, abarcando demasiado… No lo sé, no soy médico, él lo sabrá mejor que yo. Quizá es momento de ir más despacio, de encontrar otro ritmo, que le permita seguir contribuyendo y disfrutar del camino por muchos años.

Pensar en el largo plazo me relaja, me permite saber que queda tiempo, que no todo lo tengo que hacer hoy, aunque hoy puedo seguir avanzando en la dirección que quiero, o parar a descansar si es lo que necesito. Equilibrar el corto y el largo plazo.