lunes, 29 de julio de 2024

Perdemos mucho tiempo quejándonos

Hace unos meses estaba quejica, enfocado en lo que me molestaba, en las dificultades, en mis bloqueos. Recordé la campaña “un mundo libre de quejas”, impulsada por Will Boden, con su reto de 21 días sin quejarse. En el reto, cada vez que te quejas, criticas o murmuras, tienes que cambiarte una pulsera de brazo, hasta que consigas encadenar 21 días sin cambiarte la pulsera.

Parece fácil, tendemos a ver más lo que se quejan los demás que nuestras propias quejas. Pensamos que somos positivos. Estar todo un día sin quejarse es complicado, imagina lo que son 21 días, acostumbrarse a no quejarse.

Con el recuerdo en mente de lo que leí y experimente hace unos años con la campaña para liberarnos de la queja propia me propuse experimentarlo de nuevo.

Al quejarnos nuestra mente se enfoca en lo que está mal, nos tensamos y nos estresamos. La queja nos sienta mal, aunque creamos que nos libera. Es mucho más sano y productivo enfocarte en la solución que en la queja.

Un consejo que me dieron cuando aprendí a conducir. Enfócate en el hueco por donde vas a pasar, no en el obstáculo. Si te fijas en el obstáculo, vas hacia él. Enfocarte en lo que quieres conseguir, en el objetivo. Quejarse es enfocarse en lo contrario, en lo que no queremos, en lo que vemos mal.

Cuanto más te quejas más presente se te hace lo que está mal y menos energía tienes para enfocarte en lo que está bien y en el objetivo o la solución.

Si te acostumbras a la queja, te vuelves adicto a ella, tu cerebro va buscando más cosas de las que quejarte, así puedes entrar en las famosas competiciones de a ver quién se queja más, a ver quién está peor, que no sientan bien a ninguno de los participantes.

Puede que tengas relaciones basadas en la queja, gente con la que te juntas para quejarte sin buscar soluciones, quizá hasta sin darte cuenta. Eso te aleja de las soluciones y de lo que quieres.

Los quejicas atraen a los quejicas. Es más fácil no quejarse estando rodeado de ciertas personas. Si te rodeas de quejosos tiendes a quejarte. También si te quejas atraes las quejas de los demás.

Nuestras quejas, sin propuesta de solución, hieren al otro y también a nosotros
Si estás con alguien que se queja, en lugar de buscar algo para alimentar esa queja o sacar tú una nueva, prueba a estar callado, mantener la boca cerrada. Esperar a ver si la conversación puede ir por vías más positivas. Escuchar quejas te tienta para quejarte, no entrar al trapo, no alimentes la espiral de las quejas.

En general, preferimos estar con gente positiva, que no esté todo el día quejándose. Lo mismo les pasa a los demás, normalmente no les gusta nuestra versión quejosa. Es cansado y consume energía escuchar las quejas de otros. La queja nos resta energía a nosotros y a los que nos rodean.

Puedes pensar que quejarte de lo que ha hecho otro es la mejor forma de que cambie su comportamiento. Normalmente tiene el efecto contrario, se enfada, se defiende y persiste en su comportamiento para afirmarse. Cambia con el ejemplo y el aprecio de lo que hace bien, no por la crítica y la queja.

¿Para qué quejarse de lo que no se puede cambiar? Como por ejemplo del tiempo, quizá creemos en la magia de que si nos quejamos hará un tiempo que nos guste más ¿Esta queja lleva a algo positivo?

Cambiar la queja por el enfoque en la solución. Se enfoca en la solución, por ejemplo, decir al camarero “por favor, me puede calentar la sopa, está fría”. Esto es muy distinto de decir a quien te acompaña “menuda mierda de sopa, está fría”. En el segundo caso no sirve para solucionar el problema, simplemente sirve para enfadarnos.

Si hablas de lo que quieres en lugar de quejarte, la gente querrá trabajar y estar contigo. Hablar de cómo solucionar el problema en lugar de quejarte y de cómo será cuando se haya solucionado.

Librarse de la queja nos hace más felices y hace más felices a los que están con nosotros, mejora las relaciones. Sin quejas tendrás un impacto positivo en tu familia y en los que te rodean.

Mis palabras son poderosas y tengo la responsabilidad de escogerlas sabiamente. Conseguir algo positivo con lo que digo.

Pasados unos meses, con menos quejas y más foco en lo que quiero, avanzo más, estoy más contento y satisfecho al final del día, tengo más propósito y mejor visión. También me rodea y me rodeo de gente más positiva, mis relaciones han mejorado. Me ha sentado bien.

Dejar la queja me parece un gran reto con consecuencias muy positivas. Simple, efectivo y no tan fácil como parece ¿Quieres probar? Te reto a dejar de quejarte.

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