Nos
han inculcado la importancia de estar presentes o de hacer acto de presencia.
Así si se casa un amigo, es la comunión de un sobrino, se celebra un
cumpleaños, nos invitan a una cena… nos sentimos en la obligación de estar, de asistir.
Lo
mismo ocurre con el trabajo, heredado de la era industrial, se supone que el
que está trabaja y tenemos cultura de presencia: “hay que echar horas”.
En
el colegio nos contaban o nos siguen contando las faltas de asistencia a clase
y en exámenes los universitarios siguen echando horas en la biblioteca.
Y
aunque las horas las podemos contar y realmente podemos ver que la persona está
ahí, físicamente presente, somos expertos en estar ausentes en esa presencia,
es lo que podemos llamar absentismo emocional.
El
absentismo emocional se da cuando estando de cuerpo presente estamos
de mente ausente, o de espíritu ausente, estamos navegando o soñando con otros
mundos.
Así
podemos ver estudiantes en las aulas que aunque pasen cuatro horas sentados en
la silla no se han enterado de lo que ha ocurrido en clase, o los que están en
la biblioteca dos horas y no han conseguido pasar de página.
Y
esto se prolonga en las empresas, donde se echan horas y al final del día no se
sabe que se ha hecho. Asistentes a reuniones que parece que no están, ni
escuchan ni participan, en algunos casos entretenidos con el ordenador o con el
móvil.
Pasa
no sólo en lo que vemos como obligaciones, trabajo o estudio, sino también en
la relación con nuestra pareja, padres, hijos, amigos. Parece que estamos en
casa y estamos emocionalmente ausentes, o en la cafetería con los amigos
conectados a Whatsapp sin prestar atención a los que están ahí.
Alguna
vez hablando por teléfono habrás notado que no te están escuchando, ¿Cómo te
sientes? Quizá también alguna vez has desconectado de lo que te decían. Pues
igual que tú notas que el que está al otro lado del teléfono no escucha (no
está) los que te hablan notan que tú no escuchas ¿Cómo crees que se sienten? Si
no vas a escuchar quizá es mejor explicar que estás ocupado y colgar.
El
absentismo emocional puede tener diversas causas, como cansancio,
el síndrome de demasiadas cosas pendientes, aburrimiento, falta de motivación.
Normalmente
detectamos antes el absentismo emocional en los demás, absentismo difícil de
cambiar por nuestra parte, lo que podemos cambiar es a nosotros mismos. Te
invito a empezar haciendo un ejercicio de consciencia, de darte cuenta,
percibir cuando no estás presente para entonces elegir: decidir estar presente
o irte y emplear tu capacidad para decir “NO” si
crees que no vas a ser capaz de estar.
Si
no vas a estar emocional y espiritualmente presente quizá es mejor que no estés
tampoco de cuerpo presente. Las relaciones, los trabajos, el estudio, se enriquece
cuando estamos en lo que estamos. A veces cuesta, puedes probar a utilizar el pomodoro como herramienta de trabajo para la
concentración.
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