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domingo, 15 de octubre de 2023

El tiempo se escapa entre los dedos ¿Cómo evitarlo?

Ayer por la tarde quería ir al gimnasio ¡Qué bien sienta un poco de ejercicio! ¡Cuánto cuesta ir al gimnasio algunos días! Eran las 18, si me iba en 15 minutos, lo que tardo en prepararme, podía estar de vuelta en casa a las 19.45. Sin darme cuenta, pasó una hora y cuarto, ya eran las 19.15, y yo sin prepararme para ir al gimnasio.

Estuve tentado de abandonar, ya casi era la hora en la que quería haber vuelto y no me había puesto en marcha. El móvil me había atrapado. La verdad es que puedo despistarme con cualquier cosa en el momento que aparece la pereza.

La pereza suele hacer acto de presencia cuando estoy cansado, cuando quiero hacer algo que apetece poco. Vaya contradicción, quiero hacer y apetece poco “¿Quiero o no quiero?”, esa es la cuestión. Quiero verme con algo acabado, a la vez que cuesta ponerse y hacerlo. Lo inmediato frente al resultado futuro (que puede ser un futuro que se da en 10 minutos o una hora).

Hace un momento, a las 10.30, me ha dicho mi hijo Juan que a las 11 se pone a hacer la tarea. Tengo curiosidad por ver que pasa, ver si vence su pereza, que seguro aparece. Ahora está jugando con el ordenador, las horas se le pasan sin darse cuenta, tendrá que hacer un esfuerzo si quiere ponerse con la tarea ¡Qué bien cuando esté hecha! Sobre todo, porque es condición para poder hacer otras cosas esta tarde.

Viñeta del gran Quino (cogida de @MafaldaQuotes)
A mí me pasa con el gimnasio, cuando tengo que revisar un artículo, al ponerme a trabajar en algunas cosas o incluso con cosas que me gustan, como leer. Desde que pienso en ponerme y podría ponerme, hasta que me pongo, pasa un buen rato.

Lo mismo sucede con algunos descansos que van a ser de cinco minutos. Se alargan inconscientemente, sin darme cuenta han pasado 30 minutos y sigo enganchado con cualquier tontería (las redes sociales, cualquier jueguecito del móvil… las opciones son variadas). Es fácil despistarse cuando algo apetece poco, más fácil despistarse si estás cansado.

Bueno, sabiendo que pasa ¿Qué podemos hacer? Lo primero es darnos cuenta de que se nos está escapando el tiempo, prestar atención a ese Pepito Grillo interno que nos cuenta que es lo que nos conviene ¿Por qué no hacemos lo que nos conviene? Al menos, a veces.

Vencer la barrera de la pereza, ponernos. Decidir por anticipado que queremos hacer esta mañana, qué nos hará sentirnos satisfechos a la hora de comer. Eso nos dará gasolina para empezar.

También gasolina para continuar. Una vez empezado suele ser más fácil seguir, ir dando un paso detrás de otro, ir avanzando, hasta el objetivo final.

Tener claro donde queremos llegar, qué queremos tener hecho, ya sea escribir esta entrada en el blog o hacer la tarea. Anticipar la sensación que tendremos al terminar nos ayuda perseverar, mantener la acción hasta llegar. No cuenta lo que empiezas, cuenta lo que terminas. Si lo dejas a medias es peor que no haber siquiera empezado, produce más dolor verlo a medias que nunca haber empezado.

Si nos ponemos pronto después quedan más horas para otras cosas que apetecen más. Perdemos el tiempo con cosas que nos aportan poco y que después nos hacen sentir culpables.

¿Qué te gustaría tener hecho para el final del día? ¿Para el final de la semana? ¿Para el final del mes o del año? Ahí tienes la guía para hacer lo que te conviene.

Puedes seguir tu visión o perderte por el camino, tus resultados y tu satisfacción dependen en gran medida de ti y de vencer la barrera de la pereza. Si perseveras los resultados llegarán.

La clave en tres pasos: empezar, seguir y terminar.

lunes, 16 de mayo de 2022

Un buen comienzo allana el camino

Ayer estaba en una formación, comenzamos con un paseo por la montaña. Un paseo tranquilo, de una hora y media, disfrutando de la naturaleza y de un estupendo día de primavera, en buena compañía.

Muchos lo pueden ver como una pérdida de tiempo, algo poco productivo en una formación. A mí me conecta, me sirve para estar más presente el resto del día, para mí es un buen comienzo.

El comienzo de la jornada marca el resto del día. Un buen comienzo tiene más posibilidades de llevarnos a un buen día; un mal comienzo nos puede llevar a un mal día.

¿Cuántas veces empiezas corriendo porque no llegas? Especialmente si es lunes, que suele marcar también el comienzo de la semana. Si al comienzo ya te falta tiempo, puedes arrastrar esa falta de tiempo el resto de la jornada.

¿Qué es un buen comienzo? Para cada cual será distinto. Tengo un compañero de trabajo que solía empezar el día calzándose las zapatillas y saliendo a correr, a las seis de la mañana, tanto en invierno como en verano.

Estoy seguro que no todos los días es fácil levantarse pronto y salir a correr, así que esa rutina la perdió. Un día, tomando café, me lo comentó y le dije ¿Por qué no vuelves a correr? La respuesta fue automática, cuesta levantarse tan pronto, todavía de noche y salir a correr.

Lo entiendo, mi rutina no me lleva a levantarme a las seis y correr. Lo único que le dije “Bueno, has dicho que te sentaba bien y que desde que no corres tienes menos energía”. Con eso retomo su rutina y parece que le sigue sentando bien.

Zapatillas preparadas para salir a correr. Empezar bien el día

¿Cómo te sienta bien empezar? Puede ser estirar un poco, hacer un poco de ejercicio, meditar, leer un rato, un buen desayuno tranquilo. Cada uno tiene que encontrar su manera, encontrar la rutina que te sienta bien.

Puedes estar pensando. Eso suena bien, pero siempre voy con prisa por la mañana, así que no tengo tiempo. Bueno, pues es tu tiempo, puedes decidir dormir un poco más, en lugar de hacer lo que te sienta bien, es tu decisión. O puedes probar a hacer aquello que crees que te sienta bien una temporada y ver cómo vas de energía, ver que tal va tu día con ese comienzo.

A mi me siente bien estirar por las mañanas, un poco de yoga (20 minutos) y un poco de meditación (10 minutos), respiración tranquila, sintiendo cómo estoy, que es lo que me preocupa, que en general no es tan importante.

Me ayuda a tener un buen día haber hecho la lista de lo que quiero-tengo que hacer. Me aclara, me enfoca, me da sensación de control. Tengo el hilo que guía a lo largo del día, aunque después puedo cambiar el plan, al fin y al cabo, ese plan es mío.

Con el hábito es más difícil que te despistes, es más fácil repetir y evitar que se te pase la mitad de la jornada sin darte cuenta. Los buenos hábitos llevan a buenos resultados, a estar satisfecho con lo que pasa.

Darte el tiempo para un buen comienzo. Empezar en el momento adecuado, levantarte con tiempo. Cómo dice el dicho “A quién madruga, Dios le ayuda”. Aunque también hay que descansar lo suficiente “No por mucho madrugar amanece más temprano”. Encontrar tu ritmo, tu rutina, lo que te sienta bien.

Cada día es un nuevo comienzo, cada día puedes escoger cómo empezar, si lo que hiciste ayer no te fue bien, puedes cambiar. Hoy puede ser estupendo.

Elige lo que te siente bien a ti para comenzar el día, empieza de esa manera y es probable que el día vaya bien.

domingo, 23 de enero de 2022

El precio de la pereza. Cosas con inflación de esfuerzo

Hay cosas que siempre nos dan pereza, aunque las hagamos todos los días, siempre nos cuestan. Encontramos una barrera invisible que nos impide ponernos, lo vamos posponiendo, procrastinando, dejando para más tarde. Será que nos imaginamos que la tarea desaparecerá por arte de magia.

Algunas de esas cosas cuestan más cuando las hemos dejado para más adelante. Pensando en esto, recuerdo cómo lo aprendí, en un piso de estudiante, cuando al acabar de cenar daba una pereza increíble ponerte a fregar, la charla y el sofá te llamaban con fuerza.

En el mejor de los casos, los cacharros se quedaban acumulados en el fregadero, si es que no se quedaban esparcidos por la mesa. Parece que cuando eres joven eres más tolerante al desorden, solo hay que ver algunas habitaciones.

Los cacharros, que costaba fregar por la noche, seguían ahí por la mañana. Es curioso, la magia no funcionaba, no aparecían fregados y ordenados.

Además, para mi desgracia, costaba más despegar la suciedad. Extraños procesos hacen que la suciedad esté más pegada con el tiempo. No teníamos ni la prudencia de dejar los cacharros a remojo (otra cosa que se aprende con la experiencia).

Cuando no friegas por la noche, lo que te encuentras por la mañana
Ayer mi hija se decidió por la pastelería. Como los genes se heredan la cocina quedo poco ordenada y sin fregar. La foto es de esta mañana, que al menos me ha inspirado para escribir. Me he visto tentado a recoger, pero eso sería privarla de aprendizaje:

“Hay algunas tareas que es mejor abordar pronto”

Hay tareas que, si no se abordan, se atascan, se amontonan y crecen. Hay labores que sufren de inflación, como los precios: si no las abordas pronto, con el tiempo, van costando más.

Mi hija tiene otra opinión. Ha fregado mientras yo escribía, afirma que la cuesta menos por la mañana. Al envejecer nos cambia la visión ¿Será la experiencia?

También, con el tiempo, el hábito de posponer, puede tener efectos más perjudiciales, ser caldo de cultivo para los gérmenes (en el caso del fregoteo) y dificultar otras tareas. Es más difícil organizar la compra en una cocina sucia, o preparar el desayuno.

Las tareas pendientes, que nos da pereza abordar, se acumulan, ocupan espacio en nuestra cabeza, además de espacio físico. Lo pospuesto se dificulta con el tiempo y además dificulta otras cosas que queramos hacer.

Si como a mí, te costaba fregar, este es un buen recordatorio para abordar pronto las tareas, si es que no puedes evitar hacerlas. Normalmente no desaparecen por arte de magia. También puedes decidir no hacerlas y aceptar sus consecuencias.

Ante estas tareas que nos dan pereza, dos ideas:

  • Son más fáciles si las abordas cuando tocan, superando la barrera de la pereza.
  • Si no eres capaz, al menos, póntelo fácil para cuando las empieces o las retomes (como poner en remojo los cacharros).

Ánimo para vencer la barrera de la pereza, lo más difícil es empezar, dar el primer paso y coger el estropajo (o lo que sea necesario).

domingo, 9 de enero de 2022

Para avanzar todo es empezar

Cuantas veces tenemos algo en mente, le damos vueltas, nos acordamos una y otra vez, pasan los días, las semanas y a veces hasta años, sin que avancemos un ápice. Está en nuestra lista de pendientes, en todas las listas de pendientes que hacemos y se queda ahí para siempre.

Puede que paralizados de tanto análisis, porque nos parece abrumador, porque no lo tenemos claro. Podemos encontrar mil razones y el pendiente sigue dando vueltas en la cabeza, ocupando nuestro espacio mental y nuestra energía.

No hay misterios, como reza este cartel que encontré por casualidad, para avanzar todo es empezar ¿Qué es lo que tienes en pendiente que debe empezar a avanzar? ¿Cuál es el primer paso para que avance?

Un camino de mil millas empieza con el primer paso. Conseguir hacer un maratón puede comenzar con salir a correr 5 minutos el primer día. No tiene porque ser algo grande, puede ser un pequeño paso, un gesto que te ayudará a seguir. Vencer la barrera de la pereza y empezar, el primer paso para llegar a la meta.

Esta entrada al blog es intencionadamente corta. El primer paso de 2022 al que seguirán otros muchos.

domingo, 14 de junio de 2020

Un millón de pasos (1.000.000) comienzan con un primer paso


¡Un millón de pasos parecen muchos (1.000.000)! Al menos he dado esos pasos en los últimos 100 días y el número va en aumento. El día 1 de marzo, hace más de tres meses, empecé dando 10.000 pasos diarios, los que recomiendan en distintos sitios y lo que comenzó cómo una idea se ha convertido en un hábito.

Teniendo en cuenta que ya han pasado más de 100 días y que no he fallado ninguno, pues la multiplicación es fácil (100 días x 10.000 pasos/día = 1.000.000 pasos).

La frase de Lao-Tse “Un viaje de mil millas comienza con un primer paso” no es tan difícil de superar, aunque mil millas suenen a mucho. Elige el viaje que quieres hacer y empieza por dar el primer paso. Después mantente dando pasos.

Casi seguro llegarán momentos de cansancio, de desgaste, como refleja el desgaste de los zapatos de la foto. Llegará el momento de cambiar de zapatos y continuar. Para seguir puedes encontrar la energía en un “para qué” del camino o simplemente en el disfrute de cada día, de cada paso, disfrutar de la actividad de caminar en sí misma. Es posible disfrutar del esfuerzo.

Mi zapato desgastado por más de un millón y medio de pasos (Junio 2020)
Las dos claves: empezar + continuar una vez que has empezado, mantener la constancia, la velocidad positiva, como dice mi amigo Mario Sánchez, la formula dice que espacio = velocidad x tiempo, lo que quiere decir que, si mantienes velocidad positiva, con tiempo, siempre llegas.

Y una vez que te pones, una vez que llevas ya 10.000, ya que estás, pues a menudo sigues. Has vencido la barrera de la pereza, la dificultad de empezar y seguir es más fácil. De hecho, ahora que llevamos dispositivos que lo miden todo, pues resulta que la media diaria que he hecho es de 15.000 pasos/día, así que son un millón y medio de pasos (1.500.000 pasos), casi las mil millas de Lao-Tse.

Lo pongo en cifras, con sus ceros, porque refleja a la cantidad tan grande que se puede llegar una vez que empiezas y mantienes la constancia. Es cómo el cuento de la liebre y la tortuga; la tortuga tarda pero siempre llega, va avanzando poco a poco.

Una vez encontrado el hábito, los espacios, resulta fácil mantener la constancia, el cuerpo te va llevando. Ahora ya hay unas horas en las que camino y esas horas están ahí para eso.

El Coronavirus ha ayudado, ha traído nuevos hábitos, y la suerte de estar en un país donde he podido salir a pasear (el cambio de circunstancias suele cambiar la forma de vivir). Espero mantener el hábito ahora que llega la “nueva normalidad”, esa nueva normalidad que escogemos cada uno de nosotros.

¿Qué camino quieres recorrer? ¿Qué millón de pasos quieres andar? Escoge tu camino y empieza a caminar. Y si no tienes claro el destino que sueñas, igual si tienes claro por dónde quieres empezar a andar, la senda se irá abriendo ante ti, con cada paso irás viendo más claro el siguiente.

miércoles, 6 de mayo de 2015

¡Tráguese ese sapo!

Tienes una tarea tan larga que no sabes por dónde empezar, algo que vas posponiendo una y otra vez porque no encuentras el momento de ponerte y si encuentras un rato es demasiado corto para avanzar lo suficiente.

La famosa procrastinación, hay tareas que vamos posponiendo una y otra vez. Quizá sea una pista de que no lo tenemos que hacer, que no es necesario o que lo debe de hacer otra persona. Si lo has pospuesto demasiado tiempo pregúntate si es necesario, si no lo es ya lo puedes tachar de la lista de pendientes. En el caso de que sea necesario lo mejor es fijar el momento de empezar y no dejarlo más.

Si la labor es demasiado larga es posible que no la hayamos empezado porque no encontramos un hueco lo suficientemente grande. Siempre ha sido más fácil aparcar motos que camiones, necesitan menos huecos, por eso para una tarea corta siempre hay tiempo y para una larga no encontramos el hueco. Priorizamos no por importancia sino por el tiempo que lleva la tarea, haciendo las cortas por lo menos tachamos cosas de la lista.
Camiones atascados - foto de Emilio García
Cuando tenemos más de un camión circulando, más de una tarea larga pendiente, el tráfico se hace más lento, hasta se puede bloquear. Puede suceder que dos o tres tareas largas nos bloqueen haciéndonos sentir abrumados.

¿Cómo te comerías un elefante? La respuesta es bocado a bocado. Si tenemos una tarea demasiado larga para hacerla de una vez tenemos que dividirla en bocados más pequeños ¿Qué es lo primero que puedes hacer para avanzar? Una vez dividida emplear el truco de solo por cinco minutos para empezar, después es más fácil continuar.

Si estás abrumado con demasiadas cosas y no dispones de tiempo para hacerlas todas es mejor que decidas que vas a dejar de hacer antes de que dejes lo que no quieres. Hay pocas cosas importantes que nos llevan a obtener los resultados que buscamos, emplea el tiempo en lo que pueda marcar una diferencia en tu vida.

Hacer las cosas correctas, no sólo correctamente las cosas. Una de los peores usos del tiempo es hacer muy bien algo que no necesita hacerse.

Es un buen hábito empezar cada día con lo más importante que tengas que hacer, cómo nos recuerda Brian Tracy en su libro ¡Tráguese ese sapo! Resistir a la tentación de empezar con lo más fácil. Y lo llama sapo porque en muchas ocasiones no nos apetece enfrentarnos a él y lo vamos dejando ¡Qué bien nos vamos a sentir cuando lo hayamos terminado!

Hacer el trabajo, no solo los planes. Si planificamos y no hacemos lo planificado conseguiremos minar nuestra autoestima, dejaremos de creer en nosotros mismos. El momento de la verdad, el momento de hacer.

“No hay tiempo para hacerlo todo, pero siempre hay tiempo para hacer lo más importante” ¿Qué es lo más importante para ti? Decide y a por ello.