martes, 27 de agosto de 2024

Deja de ser un borrego

La semana pasada estuve haciendo un tramo del camino de Santiago con mi hija Sofía. Empezamos desde Sarria, el lugar más típico para comenzar, porque andando desde allí te dan la compostelana.

Impresionante la cantidad de gente caminando a las siete de la mañana por el camino de Santiago, en este último tramo, en agosto, parece una procesión. La mayoría salimos de los mismos sitios, los típicos para dormir. La mayoría salimos a las mismas horas, las típicas para salir. Paramos en los mismos sitios y llegamos al mismo destino, a horas parecidas.

El primer día llegamos a Portomarín a las 14.20. Hora típica para comer en España, así que nos fuimos a comer, al lugar típico. Como cabía esperar el sitio estaba lleno, a tope, tuvimos “suerte” y encontramos mesa. Nos dijeron que teníamos que esperar 10 minutos para pedir, nos quedamos.

No comimos demasiado, pero comer nos llevo dos horas. Después de pedir tardaron en traer la comida, la cocina estaba desbordada, había espera con cada plato. Tardaron en cobrarnos, el camarero estaba desbordado. Hacían lo que podían, probablemente los que más sufrían eran los que estaban prestando un servicio, para el que no llegaban. Problemas de la masificación de agosto, que muchos habréis vivido durante las vacaciones.

A partir de ahí, los días siguientes, decidimos comer algo antes. Comer a las 13.30 marca una gran diferencia. Los sitios estaban empezando, todavía semivacíos. La cocina no estaba desbordada y los camareros más descansados. Comimos mejor y más rápido. La solución, un pequeño cambio, no hacer lo de todos, ir en otro momento.

A veces nos convertimos en borregos, seguimos ciegamente lo que hace la masa, nos dejamos llevar por la corriente, como las ovejas (borregos), que siguen al rebaño sin dudarlo, aunque el camino no tenga sentido.

Dejar de seguir al rebaño, de hacer lo típico, lo que hacen todos, tiene sus ventajas. Los sitios están menos llenos, incluso si no vas en temporada alta, todo suele ser más barato. Con mucha demanda los precios suben; ya se sabe, la ley de la oferta y la demanda.

Sin pensar, por inercia, seguimos al rebaño. Hacemos lo mismo y a las mismas horas
Esto idea sirve también si tienes que hacer trámites con la administración, en el banco o ir a comprar. Si vas cuando va todo el mundo se complica, con más gente los tiempos se alargan y los espacios son menos. Yo suelo ir al supermercado a eso de las 15.30, que no hay gente, hacer los trámites a primera hora, tanto en el banco como en la administración, cuando están empezando y las colas no se han formado. Me ahorra mucho tiempo y también me quita la sensación de pérdida de tiempo que me acompaña cuando estoy esperando.

Dejar de ir con el rebaño supone crear tus propios horarios un poco diferentes. Así tendrás menos aglomeraciones, puedes encontrar hasta donde sentarte, disfrutaras de mayor tranquilidad, menores tiempos de espera, precios más bajos, la haber menor demanda y menos bullicio.

Puede que te guste el bullicio, entonces tienes que pagar el precio en tiempo y dinero. Por mi parte cada vez me gusta más la tranquilidad. Aunque, de vez en cuando disfruto entre las multitudes. Lo bueno es que puedes elegir, al menos si te paras a pensarlo, antes de dejarte llevar por la masa.

Te invito a que pienses cuándo es el mejor momento para hacer lo que quieres hacer. Póntelo fácil.

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1 comentario:

  1. Inteligente decisión. Y más cuando se pone de moda lo contrario, lo de ir al supermercado a la misma hora 🍍🍍

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