jueves, 19 de marzo de 2015

Aprender a dejar cosas - la vaca

Desde pequeñitos nos han enseñado que cuando empiezas algo tienes que acabarlo, si no logras llegar a la meta es un fracaso. Si además la actividad no tiene meta final no encontramos el momento de dejarla.

Un compañero me dijo al empezar a trabajar “aprovecha este año que nunca vas a estar más liberado que ahora”, he podido comprobar que estaba en lo cierto. Los compromisos tienden a aumentar, asumimos nuevas responsabilidades sin abandonar otras, esperando que el aumento en la eficiencia pueda compensar la creciente carga.

Así es como aumentan también las cosas en casa, entran más cosas de las que salen, más ropa en el armario. El aumento de cosas hace que en un momento dado la casa, el armario, este repleta, a punto de reventar. Exactamente igual que cuando nos llenamos de cosas que hacer, también estamos a punto de reventar y de hecho reventamos más a menudo en forma de mal humor.

Ante la crisis la solución con las cosas en el armario parece evidente, o aumentas capacidad como recomienda IKEA, te compras otro armario, o empiezas a regalar, reciclar o tirar cosas.

Aprovechando la analogía, por qué no solucionar el exceso de responsabilidades, cosas que hacer, de la misma forma:
  1. Regalar: quizá sea bueno que tú dejes de hacer y la actividad le pueda venir bien a otra persona. Puedes delegar responsabilidades y ayudar a otros a crecer. No tienes que hacerlo todo, confía en que otros también lo pueden hacer.
  2. Reciclar: quizá ya no siga mereciendo la pena hacer de la misma manera, podemos cambiar o podemos aprovechar lo hecho con otros objetivos.
  3. Tirar: en ocasiones es bueno dejar de hacer, quizá lo más complicado.

¿Qué es lo que hace que “dejar de hacer” sea tan complicado? Cuando ya hemos invertido esfuerzo en algo, sentimos que si lo dejamos perdemos la inversión, que es un esfuerzo desperdiciado y nos puede influir para seguir.

Si no recoges la mesa con regularidad acaba muy desordenada, lo mismo sucede con la cocina y con el cuarto de juegos. Cuando el desorden supera nuestro nivel de tolerancia normalmente nos decidimos a recoger o a irnos de casa.


Lo mismo sucede con las cosas que hacer, se van acumulando, se van desordenando en nuestra cabeza, hasta que consiguen abrumarnos y cuando estamos hasta arriba decidimos si ordenamos lo que vamos a hacer o decidimos no pensar y al final no hacer nada. Es habitual no hacer nada porque tengo demasiadas cosas que hacer, no sé por dónde empezar y me dedico a lo que no debería estar haciendo.

Si estas abrumado te aconsejo ordenar la cabeza, sacar todo lo que “tienes-quieres” hacer y ponerlo en una lista. Si no da tiempo a hacerlo todo es mejor que escojas lo que no vas a hacer sino escogerán por ti. Aunque de tiempo te recomiendo el sistema ABCDE, empezando por la E.
  • Eliminar lo que puedas sacar de la lista, que no merezca la pena.
  • Delegar en otros lo que puedas.
  • Establecer las prioridades para el resto (ABC): A.- Prioritaria B.- Importante C.- Poca importancia.
  • Empieza por las tareas prioritarias.

Para hacer cosas nuevas hay que dejar espacio, abandonar-eliminar cosas que hacías antes. Dejar lo que puedes dejar y no te gusta es fácil, lo difícil es que a veces hay que dejar cosas que te gustan o que crees que te aportan para hacer otras.

Si te gusta comer y vas a un restaurante puede ser que te apetezcan cinco de los primeros platos y siete de los segundos ¿Te comerías esos 12 platos? Seguro que descartas unos cuantos, aunque te apetezcan, si no quieres tener una indigestión comerás un primero y un segundo.

Lo mismo pasa con las actividades, hay que elegir que vas a hacer, aunque te puedan interesar muchas actividades igual el intentarlas todas te produce una indigestión.

Quiero compartir contigo la historia de la vaca

¿Cuál es tu vaca? ¿A qué te aferras que no te deja hacer cosas nuevas?

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