viernes, 22 de enero de 2016

¡Respira!

Cuenta Leo Harlem en uno de sus monólogos que llega a Yoga y lo primero que dicen es “Os voy a enseñar a respirar, como si no lo viniésemos haciendo desde que hemos nacido, además ¡No lo haré tan mal que sigo estando vivo!”
Respiramos en automático, sin pensar, todos los días y continuamente. Y cómo otras muchas cosas, que respiremos en automático no significa que lo hagamos bien ni que nos sea útil. Hacer en automático libera espacio en nuestra mente para procesar otras cosas, lo que nos es útil. Otras veces es mejor hacernos conscientes, así que es positivo encontrar el equilibrio entre darnos cuenta y aprovechar nuestros automatismos.

En muchos ejercicios de moda, como en yoga, tai chi chuan o pilates entre otros, la respiración es esencial. A través de la respiración reconectamos con nuestro cuerpo y con nuestra esencia. Uno de los primeros pasos es re-aprender a respirar.

Esta semana en un curso de Carnegie, hablando de discutir y tener razón, Álvaro ha comentado que su abuelo decía “¡RESPIRA!” como receta para evitar enfrentamientos. Una respiración profunda o mejor tres puede ser una receta barata y efectiva en múltiples ocasiones:
  1. Antes de discutir, partiendo de que no se puede ganar en una discusión, como bien recoge Dale Carnegie en sus principios, lo mejor será evitar discutir. Dos no discuten si uno no quiere. Cuando te sientas con ganas de contestar excesivamente a alguien, párate y respira. Es como la vieja receta de contar hasta diez. No luches contra molinos de viento.
  2. Antes de tomar una decisión importante, que te puede estar generando estrés, respira, oxigena el cerebro, ayuda a pensar con mayor claridad. Tómate un tiempo para parar.
  3. Antes de comprometerte a hacer algo, que te puede sobrecargar, respira, no hay prisa en contestar en automático, no tienes por qué dejarte llevar por el ansia de complacer, tienes capacidad de decir no y respirar te puede ayudar a dar la respuesta adecuada. Es mejor ponerse rojo un día que colorado todos los días.
  4. Cuando estés descentrado, la respiración te vuelve a centrar, te permite recuperar el control, calmarte.

La respiración profunda nos separa de nuestra reacción automática (el cerebro reptiliano, la amígdala) y nos permite ver con una perspectiva nueva, permitiéndonos razonar y encontrar soluciones más efectivas.

Tomarnos tiempo nos hace conscientes de que nosotros tenemos nuestra verdad, que no es “La Verdad” y que es importante comprender el punto de vista del otro (empatía) y dejarnos espacio para poder ver y apreciar con mayor amplitud.

La respiración nos ayuda a centrarnos, a no reaccionar, a tomar mejores decisiones y a valorar las opiniones ajenas. Además la respiración consciente produce el placer de la conexión con uno mismo y con el mundo que te rodea. Con tanto beneficio te animo a respirar de vez en cuando de forma consciente.


¡Respira! Es mejor no probar a ver qué pasa si dejamos de respirar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario