domingo, 8 de marzo de 2020

No es fácil salir de la zona de confort “voluntariamente”


Salir de la rutina suena bien, salir de la zona de confort se oye mucho y no suena tan bien. Confort, comodidad, bienestar… ¿Para qué salir de ahí? ¡Con lo bien que se está!

Después de muchos años pensando en ir a vivir al extranjero ¡con lo bien que se está en casa! nos hemos lanzado y ya llevamos 5 semanas en Cork (Irlanda), toda la familia.

Enero fue un mes frenético, buscando colegio para los niños y casa. Intentándolo a distancia no funciono, la presencia física sigue siendo importante y tuve que venir a Cork unos días antes.

Google también ayuda mucho con lo nuevo. Burgos - Cork
Vuelves a lo básico, tener dónde vivir. Encontrar casa para alquilar en Cork no es fácil, no sabes cómo funciona el sistema y si no te lo explican, no sabes ni encender la ducha.

Afortunadamente, entre tanta incertidumbre hay gente que te ayuda, que ya ha pasado por dónde vas a pasar. Tuve la suerte de encontrar a Jaime, paisano, con 7 años de experiencia en Irlanda, que, con pequeños consejos, que parecen simples, ayudo mucho a nuestra llegada (gracias Jaime).

Primer punto a tener en cuenta para el cambio: Ante lo desconocido, lo nuevo, buscar guías, gente con más experiencia, preguntar, no pretender saberlo todo. Hay buena gente que nos ayuda. Ir acompañado en momentos complicados, cuando más vulnerable eres, no conoces la cultura, el marco legal y además los contratos están en otro idioma. Ser capaz de aceptar la incertidumbre, el no saber en muchos casos.

Ante lo nuevo se agudizan los sentidos, estás más abierto a las experiencias, al aprendizaje, dejas de ir en automático, te das más cuenta de lo que hay a tu alrededor. Con el tiempo todo te resulta familiar y te deja de llamar la atención. Por eso cuando hay cambio el tiempo parece ir más lento, ante la rutina los días vuelan, todos son iguales, y así las semanas, los meses y los años pasan en un abrir y cerrar de ojos.

“No es lo mismo vivir 15 veces un año que 15 años distintos, la diferencia está en el cambio, en la evolución, en las experiencias”

El cambio, en general, y el cambio de lugar de residencia en particular, es un momento también de cambio de hábitos, dejar rutinas que tienes asociadas a los lugares, a las costumbres, a la gente con la que tratabas y establecer nuevas rutinas. Si lo haces desde la consciencia puede ser momento para empezar a hacer deporte de forma regular, leer, etc.

Con los sentidos más despiertos puedes poner el foco en lo que quieres conseguir. Si quieres aprender inglés, poner la atención en estar con gente que hable esa lengua y no esconderte buscando entre los de tu propio idioma. Te puede dar tanto miedo el hablar en una lengua que no dominas que te escondas varios meses antes de ser capaz de salir (cada uno tiene sus tiempos). Son varios retos los que se presentan, y los retos te hacen estar vivo y atento.

Y una vez que sales te preguntas a veces ¿Por qué no me vuelvo? Porque fuera de la zona cómoda también hay momentos duros, y el volver siempre es una opción. Valoras más las cosas que vivías y que seguramente volverás a vivir desde otro sitio, con otra conciencia, al volver.

Ser nuevo hace que tengas menos compromisos, más calma, más tiempo para vivir más despacio, para escoger que hacer, sin dejarte llevar por la corriente. Te permite vivir más despacio y darte cuenta de la prisa que en muchas ocasiones llevamos en el día a día, saltando de una cosa a otra. No hace falta irte a otro sitio para darte cuenta de esto, pero sin lugar a dudas, el cambio ayuda a ampliar la consciencia.

Los ritmos son distintos, no es lo mismo vivir en Madrid o cualquier otra ciudad grande, con un ritmo frenético que te arrastra, a vivir en un sitio más tranquilo, más amable, que también te arrastra a ir más despacio, a relativizar el tiempo, la prisa.

No hay tantas cosas importantes, la salud, ahora que todo el mundo está preocupado con el Coronavirus, tener qué comer y dónde cobijarse. Eran necesidades que no siempre estaban cubiertas hace 200 años y ahora lo damos por sentado en los países desarrollados ¡Qué suerte hemos tenido!

4 comentarios:

  1. Interesante la reflexión, sobre lo que comentas en cuanto a salir de tu entorno.
    Hasta el momento, es algo con lo que llevo fantaseando hace muchos (demasiados) años. Celebro que haya valientes (más que yo, seguro) que están viviendo de verdad lo que supone cambiar de lugar; con otro idioma, costumbres, usos, etc.
    Lo que sí sé es que, quedándote en tu zona de confort, no hubieras dejado, seguramente, de lamentarte por no haber dado el paso (al menos esa es mi experiencia).
    Así que, aunque no nos conocemos de nada, desearte que te vaya muy bien en esta nueva etapa.

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    1. Gracias. Yo también llevaba años pensando en ello, cada uno tenemos nuestros ritmos y cómo dice el dicho "Nunca es tarde cuando la dicha es buena :-)"

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  2. Y me da que lo del ritmo se debe mas a la diferencia de población de Madrid a Cork que de el hecho en si de vivir en el extranjero. Yo estoy acostumbrada a vivir en pueblo pequeño, ahora que vivo en una cuidad mas grande en Reino Unido, me doy cuenta de que aquí voy acelerada. Y echo de menos el ritmo del pueblo.
    En una conversacion con otro compañero que se ha venido de Madrid a una población en medio del nowhere de Reino Unido, el experimenta la misma sensación qur tu describes y que yo eho en falta de mi vida en España. Así que me pregunto si se debe mas a que la vida en cuidad está muy sobrevalorada y nos damos cuenta de que en una zona mas pequeña la calidad de vida es mejor mas que al hecho en si de cambiar a aires mas norteños. Saludos

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  3. Lo que comentas es cierto. En las grandes ciudades se va más rápido. En mi caso me he ido de Burgos a Cork, parecidas en tamaño.
    Cada cultura también tiene su ritmo. Y puede ser que solo sea y, que lo vivo con más calma

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