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martes, 8 de octubre de 2024

Echarle humor y ganas a la vida

Hoy estoy triste, Javi nos ha dejado, se ha ido con los que caminaron antes que nosotros. El viernes estuvo celebrando su 79 cumpleaños, como él sabía hacerlo, rodeado de familia y gente querida, riendo, cantando y brindando por la vida. Parece mentira que todo cambie tanto en cuatro días.

Llevaba un tiempo de susto en susto, pasando por el hospital para que lo pusiesen a punto. Este enero parecía que ya se iba para el otro barrio, media familia viajó a Fuerteventura y una vez más salió adelante, contra todo pronóstico. Creo que las ganas de vivir le hacían revivir.

Veía todo desde arriba. Contaba como había visto un lago y al fondo del lago mucha gente. Puede que fuese la morfina o que ya estaba con medio pie en la próxima vida. Consiguió la prorroga en el último minuto, como hace el Madrid, su equipo, en muchas ocasiones.

Mi tío Javi ha sido ejemplo para todos de cómo llevar los reveses de la vida con buen humor y seguir adelante con lo que se tiene. En 2003 sufrió un ictus, lo que le afecto a la movilidad y el habla.

En lugar de estarse lamentando, ha vivido plenamente estos 21 años. Hablando con lengua de trapo, contando chistes y anécdotas, compartiendo en familia y con los amigos cada día.

De casta le viene al galgo. Digno heredero del abuelo Eusebio, tampoco se quería ir hasta saber en qué paraba todo esto. Encontraba la parte cómica en cada situación, sacar la sonrisa de lo a veces trágico. Hacía amigos allá por donde pasaba, hablaba con todo el mundo, con una gran espontaneidad.

Mi tío Javi, su sonrisa y buen humor, con la gorra del Madrid (su equipo)
Continúo repartiendo las morcillas “Tere”, así como hacía su padre y después ha continuado haciendo su hijo Miguel. Nos llevó a muchos en la cosechadora y en el tractor cuando éramos niños, contagiándonos la conexión con la tierra y con nuestros orígenes y raíces.

Conectado con las personas, rodeado de amor, cariño y cuidado de su mujer, sus seis hijos y sus nietos. Sus hermanos y hermanas, que son piña y ejemplo para los que venimos detrás. Con los de cerca podía sacar el enfado González, aunque enseguida se le pasaba. Hemos aprendido que también te puedes enfadar y el amor no está en cuestión.

Su ejemplo me recuerda lo importante que es cómo te tomas lo que te pasa, la buena compañía, las raíces y la familia. Confianza suficiente para enfadarte y después poder echar la partida o tomar el vermú, hacer una bromas o disentir sobre cuál es el mejor equipo de fútbol.

Es bonito sentir todo el cariño hacia Javi viendo hoy el WhatsApp. Copio lo que ha escrito mi hermana Susana: “Como diría el tío (y la canción de Rozalén, "El día que yo me muera"): "No lloren porque me fui, alcen la copa y brinden por todo lo que viví" (Javi lo podría decir perfectamente porque vivió disfrutando a tope). Se ha ido siendo muy muy querido. La gente buena no se entierra, se siembra...Hoy, ¡brindo por ti!

sábado, 25 de abril de 2020

El árbol de la vida


El árbol, cómo metáfora de nosotros mismos, nos puede llevar a muchas reflexiones. Desde dónde tenemos las raíces, que no se ven, conectadas con lo que se ve, con el tronco, cada rama y cada hoja. Los valores y creencias que están en nuestras raíces son la base de nuestras acciones, qué es lo que se ve.

Siempre me han gustado los árboles en la naturaleza y también los árboles familiares, dónde en el tronco están nuestros mayores desde donde crecen ramas nuevas. En la familia se apoyan nuestras raíces (valores y creencias), la base de nuestra vida y que nos acompaña siempre en nuestro desarrollo. La sabia sube desde allí hasta la última de las hojas, siempre conectados en nuestra evolución a través del tiempo, los años e incluso los siglos.
Foto tomada de pixabay - de silviarita 
Ayer murió mi tía Tere, realmente tía de mi madre. Vivíamos puerta con puerta, a pesar de ser dos casas parecían una sola. Llegamos al edificio casi al mismo tiempo, yo para nacer y ella para cuidar de mis bisabuelos, el tronco de una gran familia. Dejó los hábitos y de ser monja, cuidando a muchos siguió cuidando a otros, primero a sus padres y después a su hermana Feli con una esclerosis múltiple.

Tere y Feli, muchos años juntas, compañeras de vida, entre discusiones y cariño, cómo entre todos los hermanos, en familia. Tías solteras que actúan como pegamento de la familia, con las puertas de casa abiertas, haciendo de nexo de unión entre todos. Imborrable recuerdo de Tere haciendo churros con chocolate y los bingos en casa de Vitoria que juntaban a más de 100 familiares.

El árbol familiar es en este caso grande, diez hermanos, 34 sobrinos, más de 50 resobrinos y muchos sobrinos-biznietos. Su casa parecía un museo de tantas fotos de bodas, de recuerdos, de familia. Ella nos tenía presentes como nosotros la tenemos presente ahora.

Tere sigue viviendo en cada uno de nosotros, que hemos bebido de sus raíces, hemos crecido con su ejemplo. Igual que muchos de los que nos dejan ahora siguen viviendo en los que compartieron su vida con ellos y esa semilla se mantendrá en el futuro.

El árbol evoluciona, cambia, va añadiendo un nuevo anillo al tronco y va creciendo una rama. Se adapta a las circunstancias, a las estaciones, al invierno (el confinamiento) y a la vuelta de la primavera, en la que florece.

Este invierno está siendo duro y ataca especialmente a los árboles más longevos, que han servido de base y semilla para el resto del bosque. Cómo todos los inviernos, este acabará dejando una marca de su paso, afectando al anillo correspondiente de cada tronco. En mi anillo quedará el recuerdo de Tere, de Jose Mari (su hermano que nos dejó también con el Coronavirus), de tantos momentos compartidos y de esas vivencias que continúan en mis raíces y también pasarán a futuras generaciones.

Las ramas crecen en distintas direcciones, toman distintos cruces de camino. Aunque parezca que cada vez están más lejos siempre están unidas por las mismas raíces. En algunos casos esas raíces se unen haciendo a cada árbol más fuerte, como sucede con las secuoyas y en otros casos se entrelazan las ramas de distintos árboles, como sucede con los plataneros. Somos como árboles separados y unidos al mismo tiempo. En los momentos duros la unión ayuda a mantenernos a flote.