Cuándo
me encuentro desbordado, abrumado, amontonado me gusta volver a la playa de los
molinos en Fuerteventura, un lugar paradisiaco, especialmente por su gente,
dónde me vuelvo a encontrar con lo importante.
Como
vivo a más de 2.000 kilómetros esa vuelta es en la mayoría de los casos
imaginaria. Podemos viajar con la imaginación siempre que nos lo propongamos.
Soñando
vuelvo al verano de 1996 cuando era un esforzado estudiante de ingeniería, que
acababa de dejar una beca de trabajo en Hewllet Packard en Madrid y otra como
alumno colaborador de economía entre otras cosas. Metido en la vorágine con la
que la sociedad nos envuelve, especialmente en las grandes ciudades, abrumados
por todas las cosas que tenemos que hacer para asegurar el futuro.
Playa de los molinos en Fuerteventura - foto de enjoyfuerteventura.net |
De
ese correr fui unos días a Fuerteventura y acabe quedándome en la playa de los
molinos. Sin televisión, sin teléfono, casi sin electricidad, salvo por un
generador que entre los pocos que allí viven encendían unas horas.
En
ese vivo recuerdo estoy sentado con Orlando, un majorero de pura cepa, en las
rocas cercanas a la playa, charlando sin propósito, pasando el rato entre la
brisa y el suave sol, contemplando las olas. Orlando es un maestro de vivir el presente, una persona amarilla
de las que habla Albert Espinosa, de esas que pasan por tu vida y la
transforman, te hacen ver las cosas de otra forma.
La
vida es más sencilla de como la vivimos en automático, dejándonos llevar y creo
que en la sencillez está el disfrute de
la vida plena. Necesitamos muy poco: algo de comer, de beber y dónde
cobijarnos (más sencillo en Canarias que en el Burgos, dónde hace más frío). Las demás necesidades nos las inventamos.
En los molinos una
vida sencilla de pescar para comer, vender el excedente a Pon, donde los
locales y algunos afortunados turistas-visitantes pueden disfrutar del pescado recién
sacado del mar. Esas ocupaciones dejan tiempo para disfrutar de las personas,
de las conversaciones, del silencio, del sonido de las olas.
La
vida tiene sus ciclos y si no seleccionamos de vez en cuando que hacer acaba
llena de actividades, cómo los trasteros acaban llenos de cosas viejas si no
los vaciamos de vez en cuando. Por eso es bueno parar de vez en cuando y si lo
estás dudando te recomiendo repasar el post “tiempo para parar”
Vivimos como si fuésemos inmortales. Tanto
pensar en el futuro se nos olvida pensar en el presente; viviendo el futuro
dejamos de vivir el presente. Como ejemplo nos puede pasar que preocupados y
ocupados en el futuro de nuestra familia podemos perder esa familia por no ocuparnos de
su presente.
Si
estás abrumado es momento de parar, de pensar qué es lo importante, porque si
no reservas tiempo para lo importante lo importante te acabará dejando a ti
(para eso hay que dejar lo menos importante). Qué tanto correr no se te olvide
vivir, aquí y ahora. Pensar en los molinos me recuerda las cosas importantes,
la importancia de las personas.
El
otoño es momento de soltar, dejar caer las hojas que nos sobran como les sobran
a los árboles, dejar cosas para que otras puedan brotar con más fuerza en
primavera. Menos es más, tener menos es ser más. Como la playa de los molinos
cambia su arena dorada por arena negra en otoño.
Es genial! Enhorabuena por tu blog, te seguiremos
ResponderEliminarGracias por los ánimos y por los comentarios ;-)
EliminarMuy bueno y con mucha razón
ResponderEliminarMe ha encantado volver a leer tu blog, recuerdo perfectamente los molinos y me parece preciosa tu reflexión.
ResponderEliminarUn placer conocer a personas amarillas como tu
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