viernes, 1 de noviembre de 2019

Hacer lo que nos va bien

Una pregunta me ronda la cabeza, ¿Por qué sabiendo lo que nos va bien, lo que nos conviene y lo que nos satisface, en muchas ocasiones no lo hacemos? Y en la otra dirección ¿Por qué a veces hacemos cosas que no nos convienen?

Un compañero de trabajo que de forma habitual iba a correr a las seis de la mañana y había dejado de hacerlo me comentó un día en un café: “Desde que he dejado de ir a correr me encuentro más cansado”. Siendo consciente de esto la decisión es sencilla, vuelve a correr, aunque la acción igual no lo es tanto, seguro que cuesta levantarse pronto para hacer ejercicio, especialmente los días de frío.

Mi mujer se levanta ya desde hace un tiempo a hacer bicicleta a las 6.30 de la mañana, después unos estiramientos y a continuar el día. Una buena forma de empezar el día si encuentras la energía.

Empezar bien el día - dibujo de Leyre Fontaneda

Voy a cambiar las preguntas iniciales ¿Por qué sabiendo lo que me conviene no lo hago? Y ¿Por qué a veces hago lo que no me conviene? Cambiar el plural por el singular nos responsabiliza más.

Enseguida me puedo olvidar de las preguntas, de poner conciencia en lo que me conviene y me cuesta, así no tengo que hacerlo.

Hay buenos hábitos que quizá podemos adquirir en un par de repeticiones, otros que llevan las famosas 21 repeticiones y otros hábitos, que según nuestra naturaleza, siempre llevan un poco de esfuerzo consciente, nunca son totalmente automáticos, aunque la repetición ayuda, para algunos puede ser el ejercicio (si no han encontrado uno que les guste), para otros el parar (acostumbrados a sentirse culpables si paran) o el leer, conversar con los que apreciamos… para lo que nunca encontramos un rato.

Y es que si nos paramos a pensar que es lo que nos conviene enseguida aparecen algunas ideas, algunos comportamientos, puedes hacer la prueba, los clásicos: ejercicio, comer sano, dormir lo suficiente, leer, etc.

Una vez que seamos conscientes de que es lo que necesitamos, en lugar de apartar la atención, lo podemos hacer más concreto y decidir acciones específicas, como ir andando al trabajo, subir por las escaleras si son menos de tres pisos, etc.

En muchas ocasiones nos cuesta hacer lo que nos conviene porque hacerlo es ahora, o en el corto plazo y los beneficios son en el largo plazo, o en el futuro ¿Cómo voy a hacer un esfuerzo ahora para el futuro? El futuro es tan incierto que mejor no preocuparse, ni ocuparse. El presente tiende a pesar más que el futuro.

Para re-equilibrar el futuro (que esperemos llegará) con el presente tenemos que dar entrada a nuestro cerebro reflexivo, cuando llegue el momento de decidir, si ascensor o escaleras, darnos una pausa de dos segundos, para que no decida el impulso sino la parte más analítica del cerebro y compense presente-futuro para tomar las decisiones que más nos conviene.

Te invito a pensar que te conviene, trasladarlo a acciones concretas y empezar a convertirlas en realidad. Empieza solo por una, que sea alcanzable, motivante, ya continuarás. Si no has hecho nunca ejercicio es difícil ir todos los días al gimnasio desde el principio; disfruta de objetivos que sean viables y que te reten a avanzar.

2 comentarios:

  1. Gran reflexión Nacho. ¡Cómo cuesta empezar acciones beneficiosas pero sacrificadas!

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