Mostrando entradas con la etiqueta Compromiso. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Compromiso. Mostrar todas las entradas

miércoles, 12 de marzo de 2025

Nuevos comienzos, volver a empezar, retomar rutinas

Mi propósito es escribir y compartir reflexiones los domingos, escribo esta entrada en el blog tarde, no es la primera vez. Últimamente, me cuesta cumplir con lo que me propongo, me distraigo con cualquier cosa y, entre otras cosas que se van quedando en espera, está dedicar tiempo a escribir un libro (el gran objetivo de este año). Me pesa reconocerlo, pero no estoy avanzando como me gustaría. Sé lo que quiero, sé lo que me mueve, pero a veces pierdo el hábito de escritura que se disuelve en la inercia de los días.

No quiero perderme en el lamento, en el sentimiento de culpa por no dedicar tiempo a lo prioritario. Sé que despistarme o no cumplir con lo que me he marcado no significa que todo esté perdido. El arrepentimiento puede servir, especialmente si confiesas, como estoy haciendo aquí, para reencontrar la energía para retomar lo que hemos abandonado. Al menos eso espero compartiendo esta reflexión. Tengo propósito de enmienda, para liberarme de la culpa, dejar de fustigarme por lo que no he hecho, reconocerlo, dejarlo atrás y mirar hacia adelante con un compromiso renovado.

Nuevo comienzo - cada día una oportunidad
Es como cuando llegan los exámenes y no has hecho lo suficiente en su momento, puedes perderte en el lamento o emplear esa energía en retomar el foco, aprovechar el tiempo que quede e intentar sacar el objetivo adelante. Pensando más en el aprendizaje que en la nota.

Me arrepiento de haberme dejado llevar por la pereza o la falta de enfoque. No es una justificación, es el cimiento sobre el que quiero retomar la rutina de escritura, es un nuevo comienzo. Recordar lo que quiero y para qué lo quiero me ayuda.

"Cada día es una oportunidad para volver a empezar"

No importa cuántas veces me haya desviado del camino, siempre puedo regresar. Y regreso, no con culpa, sino con la determinación de dar el siguiente paso.

Estoy seguro que puedes verte identificado, no importa cuántas veces caigas si eres capaz de levantarte, de seguir adelante, con energía renovada. Así que aquí estoy, escribiendo, volviendo, empezando de nuevo.

Si te pasa lo mismo te animo a sacar fuerza del arrepentimiento, confesar si hace falta (no hay porque avergonzarse, al menos eso pienso, nos pasa a todos, creo) y seguir adelante.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

domingo, 26 de enero de 2025

El Arte de Comprometerse: Por Qué Decir Sí a Planes a Largo Plazo Puede Cambiar Tu Vida

Me cuesta quedar a dos o tres meses vista ¿Quién sabe qué es lo que puede surgir o qué me puede apetecer dentro de dos o tres meses? Las circunstancias pueden cambiar, no sé como andaré de energía, qué imprevistos traerá el tiempo o cómo estaré emocionalmente ¿Te suena esta dificultad?

Comprometerte puede parecer una trampa, como si al fijar una fecha estuvieras renunciando a tu libertad de decidir más adelante en función de lo que sientas o las oportunidades que puedan aparecer. Es lógico que, cuando vivimos centrados en el presente, con la agenda de la semana ya llena, planear con meses de antelación se sienta como una carga innecesaria. A menudo pensamos: "Ya veremos lo que nos deparará el futuro".

Sin embargo, hay ocasiones en las que ese compromiso lejano es la única forma de que algo significativo ocurra. Especialmente cuando un grupo grande está involucrado, cuadrar agendas y encontrar un momento para coincidir es un desafío que solo se supera con organización. Si realmente queremos construir algo que valga la pena, ya sea un proyecto, una relación o incluso un recuerdo, los planes a largo plazo se convierten en aliados, no en enemigos.

Es cierto que los compromisos pueden ser flexibles. Las cosas cambian, las circunstancias evolucionan, y los imprevistos suceden. Pero cuando un plan ha costado tiempo y esfuerzo, especialmente cuando involucra a muchas personas, los cambios suelen tener un coste emocional. Cancelar o modificar un compromiso puede generar decepciones o dificultades logísticas que, aunque no son insuperables, se sienten como una pequeña derrota colectiva.

Hace poco, experimenté esta situación en carne propia. Hace un par de semanas, acordé reunirme con un grupo prometedor el sábado 8 de marzo para explorar ideas y ver cómo podíamos colaborar y construir algo juntos. Pero luego recordé que, como cada año (con la excepción de la pandemia), ese mismo fin de semana ya estaba reservado para una salida con la asociación del pueblo, un evento al que asisto con toda mi familia de viernes a domingo. Para complicar las cosas, la reunión del sábado sería en mi casa.

¡Uff! Dilema complicado. Es un ejemplo de cómo los compromisos a largo plazo pueden cruzarse y generar situaciones que parecen imposibles de resolver. A veces, las cosas se arreglan solas, pero otras requieren decisiones difíciles, de esas en las que priorizar lo que realmente importa se convierte en un acto de equilibrio entre responsabilidad, ilusión y relaciones.

No podemos decir que sí a todo. Sobrecargar la agenda futura nos deja sin margen de maniobra, sin flexibilidad y, muchas veces, con más estrés que satisfacción. Pero tampoco podemos vivir en el "ya veremos", dejando que la espontaneidad sea la única guía de nuestras acciones.

La clave está en escoger con cuidado. Reservar tiempo para aquello que de verdad importa: las conexiones significativas, los proyectos que te entusiasman y los momentos que te llenan de ilusión. Tener algo emocionante en el horizonte puede ser una fuente de motivación, una razón para mantenerte enfocado cuando el presente se complica.

Aceptar compromisos con antelación no es solo una cuestión de planificación, sino también un ejercicio de disciplina, organización y, sobre todo, priorización. Es elegir conscientemente qué merece espacio en tu vida. Al final, hay cosas que no son factibles con dos días de aviso, y algunos momentos simplemente no ocurrirán si no los planeas.

Decir "sí" a algo con meses de antelación puede dar vértigo, pero también es una forma de invertir en experiencias significativas. No se trata de llenar el calendario sin criterio, sino de reconocer que el futuro también es un lugar donde suceden cosas maravillosas.

Comprometerte no significa renunciar a tu libertad, sino darle forma al tiempo para que lo que importa tenga un espacio reservado en tu vida. Construir algo que valga la pena siempre empieza con una decisión: hacer tiempo para ello.

Un compromiso que te puede merecer la pena. Lanzo una nueva edición presencial en Burgos del curso de “Gestión de tiempo, gestión de vida”. Si quiere apuntarte serán 8 lunes, de 18 a 20, empezando el 3 de marzo. Más información en el siguiente enlace

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí 

domingo, 17 de noviembre de 2024

Lo que hago ¿Tiene valor para alguien?

Este año, me propuse escribir una entrada de blog cada semana. Para ponérmelo más fácil lo concreté un poco más y decidí escribir una entrada cada domingo. De momento no voy mal, empezando la semana 47 del año esta es la entrada 48. Estoy contento, la meta de las 52 entradas para 2024 está al alcance.

52 semanas de compromiso - un año. Ya llevamos 47
No todos los domingos es sencillo, no todas las semanas estoy igual de motivado. Aunque el hábito ayuda hay veces que da pereza. Las ideas están en la cabeza, enseguida se me ocurre sobre que escribir, otra cosa es ponerse y hacerlo. Aunque el proceso es simple y conocido, no es fácil ponerse.

Semana tras semana, he plasmado reflexiones, ideas, experiencias, e incluso dudas que me han surgido en el camino. Aunque siento una enorme satisfacción por haber mantenido el compromiso, me encuentro reflexionando sobre una pregunta que probablemente todos nos hacemos tarde o temprano: Lo que hago ¿Tiene valor para alguien?

Para mí ha valido la pena. Este compromiso semanal me ha dado una rutina creativa, me ha permitido reflexionar sobre temas que quizás de otro modo habría pasado por alto. Cada entrada ha sido un pequeño reto que me ha impulsado a mejorar mi forma de expresarme y a ser más consciente de cómo comunico mis ideas. Si bien el objetivo principal era compartir con otros, también ha sido un regalo para mí: el de aprender a través de la escritura.

Más allá de la reflexión personal, la escritura es una forma de conectar, de compartir lo que llevamos dentro con quienes nos leen al otro lado de la pantalla. Sin embargo, muchas veces, esa conexión se siente como una carta lanzada al mar en una botella. ¿Habrá alguien ahí afuera que la reciba? ¿Habrá alguien a quien lo que escribí le haya aportado algo valioso?

Conozco físicamente gente que me lee, muchos amigos y amigas, con los que la entrada es excusa para comentar más profundamente sobre el tiempo, que es la vida. Con otros nos encontramos en las redes y a veces dejáis algún comentario. Por lo que espero que en algo esté contribuyendo. Aun así, me pregunto: ¿A quién y en qué le ha servido?

Creo que, de vez en cuando, es importante hacernos esta pregunta: ¿lo que hacemos está aportando valor? No porque debamos medir todo en términos de utilidad o reconocimiento, sino porque detenernos a reflexionar nos ayuda a ajustar el rumbo y a conectar con el propósito detrás de nuestras acciones. Preguntarnos si lo que hacemos tiene un impacto nos permite evaluar si estamos contribuyendo de alguna forma al mundo, por pequeña que sea, o si hay formas en las que podemos hacerlo mejor. Es un ejercicio de humildad y de intención que nos mantiene enfocados en lo que realmente importa.

Y ahora, te hablo a ti, que me has acompañado, quizás desde el principio, quizás solo en esta entrada. Quiero pedirte algo: dime si alguna de estas 48 entradas te ha servido. ¿Hubo algo que te ayudara a resolver un problema? ¿Alguna idea te hizo pensar diferente? ¿Te sentiste acompañado en algún momento complicado? O tal vez, simplemente, ¿te arrancó una sonrisa? Me encantaría saberlo. Tus comentarios me ayudarán a entender si lo que hago tiene sentido y serán una brújula para saber cómo puedo seguir compartiendo algo de valor en el futuro.

Aún quedan algunas semanas para cerrar el año, y quiero que las próximas entradas sean tan relevantes como sea posible. Así que, si hay algo sobre lo que te gustaría que escribiese, este es el momento de decírmelo.

Gracias por estar ahí, por leer, por formar parte de este pequeño proyecto que me ha acompañado a lo largo de este año. Espero seguir aprendiendo contigo.

Y ahora, te toca a ti: ¿Qué te ha servido de lo que he escrito? Déjalo en los comentarios (en el blog, Facebook, LinkedIn o WhatsApp; que son los medios por los que lo difundo). Esos comentarios serán gasolina que me impulsará a continuar.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

lunes, 13 de noviembre de 2023

Si no cumplo, lo que prometo entonces es…

 Me he propuesto escribir una entrada a la semana en el blog, al menos hasta final de año. Como lo mejor para hacer algo, con menos esfuerzo, gastando menos fuerza de voluntad, es construir un hábito, pues me había planteado establecer la rutina de escribir los domingos por la mañana.

Ayer fallé, el fin de semana fue diferente, me fui a Madrid, no estaba en mi entorno habitual y decidí no llevar el ordenador ni buscar donde escribir. Era un fallo casi planificado, tenía otras cosas prioritarias.

También es cierto que podría haberlo escrito antes y que se publicase el domingo, pero el lío de la semana me llevo a no hacerlo antes.

¿Y ahora qué? Nos puede pasar lo mismo cuando nos planteamos que para hacer ejercicio vamos a ir los martes y jueves, por la tarde, según salimos de trabajar, al gimnasio. Llega el martes y algo se nos cruza, con fallar un par de martes, se pierde la rutina, el hábito y se abandona. Faltar es lo que se convierte en rutinario y no el ir.

Una receta sencilla para solucionar el tema es decidir por anticipado que vamos a hacer si fallamos con nuestro compromiso con nosotros mismos. En mi caso, si no escribo el domingo voy a escribir el lunes (como estoy haciendo ahora). En el caso del gimnasio me puedo plantear que si no voy el martes recuperaré el miércoles (o el sábado si no quiero hacer dos días seguidos).

Es tan sencillo como decir, “si no cumplo…, lo que prometo entonces es…”. Comprometerse por anticipado en caso de fallar. Nos ayudará a mantener y seguir desarrollando el hábito. El fallo forma parte del proceso, en lugar de castigarnos y recriminarnos por lo que no hemos hecho, mirar hacia delante y buscar la solución.

En general sabemos lo que nos conviene o lo que queremos, muchas veces fallamos en la ejecución ¿Por qué no hacemos lo que nos conviene? Ya en 2019 escribí sobre como hacer lo que nos va bien. Tres claves: hábitos, concretar las actividades, prestar atención a cuando llega el impulso.

¿Quieres ganar en autoestima y autoconfianza? La confianza se la gana aquel que hace lo que dice que va a hacer. Para ganar confianza conmigo mismo, autoconfianza, la clave es hacer lo que me digo que voy a hacer. Comprometerme y cumplir.

Lo mismo si nos hemos comprometido con otros, tratar de no fallar y en caso de fallo buscar enmendar lo no cumplido. Disculparnos y buscar alternativas, mirar al futuro en lugar de quedarnos atrapados en el fallo.

La compasión con uno mismo, castigarnos menos por no cumplir, ayuda a la resiliencia, salir adelante asumiendo las consecuencias. Permite reconocer nuestro fallo y buscar compensar, hacer algo cuando fallamos. Planifica que vas a hacer cuando te falle el hábito o la fuerza de voluntad. El único que no falla es aquel que no se compromete a nada.

De momento creo que con esto doy por compensado lo que no escribí ayer, domingo, haciéndolo el lunes.

domingo, 1 de octubre de 2023

La vida es como un buffet libre

Esta semana pasé una noche en el hotel NH Madrid Barajas. Una de las cosas que siempre me ha gustado de los buenos hoteles es el desayuno buffet, empezar la mañana desayunando como en casa. Porque supongo que todos en casa desayunáis como cuando estáis en un buffet: zumo de naranja, huevos revueltos con bacón, un poco de embutido con distintos quesos, café y bollería, yogurt y fruta.

Me debo estar haciendo mayor, porque mi desayuno fue algo más moderado. En cualquier caso, es una suerte no desayunar todos los días de buffet, porque creo que tiendo a servirme demasiado. Los ojos comen más rápido que el estómago.

Después me lo acabo todo, porque en casa, de pequeñito, aprendí que hay que comerte lo que te sirves. Con toda el hambre que hay en el mundo (lo cual es cierto) y que es una pena desperdiciar alimentos. La consecuencia es que me voy sintiendo con pesadez de estómago y si te despistas puedes tener hasta un empacho.

Buffet del NH Madrid Barajas - donde me alojé

Pues así es la vida, con muchísimas opciones, muchas cosas que puedes decidir hacer y muchos proyectos en los que comprometerte. El buffet de la vida. El caso es que como en el desayuno buffet, no puedes comerlo todo, no puedes hacerlo todo, hay que elegir.

Puedes elegir por impulso, según llegas y ves todo lo que hay, escoges, te sirves en el plato. Es como ir al supermercado sin lista de la compra, vas cogiendo lo que te apetece de los estantes, lo que suele suponer que compras demasiado.

También puedes pensar antes de entrar que es lo que te conviene, incluso lo que te apetece, equilibrándolo con las consecuencias a lo largo de la mañana, no solo en el momento presente. Puedes hacer una lista mental, igual que haces la lista de la compra para no comprar demasiado.

También puedes parar y pensar tres segundos antes de servir algo en el plato. Sentir más allá del impulso si realmente te apetece, si te conviene. Quizá te pones los huevos porque lo has hecho siempre y también te comes el donut de chocolate porque habitualmente no lo haces. Parar un momento puede ayudar a elegir mejor.

Pues para la vida nos pueden servir estas mismas dos técnicas, antes de sucumbir al impulso de poner nuevas cosas en la agenda, añadir compromisos.

Podemos hacer una lista previa, en función de dónde queramos llegar, como nos queramos sentir, de cómo encaja cada cosa en nuestra vida. Como la lista de la compra, tener una idea previa de a qué vamos a decir sí y a qué vamos a decir no (El impulso me suele llevar a que compre helados, si los compro después me los como, los disfruto, el problema es que si compro demasiados me como demasiados).

También podemos parar antes de decir “SÍ” a un nuevo proyecto o compromiso. No hace falta que contestemos inmediatamente. Las prisas no suelen ser buenas consejeras. Ver como nos va a sentar en el largo plazo, no solo en este momento. No dejarnos llevar únicamente por el impulso, que a veces es valioso pero que en muchas ocasiones nos sobrecompromete.

¿Qué pasa si ya te has puesto demasiado? El plato ya está a tope. Hemos aprendido a comerlo todo, lo que te sirves te lo comes, pero si me lo como todo, me empacho. Quizá no es tan grave incumplir esa norma aprendida de niño, quizá lo puedo tomar como reflexión para la próxima no servirme tanto. Ahora puedes dejar algo o puedes guardar algo para luego, aunque quizá en el hotel no te dejen.

Lo mismo si ya tenemos demasiados compromisos, quizá no sea sano asumirlos todos, quizá podemos renegociar los plazos, podemos encargar a otro que lo haga o incluso podemos negociar no hacerlo, asumir que nos equivocamos y nos servimos demasiado. Si no eres capaz de tachar nada, de dejar nada, tendrás que sufrir la pesadez, el cansancio o el empacho.

Los ciclistas, cuando llevan mucho tiempo a un ritmo elevado, llega un momento que no pueden más, revientan. Los comentaristas suelen decir que ha llegado el hombre del mazo, te ha dado una pájara. Si lo has sufrido, sabes de lo que estoy hablando, cada pedalada cuesta un triunfo, si has salido a dar una vuelta, cuesta volver a casa (mucho más si tienes viento en contra).

En la vida, si llevas demasiado tiempo a un ritmo elevado, te puede dar una pájara de la vida, no tienes fuerzas para continuar, necesitas descanso, parar y coger energía.

Lo bueno de buffet de la vida es que sigue estando ahí, con múltiples posibilidades, sigues teniendo vida, vas a seguir teniendo opciones. No sé si es cierto que los trenes solo pasan una vez, los hay que pasan en infinidad de ocasiones. Cuídate y no te sirvas demasiado. Si ya te has servido demasiado, mira a ver cómo descargas.

lunes, 2 de mayo de 2022

El síndrome “¡Ya voy!” y nunca llegas

“¡Ya voy!”, “¡ahora voy!”, “¡qué te he dicho que ya voy!” Pasa cuando nos llaman a comer en casa, a recoger la habitación, a fregar o para salir de viaje. Esa coletilla, tan usada en casa, también se encuentra en otros entornos.

Cuántas veces ese “¡ahora voy!” se convierte en nunca. Inicialmente pospuesto, para empezar dentro de cinco minutos, se convierte en eternamente pospuesto.

El “ya voy…” que me dice mi hija… al pasar el tiempo se olvida y no viene. Decimos “ahora voy” a un compañero y después nos olvidamos.

No siempre es fácil empezar. Desde que dices que vas a estudiar, hasta que te pones; desde que dices que vas a fregar, hasta que te pones, desde que dices que te vas a cuidar, hasta que te pones… No solo decimos el “ahora voy” a los demás, también nos lo decimos a nosotros mismos.

Cada uno tenemos actividades que nos cuestan más, que cuando vamos a empezar nos despistamos, quizá cinco minutos con el móvil, que se convierten en media hora o en hora y media.

¡Ya voy!... A limpiar el fregadero del jardín ¿Iré realmente?

Los comienzos pueden ser un gran ladrón de tiempo. Esperar los “ahora voy” que se alargan, mientras nos despistamos por el camino. Poniendo consciencia, nos podemos dar cuenta de cómo se escapan los minutos, convirtiéndose en horas.

Lo mismo sucede al cambiar de actividad ¿Cuánto tiempo necesitas para el cambio? ¿Cómo es ponerte de nuevo a hacer algo? ¿Cuánto se alarga un café? ¿Cuánto consume consultar el correo?

Dos pasos básicos para comenzar sin dilación:

  1. Tener claro lo que vamos a hacer.
  2.  Ponernos a ello, que es comprometernos con nosotros.

Para comenzar sin despistarnos nos podemos tomar unos segundos para darnos cuenta, ser conscientes. Para ello podemos hacer un DROP: Detenernos, Respirar, Observar y Proseguir.

Ser conscientes de lo que queremos hacer, de cómo nos vamos a despistar o entretener, de cómo pasa el tiempo.

Un buen ejercicio para estar más satisfechos al final del día con lo que hemos hecho: “Saber que es lo que queremos y ponernos a ello, sin dejarlo para dentro de cinco minutos”.

Sirve hasta para descansar. Si quieres descansar, no te despistes con el móvil, es probable que no descanses.

El tiempo no se puede gestionar, solo pasa, sí podemos gestionar la atención, a qué prestamos atención en nuestros minutos, a qué dedicamos nuestros momentos.

Te invito a poner atención a cuánto te lleva empezar una tarea, a cuánto te lleva cambiar de actividad y con que te despistas o entretienes ¿Merece la pena el entretenimiento? ¿Cómo estarías más satisfecho y mejor?

Compromiso de una semana: decidir que vas a hacer en tu día y hacerlo. Ya me contarás que tal ha ido la semana.

viernes, 1 de noviembre de 2019

Hacer lo que nos va bien

Una pregunta me ronda la cabeza, ¿Por qué sabiendo lo que nos va bien, lo que nos conviene y lo que nos satisface, en muchas ocasiones no lo hacemos? Y en la otra dirección ¿Por qué a veces hacemos cosas que no nos convienen?

Un compañero de trabajo que de forma habitual iba a correr a las seis de la mañana y había dejado de hacerlo me comentó un día en un café: “Desde que he dejado de ir a correr me encuentro más cansado”. Siendo consciente de esto la decisión es sencilla, vuelve a correr, aunque la acción igual no lo es tanto, seguro que cuesta levantarse pronto para hacer ejercicio, especialmente los días de frío.

Mi mujer se levanta ya desde hace un tiempo a hacer bicicleta a las 6.30 de la mañana, después unos estiramientos y a continuar el día. Una buena forma de empezar el día si encuentras la energía.

Empezar bien el día - dibujo de Leyre Fontaneda

Voy a cambiar las preguntas iniciales ¿Por qué sabiendo lo que me conviene no lo hago? Y ¿Por qué a veces hago lo que no me conviene? Cambiar el plural por el singular nos responsabiliza más.

Enseguida me puedo olvidar de las preguntas, de poner conciencia en lo que me conviene y me cuesta, así no tengo que hacerlo.

Hay buenos hábitos que quizá podemos adquirir en un par de repeticiones, otros que llevan las famosas 21 repeticiones y otros hábitos, que según nuestra naturaleza, siempre llevan un poco de esfuerzo consciente, nunca son totalmente automáticos, aunque la repetición ayuda, para algunos puede ser el ejercicio (si no han encontrado uno que les guste), para otros el parar (acostumbrados a sentirse culpables si paran) o el leer, conversar con los que apreciamos… para lo que nunca encontramos un rato.

Y es que si nos paramos a pensar que es lo que nos conviene enseguida aparecen algunas ideas, algunos comportamientos, puedes hacer la prueba, los clásicos: ejercicio, comer sano, dormir lo suficiente, leer, etc.

Una vez que seamos conscientes de que es lo que necesitamos, en lugar de apartar la atención, lo podemos hacer más concreto y decidir acciones específicas, como ir andando al trabajo, subir por las escaleras si son menos de tres pisos, etc.

En muchas ocasiones nos cuesta hacer lo que nos conviene porque hacerlo es ahora, o en el corto plazo y los beneficios son en el largo plazo, o en el futuro ¿Cómo voy a hacer un esfuerzo ahora para el futuro? El futuro es tan incierto que mejor no preocuparse, ni ocuparse. El presente tiende a pesar más que el futuro.

Para re-equilibrar el futuro (que esperemos llegará) con el presente tenemos que dar entrada a nuestro cerebro reflexivo, cuando llegue el momento de decidir, si ascensor o escaleras, darnos una pausa de dos segundos, para que no decida el impulso sino la parte más analítica del cerebro y compense presente-futuro para tomar las decisiones que más nos conviene.

Te invito a pensar que te conviene, trasladarlo a acciones concretas y empezar a convertirlas en realidad. Empieza solo por una, que sea alcanzable, motivante, ya continuarás. Si no has hecho nunca ejercicio es difícil ir todos los días al gimnasio desde el principio; disfruta de objetivos que sean viables y que te reten a avanzar.

jueves, 26 de septiembre de 2019

Tener demasiadas opciones puede paralizar o ralentizar


Nuestra sociedad vive obsesionada con las opciones, con el por si acaso, con dejar puertas abiertas, con el miedo a no tener vuelta atrás.

Está el viejo dicho castellano de “no poner todos los huevos en la misma cesta”, no vaya a ser que tropieces y se rompan. Por otra parte, podemos encontrar la pregunta de ¿cuántas cestas puedes llevar?

Probablemente, a lo largo de nuestra carrera y nuestra vida, nos vamos encontrando muchas posibilidades, pueden ser fuentes de ingreso, actividades que nos gustan, compromisos en los que nos vamos metiendo y un largo etcétera. Y así repartimos nuestra energía.

Hablo por experiencia, soy una persona que se ilusiona con facilidad, que enseguida tiende a decir sí a nuevos proyectos (o posibilidades) y de repente me encuentro abrumado ¿te suena? Estoy aprendiendo a esperar antes de decir sí y a poder dejar ir alguna cosa, aunque me guste.

Es como estar en un buffet libre, donde puedes comer sin parar, probablemente si comes todo vas a tener un buen empacho. La vida es un poco como un buffet, donde tienes que ir escogiendo que vas a comer (hacer), donde quieres poner tu energía.

Y mientras te mantienes con muchas opciones, con muchas puertas abiertas, la energía se pierde por esas puertas, sin foco acabas por no avanzar de verdad en nada. En ocasiones es como quedarse paralizado a la hora de comprar un móvil porque hay demasiados en el mercado y decidirte por uno es perder todos los demás.

Hay un momento para generar opciones, posibilidades, generar ideas. El modo visionario (tener una visión) que nos permite ver dónde queremos llegar y cuál puede ser el camino.

Otro para elegir, en el que reflexionas sobre cuál es la mejor opción, piensas con la cabeza, escuchas como te hace sentir, ves que te dice tu cuerpo y eliges. No te paralices antes las opciones, si te obsesionas con escoger la mejor puedes quedar inmóvil, la cuestión es escoger una opción que sea buena para ti en este momento, que sea real, accesible, sin caer en la trampa del perfeccionismo.

Demasiadas puertas abiertas - dibujo de Leyre Fontaneda

Elegir va de cerrar puertas, para poder poner el foco en la que has escogido atravesar. Demasiadas puertas abiertas despistan.

El tercer paso es comprometerte con lo decidido, no desperdiciar energía pensando lo que podría haber sido con otra opción. Poner todas tus fuerzas en lo decidido y avanzar. Vivir lo que tienes entre manos, estar aquí y ahora.

Quemar las naves, como cuentan que hizo Hernán Cortes, para que no podamos darnos la vuelta, para que la única salida sea luchar y vencer, para conseguir el compromiso total con la decisión.

Quizá no haga falta ir tan lejos, pero hay muchas cosas que no salen adelante por falta de compromiso y perseverancia. Si decides hacer algo pon en ello tu energía y hazlo lo mejor que puedas (¡y no más!, que a veces nos pasamos de autoexigentes).

Con esto no quiero decir que no puedas cambiar de opinión, el problema es si estás todo el día cambiando el foco, todo el día rumiando cual podría ser la mejor opción, en lugar de comprometerte con la acción, con hacer avanzar lo decidido.