Hay días que ponerme a escribir es más fácil, casi fluye sin esfuerzo. Curiosamente, esos días casi siempre coinciden con una misma situación: mi ordenador ya está enchufado, el tiempo reservado y tengo tres líneas escritas con la idea sobre la que escribir. No tengo que decidir si escribir o no, todo está dispuesto para que lo haga sin pensar demasiado.
También
hay días en los que voy al gimnasio de forma automática. Acabo de almorzar, la ropa
de deporte está a mano y la mochila está preparada con lo necesario. Simplemente
me dejo llevar y aparezco montado en la elíptica.
Estos
pequeños detalle me llevan a reflexionar sobre cómo podemos alterar nuestro
entorno para hacer que nuestras mejores decisiones, las que nos sientan bien,
sean las más fáciles de tomar. La fuerza de voluntad es limitada y, si
dependemos de ella para todo, tarde o temprano fallamos. En cambio, si
diseñamos nuestro entorno con inteligencia, podemos reducir la necesidad de
disciplina y hacer que nuestros hábitos positivos sucedan casi por inercia.
Netflix
lo sabe bien, por eso cuando terminamos un capítulo de una serie, por defecto,
el siguiente empieza automáticamente, a menos que hagamos algo para detenerlo.
Tenemos que hacer un esfuerzo para resistir esa tentación.
O
buscar estrategias como Ulises, que no podría resistirse al canto de las
sirenas, así que pidió que lo ataran al mástil de su barco. En nuestro caso, si
pasamos demasiado tiempo en redes sociales, podríamos eliminar las aplicaciones
del móvil, esconder el mando a distancia de la tele, tapar el chocolate en la
despensa para no verlo o quitar las notificaciones del móvil.
Poner
más difícil hacer lo que no nos conviene, modificar nuestro entorno
para que las tentaciones, que nos llevan por el camino que no queremos, pierdan
fuerza, sean menos atractivas o menos visibles.
A la
vez, poner fácil hacer lo que nos conviene:
Si queremos hacer ejercicio por la mañana, dejar la ropa de deporte preparada
la noche anterior; Si queremos comer saludable, dejar fruta a la vista en lugar
de galletas; Si queremos practicar un idioma, cambiar el idioma de nuestro
móvil y nuestras aplicaciones; Si queremos beber más agua, tener siempre una
botella cerca.
Pequeños
ajustes en nuestro entorno pueden marcar una gran diferencia. No se trata de
tener más fuerza de voluntad, sino de diseñar nuestro espacio y rutinas de
manera que nuestras mejores decisiones sean las más sencillas de tomar. ¿Qué
cambios podrías hacer hoy para facilitarte la vida?
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