En algún
sitio he leído que la vida es una enfermedad terminal. Nacer es el comienzo de
un proceso que termina con la muerte… y entre este principio y final hay espacio
para significado, conexión, arte, amor, lucha y también dolor.
Vivimos
como si siempre hubiera un “después”, una promesa de mañana, de años por
delante. Pero no sabemos cuánto tenemos. Algunos, como Gabi, lo tienen más
claro. O, al menos, lo intuyen con una certeza más cercana, más punzante.
Cuando
alguien convive con una enfermedad que le pone fecha al futuro, la vida cambia
de color, de textura, de urgencia. Lo que para muchos es abstracto, para otros
se convierte en una cuenta atrás real, con días que pesan más y momentos que se
sienten con otra intensidad.
Gabi,
con quien tengo la suerte de compartir amistad, es uno de esos seres lúcidos.
Me ha regalado este poema. Me dijo que podía publicarlo. Y lo hago aquí, con su
permiso, con orgullo y con el nudo en la garganta de quien sabe que las
palabras también pueden ser un refugio, una resistencia, un testimonio.
El
poema es crudo, valiente y profundamente humano. O al menos a mi me lo parece,
de esos del realismo sucio que entre el y otro poeta amigo, Javi, me presentaron.
Este
es su poema. Este es su momento. Su título “Cuenta atrás”
Cortarle
las alas.
Cerrarle el cielo.
Que caiga a plomo.
Enjaularlo con agua y pan duro.
Esposarlo
a la cama
sin sexo de por medio.
Encerrarlo con llave
en la habitación del pánico.
Enterrarlo bajo tierra
junto a los demás tesoros.
Agarrarlo por la solapa
cuando levante la voz.
Parece
maltrato
y en los tiempos que corren,
este poema,
supone asumir riesgos,
pero en realidad se trata,
simple y llanamente,
de miedo a su paso,
a que termine demasiado pronto
esta cuenta atrás.
Gracias Gabi por compartir tu
poesía, gracias simplemente por ser.
Si
quieres seguir leyendo lo que se publica en el blog, puedes seguirme en
LinkedIn, para no perderte la próxima. Haz clic aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario