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martes, 21 de enero de 2025

Enganchado a las notificaciones, por miedo a perderme algo

Como muchas personas yo también me hice con una pulsera inteligente, que te informa de los pasos que has dado, cuanto has dormido y en la que además puedes ver si te llega un correo electrónico, un WhatsApp, alguna notificación en Facebook, LinkedIn o en otras muchas aplicaciones. Avisa de cuando sucede algo en tu mundo electrónico con una vibración.

No me daba cuenta de cuanto vibraba la pulsera hasta que se rompió la correa y la dejé a un lado. He recuperado mi Casio de toda la vida, el F91W que ya es mítico, con su reloj, alarma y cronómetro tengo más que de sobra.

Esto me ha permitido darme cuenta de mi relación con la pulsara. Cada vez que vibraba, ya automáticamente, sin pensarlo, miraba para ver que tenía para mí. Sin darme cuenta andaba con FOMO (Acrónimo de Fear Of Missing Out en inglés), miedo a perderme algo. Sentía incomodidad si estaba en una situación en la que vibraba y no podía mirar.

Era un adicto, o supongo que lo sigo siendo, si me pongo otra vez la pulsera enseguida volveré a los antiguos caminos conocidos, dejándome arrastrar por cada vibración, por cada toque de atención. Esto me dejaba con menos foco, con distracciones constantes que secuestraban mi atención y me desviaban de lo que quería hacer.

Esto se llama adicción, quizá a ti también te pase, cuando haces de manera automática, sin darte cuenta, algo que no te sienta bien. En este caso, consultar constantemente cuando cualquier aplicación a la que le das permiso te envía una notificación.

También la semana pasada he leído el libro “Enganchado (hooked)” de Nir Eyal. Donde se explica como las empresas tecnológicas crean productos que forman hábitos, que nos enganchan. Forman el hábito de que volvamos una y otra vez. Un hábito es una especie de adicción.

Los hábitos se disparan por un estímulo externo o interno. Nir explica como inicialmente necesitamos estímulos externos como puede ser la vibración de la pulsera que hace que consultemos el móvil, después ya aparecen los internos que nos llevan sin necesidad de vibración, por ejemplo, te vas para tu red social favorita ante el menor sentimiento de aburrimiento (esto es señal de enganche).

El disparador acaba generando ansiedad si no llevas a cabo la acción, el comportamiento con el que estás anticipando la recompensa. La recompensa puede darse o no con el comportamiento, varía, y eso engancha todavía más. Hay veces que la notificación te lleva a algo que te agrada o te interesa, otras veces es simple despiste.

Los productos están creados para generarnos compulsión, para que automáticamente respondamos a lo que nos piden. La pulsera es una vía para que nos lancen su publicidad, su anzuelo, y nosotros picamos sin cesar y sin darnos cuenta del precio que pagamos. Al menos eso me ha pasado a mí.

Dicen que el primer paso para salir de la adicción es darse cuenta, por eso que se rompa la pulsera ha sido un regalo que me deja más foco y atención para lo que realmente quiero. Tener notificaciones constantes es como tener a alguien esté entrando por tu puerta cada poco tiempo, rompiendo tu concentración al comentarte algo corto.

De momento me quedo con mi reloj clásico. Echo de menos la pulsera, pero no tanto como pensaba. Seguro que tardo más en contestar al WhatsApp, pero no es tan grave. Lo miro menos veces y eso me deja más tiempo para estar con los que están cerca y haciendo lo que escojo hacer en cada momento. La pulsera me restaba presencia y yo ni me daba cuenta (o un poco sí, pero no quería prestarle atención).

 

Lanzo una nueva edición presencial en Burgos del curso de gestión de tiempo, gestión de vida. Si quiere apuntarte serán 8 lunes, de 18 a 20, empezando el 3 de marzo. Más información en el siguiente enlace

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domingo, 28 de abril de 2024

Liberándonos de la Chupeta Digital. Recuperar el tiempo

El primer paso para superar un problema es reconocerlo, darte cuenta. Llevo un tiempo sintiendo el móvil como una chupeta: cuando estoy aburrido, cojo el móvil; cuando me bloqueo con algo, cojo el móvil; cuando me toca esperar, cojo el móvil; para descansar de una tarea, cojo el móvil; hasta para ir al baño, cojo el móvil. Además, en ocasiones, me quedo enganchado, lo que iban a ser cinco minutos se convierte en media hora.

El chupete digital, que nos calma y nos entretiene

¿Has sentido alguna vez el móvil como un chupete que te da calma, te entretiene, te reconforta? El uso del móvil para los adultos se ha convertido en una metáfora del uso del chupete para los niños, cuando queremos que duerman, lloran o están inquietos, les ponemos una chupeta. Con el tiempo y cuando crecen ¡Cuánto cuesta en ocasiones que algunos peques dejen el chupete! Están enganchados.

Ante la menor señal de aburrimiento, ansiedad o incertidumbre, sacamos nuestro dispositivo y nos sumergimos en el mundo virtual. Este constante recurso al móvil nos está robando momentos valiosos de nuestra vida real. Lo virtual nos aleja de lo real, que tenemos al lado.

Vivir nuestro tiempo implica más que simplemente pasar de un estímulo digital a otro. Implica sumergirnos en el presente, ser conscientes de nuestro entorno y de nuestras emociones, y encontrar formas significativas de ocupar nuestro tiempo. En lugar de recurrir automáticamente al móvil.

También nos aleja de quienes tenemos cerca. Consultar el móvil en medio de conversaciones, reduce nuestra atención, nuestra conexión personal. Todavía me llama la atención llegar a clase a las 8.15 de la mañana, cuando hay unos 10 alumnos que han llegado antes y está cada uno sentado en su sitio, con el móvil, en lugar de compartir con el que tienen al lado.

Me descubro, a veces, mientras veo una película, jugando con el móvil o consultando las redes sociales. Resulta que no me entero del todo de la película, tampoco es un drama. Lo que pasa es que no me doy cuenta de que a veces no me entero de la película de mi vida, no me entero de lo que pasa a mi lado o no me entero del todo de lo que me pasa dentro, porque anestesio mis emociones con el móvil.

No se trata de demonizar el uso del móvil. Es una gran herramienta que puede facilitar la comunicación, el aprendizaje y la productividad. Sin embargo, se trata de encontrar un equilibrio saludable y aprender a utilizarlo de manera consciente. Su uso excesivo puede generar dependencia, afectar nuestras relaciones interpersonales y nuestra salud mental.

El reto es encontrar ese equilibrio, ser conscientes de cuándo estamos recurriendo a él de manera compulsiva. Dos alternativas posibles:

  • Establecer límites de tiempo, dedicar tiempo sin pantallas y buscar actividades alternativas. Fijar un tiempo para estar con el móvil. O mejor aún, fijar un tiempo para no estar con él. Dueño del móvil y no su esclavo.
  • Utilizar la regla de la abuela, contar hasta diez. La próxima vez que sientas la tentación de recurrir al móvil, para, cuenta hasta diez o espera treinta segundos, reflexiona y decide si realmente quieres/necesitas coger el móvil.

Como cualquier chupete, cualquier adicción, cualquier comportamiento obsesivo compulsivo, no es fácil deshacerse de él. Darte cuenta de cómo te condiciona es el primer paso ¿Es el móvil para ti un chupete digital?

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domingo, 16 de abril de 2023

La dificultad de soltar el móvil – dónde se escapa la vida

Hace ya tres semanas escribí una entrada para este blog sobre el móvil, el mayor ladrón de tiempo de estos días, al menos para mí. Me planteaba el objetivo de soltar el móvil, reducir su uso y recuperar mi tiempo.

He tardado en volver a escribir, me da cierta vergüenza reconocer que estoy en gran medida atrapado por el móvil. El objetivo era reducir su uso, más concretamente, llevarlo solo para recibir llamadas y permitir 15 minutos de Whatsapp al día. No quería estar desconectado.

Han pasado tres semanas, con días en los que he estado más cerca del objetivo y días totalmente atrapado por el móvil. En general ha sido un fracaso. Tres semanas muy diferentes, una justo antes de las vacaciones de Semana Santa, otra en plenas vacaciones y otra a la vuelta.

Me doy cuenta de cómo me absorbe, como ciertas aplicaciones me enganchan. También me encuentro más cerca de mi hija adolescente, a la que veo atrapada (ahora puedo decir que como lo estoy yo), con aplicaciones distintas, pero de manera muy parecida.

El móvil me atrapa - esclavo o dueño
El cerebro elimina el NO. Cuando digo NO voy a estar con el móvil, el cerebro elimina ese “no” y solo hace que acordarse del aparatito. Igual que cuando decimos que no voy a comer tal cosa o no voy a hacer tal otra.

La mejor medicina es encontrar una alternativa. Decidir que voy a hacer en lugar de engancharme al móvil, o de esa actividad-acción que quiero eliminar.

Estas tres semanas no han sido en vano, han sido muy útiles. El reto de dejar el móvil me ha permitido poner más consciencia en cómo lo uso, observar como me dejo atrapar o directamente corro a sus brazos. Cuando estoy aburrido, en los tiempos muertos, cuando estoy solo, especialmente cuando no tengo un propósito claro.

Sé que la mejor forma de no dejarme atrapar es apagarlo y dejarlo lejos. Desconectar el bluetooth del reloj, que está conectado al móvil y me avisa de todas las notificaciones: correos, WhatsApp, alertas… Toda una fuente de distracción, que secuestra la atención.

Los días que menos usé el móvil son: los que estuve con gente o aquellos en los que tenía objetivos claros. Con un objetivo claro, con algo que hacer, no me acuerdo del móvil, o si me acuerdo, soy capaz de no cogerlo.

Los días con propósitos más vagos, o con tiempos muertos, me dejaba arrastrar por el móvil, los minutos previstos se pueden convertir en horas. Se pasa una mañana o una tarde sin darte cuenta. El móvil, muy útil para pasar el tiempo, para matar el tiempo, para entretenerse.

Lo triste es lo que dejas de hacer: el compartir momentos con aquellos que están cerca, porque estás atrapado por el móvil; las lecturas posibles que nunca fueron realidad o el tiempo que no encuentras para hacer deporte. Cada uno tenemos esas cosas que se nos escapan, para las que no encontramos el momento.

Un propósito claro, un objetivo, un para qué, ayuda a evitar distracciones; también las del móvil. El mayor ladrón de tiempo, no tener claro que es lo que quieres, que es lo que te merece la pena. Antes de coger el móvil, date cinco segundos de reflexión ¿Es ese el mejor uso de tu tiempo para ese momento? Esos cinco segundos pueden cambiar tu día, pueden apagar el automático y permitirte ser más consciente.

Si no eres capaz de resistirte, siempre está el viejo dicho “La mejor forma de no caer en tentación es no exponerse a ella”. Aleja la tentación, apaga el móvil, póntelo difícil para cogerlo, déjalo en casa. No hace tantos años, vivíamos sin móvil y no lo echábamos de menos, no sabíamos que algo así podía existir.

Sun Tzu, en el arte de la guerra, decía “Si conoces a tu enemigo y te conoces a ti mismo, no deberías temer el resultado de mil batallas. Si te conoces a ti mismo, pero no a tu enemigo, por cada batalla que ganes sufrirás una derrota. Si no conoces ni al enemigo ni a ti mismo, perderás todas las batallas”.

Hoy me conozco un poco más. También conozco más a mi enemigo, el móvil con sus distracciones. Estoy un poco más cerca de poder vencer en mis batallas diarias.

Buena suerte con tus distracciones. 

domingo, 26 de marzo de 2023

El mayor ladrón de estos días, el móvil

¿Cuánto tiempo pasas con la pantalla del móvil? Es fácil de saber, entra en ajustes, allí pulsa en salud digital y controles parentales ¡Tachán! Ahí tienes los datos de lo que has estado hoy con el móvil y allí puedes encontrar estadísticas semanales.

Entre unas historias y otras parece que dedico unas tres horas al móvil diariamente (hoy ya he dedicado las tres horas) ¡Uuufff! Me parecen un montón, aunque tengo que reconocer que otras veces que he mirado el tiempo ha sido mayor.

Un gran ladrón de tiempo. Roba minutos, horas y días. El tiempo pasa volando mirando una pantalla. Quizá ahora mismo estás leyendo en la pantalla del móvil, espero que no sea una pérdida de tiempo.

El teléfono móvil es una herramienta estupenda, bien usada sirve para múltiples cosas. Parece increíble que los teléfonos móviles inteligentes se popularizasen a partir de 2007. Los móviles se empezaron a ver de manera más natural a partir de 1998. 25 años después parece imposible vivir sin móvil.

Hoy me planteaba como reto dejar el móvil aparcado, para empezar, vivir sin móvil una semana. Solo de pensarlo noto como se me encoge el pecho. Creo que es la anticipación al abandonar una adicción, dependencia a estar conectado, el mono de separarme de lo habitual, tan automático que según me levanto miro la pantalla.

Enseguida empiezo a razonar para evitar asumir el reto. Mañana me iba a venir bien para la clase de inglés, tengo una cita a las 17 y si me llaman para cambiarla. El martes tengo una cita a las 12.30 pendiente de confirmar sitio, confiando en el móvil, aunque bien pensado podría confirmarlo por correo electrónico.

Si asumo el reto, también dejaría el rato que me engancho a jugar, a leer noticias que ni me van ni me vienen, a ver que hay por Facebook o LinkedIn, enganchado en el WhatsApp, etc.

El móvil acerca a los de lejos y aleja a los de cerca. Ante el más mínimo atisbo de aburrimiento recurrimos a la pantalla, donde parece abrirse el mundo. Casi en automático entramos en la aplicación que nos absorbe ¡Cuántas horas se puede pasar en TikTok!

Las equivalencias de tiempo se parecen a las de internet (una imagen que encontré en la red). Un segundín se convierte en media hora, un momento es una hora. Una vez que abrimos la pantalla resulta difícil separarse.

Quiero estar más cerca de los de cerca, presente en lo que está pasando, sin escaparme a ver lo que hay en una pantalla.

El móvil ocupa cualquier tiempo de espera. Lo que iban a ser cinco minutos se pueden convertir en dos horas. Muchos atropellos se producen porque el peatón va mirando a la pantalla del móvil, algunos incluso porque el conductor es el que mira la pantalla.

La vida se pasa viendo la pantalla en lugar de viviendo. Más preocupados de grabar el momento que de experimentarlo. Parece más importante hacer la foto para colgarla en la red que estar presente.

Voy a por el reto, una semana sin móvil. Pero no va a ser esta, no me siento capaz todavía. De momento voy a ver si reduzco la dosis, solo llevarlo para contestar llamadas, también me voy a permitir 15 minutos de WhatsApp al día.

Me siento extraño escribiendo esto, sería más fácil dejarlo aparcado, evitando la tentación de llevarlo encima, trataré de hacerlo también a ratos. Amigos y amigas, estos días voy a ser más difícil de localizar, afortunadamente no soy bombero y el mundo seguirá girando, aunque yo no lleve el móvil. La semana que viene os cuento como me ha ido.