jueves, 26 de marzo de 2015

Supervivir

Con montones de cosas por hacer, miles de opciones, la respuesta automática es acelerar, ir deprisa, no vaya a ser que nos perdamos algo. A pesar de ir tan deprisa tenemos sensación de no llegar, pensamos que el día sería mejor si tuviese 25 horas e incluso tratamos de simultanear cosas para ser más productivos, la famosa multitarea (leo a la vez que veo la tele y así me entero de muchas menos cosas).

Si hablas de productividad la primera aproximación parece la de hacer más cosas en menos tiempo, cuando comentas que te dedicas a la productividad personal se crea expectación, como si fueses a sacar un conejo de la chistera. La expectación se transforma en perplejidad cuando dices que la clave para tener más tiempo es dejar de hacer cosas.

La habilidad de dejar cosas y ser capaz de decidir qué cosas dejas es clave. Es la otra cara de la moneda cuando decido lo que “sí” voy a hacer, elegir en que voy a poner el foco, que es lo importante. Aunque me gusten los cinco segundos platos en un restaurante no los voy a comer todos, me daría un empacho, así que elijo que dejo aunque también me guste. Descartar lo que no nos gusta es fácil, la diferencia la marcamos cuando somos capaces de descartar cosas que si nos gustan para centrar nuestro foco.

Dejar las cosas suficientes, centrarte en lo importante, te permitirá pasar de sobrevivir, ir corriendo por la vida, a supervivir, disfrutar de la vida. Dice un viejo refrán castellano “Vísteme despacio que tengo prisa”. Si nos paramos a pensar ¿A dónde vamos tan deprisa?

Rebajar el ritmo nos permitirá ser más conscientes de nosotros mismos y de los que nos rodean, estar presentes. Estar presente parece una obviedad, siempre estamos presentes de cuerpo físico, aunque podemos estar ausentes de conciencia, emoción y espíritu. Podríamos hablar del absentismo emocional, aunque ha venido no está.

Una vida apresurada se convierte en superficial, hay cosas que requieren su tiempo, como son las relaciones con los demás, el saborear una comida, una buena charla, disfrutar de un libro. Saber ir rápido cuando la situación lo requiere y despacio cuando es preciso.

Somos hijos de nuestra sociedad, de nuestro entorno y dependiendo de dónde estemos haremos las cosas más rápido o más despacio. Diversos estudios han comprobado que en las ciudades se anda más rápido que en los pueblos y más rápido en las ciudades más grandes.

A nivel mundial se ha desarrollado el movimiento “slow” para que nos tomemos las cosas con más calma, dejemos de estar tan pendientes del reloj, casi esclavizados por sus manillas o por la agenda. Entre los impulsores del movimiento “slow” se encuentra Carl Honore con su libro “Elogio a la lentitud”, donde podemos encontrar múltiples ejemplos.

Los beneficios de comer despacio, además de saborear más y mejor la comida, damos tiempo para que la señal de que estamos saciados llegue al cerebro, con lo que se convierte en una herramienta de lucha contra la obesidad. Comer rápido engorda porque para cuando la señal de saciedad llega al cerebro ya hemos ingerido unos cuantos bocados más.

Llama más la atención el Slow-Sex, el movimiento de la calma aplicado al sexo, tomarte tu tiempo en las relaciones íntimas, vivir esos momentos intensamente ¿Estamos tan apresurados para no tomarnos ni estos momentos con calma? Decía Woody Allen “El sexo es la mayor diversión que uno puede tener sin reírse”. El buen sexo incluye ternura, comunicación, respeto, variedad y lentitud.

Para llegar lejos no se trata de ir deprisa sino de ser constante, como ejemplo tenemos la fábula de la liebre y la tortuga.

Son muchas las razones o excusas para correr, además no nos paramos habitualmente a cuestionarlas; también hay excelentes razones para ir despacio, tómate un tiempo para pensar en ellas y después decide, elige cómo quieres vivir, elige el ritmo que te hace feliz.

1 comentario:

  1. Genial la entrada y verídica al 100%. Quizá en la vida la gente no lo vea tanto pero en el trabajo todo el mundo va corriendo agobiado, hace al día mil cosas y sigue corriendo y agobiado. Lo mejor es que les paras en seco y les preguntas que corre tanta prisa y no te saben decir nada en concreto.

    Un Saludo

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