jueves, 3 de marzo de 2016

Una vida con propósito

Stephen Covey propone en su libro de los 7 hábitos de la gente altamente efectiva el ejercicio de trasladarnos a nuestro funeral, ver quién asiste, lo que piensan y lo que dicen. Nos propone imaginar el discurso que daría un familiar, un amigo, un compañero de trabajo y alguien de la comunidad donde vivimos. Después comparar ese discurso que darían con el que nos gustaría que diesen.

Las palabras que nos gustaría que dijesen tienen que ver con el legado que nos gustaría dejar tras nosotros y el ejercicio de dedicar unos minutos a pensar en estos discursos puede ayudarnos a clarificar el “para qué”, el “propósito” de nuestra vida.

Iglesia de Quintanilla vivar - www.pueblosdecastillayleon
Hoy he estado en el funeral de Benito, que deja un gran legado tras su vida. Todo el pueblo le ha acompañado en su adiós y es que era muy querido y respetado por sus vecinos y amigos.

Era de esas personas que actúan como pegamento social, que no entra en rencillas y hace que las cosas funcionen mejor. Durante muchos años fue alcalde y se ganó el cariño de todos, a pesar de las dificultades. Una persona que aunaba las voluntades de muchos, de él podrían aprender los políticos y podemos aprender todos.

Ayer me decía uno de sus hijos que era reacio a entrar en rencillas, si algún vecino se había metido un poco en su tierra le era más fácil pensar que no se había dado cuenta que enfadarse con él. Algunas veces nos enfadamos por tan poco y el causante del enfado ni se ha enterado. Ser bien pensados, creer en la buena voluntad del prójimo, nos puede librar de muchos malos ratos, de perder amigos y convertirlos en enemigos.

Hoy decía su hija que sabía tener paciencia, que no hay mal que cien años dure y que esperaba y creía firmemente en que tiempos mejores llegarían, como así suele ser si tenemos paciencia y perseveramos.

Siempre me abrió las puertas de su casa y recuerdo una infancia feliz jugando y haciendo alguna trastada con sus hijos, agradezco esa forma que siempre tuvieron de acogerme y recuerdo el sentido común que tenían sus palabras.

Le recuerdo como una persona sensata, dispuesto a ayudar al que tenía al lado, de fiar, en el que podías depositar toda tu confianza, tranquilo y de largo recorrido, sabiendo que iba a estar ahí por mucho tiempo. Eso ha hecho que muchos le vayamos a echar de menos y vaya a vivir en nuestro recuerdo. Gracias Benito por el legado que nos has dejado.

Vivimos cómo si nuestra vida fuese infinita, cómo si no fuésemos a morir nunca, y se puede acabar en cualquier momento. Dejemos de vivir en el futuro y sintamos más el presente, contribuyamos a los que nos rodean y aportemos por mejorar las relaciones entre todos. Te invito a que reflexiones sobre cual quieres que sea tu legado, ¿Qué te gustaría que dijesen el día de tu funeral? Aunque sea duro puede ser cualquier día.

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