domingo, 17 de mayo de 2020

Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes


¿Qué tal vas con los planes que tenías previstos los últimos tres meses? Seguro que se han visto alterados. Planificar puede ser complicado si el entorno es cambiante y ahora muchas veces lo es. Los cambios forman parte de nuestra época, donde todo evoluciona muy rápido.

Y así ya tenemos la excusa perfecta para no planificar ¡Para qué voy a planificar si el futuro es incierto! Así reza el chiste que da título a este escrito “Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”.

Cuándo en los cursos de gestión del tiempo hablo sobre la “importancia” de planificarse casi siempre encuentro algún resistente a la planificación, que prefiere dejarse llevar, ir viendo ¡Para qué voy a planificar si nunca cumplo con lo planificado! Una buena pregunta puede ser ¿Por qué no cumples con tus planes? ¿Son tuyos o son de otros? ¿Para qué eso que ibas a hace es importante para ti?

Los planes nos pueden estresar, por eso mucha gente decide no hacer planes. Y puede ser una buena opción, en algunos casos, valora si es el tuyo. Si no hay plan puedes acabar no haciendo nada, lo cual no tiene por qué estar mal.

También está el hiper-planificado, donde cada segundo está planificado. Esa persona que va de viaje de “vacaciones”, madruga, lleno de actividades hasta la hora de acostarse. Y a algunos les va bien, aunque a mí eso sí me estresa y no me descansa en vacaciones.

Entre los dos extremos de no planificar nada y de planificarlo todo puedes encontrar tu equilibrio. A mí me gusta la planificación de grandes líneas, sabiendo lo que quiero, hacer un plan para el camino, saber lo que hacer para llegar, disfrutando del camino.

¿Cuál es el plan cuando haces surf? Sólo líneas maestras (Imagen de Free-Photos en Pixabay)

Grandes líneas que se puedan ir adaptando a los cambios, una planificación flexible para tiempos revueltos, que te ayude a encontrar espacio para lo importante, que lo importante para ti no quede a merced de lo urgente, de la corriente que te arrastra, porque todos los días encuentras unos minutos o unas horas para ello, porque lo has planificado.

“En tiempos de incertidumbre (siempre), marcar líneas maestras, flexibles, adaptables a lo que vaya sucediendo”

Y para avanzar en tu plan, encontrar la gasolina, la fuente de energía que te ayuda a seguir el plan. Puedes encontrar gasolina en distintos sitios: en el para qué de lo que haces, en el puro disfrute de hacer lo que haces (divertirse cómo un niño jugando), en la contribución, etc.

Me gusta la frase “Fallar al planificar es planificar fallar”. Y es que, sin antes conocerte, sin conocer tú entorno, es difícil hacer planes viables, que vayan a funcionar. La buena planificación necesita de experiencia, anticipando las dificultades que te vas a encontrar, que solo conoces cuando has recorrido otros caminos similares.

Ir aprendiendo a planificar, revisar cómo ha ido el plan, qué ha funcionado bien, que no ha funcionado, qué cambiar para la próxima, celebrar los logros.

Empezar por el largo plazo, no ser miopes y solo mirar cerca, tener una visión, ver e imaginar dónde queremos llegar, para encontrar el mejor camino, encontrando también el equilibrio entre el largo plazo y el ahora.

Disfrutar de la ILUSIÓN de los planes, jugar a imaginar, visualizar tu futuro. La gran y muchas veces con tan fácil pregunta ¿cómo quieres vivir? ¿qué quieres? Encontrar la ilusión en el plan para que te ilusione llevarlo a cabo.

El plan es el hilo que guía tus pasos, la fuente para el plan está en tus valores, en lo que valoras, en lo que es importante. Encuentra lo importante y desde ahí construye tu plan que te ayude a caminar.

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