domingo, 26 de mayo de 2024

Como pollo sin cabeza

Le escuché a Mario Alonso Puig una historia de dos amigos que se encuentran. Uno va corriendo a toda prisa y el otro le pregunta “¿Dónde vas tan deprisa?”. Ante la pregunta, para, se queda pensativo, le sale un bocadillo de pensamiento que dice “¿Dónde voy?... No lo sé” y el automatismo que lleva dentro le hace decir en voz alta “Bueno, bueno, me voy, que tengo prisa”.

Muchas veces vamos corriendo, a toda prisa, a ningún lugar. Parar parece un pecado, nuestro juez interno nos castiga y nos grita “¡Ya estás perdiendo otra vez el tiempo! ¡Vamos! ¡Hay mucho que hacer!”. Perdidos en la actividad, sin darnos cuenta de que necesitamos, que queremos, hacia donde deseamos dirigirnos. Sin parar llegaremos al sitio al que nos encaminamos, otra cosa es que sea el sitio a dónde queremos ir.

Vamos como pollo sin cabeza ¿Has visto a un pollo sin cabeza corriendo? Se va dejando la vida mientras corre, sin llegar a ningún lugar, dando tumbos.

Es difícil acertar en la diana si no se sabe donde está. Sin tener claro el objetivo ¿Cómo vamos a avanzar hacia él? Sin saber cómo queremos vivir, cómo nos vamos a acercar allí.

Es un tema que trae mucha controversia. Demasiado obsesionados con los objetivos dejamos de disfrutar del camino, que es lo único real. La excusa perfecta para no mirar al futuro, su incertidumbre, nunca sabes cómo va a resultar.

A mi me gusta preguntarme entre vez y cuando, quizá demasiado a menudo, ¿cómo quiero vivir? Si ¿estoy viviendo como quiero? O ¿estoy siguiendo las directrices que me marca la sociedad?

Saber lo que quiero, cómo quiero vivir, me compromete, ya no hay excusa para no ir a por ello. El “no sé” puede ser una excusa para no responsabilizarnos. Puede que prefiramos ni mirar, porque vivir como quieres también tiene sus consecuencias. Sabiendo lo que quieres, también puedes decidir esperar, porque ahora no es el momento.

Somos libres de vivir como queremos, respetando la libertad del resto. La libertad de escoger como quieres vivir.

Lo que no tiene sentido es vivir con prisa, estresado, sin saber el para qué de tanta prisa y tanto estrés. Si el objetivo no está claro, si no tienes clara la dirección, puedes parar, vivir con calma. Quizá al llegar a la próxima cima puedas ver mejor hacia donde quieres ir.

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2 comentarios:

  1. Las prisas, el llenar el tiempo, nuestra vida, de actividades y objetivos..., ¡no nos lo vayamos perder!...
    Hace algunos meses escuché al filósofo divulgador Vico citar una frase que resume bien la situación:
    "hay mucha gente con prisa, pero muy pocas cosas realmente urgentes"
    ¡Buena semana!

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