domingo, 3 de noviembre de 2024

La vida se escapa o cambia en un instante

Esta semana está siendo dura en España, especialmente en la zona valenciana. Los próximos meses van a ser difíciles, la vida te cambia en un instante o se te escapa en un descuido.

El lunes todo parecía tranquilo, el martes llegaron intensas lluvias que desbordaron los torrentes. Aguas abajo, donde la lluvia no era tanta, el desastre llegó de manera silenciosa. El agua aparece por los desagües, en lugar de salir por ellos.

En poco tiempo se van llenando los garajes de agua, en las calles, los coches son arrastrados como juguetes. El agua arrastra ramas, hojas y desechos. Los sótanos se convierten en pozas fangosas, trampas para quienes habían bajado a salvar el coche, sin poder imaginar la rapidez de la inundación.

Foto tomada del Heraldo de Aragón (
Desde las ventanas, algunos miran aún sin poderlo creer cómo el agua se lleva lo que encuentra a su paso. Las calles tranquilas se convierten en arroyos cargados de escombros. Ante la fuerza de la naturaleza se extiende un sentimiento de impotencia y vulnerabilidad.

La vida te cambia en un instante, las preocupaciones de la semana pasada parecen tonterías. De hecho, son tonterías frente a la tragedia que enfrenta a la muerte. La vida se escapa en un suspiro, el último suspiro. Algunos amigos, vecinos, personas queridas ya no están. La corriente se los llevó, dejando atrás solo el recuerdo y la tristeza para sus seres queridos.

Después de la tormenta, el verdadero golpe de la tragedia queda claro. En un instante se puede perder todo. Las heridas seguirán sangrando. Esperar ver a los que se han ido, confiar en escuchar su voz, aunque sea para discutir. Lo irreparable de la pérdida, las cicatrices que quedarán.

Aunque el camino sea difícil, de esta salimos juntos. Agradecimiento por la solidaridad, la ayuda, de los que se lanzan a ayudar. Sentimiento de comunidad que lucha codo con codo. Cuando lo público se desborda podemos contar con el vecino.

La verdadera fuerza no es solo física: es la unión de muchas personas decididas a reconstruir, a apoyarse mutuamente y a levantar a quien más lo necesita. La unión que hace la fuerza. No estamos solos, no estás solo ni sola.

Lo perdido duele, especialmente las vidas. Ya nada será igual. En estos momentos difíciles, sentir el apoyo y el acompañamiento, ayuda a mirar hacia el futuro. La presencia de otros no elimina el sufrimiento, pero lo hace un poco más llevadero. No estamos solos en nuestra tristeza.

La vida es frágil, nuestra existencia cambiante. Volverá la rutina y nos sentiremos seguros, casi inmortales. La tragedia nos recuerda que puede desmoronarse lo que damos por sentado, nos impulsa a vivir con lo que hay, cada instante, con cada persona.

Nos prometemos ser más valientes, decir lo que sentimos, abrazar más, preocuparnos menos por lo superficial. No siempre habrá un “mañana” para hacer lo que dejamos pendiente. Ya lo decía Pau Donés, “Vivir es urgente”. No dejes para mañana lo importante.

Recordar que todo puede cambiar en un instante no es vivir con miedo, es vivir consciente. Cada día es un regalo.

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