viernes, 21 de noviembre de 2025

Y si el nombre de zona de confort está mal puesto

Nos han repetido tanto eso de “la zona de confort” que parece que es el sitio más confortable del mundo, donde sin ninguna duda estaremos felices y tranquilos. Pero la realidad muchas veces es otra: No es que estemos cómodos, es que estamos acostumbrados.

Esa rutina que nos quema, esa relación que ya no suma, ese trabajo que nos agota… no son cómodos, pero son conocidos. Y lo conocido, por muy malo que sea, da una falsa sensación de seguridad.

Esta imagen que me mandaron por WhatsApp me ha inspirado. Seamos sinceros, muchas veces nuestra “zona de confort” tiene de confortable lo mismo que una silla de plástico en una guardia de hospital.

De ahí el refrán: “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Nos ata a sillas incómodas, jefes imposibles, parejas que no nos cuidan o vidas que se nos hacen estrechas.

No es confort. Es costumbre mezclada con miedo.

A veces no nos movemos porque sentimos que, si damos un paso fuera, ya no habrá vuelta atrás. Como si abrir la puerta implicara tener que pegarle un portazo dramático a nuestra vida actual.

Y no. Podemos asomarnos. Podemos salir un poquito. Podemos probar.

Igual que un niño pequeño que se va alejando unos pasos de su madre en el parque: explora, mira, toca… pero no la pierde de vista. Sabe que puede volver corriendo si algo le da miedo.

Con nuestra vida pasa algo parecido:

  • Puedes mirar ofertas de trabajo sin renunciar mañana.
  • Puedes hablar con un amigo sobre tu relación antes de tomar una decisión grande.
  • Puedes probar una formación nueva mientras sigues en tu empleo actual.

Explorar no obliga a decidir de inmediato. Te permite ver posibilidades. Y solo eso ya trae aire y alivio.

Puedes salir acompañado, con otros, como cuando en la infancia te ibas de excursión con la pandilla. Salir de lo conocido da miedo. Por eso tiene mucho más sentido montar un pequeño equipo de exploración que hacerlo en soledad:

  • Personas que estén en una situación parecida y con las que puedas compartir dudas y avances.
  • Amigos o familiares que crean en ti y te recuerden que no estás loco por querer algo mejor.
  • Guías que ya han caminado ese camino: un mentor, un coach, un terapeuta… gente que conoce “lo que hay fuera” y puede ayudarte a trazar un mapa.

Las dificultades pesan menos cuando puedes decirle a alguien: “Hoy estoy asustado, recuérdame por qué empecé esto”. No se trata de que otros decidan por ti, sino de no ir solo.

Salir de la zona conocida no tiene por qué ser un salto al vacío. Puede ser una serie de pequeños pasos que, acumulados, cambian tu vida:

  • Hacer una lista honesta de lo que ya no te compensa.
  • Permitir la pregunta: “¿Y si hubiera algo mejor para mí?”
  • Reservar un rato a la semana para explorar opciones: cursos, contactos, lecturas, empresas, actividades…
  • Empezar a decir pequeños “no” donde siempre decías “sí”.
  • Entrenar tu voz interior que dice: “Merezco algo más que sobrevivir”.

Poco a poco vas ampliando el mapa: de un pequeño círculo gris pasas a un territorio más grande, con más caminos, más colores, más elecciones.

No se trata de convertir tu vida en una aventura extrema. Se trata de no quedarte paralizado en un sitio de mierda solo porque te lo sabes de memoria.

Tal vez, mientras lees esto, te venga algo (o alguien) a la cabeza:

  • Una relación de pareja o de amistad que ya no te cuida.
  • Una colaboración profesional que se está agotando.
  • Un trabajo en el que estás quemado, aburrido o invisible.

No hace falta dar un carpetazo inmediato… o quizá sí. Eso solo puedes saberlo tú. Lo que sí puedes hacer es empezar a abrir ventanas:

  • Asómate al mercado laboral, aunque no vayas a irte mañana.
  • Empieza a informarte sobre otras formaciones, sectores, formas de trabajar.
  • Habla con personas que ya han hecho cambios parecidos.
  • Si la situación te desborda, pide ayuda profesional: un terapeuta, un coach, alguien que te acompañe a mirar lo que hoy no te atreves a mirar solo.

A veces, solo descubrir que hay alternativas reales ya trae más tranquilidad, aunque la salida de tu zona conocida tarde dos o tres años en hacerse efectiva. Es increíble lo que podemos conseguir cuando dejamos que el tiempo juegue a favor y no en contra.

Y si tu situación es urgente, si ya no puedes más, entonces moverte es todavía más importante. No esperes a tener el camino perfectamente dibujado: muchas veces el camino aparece cuando empiezas a caminar.

Si tu mal llamada zona de confort no es tan cómoda ni tan confortable, si en el fondo sabes que es una mierda que te estás tragando porque te da miedo lo que habrá fuera…

Te invito a explorar: A cuestionar el “malo conocido”; A abrir puertas y ventanas; A buscar otras posibilidades. Te garantizo que las hay.

Aunque ayer era un buen día para empezar, mejor es hoy que mañana.

Si quieres seguir leyendo lo que se publica en el blog, formar parte de esta tribu, puedes seguirme en LinkedIn, para no perderte la próxima entrada. Haz clic aquí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario