Tener
la posibilidad de elegir puede generar estrés, puede paralizar y bloquear. El
miedo a la opinión de los demás, a las críticas, por faltar a un evento al que
te sientes obligado puede generar una gran desazón. Si tienes varias cosas que
podrías hacer es una suerte poder
escoger, partiendo de la autoconfianza y sintiendo la libertad de elección
Cuando
tienes más de una opción apetecible y no puedes hacer todo, puedes elegir
sufrir la elección, fijarte en lo que vas a dejar de hacer o incluso quedarte
meditando que hacer para no hacer nada o puedes decidir, ELEGIR y disfrutar de
la elección que te apetece, te lleva a un sitio mejor o vas a disfrutar más.
Dejar
puertas abiertas, no cerrarlas, es un sumidero de energía. El enfocarnos en lo
que podemos perder más que en lo que podemos ganar nos paraliza y el dejar
puertas abiertas dispersa los esfuerzos.
Una
forma de generar foco es “quemar las naves”, elegir y no dejar la posibilidad
de vuelta atrás, lo que nos enfoca en el objetivo y nos hace persistir. Cómo
cuando un general quema las naves al desembarcar en territorio enemigo de forma
que sólo queda la victoria o la muerte. No cabe la opción de derrota, no cabe
la duda ante la dificultad de volver atrás.
En
el clásico de Napoleón Hill “Piense y hágase rico” se nos invita a escoger un
objetivo concreto y centrar toda la energía, fuerza de voluntad y esfuerzo para
conseguirlo. Sin vuelta atrás, ganar o perecer en el intento.
Si
no eliges los demás, la sociedad, elige por ti. Te encontrarás haciendo cosas
que no te apetecen, que no te llevan a dónde quieres ir. Si te dejas llevar por
los demás no tendrás un deseo propio.
La
capacidad de elegir nos hace libres. Igual que ejercitamos los músculos para
poder andar, la capacidad de elección se ejercita y si no la empleamos se
pierde, como cuando nos escayolan y estamos una temporada sin andar tenemos que
hacer rehabilitación, empezar por pequeños pasos. Si te cuesta elegir empieza
por pequeños pasos, pequeñas elecciones.
Podemos
elegir no sólo lo que vamos a hacer, también con quien nos relacionamos, la
actitud con la que vamos a hacer cada cosa. Podemos elegir empezar el día
enfadados, de mal humor, con actitud pesimista o elegir al
levantarnos reír, disfrutar, perdonar y saborear tu tiempo. Elige vivir tu
tiempo.
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