Hoy
he fregado en casa y he recordado una lección que aprendí hace ya algunos años,
que algunas cosas es mejor hacerlas
pronto. Estaba sólo en un piso de estudiante y por las noches me daba pereza fregar, así que lo dejaba para el día siguiente por
la mañana. Por la mañana, tampoco me apetecía, tenía más prisa y además lo que
había que fregar estaba más pegado, con lo que costaba más.
Es
una lección que me ha servido en otras ocasiones. Cuando mis alumnos
universitarios se plantean dejar una asignatura para el año siguiente porque
les resulta complicada les pregunto “¿Es que al año que viene va a ser más
fácil?”
El futuro es un momento imaginario donde
vamos a tener más tiempo, estar más desocupados, descansados y concentrados,
donde podremos hacer cualquier cosa. Ese momento ideal, en la mayoría de las
ocasiones nunca llega. Así que si hay que hacer algo suele ser bueno el dicho “No
dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
También
con las asignaturas parece más inteligente sacar adelante primero las difíciles
y después abordar las más sencillas, así el camino será cuesta abajo. Si
empezamos por lo más fácil, al final, que estamos con ganas de acabar, viene la
cuesta arriba, cuando más cansados estamos y las dificultades aumentan.
Y en
este punto cabe preguntarse ¿Cómo decides que es lo primero que vas a hacer?
¿Cómo priorizas? Ante esta pregunta he encontrado múltiples respuestas:
- Lo más corto o rápido: así acabo pronto y me da la sensación de que avanzo.
- Lo primero que llego: que es lo que más tiempo lleva esperando.
- Lo último que llego: que es lo que ha llamado mi atención.
- Lo más fácil: así tengo la seguridad de que voy a acabar algo.
- Lo más cómodo: lo que me supone poco o ningún esfuerzo.
- Lo urgente: como tiene fecha límite parece prioritario o importante.
Especialmente
peligrosa resulta la urgencia, se nos cuela con su apariencia de importancia
debido a los plazos. Es habitual escuchar “¡Deja todo, esto es urgente! La respuesta
puede ser “pero ¿es importante?
Ordesa - foto de SantiMB.Photos |
Parece
lógico dar prioridad a lo importante, lo que significa empezar por ahí. Cómo
nos aconseja Brian Tracy en su libro ¡Tráguese ese sapo! Lo importante que es lo que nos puede
llevar a tener resultados.
Tener
claro al comenzar la semana qué es lo más importante que voy a hacer esta semana
y al comenzar el día qué es lo más importante que voy a hacer hoy. Este puede
ser un buen asunto con el que empezar.
Hay
que tener en cuenta que habrá veces que lo mejor será no hacer nada. En
cualquier caso podemos de vez en cuando preguntarnos: “¿Lo que estoy haciendo
es lo mejor que puedo estar haciendo en este momento?” Pregúntate cuatro o
cinco veces todos los días esta semana.
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