La
puntualidad es cuestión de hábito, habitualmente
llegan tarde los mismos, se llega tarde a los mismos sitios o en determinados
entornos siempre se empieza tarde.
Esta
mañana salíamos de viaje 25 personas, una ha llegado 10 minutos tarde y el
autobús ha estado esperando, nada del todo extraño, 10 minutos no es mucho
tiempo, de lo más normal. Curiosamente es una de esas personas que suele llegar
tarde, si apostases quien va a llegar tarde apostarías por ella.
Si
todos fuésemos puntuales podíamos haber quedado 10 minutos más tarde y
habríamos salido a la misma hora. La consecuencia aparente es que se la ha
esperado 10 minutos, otra forma de verlo es que cada uno la ha esperado 10
minutos, por 24 personas son 240 minutos, cuatro horas de espera (menos mal que
estaba repartido, la cantidad de cosas que se podían haber hecho en cuatro
horas).
Como
contamos con que alguien llegará tarde vamos dando margen, para poder esperar,
lo que se convierte en tiempos perdidos y en el mejor de los casos en tiempo en
el que socializar, si esperamos acompañados.
Puntualidad del Ave - Foto de Asterep |
La
misma regla aplica en las reuniones, por uno que se retrase hay muchos que
esperan. Además se puede convertir en costumbre (hábito) el empezar 15 o 20
minutos más tarde, con lo que ya no se sabe a qué hora ir y todos nos vamos
retrasando sistemáticamente esos minutos. Con lo que se acaba convocando a las
10 para empezar a las 10:20.
Es
como cuando nos queremos hacer trampa
para llegar pronto y adelantamos 5 minutos el reloj, en un par de días ya nos
hemos hecho a la idea de que el reloj está 5 minutos adelantado y lo único que
conseguimos es hacer cuentas, sumar o restar 5 minutos, llegando igual de tarde
que cuando lo teníamos en hora.
La
fama precede a los tardones, los españoles tenemos mala fama en puntualidad y
en ocasiones podemos pagar las consecuencias. En una ocasión tuve que trabajar
con un holandés en un proyecto, quedamos en Amsterdam y el primer día llegó 15
minutos tarde, lo repitió el segundo día, con otros 15 minutos de retraso y
cómo disculpa dijo que en España se solía empezar 15 minutos tarde. Le respondí
que en España empezábamos 15 minutos tarde cuando quedábamos con holandeses,
que ahora entendía porque siempre llegaban 15 minutos tarde, no volvió a retrasarse.
Me había dolido más lo que dijo de los españoles que los 15 minutos de retraso.
En
el cole de mis hijos dan mucha importancia a la puntualidad, lo que me alegra
porque les generará el hábito de ser puntuales. Entran a las 9 y se cierran las
puertas hasta las 9.30, así que cómo padre sabes que si llegas tarde te tocará
esperar hasta esa hora para que pueda entrar el retrasado. Un buen aliciente.
En
su campaña de puntualidad tienen un cartel de la revista “maestro infantil” que
dice, ser puntual es…
- …ser considerado con el que espera.
- …valorar el tiempo propio y el ajeno.
- …un gesto de aprecio y respeto.
- …la mejor forma de demostrar que ese encuentro será importante
La
puntualidad nos ayuda a programarnos. Si no sabemos si el tren llegará tarde (o
demasiado pronto) nos es difícil poder comprometernos a llegar a una hora. Si no sabemos a qué hora empieza la
reunión difícilmente sabremos a qué hora va a acabar, con lo que no sabemos a
partir de qué hora podremos estar en otra actividad.
La
impuntualidad es la madre de la prisa, el origen está en salir tarde con lo que
ya adelantamos que llegamos tarde y tendemos a apresurarnos. Se puede ser
impuntual con las personas y con las cosas que tenemos que hacer para una fecha
determinada. El origen es el mismo y tiene una fácil solución.
Para llegar pronto (puntuales) el truco
es salir pronto. Si sueles llegar siempre 15 minutos tarde,
el truco está en salir 15 minutos antes. Si sueles acabar tarde, el truco es
empezar antes y no parar demasiado por el camino.
Si
los impuntuales son los demás, tienes libertad de esperar o no, podéis empezar
la reunión a la hora y así romper con el hábito de empezar tarde (al principio
puede costar). Muchos agradecerán la puntualidad.
Manda
esta entrada aquellos que crees que la pueden necesitar, que no son muy
puntuales, a los que sueles esperar. También esperar es un signo de lo que lo
aprecias…
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