sábado, 26 de septiembre de 2015

Si no sabes cuánto te va a llevar no puedes planificar

El futuro es ese momento indeterminado donde el tiempo deja de contar y nos va a dar para hacer todo, bien lo sabemos cuándo dejamos las cosas para ese más adelante que no llega nunca.

También puede pasar y yo tengo ejemplos cercanos, que dejemos muchas cosas para el sábado por la mañana: hacer deporte, llevar a los niños a la piscina, la compra, aprovechar para cortarnos el pelo, quedar con una amiga y preparar la comida para comer pronto. Además de aprovechar para levantarnos tarde y descansar de la dura semana.

Si no tenemos en cuenta cuánto tiempo nos va a llevar resulta que disponemos de cuatro horas escasas y planificamos actividades para las que necesitaríamos ocho en el mejor de los casos.

El resultado final es un enfado con nosotros mismos que sufren los demás, nos sentimos impotentes y no sabemos lo que ha pasado, alguien tiene que ser el responsable y pobre del que se cruce en nuestro camino (igual nos ha tocado ser víctimas de alguno de estos enfados pensando si yo no he hecho nada).
Desesperado por no hacer todo lo que tenía pensado hacer (de forma poco realista)
Sería más inteligente pensar porque no nos ha dado tiempo, para eso es útil pensar en el ciclo PDCA: Plan (trazar un plan), Do (hacer conforme a lo planificado), C (controlar si hemos hecho conforme a lo planificado y si hemos obtenido los resultados previstos) y A (Actuar para que las próximas ocasiones obtengamos mejores resultados).

Fijándonos en el control se pueden dar cuatro opciones conforme al plan según lo que hayamos hecho y los resultados obtenidos:

  1. Hemos hecho lo planificado y los resultados han sido los previstos: estupendo, lo podemos celebrar y sabemos que funciona.
  2. Hemos hecho lo planificado y no hemos obtenido los resultados previstos: tendremos que pensar que falla en el plan para actuar sobre ello y en la próxima ocasión tener mejores resultados.
  3. No hemos hecho lo planificado y no hemos obtenido los resultados previstos. Debemos preguntarnos porque no hemos hecho lo planificado, si hemos sido demasiado ambiciosos con todo lo que queríamos hacer o si tenemos poca fuerza de voluntad.
  4. Lo más difícil es que no hayamos hecho lo planificado y obtengamos los resultados previstos, lo que podemos considerar un milagro o seguramente alguien vele por nosotros, nos consiga esos resultados y no nos permita aprender del ciclo de mejora.

Al no cumplir con nuestro plan pagamos un gran impuesto, dejamos de confiar en la planificación y empezamos a pensar que planificar no sirve para nada, con lo que dejamos los planes o si los hacemos no confiamos en ellos.

Detrás de esa falta de confianza en los planes se esconde la falta de confianza en nosotros mismos, no creemos que seamos capaces de cumplir con nuestros planes, de cumplir con lo que decimos. Esto puede ser consciente o inconscientemente. Por el efecto pigmalion, se convierte en realidad, lo que creemos lo creamos. Cada vez que no cumplimos lo que planificamos pagamos con una disminución de la autoconfianza.

Además, si hacemos públicos nuestros planes y no cumplimos, los demás confiarán menos en nosotros, no creerán en lo que les decimos cuando prometemos que vamos a hacer algo.

Como hemos visto al no cumplir con los planes pagamos el impuesto de la pérdida de confianza en los futuros planes, en nosotros mismos y la disminución de la confianza que los demás depositan en nosotros.

La mayoría de las veces en que no cumplimos la planificación es porque no sabemos de lo que somos capaces o cuánto tiempo nos va a llevar, por eso para planificar es importante la auto-observación previa. Si no sabemos cuánto nos lleva difícilmente sabremos si nos va a dar tiempo.


El ciclo de mejora continua PDCA te puede ayudar a mejorar. Empieza en pequeño y cumple para crecer en autoconfianza que te llevará a logros mayores. No planifiques demasiado ni demasiado poco. Y obsérvate para saber cuánto te lleva.

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