miércoles, 4 de diciembre de 2024

Cerrar y dejar atrás, para poder abrir

Este lunes hablaba con una compañera de una formación de tres años que “acabamos” en diciembre 2018. Pongo entre comillas el acabamos porque ahí es donde acabó la parte presencial, después había que hacer otras cosas y entre ellas entregar una memoria sobre la formación, cada uno de sus capítulos y que había supuesto la práctica.

Por mi parte lo fui dejando hasta que entregué la memoria en abril de 2022, pandemia de por medio. Esta compañera quería retomarlo ahora para cerrar esa etapa.

¡Como cuesta retomar algo que has dejado aparcado! En este caso tampoco es nada que necesite ser cerrado con urgencia, pero sin cerrar se queda ahí pesando y ocupando espacio en la cabeza

Cerrar un tema es liberar espacio, no solo en nuestra agenda, sino también en nuestra mente y emociones. Aferrarnos a algo inconcluso consume energía, genera incertidumbre y nos impide avanzar hacia nuevos desafíos. Cuando dejamos algo abierto, mantenemos un vínculo invisible que ocupa un lugar en nuestro pensamiento, nos lastra y nos distrae.

Si has empezado algo y merece la pena terminarlo, no lo dejes a medias, solo cuenta lo que se acaba, no lo que se empieza.

En otras ocasiones hay proyectos o relaciones que pueden no tener fecha ni conclusión, a no ser que decidamos dejarlo. Cerrar un tema no es olvidar, sino aceptar, aprender y dar por concluido un capítulo, permitiéndonos avanzar con claridad y ligereza.

Puedes sufrir del sesgo de la inversión hecha. Ese sesgo nos hace creer que cerrar algo en lo que ya hemos invertido tiempo, esfuerzo o recursos es un fracaso (en el fondo es reconocer esa pérdida). Nos aferramos al "ya invertido" como una justificación para no soltar, ignorando que seguir manteniéndolo puede ser aún más costoso. Este pensamiento distorsiona nuestra percepción y nos mantiene anclados a lo que ya no tiene sentido, bloqueando nuestra capacidad de enfocarnos en nuevas metas.

Reconocer que no todo lo empezado debe ser terminado nos libera de este peso y nos permite redirigir nuestra energía hacia lo que realmente nos importa en este momento (también podemos cambiar nuestros intereses).

Dejar atrás para ver la luz de nuevos horizontes
Puedes sentir el cerrar como volver una puerta que ya no volverás a abrir. El miedo a cerrar puertas a menudo proviene de la incertidumbre de lo que vendrá después. Cerrarlas puede sentirse como renunciar a posibilidades, aunque muchas veces esas posibilidades son ilusorias. Este miedo está arraigado en la esperanza de que algo más suceda, que algo cambie sin nuestra intervención. Pero mantener puertas abiertas innecesariamente nos inmoviliza y nos deja atrapados en un limbo emocional, incapaces de dar un paso hacia nuevas oportunidades que podrían ser aún más significativas.

“Hay puertas que están mejor cerradas”

“Acabar si hay que acabar, soltar si hay que soltar, no te quedes a medias, en la trampa de la indecisión”

¿Qué es lo que tienes que acabar? Ponte a ello

¿Qué es lo que es mejor que sueltes y no acabas de hacerlo? Proyectos o relaciones. No dejes que te lastren.

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