viernes, 13 de diciembre de 2024

El poder invisible de los hábitos

Hace unos días, mi hijo Juan me hizo pensar, como logra muchas veces. Cuando le recordamos que debía estudiar puso como excusa que le costaba ponerse y su madre le dijo que a ella también le costaba hacer la comida, así que estaba pensando en no hacerla.

Ante esto contesto: “Yo no estudio porque no tengo el hábito, pero tú haces la comida porque tienes el hábito de cocinar. Es fácil para ti”. Vamos, que

“Los hábitos nos lo ponen fácil”

Este domingo por mi parte estaba lejos del ordenador y no escribí la entrada para el blog que tengo costumbre de escribir ese día de la semana. Me dije, ya lo escribo el martes, cuando vuelva a casa y ya estamos a viernes. Perdí el hábito de hacerlo cuando acostumbro y de esta manera me ha costado más.

Me quedé pensando la respuesta de Juan. Por un lado, tenía razón: hacer algo con regularidad lo vuelve más sencillo. Pero también había algo que él no veía: detrás de cada hábito que parece “fácil”, hubo un inicio que seguramente no lo fue.

De la lucha inicial (de estudiar) a la fluidez. Con hábito cuesta menos

Al principio cuesta, y con fuerza de voluntad, la repetición se convierte en rutina y la rutina en hábito. Además, si no quieres romper la cadena de repeticiones, que es como romper una racha, eso te impulsa a continuar. Por mi parte ya está cerca el final de año, el objetivo de una entrada a la semana está al alcance de la mano, eso me motiva los días que a pesar del hábito me cuesta, o como esta semana que he roto el hábito.

Lo que Juan todavía no ve del todo es que crear un hábito requiere superar la resistencia inicial. Es un proceso incómodo, lleno de intentos fallidos y muchas ganas de rendirse. Pero una vez que se establece, es como si el hábito tomara las riendas y el esfuerzo desapareciera.

La ausencia de hábito tiene su coste. Sin la costumbre de estudiar ponerse resulta un desafío, te enfrentas a una montaña de resistencia interna.

Una vez que el hábito está en marcha, aparece la "magia de la inercia". No necesitamos convencernos de hacerlo; simplemente lo hacemos. Ese estado fluido es lo que hace que sea “fácil”. No es magia, es práctica acumulada.

Los hábitos nos facilitan la vida; son el puente entre lo que cuesta mucho y lo que un día hacemos sin esfuerzo. Si algo parece imposible hoy, recuerda que quizás lo único que necesitas es empezar, paso a paso.

La diferencia está en la práctica repetida y la constancia. El poder de empezar, aunque sea con un pequeño paso.

Aprovecho para recomendar un libro que Juan ha pedido a los Reyes: “Hábitos atómicos” de James Clear, que se ha hecho popular entre los adolescentes y no tan jóvenes. Guía de como pequeños cambios, sostenidos en el tiempo (hábitos), cambian radicalmente nuestros resultados

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